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78

El primer día de nuestras vacaciones, fuimos de pesca.

—Cañas de pescar, anzuelos, y cucharitas*, ¿hay todo? —preguntó Sebastián, poniéndose protector solar en su cara. Asentí ante cada objeto.


*Aclaro, las "cucharitas" son objetos que simulan ser pescaditos para pescar en lagos, ríos, lagunas, y no sé si en otros. Lo que sucede con esto, es que se usan en lugares que no se puede utilizar carnada (como en el lago Nahuel Huapi, que se ubica en Neuquén, Argentina). Para mejor comprensión, buscarlas en Google como "cucharitas pesca" xD.


—Entonces, ¿podemos salir? —pregunté. Luke nos miró levantando sus cejas y poniendo sonrisa pícara.

—¿Van a volver a estar juntos? —preguntó Luke, sin abandonar sus gestos. Sebastián puso cara de confusión, y yo me limité a golpearme con mi mano en mi frente.

—¿Por qué no me avisaron antes? ¡Tendría que haberme puesto mejor ropa para su regreso! —se metió T, interrumpiendo mi casi diálogo. Ella señaló su ropa, que era un sweater azul abrigadísimo, un pantalón que le quedaba por el talón, y unas zapatillas negras.

—No, T. Hará frío —le aconsejó Luke. Ella le sacó la lengua y comenzó a peinarse su cabello con la mano.

—Me refería a... —comencé a decir.

—Que alguien me explique por qué tanto alboroto aquí —Connor interrumpió mis palabras. Suspiré, e hice un intento de poner mis ojos en blanco.

—¡Eloise y Sebastián volverán a ser novios! —gritó Jamie, apareciendo de la nada.

—Wow, qué noticia —dijo Connor, completamente sorprendido. Estaba a punto de hablar pero...

—Sebastián, ¿acaso no te acuerdas del motociclista? —le dijo Jake a Sebastián —. Él nos dijo un montón de cosas valiosas.

Y de un momento para otro, todos comenzaron a hablar entre sí.

—¡Paren un momento! —grité, pero nadie me escuchaba. Después de un largo rato de intentar callarlos, le pegué un fuerte pisotón a Jamie, que lanzó un extraño chillido agudísimo. Eso sí los hizo callar —. Bien, ahora que todos están en silencio y Jamie probablemente tenga que ir al médico, debo aclarar un par de cosas —Connor soltó una sonrisa —. Me refería a si podíamos salir en el auto, todos juntos, hacia el lago, para pescar. ¿Ahora comprenden?

Todos asintieron al mismo tiempo. Señalé hacia los autos, y todos fueron en fila india hacia los asientos de ambos. Me subí al que manejaba Jake, junto con Connor.

A medio camino, Jake puso una canción. Pero no cualquier canción, una que la ponían en todos lados, y terminó cansando al mundo.

—¡Si necesita reggaetón dale! —cantaba Jake. Me tapé los oídos, y en un movimiento rápido, me saqué el cinturón de seguridad y me adelanté un poco para poner la siguiente canción. Cuando lo logré, me di cuenta de que era un remix de esa canción.

Demonios. Volví a adelantarme, y saqué su tarjeta de memoria, que seguramente estaba llena de esas. Le saqué la mía a mi celular, y la coloqué en el automóvil. Light It Up de Major Lazer comenzó a sonar. Le subí el volumen, y volví a mi posición original.

—¡Light It Up! Titiri, tiriti —canté. Jake se rio, y Connor miró por la ventana. Pasaron varias de mis canciones hasta que llegamos al lago.

Bajamos de los autos, y T me dijo que mi hermana era genial. Sí, ella lo era... a veces.

Hicimos competencia de quién llegaba más rápido al lago, pero no gané. Sebastián, Luke, Jamie y Jake comenzaron pescando, ya que no teníamos cañas de pescar para todos.

—¿Saben quién falta? —dije. T se encogió de hombros —. Will —Sebastián giró hacia mí.

—¡Hey, tienes razón! ¡Llamémoslo! —gritó, con una sonrisa en su rostro. Saqué mi celular, y le marqué a Will. Le puse en altavoz antes de que él atendiera.

—¿Qué sucede ahora? ¿Sigues borracha? —se escuchó su voz. Abrí los ojos como platos, y todos los demás estaban estupefactos.

—¿Qué? —peguntaron todos al unísono, alargando la e. Ahogué una risa.

—Estás en altavoz, Will. Y sabes que fue mi hermana, ya que yo estaba cómodamente dormida. Ya te lo dije más temprano —le respondí. Él resopló.

—Ya cállate, sabes que siempre serás mi borracha preferida —dijo. Me reí fuertemente —. Bien, ¿para qué llamabas?

—Es que estamos en la playa, y no sé, quizá quisieras venir —le dijo T. Will tardó un rato en responder.

—¿La playa? ¿Esa que está a Dios sabrá cuántos kilómetros y horas? —preguntó.

—Ehm... sí... —respondí. Era obvio que iba a decir que no.

—Está bien, díganme en dónde se hospedan y estaré ahí por la noche —tiene que estar bromeando. Le pasamos la dirección y cortamos la llamada.

Pasaron las horas, y no pescamos nada, por lo que decidimos volver a las cabañas. Cuando aparcamos en la puerta, vimos a Will sentado en la puerta de una cabaña.

—¡Ábranme, no soy un secuestrador! ¡Sólo mis amigos me dijeron que estaban aquí! —gritaba, azotando la puerta con su mano.

—¡VETE DE AQUÍ, MALDITO SOCIÓPATA! —se escuchaba la voz de una mujer gritando.

—¡No soy sociópata, señora! ¡No fue mi culpa haber rayado su auto, por lo que no lo reconoceré como error! ¡Y soy genial! —aún gritaba Will. Corrí hacia donde estaba él, y le señalé el auto. Corrió hacia allá.

—Señora, perdónelo. Sólo quería divertirse —dije, por detrás de la puerta. Ella la abrió, y pude ver sus ojos abiertos como platos y su respiración acelerada —. Se comporta como un niño. Y no, verdaderamente no es un sociópata.

—Esta vez se las dejo pasar —dijo la señora, respirando más lento cada vez —. Pero si ese niño —señaló a Will, que corría detrás de un perro —, o cualquiera de ustedes me molesta con sus estúpidos jueguecitos adolescentes, llamaré a la policía. Y no va de broma —asentí, y me fui corriendo.

Por Dios, qué exagerada son las señoras de hoy en día.

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