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5

Después de tener sexo, nos quedamos dormidos y al contrario de lo que yo hubiera hecho antes, en la madrugada me vestí y llame a mi chofer desde su teléfono para que viniera recogerme y después borre la llamada del registro. El sexo fue increíble y reconozco que tiene lo que me gusta en un hombre, posesivo, salvaje y a la vez cuidadoso.

Le deje una nota sobre aun lado de la cama, suponiendo que pueda verla y no termine arrugada. Observo la ciudad del amor atraves de la ventana mientras voy en la parte trasera de mi auto, una estúpida sonrisa aparece en mis labios, porque lo quiera o no, aunque trate de mentirme todavía hay una parte de mi a la que le gusta los galanteos y toda esa estupidez con que la que fui vilmente estafada.

El chofer se estaciona frente a la estada del Éxtasis, que es así como se llama mi club, las personas me miran al verme bajar. Entre en mi club y camine directamente hasta la oficina donde tome mi bolso y camine por el pasillo del segundo piso que da hay mi cuarto, me desvestí y me quite los zapatos, me bañe y cinco minutos ya tenía la piyama puesta bajo las sabanas de mi cama.

***


Los toques en la puerta me despertaron pues, Diana, entro en mi cuarto con la mirada de interrogatorio, tiene puesto un lindo vestido amarillo suelto pero que marca sutilmente su cuerpo.

—Parece que alguien la paso bien noche — me acomodo en mi cama y alejo mi cabello del rostro para que la pueda ver bien, sube y bajas la cejas esta se sienta en la orilla de mi colchón.

—Había olvidado lo que era tener un buen sexo — mi amiga parece una foca aplaudiendo al escucharme.

—Eso quiere decir que aceptaste mi consejo — muerdo mi labio y evito mirarla a los ojos — Cecilia ¿Qué pasa? — levanta una de sus cejas al hacer la pregunta.

—Tenemos una relación pero no como la que te imaginas en esa mente tuya — sigue con esa expresión en busca de más información — solo sexo sin exclusividad, se lo propuse y el acepto y fin de la historia.

Tajo el tema y busco ropa deportiva en el pequeño closet que tengo aquí junto con ropa interior limpia, me doy un baño rápido, tomo mi teléfono y mis auriculares, mi amiga solo me mira con su postura seria.

Enciendo el reproductor y salgo de mi cuarto, en la entrada del Éxtasis hago estiramientos y después comienzo a correr, mientras avanzaba por las calles me di cuenta de algo, me dirigí hacia un lugar menos público y oculta en una pared cuando vi pasar al sujeto lo golpee con una tabla de madera que encontré tirado a un lado mío en la cabeza.

—¿Quién demonios eres y porque me estas siguiendo? — pregunte seria, aprovechando que el hombre estaba en el suelto puse uno de mis pies en su pene he hice presión para impedir que se levantara — ¡Contesta! — Grite haciendo más precio.

—Soy de la CIA — dijo con dificultad, mi cerebro me decía que quitara mi pie pero estúpidamente no le hice caso.

—¿Qué hace un agente de la CIA en París y porque está siguiéndome? Muestrame tu placa lentamente — el sujeto lo hace y poco a poco se levanta, yo no suelto lo único que tengo para defenderme.

Mete y saca su mano lentamente en el interior su pantalón deportivo, si el creía que por estar vestido así no lo notaria que equivocado esta, la tomo y la leo, Gabe Walsh, observo la foto con el hombre que esta frente a mí, se la entrego pero no dejo de sujetar el pedazo de madera con fuerza.

—¿Qué tengo que ver yo con que me estén vigilando? — El muy tonto parece sorprendido — el restaurante ayer, deben trabajar mejor en su vigilancia.

—Tendrá que acompañarme si quiere saber él porque — señala algo detrás de mí y observo la camioneta que vi hoy afuera de mi club al salir.

Camino al lado del agente que es bastante simpático, caucásico, ojos marrones y cabello castaño aunque ahora que está bajo unos cuantos rayos solares se ve rubio, observa a todos lados, abre la puerta para que entre y me acomodo en el asiento, hasta ahora me doy cuenta que le he jodido la nariz, mi atención estaba en otra cosa y no el daño, es alto, cuerpo atlético y un poco marcado por lo que puedo notar, en el interior de la camioneta cuatro por cuatro está el conductor y una mujer que va al en el asiento del copiloto, en total somos cuatro.

Todo está en silencio, solo se escucha como la mujer informa por rápido que tiene el paquete sin pedir permiso tomo unos pañuelos que hay aun lado y tomo por sorpresa al agente, limpio la sangre pues lo único que puedo hacer, el conductor nos observa por el espejo retrovisor, cuando termino me acomodo de nuevo en el lugar.

—Tienes que ponerte esto — Gabe, me entrega una capucha, con fastidio me la pongo.

—Esto huele asqueroso — me quejo.

Los agentes no hacen algún sonido al respecto, la camioneta hace varios giros y después el ruido de la ciudad ya no se escucha, me quitan la capucha y observo a mí alrededor atraves de las ventanas, me estoy jugando muchas cosas al estar aquí y creer en ellos.

El chofer estaciona y todos bajamos del vehículo, en el estacionamiento hay muchos autos y camionetas negras, caminamos hacia un ascensor y uno de ellos ponen una tarjeta con el número diez, el elevador, sube rápidamente y casi me caigo, me tengo que sujeta de una de las paredes.

Las puertas se abren y ante mi hay una sala con muchas computadoras, personas van y vienen, hay varias pantallas en donde observan cualquier parte del mundo, camino embelesada observando todo el lugar, escritorios, sillas que deben entumirte el trasero, teléfonos sonando.

—Por aquí — Gabe, me señala el camino de la izquierda y le hago caso, los otros agentes no se adonde se fueron.

Entramos en una sala donde hay una mesa rectangular grande con varias sillas alrededor, el hombre me invita asentarme pero no lo hago, dos segundo después aparece una mujer alta morena, con traje de dos piezas que le queda perfecto, debe tener unos treinta años, observa a su agente y levanta una ceja al verle la nariz y después me mira.

—Jane Mayer, directora de este lugar — me tiende la mano y la acepto por cortesía — siéntese por favor.

Deja una carpeta sobre la mesa, Gabe, permanece de pie en una esquina cerca de su jefa. Todo esto creí que solo pasaban en las películas, series y libros.

—Valla directo al punto — hablo seria y con la espalda recta, sé que mi atuendo no es el mejor pero tampoco es que estuviera preparada para esto.

—Muy bien — abre la carpeta y saca varias fotos en donde me encuentro yo con mi ex esposo — sabemos que usted fue la esposa del señor David Fontine y que la dejo en la calle.

—No necesita decirme lo que ya se, dígame algo que no sepa, se supone que para eso estoy aquí — hablo seria, no necesito que un extraño me lo recuerde yo misma no lo he olvidado.

—Bien, usted es la única persona que conoce la casa perfectamente bien, su ex esposo esta siendo investigado por lavado de dinero y por contrabando de diamantes de sangre, necesitamos que se acerque a él para obtener la información que necesitamos y llevarlo a la cárcel — reprimo unos escalofríos que pasa por mi cuerpo y no es por la calefacción. Esto sí que no me lo esperaba, es inhumado tener esclavizada a las personas.

—No hace falta que le diga que mi vida está en juego y de las personas cercanas a mí — mi boca se ha quedado seca al decir esas palabras — ¿Qué garantías me ofrecen? – Sé que lo que importa son esas personas que viven esclavizadas en pleno siglo XXI.

—Le daremos protección a usted y a sus seres cercanos, además no estará sola en esto, ya tenemos a una infiltrada pero necesitamos de usted — Dios me ayude, es en lo único que pienso.

—Acepto

💁💁💁💁

Hola, espero les haya gustado la historia, la podrán seguir leyendo en Litnet totalmente gratis.

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