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Eso ya lo había pensado pero mis ganas de querer matarlo de nuevo aparecieron en cuanto me tomo del brazo hace un rato y son más grandes que cualquier otra cosa pero debo hacerlo para recuperar lo que por derecho me corresponde.
—Dejando el tema del estafador aun lado — cambio el tema rápidamente — tenemos que contratar a las nuevas bailarinas — me dirijo a mi socia.
—Yo me encargo de eso — mi amiga toma los papeles que tengo en mi mano y sale de la oficina, junto con Elise.
Giro mi silla quedando de espaladas al escuchar salir a mis amigas, cierro los ojos y recuesto mi cabeza en el respaldo. Sé que me equivoque confiando en un hombre, pero me volví estúpida cuando me enamore, sabe cómo endulzarme el odio, las palabras, caricias y también sabe darme un buen sexo para tenerme en la palma de su mano, pero eso era antes, ahora soy una mejor versión de mi misma.
No supe en que momento Enrique entro en mi oficina, me concentre en mis pensamientos, sin decirme nada se arrodilla frente a mí y una de sus manso comienza a jugar con mi sexo. Joder, este hombre tiene unos dedos muy hábiles, me muevo en mi silla y muerdo mi labio inferior para ahogar mis gemidos.
Ambos nos miramos a los ojos, el calor en mi cuerpo aumento, necesito más mucho más de él. Con rapidez me levanto de la silla y lo acomodo en el sofá que está en el lado izquierdo.
Subo mi vestido hasta la cintura y bajo mi panti, desabrocho su pantalón y saco su erección del interior del bóxer, paso mi lengua por mis labios y después de mirarlo lujuriosamente, lo introduzco en mi boca, mientras chupo subo y bajo mi mano, paso mi lengua por todo su extensión mientras con mi mano izquierda lubrico más mi vagina, cuando termino de darme un gran festín, introduzco su falo en mi interior.
Arqueo la espalda al sentirme llena, comienzo a mover mi cadera hasta alcanzar el ritmo que quiero, Enrique me sujeta de la cintura haciendo más intensas las penetraciones, un pequeño grito sale de mí, me inclino hacia él y beso con voracidad sus labios, muerdo y tiro de ellos, soy la ama de este hombre, aunque no lo admita ante el sus halagos me gustan, su galantería derriba un poco de mi corazón de hierro pero no cometeré el mismo error, no le dejare ver que esa parte de él me gusta demasiado.
—Joder, Cecilia — jadea como un perro sediento, lo observo sonriente y aprieto su miembro con mi vagina.
Me muevo sin piedad, el sudor en mi cuello y el suyo en la frente, mi ritmo es rápido, intenso, vigoroso. Soy una mujer llena de poder, soy una maquina a la hora de hacerlo mío y eso que solo llevamos dos acostones. Nuestras respiraciones son rápidas, después de dos minutos nos arreglamos la ropa y yo vuelvo a mi silla con una amplia sonrisa en mis labios.
***
—Desde el inicio — digo frente a la pared de espejos que hay en la habitación.
Después de haber tenido sexo con Enrique, fui a mi cuarto y cambien mi sexi vestido por una blusa sport blanca y un short de algodón corto rojo, las bailarinas ensayan la coreografía que les he puesto para esta noche, los nuevos vestuarios llegan hoy y son muy sensuales, rojos, negros, dorados, tonos bronce entre otros colores.
Las reformas en el nuevo club van de maravilla, los trabajadores avanzan día y noche, las cosas que pedí por internet llegan en unos días y como no en unos días también voy asistir a una cena y tengo que verme espectacular.
—Otra vez — algunas me miran con odio, llevamos varias horas ensayando — será la última — me gusta que todo este impecable, soy muy exigente.
Cuando terminan la rutina todas toman sus bolsos deportivos y salen de la habitación, desde mi teléfono pongo la canción Notice -Little Mix y comienzo a bailar, deslizo mis manos por mi cuerpo dibujando caricias que te ponen la piel de gallina, juego con mi cabello, bajo mi cuerpo hasta quedar en el suelo, arqueo la espalda, paso mis manos por mis piernas hasta rozar mi zona intima.
Mi cuerpo es un poema, quiero llevarme a mundo lleno de éxtasis, dibujar la lujuria con los roces de mis dedos, que mi mirada y mi boca perversa sea la droga de David. Cuando la canción termina escucho unos aplausos, miro en la entrada y ahí esta Ilhan ¿Cómo supo dónde encontrarme? ¿Qué hace aquí?
—Eres la reina del paraíso, la manzana que todo hombre quiere probar — apago la musica con mi teléfono y seco el sudo con una toalla.
—¿Quién te dijo dónde encontrarme? — levanto una ceja al formular la pregunta.
—Un pajarito — entre cierro los ojos al escucharlo — vengo por ti una reservación nos espera — sonrió porque es tan gracioso que quiera impresionarme con una reservación.
Sin darle una respuesta salgo de la habitación y camino hasta el bar, Ilhan camina detrás de mi mientras me sirvo un poco de ron en las rocas, pienso en la respuesta. Feo no es, tiene clase, dinero, es simpático. El me mira confuso por mi falta de respuesta, tomo un poco de ron mientras lo observo descaradamente.
—¿Qué gano yo si acepto? — decido ir al grano y este ahora copia mi gesto, dejando a la vista su blanca dentadura.
—Ganas mi agradable compañía — se señala así mismo abriendo un poco su saco azul pastel, muerdo mi labio y levanto una ceja — y si tú decides aceptar puedes ganar un postre muy afrodisíaco.
—A mí me gusta jugar mucho — digo coquetamente pero sin dejar de mirarlo descaradamente — si acepto serán bajo mis términos — termino mi ron y camino hasta quedar frente a el — mis juegos son mucho más placenteros — muerdo mi labio inferior y paso la punta de mi lengua por mis labios.
Con rapidez me trae hacia el sujetándome de la cintura, me besa posesivamente, dejándome claro su rotundo si, muevo mi zona sensible contra la suya y sonrió al mismo tiempo que muerdo su labio inferior.
—Acepto la comida pero yo digo cuando el postre — digo junto a sus labios, el solo asiente con la cabeza y continua besándome — espérame aquí y ahora nos vamos.
Subo las escaleras que dan a la parte superior, entro en mi habitación y me baño rápidamente, tomo otro juego de lencería negro y me pongo el mismo vestido con el que llegue, maquilló perfectamente mi rostro y tomo mi bolso, todo en veinte minutos.
Camino moviendo mi cadera, incitando mucho más al ganado, en cuanto me ven nuevamente no deja de mirar mi cuerpo, somos dos desconocidos que quieren tenerse, con ganas de hacer muchas cosas, soy una mujer adulta, yo no me he vuelto a enamorar porque así lo quiero, fue una gran mentira creer que David era el hombre de mi vida y para muchas será inhumano pero fue mejor que mi hijo no naciera.
—Estas preciosa — está babeando por mí, por dios dime algo que no sepa pienso, pero solo sonrió altivamente.
Caminamos hasta la salida del club, Ilhan abre la puerta del copiloto para mí y me acomodo en el asiento, él se acomoda en su lado y comienza a conducir. Conforme avanza me doy cuenta que se dirige al restaurante Lasserre que se encuentra en 17 Avenue Franklin Delano Roosevelt.
No tardamos en llegar, me ayuda al salir del auto después de estacionarse, el lugar está plagado de lujo desde la puerta principal, comienzo a sentirme rara al entrar, a mi olfato llega el olor de una colonia que nunca podre olvidar.
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