N.A: 

Especial narrado por Eloise. 

___________________________________

—¡Hey! —gritó un niño por detrás de mí. Sonreí, aunque él no pudiese verme. 

—¿Otra vez tú? —dije, girando lentamente sobre mis talones; y lo era. 

—Sí —dijo Luke, mirando el cielo —. Es un lindo día, ¿no crees? —asentí lentamente. La verdad es que el día sí estaba bonito, ya que las flores tenían un color peculiar, y las pocas nubes que había en el cielo lo adornaban a la perfección. Tal vez no hacía calor, pero el frío era especial. 

 Y así pasamos tardes y tardes juntos. Todos los días, al salir de canto, ahí estaba él. 

 Pero un día, todo cambió. 

—¡Pero Fred, no podemos irnos! —escuché un día a la mañana, detrás de la puerta. Era mi madre, y estaba llorando —. Aquí tenemos una vida. ¿Qué dirá Eloise sobre todo esto? ¿Acaso piensas que será feliz? ¡Fred, ella es feliz aquí! 

—No podemos, pero debemos irnos, Mackenzie —dijo mi padre, con voz desesperante; realmente él no quería irse —. ¿O me dirás que seremos felices así? ¡Ya no tenemos nada, Mack! ¡Nos han quitado todo! 

—Pero... —él la interrumpió. 

—Mack, lo siento, pero es la realidad —dijo mi padre, con tono consolador. Lágrimas silenciosas comenzaron a salir de mis ojos; ¿a qué se referían con irnos? —. En unos días, pondrán la casa en renta, y nos iremos. No volveremos en un tiempo.

 Ya no escuché más; mi llanto desgarrador inundó la habitación. Mi madre abrió la puerta, y me vio allí, detrás de la puerta, escuchándolos. 

 Al cabo de unos segundos, sentí cuatro brazos que me sostenían; mi madre y mi padre, ambos con mirada entristecida, me abrazaban fuertemente. Porque sería el comienzo de una nueva vida, lejos de allí. 

 Y mi padre tenía razón: no volveríamos hasta pasado un tiempo.