Un joven de estatura promedio despertaba de golpe por la infernal alarma para hacer su rutina diaria, bufando un poco. Como cualquier otro día, fue al baño a lavarse los dientes y a hacer sus necesidades. Posteriormente, se preparó algo de comer. La diferencia con todos los días anteriores era que iba a ir al colegio después de dos años sabáticos debido a los problemas económicos que había tenido en su vida.

El muchacho no sabía qué sería de su vida; no tenía claro varias cosas de las que le pasaban ni la idea de cómo había obtenido la beca deportiva por el fútbol. Solamente sabía que debía seguir adelante. En su cabeza rondaba todo el tiempo la frase "¿Qué será de mi futuro?".

—(Un nuevo colegio...) —miraba la escuela de lejos mientras caminaba, escuchando música y dirigiéndose hacia el edificio—. (¿Será todo como era antes o seguirá siendo lo mismo?)

Hasta aquí, todo iba bien para él. Todo era sencillo como lo recordaba. El lugar en sí era nuevo, pero no había mucho que le preocupara más al entrar al primer piso del edificio y darse cuenta de que la mayoría de los estudiantes ya poseían su grupo de compañeros y amigos, lo que lo hacía sentirse algo molesto. Llegó a lo que sería su salón de clases para evitar hablar con alguien y ser una molestia.

Siempre le gustó ser indiferente con las personas para evitarse problemas; sin embargo, esto también traía un poco de soledad. Sin embargo, le permitía hacer varias cosas a la vez, no quedarse calmado jamás, lo que llegaba a ser molesto para varias personas, como comer y estudiar a la vez.

No era malo en el colegio como tal. Era callado en persona, pero bastante parlanchín en línea o en GTA. Sin embargo, cuando una persona lograba ganarse su confianza, nadie podía callarlo, ya fuera presencial o en línea.

Llegó al salón y se sentó en un asiento aleatorio para ver su celular y platicar con sus compadres. Además, por fin podía reanudar un roleplay que tenía con un chico llamado Cristian, cuya aventura era sobre dos jóvenes perdidos en una ciudad caótica. Por fin podía volver a esta pequeña historia que tenía con su amigo después de los problemas de mudanza.

Sin embargo, no le duró mucho ese pequeño momento, ya que una chica lo estaba llamando. Era una pelirroja que le tomaba el hombro. Él alzó la vista para ver qué pasaba.

—Buenos días, me gustaría saber si se puede quitar de mi lugar.

—¿Qué? —estaba asimilando hasta que recordó que se había sentado en un lugar aleatorio—. Una disculpa.

Me levanté del asiento bastante avergonzado. La chica que pedía ese asiento de regreso era demasiado bella. Al cabo de unos minutos, encontré otro asiento y pregunté esta vez de quién era. Hubo varios que también estaban ocupados hasta que por fin llegué a uno que estaba vacío.

—¡Hola!, ¿Qué tal? —saludé a una chica la cual pasó de largo—. (Sh...)

El día continuó con una sucesión de clases que parecían no tener fin. Matemáticas, historia, biología... Todas se mezclaban en una bruma monótona que me hacía desear estar en cualquier otro lugar. La única distracción era mirar por la ventana y ver el patio lleno de estudiantes en sus propios mundos.

En el recreo, decidí salir al patio para despejarme un poco. Encontré un banco vacío y me senté, sacando mi teléfono para revisar los mensajes. Cristian había dejado algunos nuevos sobre nuestro roleplay. La historia avanzaba bien, y eso me hacía olvidar por un momento las preocupaciones reales.

—¡Ey, nuevo! —escuché una voz detrás de mí.

Me giré para ver a un grupo de chicos acercándose. Parecían amigables, pero uno nunca podía estar seguro.

—¿Qué tal? —respondí, tratando de sonar relajado.

—Nos preguntábamos si te gustaría unirte a nosotros en la cancha de fútbol después de clases —dijo el que parecía ser el líder del grupo.

—Sí, claro. Me encantaría —dije, sorprendido por la invitación. Quizás este nuevo comienzo no sería tan malo después de todo.

El resto del día transcurrió sin incidentes. Al final de la jornada escolar, me dirigí a la cancha de fútbol, donde ya estaban los chicos que me habían invitado. Me uní a ellos y, por un momento, todas mis preocupaciones se desvanecieron mientras corría tras el balón.

—¡Buen pase! —gritó uno de los chicos, levantando el pulgar en señal de aprobación.

Sonreí, sintiendo una pequeña chispa de esperanza. Tal vez este nuevo entorno me brindaría oportunidades que no había tenido antes.

Después del partido, mientras me dirigía a casa, me encontré con la chica pelirroja que me había pedido su asiento.

—Oye, siento lo de esta mañana —dije, deteniéndome un momento—. No quise causarte molestias.

Ella me miró, y su expresión se suavizó un poco.

—No te preocupes. Es tu primer día, ¿no? Todos cometemos errores —respondió con una sonrisa—. Me llamo Itsuki, por cierto.

—Yo soy... —me detuve, dudando por un momento antes de continuar—. Me llaman "Pro". Encantado, Itsuki.

Nos despedimos y seguí mi camino a casa, sintiéndome un poco más ligero. Quizás, después de todo, este nuevo capítulo en mi vida no sería tan malo. Con amigos nuevos y oportunidades por descubrir, empezaba a creer que mi futuro podía ser diferente. Tal vez, incluso brillante.

Fin del capítulo 1.