49 (parte dos)
Luego de tres minutos, estabamos todos afuera. No les mentiré: parecíamos una avalancha del reparto de zombies de The Walking Dead saliendo por la diminuta puerta del autobús, todos amontonados y desesperados. Y de hecho, fue en vano; afuera hace más calor que adentro.
El profesor Franklin había llamado a la grúa, y no podía remolcar el automóvil puesto que 'tenía flojera'. En cuanto a los demás autobúses, se habían reído por nuestras desgracias, aunque estaba volviendo uno, que tuvo que pegar la vuelta. Llegaría en una hora aproximádamente, puesto que querían parar a comer.
—Eloise —dijo una voz por detrás de mí —. Eloise —repitió —. ¡EELOOOOOOOIIIIIIIIIIIISSSSSSE! —gritó la voz, mientras que me sujetaba por los hombros. Me di media vuelta, y pude ver que era Will —. ¿Estás escuchándome? —negué rápidamente con la cabeza —. Gracias a Dios —sonrió, seguido de un suspiro. Soltó mis hombros, bajó la vista y se fue.
¿Y a este qué bicho le picó?
—¿Ya le dijo? —se escuchó susurrar a Marie cerca mío. Pude ver a Isabella asentir. Raquel suspiró.
—Pobre Will, nunca le hará caso —dijo Raquel. Will gritó y corrió hacia ella.
—Raquel, ¿te puedes callar? Ella no me escuchó. Ya está, fin del tema —dijo él, sin verme —. Además, prefiero ahorrarme una paliza de Sebastián... —susurró mientras se iba. Raquel hizo una mueca, pero se quedó callada.
¿Qué habían querido decir con eso? Mejor no pregunto y me callo.
Fui a sentarme en el suelo, junto con Kyra, Sebastián, T, Luke, Alessa, Adrianna, Connor, Sam, Delfina, Sophie y Leandro.
Hablamos y gritamos, hasta que llegó el autobús. Nos asignaron una pareja, y esta vez nos obligaron a quedarnos sentados. Me tocó sentarme junto con una chica llamada Nora.
Llegamos arriba, y nos sentamos. Me presenté a mi compañera, y partimos. Luego de un rato, escuché un suspiro.
—Hey, Nor, ¿quieres cambiarme el asiento? —dijo una voz muy conocida por detrás de mí. Ella asintió, y se paró de pronto.
Cuando el tutor de aquella voz familiar se sentó a mi lado, me dieron ganas de gritar. Jake... Jake Mathews.
—Hola, Eloise —dijo Jake, con una sonrisa en el rostro. Bufé y me crucé de brazos.
—Jake —dije, con la voz más temblorosa de todas —. ¿Qué quieres? Ya te he dicho que no quiero hablar sobre el tema. No quiero, simplemente... Dios, simplemente me hace extrañarte —esto último lo arrojé como si fuera un peso sobre los hombros; algo que quería soltarlo, soltarlo para no volverlo a sentir.
Pero tal vez me equivocaba, porque cuando él me abrazó fuertemente, sentí como si mi alma agarrase aquel 'te extraño' del suelo, lo limpase y lo guardase en su bolsillo. Me sentí culpable, y me sentí amada. Pero sobretodo, sentí ganas de volver el tiempo atrás y que todo esté bien entre nosotros.
Pero no existen máquinas del tiempo, y mucho menos algún remedio para el rencor que le guardo dentro. Por eso y muchas más razones, no correspondí a su abrazo, aunque mi corazón me gritase: «¡MALDITA, MUEVE TUS ESTÚPIDOS BRAZOS Y ABRÁZALO! ¡AHORA MISMO, TE LO ORDENO!».
Le hice caso a mi cerebro, que me decía: «Querida, tú no quieres ser una estúpida. Sé lo que tu corazón te está gritando, pero también sé que eres lo suficientemente fuerte para recordar aquello que comenzaste a sentir por Sebastián hace un tiempo ya. Sé que eres terca, y a veces te confundes demasiado. Lo sé porque eres adolescente, y cometes errores, como toda persona. Pero no te dejes llevar, querida amiga. Recuerda lo que este chico te hizo sentir desde aquella tarde hasta hace algunos meses, pues él te hizo sentir como basura. Y tú no eres basura. Ni tú, ni Sebastián». Para seguir diciendo: «Jake... te causó daño. Recuérdalo y no muevas ni un centímetro de tus brazos».
Luego agregó: «Y me harás caso a mí, porque soy tu única salvación en tus pruebas de matemáticas. ¡Ja, si supieras cuántas veces te he sacado de malas situaciones!».
Y allí mi cerebro obligándome a obedecer.
—Jake —dijo Sebastián, que estaba sentado a dos asientos de distancia —, te recomiendo que la sueltes si no quieres ganarte un golpe —lo miré agradecida, pero luego vi sus brazos de fideo. Demonios, no se comparan con los de Jake.
Aunque no me quejo. Sebastián es muy importante para mí. Es lo que fue Jake hacia un tiempo ya, pero mucho mejor. Sebastián era más importante que Jake.
Sebastián me había hecho sonreír y reír a carcajadas en malos momentos. Me hacía sentir bien, especial y feliz. Es que lo quiero tanto...
Él era la única persona con la que podía mostrarme en realidad. La única persona que me conocía realmente.
Me separo bruscamente de Jake, golpeó su hombro y le dedico una sonrisa a Sebastián.
Porque él era importante, y lo fue por el resto de mi vida.
N.A:
PUBLICO ESTO RÁPIDO Y CON MUCHO APURO BC EL INTERNET ES UN FIASCO.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro