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Fui corriendo. Y lo más rápido que pude. Al llegar a la cuadra que estaba antes del punto de encuentro, paré y miré mi reflejo en la vidriera de un local de joyería. Me peiné un poco, y vi que no parecía acusadora. Tampoco enojada.
Confíaba en Sebastián.
Caminé la siguiente cuadra para no parecer desesperada. Vi a Connor con una sonrisa en su rostro. Él tenía sus cejas levantadas, lo cual le daba un poco de inocencia a su gesto. Cuando llegué a su lado, señaló hacia la heladería.
No quería ver, pero necesitaba hacerlo. Suspiré, y giré mi cabeza. Estaba lista.
Entonces Connor se puso frente a mis ojos.
—No. Tú no mires hasta que me prometas que entrarás ahí y harás lo que yo te diga —dijo él, tapándome la vista por completo. Asentí, aunque un poco insegura —. Entonces estás lista.
Entonces él salió, y yo los vi.
Bien, sí estaban juntos. Demasiado juntos.
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