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CAPÍTULO 21











Jimin se encontraba en el gran escenario teatral, con un gran piano frente a él y encima de este una grabadora. Miraba atento hacia el gran telón, el cual estaba sobre su cabeza, la música de la grabadora que llevaba consigo hizo presencia, resonando entre las paredes y provocando eco; cerró los ojos para sentir todo lo que le rodeaba, sentir todo lo que le atormentaba en su interior. Su cuerpo comenzó a moverse al compás de cada nota, cada movimiento lo hacía con fuerza y perfecta sincronización, estaba tan sumido en su baile que no notó que era observado desde la primera fila de asientos aterciopelados.

Yoongi veía con adoración cada movimiento del castaño, se veía precioso, le daba vida al desolado teatro. Cada paso, giro y caída, demostraban todo el enojo y abatimiento de su cuerpo. Podía deducir lo que el otro sentía, hasta el punto de que a él también le llegara a doler. Min subió por las escaleras laterales del escenario, para poder llegar hasta el gran piano posicionado cerca de aquellas escaleras.

Jimin paró sus movimientos cuando la música de la grabadora dejó de tocar, giró y abrió los ojos en demasía al ver a su compañero de trabajo sentado frente al gran piano; cerró nuevamente los ojos cuando la primera nota fue tocada, entendiendo así que Yoongi deseaba apoyarle en aquel momento. De nuevo, se posicionó en una sola pierna con los brazos alzados al costado y comenzó a danzar al ritmo de melodía.

A melody of tears de Beethoven resonaba en el gran espacio, Yoongi tocaba cada tecla viendo el cansado cuerpo de Jimin, el cual lloraba por cada sutil paso. Cada lágrima resbalaba por sus mejillas cuando la ola de recuerdos llegaba a él. Recuerda el momento en que vio por primera vez a Taehyung, el día que le regresó su cuaderno y le comenzó a llamar "Jiminnie hyung"; recuerda cada sonrisa dedicada con naturaleza, lo recuerda todo y le duele. Él sabía que jamás no podría tener su corazón del todo, lo sabía y aun así se arriesgó; sufre por las últimas palabras que le dijo el día que salió del departamento que tantas noches de pasión resguardó y tantas mañanas de cariño presenció.

Trastabilla y cae al suelo, siendo su cara lo primero en tocar el escenario. Yoongi se preocupa y quiere ayudarle a que se levante, pero Jimin le detiene y le dice:

-Solo continúa. -Se levanta un poco tambaleante, limpiando el hilo de sangre que sale de su boca al haberse mordido la lengua. Yoongi apretó los labios y siguió tocando la melodía, viendo de nueva cuenta cómo el cuerpo de Jimin realizaba sus pasos más potentes. Park solloza audiblemente e importándole poco verse tan destrozado frente a su mayor, solo quiere llorar hasta que de sus ojos no salga una lágrima más.

Se dejó caer de rodillas cuando la melodía dio por último una nota larga dando por hecho su final. Su cuerpo dolía, el sudor se daba paso por sus músculos, al igual que las lágrimas por su rostro. Observó con un poco de dolor el anillo plateado que llevaba en su anular, aquel anillo fue el regalo de su primer aniversario; lo llevó a su boca para besarlo y después a su pecho para seguir desahogándose. Yoongi, que veía la escena desde el piano, se sintió horrible y ajeno a la situación; ver a la persona que quieres sufrir por alguien más es doloroso.

Con pausados pasos se acercó hasta el cuerpo de Jimin, que yacía destrozado por el dolor en el suelo. Trató de rodearle los hombros en un abrazo de consuelo, pero Jimin se estremeció por el contacto; no deseaba lástima, no deseaba el calor de nadie más que no fuera de su amado Taehyung y, teniendo eso en cuenta, apartó a Yoongi y se levantó para caminar hasta la primera fila donde yacían sus pertenencias. Segundos después sonrió amargamente ante el pensamiento tan lastimero que había tenido sobre no querer otros brazos que no fueran los de Taehyung; las ganas de llorar le invadieron de nuevo porque de aquel amor al que tanto esfuerzo le puso, ya no existía más.

-¿Te vas a quedar ahí parado? -Jimin dijo, mirando hacia el frente. Hoseok estaba estupefacto y con un nudo en la garganta, había entrado de pura casualida pero se había quedado embelesado por la danza que Jimin otorgaba gracias a su sufrimiento.

Hoseok no dijo nada, las palabras sobraban. No podía darle el pésame, sería demasiado hipócrita de su parte. Dejó que Jimin se fuera primero y, cuando escuchó la puerta cerrarse con fuerza, sacó todo el aire que no sabía estaba reteniendo.

-Esto es duro -dijo Hoseok mientras se rascaba la nuca. Vio cómo Yoongi miraba sus manos para luego hacerlas puños y bajar del escenario con extrema rapidez, obviando la presencia de Hoseok y este, perdiéndose en el recuerdo reciente de Jimin bailando-. Es muy duro.

[. . .]

El cielo permanecía y al mismo tiempo luminoso, como la preciosa piedra obsidiana. El bullicio en aquel lugar era algo pesado pero no importaba.

Jungkook yacía recargado en un Dodge Charger R/T 2015 de color negro con los brazos cruzados. Tendría una de sus tantas carreras clandestinas, la cual se haría ahora en el distrito DongJak-gu. Uno de los motivos por los cuales se encontraba ahí, era para alejarse de sus problemas y todo sería gracias a la adrenalina que le otorgaba el competir; el otro motivo era por la revancha que tanto le había reclamado Siwon. Ciertamente le daba igual quién ganaba y quién perdía, pero siempre terminaba dejando en ridículo hasta a los veteranos que conocían de ida y vuelta cada pista, presa abandonada y callejón de los barrios.

Su cansada mirada recorría el lugar y notó que varios preparaban sus autos, otros preferían charlar y algunos se dejaban llevar por el lujurioso brillo de la luna que caía sobre ellos. Rió algo divertido recordando las advertencias de Hoseok y Lisa de no volver a ir solo; ellos estaban preocupados porque volviera a tener alguna pelea, le parecía divertido el que le sobreprotegieran cuando claramente no lo necesitaba. Jungkook sabía el significado de cada pelea, para él era su castigo por haber cortado de la manera más cruel las alas de un ángel, el ángel del que se enamoró.

Sonrió ladinamente cuando pudo divisar a Jackson. Él había empezado a ir a ese tipo de sitios y cada vez que se encontraban peleaban de manera verbal o físicamente, pero no le importaba en lo más mínimo ser odiado por simples personas sin relevancia en su vida.

-¡Hey, Kook! -El mencionado aparta la mirada de su excompañero y dirige su vista a la voz que le ha llamado. Era Bang YongGuk, uno de los mejores corredores del lugar y también su amigo-. Veo que ya te recuperaste de la pelea.

-Bang, por supuesto, eso fue ya hace como un mes. -Estrecha las manos con el mayor.

-Pero si Jaebum sigue en recuperación. -El pelinegro suelta una carcajada por la actitud despreocupada del menor-. Es bueno que hayas vuelto, Jeon.

-Lo mismo digo.

Ambos quedan en un silencio que es no incómodo, así es como les gusta estar, es una de las coincidencias que tanto compartían. YongGuk recuerda lo que hace poco había tenido el placer de ver.

-¡Oye! -llama la atención del azabache, prosigue cuando Jungkook hace un pequeño ruido dando a entender de qué le escucha-, antes de venir a verte vi a una belleza.

-¿Ah sí? -pregunta divertido, puesto que es inusual que YongGuk halague a las personas porque era casi como él, un chico sin interés-. Ahora va a ser la conquista de la noche, ¿no? -Ríe divertido.

-Qué más quisiera, está para violarlo. -YongGuk se muerde los labios para después pasar su lengua lascivamente por ellos.

-¿Violarlo? ¿Es hombre? -Jungkook se cruza de brazos atento a lo que su mayor relata.

-Es un puto ángel, es más hermoso que cualquier zorra de por aquí. Se le ve de clase y eso en verdad está fuera de mi alcance. -El mayor se encoge de hombros y se cruza de brazos recargándose en el auto-. Solo me conformo con follarlo en mi mente.

-¡Pervertido de mierda!

-No dirás lo mismo cuando lo veas. ¡Mira, es él! -YongGuk señala como un niño mientras le manotea el brazo a Jungkook, eso le divierte al azabache y con una sonrisa burlona mira en dirección que le señala su mayor.

Al ver a la persona que tanto le había interesado a su mayor, deja de sonreír y siente cada músculo atrofiarse, la vena de su cuello comenzó a resaltar y sus manos se cerraban de a poco para formar puños. El calor que sentía en su pecho era una combinación de alegría y celos, muchos celos.

-¡Ese es mi chico!

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