LUKE'S POV

T: Luke, por favor, ven aquí. 

Yo: ¿Dónde estás?

T: Fuera del baño de chicas. 

Yo: Voy. 

Visto a las 10:58 a.m.

—Profesor —dije, levantando la mano. El profesor Franklin me miró con una sonrisa en el rostro; al fin alguien que levantaba la mano. Asintió, indicandome que siguiera —. ¿Puedo ir al baño, por favor? —él resopló, ya que creería que le preguntaría algo sobre su lección. Sin embargo, señaló a la puerta, y yo salí.

 Mejor para él, porque sino, me habría escapado. 

 Corrí por toda la escuela. ¿A qué baño de chicas se refería? 

 La busqué, y no la encontré hasta pasados los cinco minutos. Ella estaba sentada como indio, con su cabello cayéndole a la cara. Tenía las manos sobre sus ojos, y de allí, salían pequeñas gotas de agua, o algo similar. Además, se escuchaba su respiración entrecortada, y de vez en cuando, una sorbida de mocos; estaba llorando. 

—Hey —dije, de pronto, intentando darle el menor énfasis posible. Ella, claramente asustada, giró su cabeza hacia mi dirección. Sonrió entristecida al verme allí, quién sabrá por qué —. ¿Qué sucede? —pregunté. Ella aún me importaba. Ella aún me gustaba. 

—Él me rechazó —dijo con tono entristecido, entre lágrimas, mientras que yo apretaba los dientes. ¿Estaba llorando por el imbécil de Derek? ¿Hablaba en serio? Él había dicho que le gustaba hacia principios de año, y ella cada vez fue enamorándose más y más. Y ahora resulta que el idiota jamás gustó de ella. Buena gente casi no se encuentra —. Creí que le gustaba, Luke —y me senté a su lado. Apoyó la cabeza en mi hombro —. Malditos hombres, siempre siendo tan estúpidos. 

—¡Hey! —prácticamente grité. Ella rió, y se secó unas cuantas lágrimas. 

 Casi nada había cambiado: Ella, la misma de siempre. Yo, el mismo de siempre, sólo que un poco embobado por el amor. 

 ¿Por qué diablos la rechacé hace menos de un año? ¿Acaso habrá llorado por mí, como lo está haciendo por Derek? Me siento idiota, un imbécil. He causado lágrimas en ella, y es algo que no me puedo perdonar. 

—¡Ustedes dos! —dijo una voz femenina muy reconocida por la gente que se sale de clases. Era la vice-directora Judy. Vestía su típico uniforme color beige, sus gafas anticuadas con forma de pez (¿quién habría dicho que a ella le gustaban?), y su cabello color mostaza recogido en un moño muy prolijo. Y no olvidemos el libro de Química que siempre llevaba en su mano derecha. T suspiró; era la quinta vez en el año que ella se aparecía por su camino —. ¡A dirección, ahora! —y los dos nos paramos. Caminamos hacia dirección, y una vez dentro, reímos a más no poder. 

 ¿Cuántas veces estaríamos otra vez en esa misma situación? ¿Cuántas detenciones, castigos, notas, y demás recibiríamos por esa misma causa?

 Pero, ¿digo la verdad? 

 No me importaba en lo más mínimo lo que sucedería, si era con ella.