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El diseñador después de observarme, hace que lo guíe hacia su estudio, ahí tiene en el maniquí un vestido preciosa, es basta sensual y sexy sin llegar a lo vulgar, es simplemente perfecto, al probármelo es como si fuera hecho para mí. Le entrego un cheque al diseñador, salgo del lugar y el chofer me lleva a mi casa.

El nuevo club que voy a abrir no será por membresía, será abierto al público en general, en el trayecto me es imposible pensar en lo que perdí, pongo mi mano en mi estómago, el vacío que llevo en mi corazón se vuelve más fuerte, cierro mis ojos, mi se pone de gallina por lo que paso hace unos años. Por su culpa me quede seca, por su culpa no sabré lo que es ser madre.

Al llegar al Loft donde vivo, el chofer abre la puerta del auto, salgo de el con la bolsa que contiene el vestido que me pondré mañana por la noche, subo unas escaleras hasta la puerta principal, introduzco la llave y quito la alarma de seguridad y cierro al entrar. Camino por la estancia, subo las escaleras que están a uno metros de la entrada principal, dejo el vestido en el interior de mi closet, dejo mi bolso sobre la cama y mis zapatos al pie de este.

Tengo tanto en que pensar, en lo que tengo que hacer, bajo por las escaleras hasta llegar a la cocina para servirme jugo de naranja, mañana será el inicio de todo, mañana volveré a verlo, volveré a la sociedad después de haber estado en un abismo, salí de mi depresión, estoy lista para enfrentar mis demonios.

Tomo mi portátil de la mesa de granito que está en medio de la cocina y me acomodo en el sofá frente a una mesita, comienzo a buscar decoraciones que voy a necesitar para el nuevo club, investigo un poco sobre, David, no puedo estar a ciegas en esa fiesta mañana, tengo que saber lo más que pueda. Después de investigar y de encargar decoraciones, hago ejercicio, hasta agotarme físicamente y mentalmente con una sola meta en mi vida.

***


Me observo frente al espejo con este vestido rojo quemado manga larga con escote de corazón que deja mis hombros descubiertos ajustado con los holanes de la falda suelto, mi cabello suelto, mi maquillaje discreto y unos aretes pequeños, tomo mi pequeño bolso juego con mi zapatos color nude, bajo las escaleras y antes de salir de mi Loft apago las luces. El chofer al verme abre la puerta del auto para mí y me ayuda a subir

En el trayecto escucho un poco de musica, hoy es nuevamente esa fecha en donde quiero matarlo con una bala en su frente pero estoy muy lejos de él como para hacerlo. El amor solo es una estrategia de marketing, me enamore de mentiras, de un hombre actuando de caballero, cuando veo la entrada de mi club, me bajo sin esperar al chofer. Entro en mi establecimiento y como siempre hay mucha gente. Las meseras atendiendo a los clientes, las bailarinas etc. Camino por el lugar con mi bolso sobre mí ante brazos, subo las escaleras y al entrar en mi oficina mi amiga está ahí, observando desde la ventana polarizada.

—Algún día todo el peso que llevas sobre tus hombros te va a dominar — es lo primero que dice mi amiga sin darse la vuelta.

—Diana — es una de las dos personas con la que puedo ser completamente sincera — estoy cansada de luchar — camino hasta quedarme a su lado, observo lo que las dos hemos creado con mucho esfuerzo.

—Cecilia, los hombres no son iguales, así como los hay mentirosos, infieles y muchos otros adjetivos que bien podría usar, también los hay sinceros, detallistas los que están para ti siempre — ella me mira y me señala con la cabeza a un hombre

Enrique, sentado en la barra sin prestarle atención a las mujeres a su alrededor. ¿Debería intentarlo? ¿Debería dejar que un hombre entre en mi vida más d la cuenta? Lo único que sé es que no permitiré que nadie se interponga en mis planes y haré lo que sea necesario para llevarlos a cabo. Sin pensármelo mucho más, salgo de la oficina y camino hasta llegar a él, esta tranquilamente tomando un whisky.

—Qué haces aquí — comento como si nada, el me mira inmediatamente y se baja del taburete.

—Hola — saluda con un apretón de manos — pues esperaba poder invitarte a algún lugar — levanto una de mis cejas.

—Enrique Regnault ¿Estas nervioso? — Me parece muy gracioso que este nerviosos y el gesto que hacen la mayoría de las mujeres lo hace el, se muerde el labio inferior.

—Sinceramente si, eres una mujer preciosa que podría poner a cualquier hombre en jaque — me gusta su respuesta, quizás, Diana, tenga razón.

—Entonces a dónde quieres llevarme — levanto una de mis cejas y los observo con una media sonrisa.

Levanto una de mis manos con elegancia y él la toma, le doy una mirada al barman, salimos del lugar en dirección a la Plaza de los Vosgos, el lugar más antiguo de París, fue construida por Enrique IV en 1612; rodeada de casas de ladrillo.

En la intimidad de la noche, rodeados de árboles caminamos por la plaza, hablando sobre nosotros, su compañía es agradable y para ser sincera me gusta esto, no es planeado y en el tiempo que llevamos de conocernos ha sido muy educado.

—Enrique Regnault — deja de caminar en cuanto me escucha, me acerco hacia su persona, pongo mis manos en el cuello de su camisa acomodando su corbata — yo no busco amor, un hombre que tenga la etiqueta de novio o pareja nada de eso, si eres guapo atractivo y podríamos pasarlo bien — lo miro coquetamente, bajo una de mis manos hasta dejarla sobre su pene que está oculto debajo de la ropa.

—Cecilia Bélanger — rodea mi cuerpo con uno de sus brazos dejando nuestros cuerpos juntos — acepto lo que tú quieras darme.

—Sin exclusividad y cuando uno quiera dejarlo el otro tiene que aceptarlo — no me contesta pues me besa apasionadamente, me estremezco al sentir sus labios.

Hace mucho tiempo que no tengo el contacto de un hombre y mi cuerpo lo sabe, sus manos es como si me dibujara solo que ahora la ropa estorba. Sin tiempo que perder, Enrique, busca un taxi y le da la dirección de su casa, en el trayecto un calor recorre mi cuerpo y no veo la hora de extinguirlo con su pene en mi interior.

Cuando llegamos nada más veo la puerta de casa abierta me apresuro a besarlo, Enrique, la cierra con el pie y me levanta del suelo, rodeo su cuerpo con mis piernas y sus manos bajan el cierre de mi vestido lentamente, yo me quito los zapatos y estos caen al suelo mientras el camina por su casa en dirección a su habitación, le quito el saco, la corbata y cuando él me baja desabrocho los botones de su camisa, cuando termino, el levanta mis manos y las besa. Rodea mi cuerpo y me quito el vestido poco a poco, deleitándose como si estuviera desenvolviendo un regalo.

Sus dedos sobre mi piel son como si la corriente eléctrica me electrocutara, sus besos son tan suaves, lo hace con una delicadeza y ternura que abría olvidado como se sentía estar en los brazos de un hombre.

Giro mi cuerpo y rodeo su cuello son mis brazos, parte de mi aun le gusta la delicadeza, el romanticismo aunque quiera negármelo sínicamente, beso su boca con frenesí, después de un rato mientras seguimos besándonos, desabrocho su pantalón, Enrique, baja la ropa y yo quito mi ropa interior mientras nuestras bocas se demuestras que tan necesitados estamos de estos.

Toqueteos y besos van y vienen, me acomoda en la cama y su boca busca mi vagina, su boca hace magia allí abajo, arqueo la espalda y jalo su cabello por lo bien que lo está haciendo. Cinco minutos recordando lo que es tener sexo, lo que es que alguien te llene de placer, caricias y besos, lo jalo del cabello y abro mucho más mis piernas no sé de dónde ha sacado el preservativo pero veo su pene con el globito puesto. Su glande entra en toda su extensión en mi vagina, suspiro sintiendo tal placer, rodeo su cadera con mis piernas y comienzo a moverme a la par de él. Enrique, chupa, succiona y tira de mis pezones y senos, saboreándolos como si fuera un dulce maravilloso. Sus manos se encargan de memorizar y dibujar mi cuerpo en un lienzo de excitación y placer, con sensaciones que le dan color.

De un momento a otro me coloca en cuatro para invadirme de nuestro con su erección, entra y sale de mi al mismo tiempo que jala de mi cabello fuerte, besa mis hombros y espalda, el sudor en mi frente es la prueba de que el sexo es intenso, vigoroso, su vaivén son tan fuerte que mis gritos placenteros son inevitables, mis piernas comienzan a temblar después de varios minutos, jala mucho más de mi cabello haciéndome gemir de placer y dolor.

Un orgasmo hace que arquee la espalda y que el gruña como una bestia al eyacular.

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