Único.
¿Qué posibilidad hay?
¿Qué posibilidad hay de que me mires?
¿Que posibilidad hay de que enamores de mi?
Entre tantas posibilidades y yo me perdí en tus ojos
Entre tantas posibilidades yo caí a tus pies.
Tantas posibilidades
Y aún así...
¿Qué posibilidad hay?
.
Marinette suspiró abrumada, dirigiendo sus luceros al celular que vibraba a unos centímetros de su mano, mostrando una luz blanca, prendiendo y apagando la pantalla conforme iban llegando los mensajes.
En cualquier otro momento se hubiera dignado en leer los mensajes, sin embargo al saber de que se trataba perdía el interés, observaba a Alya escribir con rapidez con una sonrisa en el rostro.
Reaccionando rebusco entre sus demás compañeros, casi todos inmersos en sus celulares, solamente Adrien trataba de resolver el ejercicio de balanceo escrito en el pizarrón.
Aprecio sus mechones dorados, formando un puchero al tener que detener el deseo de extender sus manos y despeinar a esa cuenca de bananas.
Gruñó al escuchar una vez más a su celular, nerviosa dirigió sus orbes a la pantalla encendida, mostrando la parte de un texto que claramente era nada más y nada menos que una cadena.
Marinette solía creer que las cadenas de retos esparcidas por sus compañeros eran irritantes y un tanto absurdas; claro que había copiado esas actitudes en algunas ocasiones, siguiéndole el juego a Alya, la mayoría de veces se excusaba con un "pase los estados rápidos" hasta un "olvide que tenía un mensaje", aunque odiaba las mentiras eran por un bien mayor.
Le resultaba incomodo resolver preguntas privadas o tener que colocar estados falsos esperando atraer la atención obligando a otros a continuar con las cadenas.
Pero el terror había comenzado justo unos días antes de San Valentín.
Su teléfono vibraba lleno de notificaciones de mensaje-cadena que sus compañeros reenviaban y pedían volver a reenviar; incluso en horas habituales de clase, tal como era en ese momento, donde el reenviar los mensajes se mostraba a todo esplendor.
Su bandeja de entrada mostraba más de 57 mensajes de Rose, apostaría sus cabellos azabaches que eran cadenas acompañas de preguntas de porqué no había respondido, 189 mensajes del grupo escolar, infestado de mensajes y planes conspirativos para la fecha del amor (lo había notado al espiar sutilmente a su amiga), de la misma aguardaban 15, con un entrante de una imagen llena de corazones.
Sus amigos habían caído al fenómeno tía, claro que no los justificaba, pero al verse en la presión de que un mensaje significará una amistad verdadera no podían evitarlo. ¿Qué tan bajo habían caído para pensar algo así?
Marinette no entendía las razones, por lo cual la mayoría de sus chats se hallaban silenciados, casi siempre se encontraba evitando la constante vibracion que la alteraba, aún recordaba Navidad, donde Alya la había a obligado a copiar y pegar una famosa cadena con una pequeña parte de canciones populares de la fecha, y después felicitaciones vacías.
Era lo mismo, parecía volverse una tradición, repartir mensajes escritos por una persona y pensar que le cumpliste a quien amabas.
—¿Otra vez entraste en pánico? —aquella voz cantarina logró exaltarla, obligándola a dar un pequeño salto en su lugar, golpeado al momento su pierna —auch —pronunció con una sonrisa.
—A-Adrien —tartamudeo sintiendo su rostro enrojecerse.
—N-ette —habló con un sutil tono de burla, se recargo en el escritorio de la hija de panaderos —deberías apagar el internet —aconsejo en su susurró, entendiendo que todos estaban tan sumidos en sus celulares como para prestarle atención.
—no es tan sencillo —se atrevió a pronunciar, mirando el móvil en sus manos —el concurso...
—que vas a ganar —comentó el Agreste, suspirando al ver como seguían tan inmersos en la conversación de grupo —pero se nota que te hostiga tanto mensaje repetido —una sonrisa se formó en sus labios, dándole entender que había acertado —¿Quieres ir a la cafetería? —invitó con una sonrisa, la de ojos azules apretó sus labios, asintiendo con un ligero rubor.
Ambos se pusieron de pie, avanzando por los pasillos de la institución, la profesora había salido por un recado del director, dejando la orden que quienes culminarán el ejercicio salieran del salón dejando su cuaderno en el escritorio.
—es ridículo ¿No crees? —Marinette crispo al escucharlo, afirmó con la garganta, esperando que se refería a lo que ella creía —1,700 mensajes cadenas —le mostró su celular, formando una mueca —mañana es San Valentín y parece que ya es hoy.
—están jugando verdad o reto ¿cierto?
—efectivamente —la de coletas chasqueo la lengua —¿Por qué nunca participas en las cadenas Marinette? —cuestionó pensativo.
—son muy vacías ¿No lo crees?
—no todas —confirmó, recordando que ciertas cadenas de mensaje resultaban divertidas, como los chistes copiado y pegado de los comentario de Facebook.
—quiero una leche chocolatada —mencionó, rebuscando en su bolso.
—¿leche chocolatada?
—leche de chocolate —explicó, el Agreste abrió su boca, sintiéndose tonto por aquella pregunta —espera aquí —señaló una mesa, acercándose a la pequeña tienda, comprando dos leches pequeñas naturales, para después regresar a donde se encontraba el de ojos esmeralda.
—apuesto que puedo hacer que una cadena de agrade —presumió tratando de descifrar los motivos de su contraria.
—lo dudo mucho —frunció el entrecejo.
—no todas son malas.
—bien Adrien, inténtalo, enamorame... —ambos se sonrojaron al pensar en las palabras dichas —digo, no enamorarme, bueno si, pero no, lo que quiero decir es que debes intentar la cadena, digo, debes intentar que me agraden las cadenas —tomo aire, relajando los músculos al escuchar al rubio reír.
—eres tierna —se atrevió a comentar, haciendo una vez más, que las mejillas de ambos se perdieran entre el rojo tomate de la vergüenza.
—te dejaré intentarlo, pero esto es una apuesta.
—si yo gano, tu harás lo que yo pida —Adrien se recargo en su asiento.
—si yo gano entonces tú harás lo que yo pida por un día —conectaron sus esmeraldas y sus zafiros, sintiendo esa clásica chispa al mirarse, avergonzados cortaron la conexión.
—¿y-un trato? —tartamudeo un poco.
—un trato.
—ahora dame tu celular —pidió, la azabache obedeció sin pensarlo dos veces.
El rubio tanteo por la pantalla, sacando levemente su mueca demostrando así su atención en su tarea, después de un par de minutos el rubio dejó en medio de la mesa el celular abierto en un estado de Instagram.
—¿Qué posibilidad hay? —cuestionó sin entender a qué quería llegar.
—la vida está llena de posibilidades, todas son interesantes.
—bien —entrecerro sus ojos —ahora hagamos leche chocolatada.
—¿Qué posibilidad hay de que me guste la leche chocolatada?
—un 100% —contestó sin importancia, logrando que una sonrisa se formará en los labios del rubio, esperando que su plan salía según lo esperado.
A lo lejos aprecio a Alya, la cual levantaba sus pulgares en su dirección, tratando de correr a sus demás compañeros chismosos.
.
.
.
Marinette trataba de entender que hacer, la publicación era simple ¿Qué posibilidad hay y por qué?
Ya tenía varias vistas, solo dos pedidos básicos de cosas banales del día a día.
Salto de la cama al escuchar el timbrar de su celular, leyendo la más reciente pregunta.
<¿Qué posibilidad hay de que te enamores de alguien?>
Leyó una vez, y otra más, sin llegar a comprender el porqué de la pregunta de esa persona desconocía que al parecer la seguía, titubeante abrió la imagen que le había enviado el Agreste, eligiendo un color rosa coloreo el cuadrito que marcaba el 100%
El explicarlo era simple, ya estaba completa y plenamente enamorada de alguien.
Pocos segundos después llegó otra pregunta.
<¿Qué posibilidad hay de que te gusten las rojas rojas>
La respuesta era sencilla, prefería las flores sencillas, por lo cual su porcentaje recaía en un 40%.
Al subir el estado, llegó uno más, leyó la pregunta, temiendo un poco por lo que parecían querer llegar.
<¿Qué posibilidad hay de que aceptes una cena?>
Colorado el 10% explicó que no conocía quién estaba detrás de esa pantalla, conocía los riesgos de Internet, ya había escuchado las suficientes historias de locos de internet.
<¿Qué posibilidad hay de encontrar a tu príncipe azul?>
Seleccionando el 10% fue capaz de escribir que ya lo había encontrado.
Cuestionandose del porqué aquel desconocido mostraba especial interés en ella, el nombre de usuario era Noir-01.
Resultaba curioso, al igual que la fotografía de Chat Noir en el fondo de su perfil, combinando fotos en las que el héroe gatuno salía con algunos fanáticos.
Titubeo un poco.
<¿Qué posibilidad hay de poder hacerte sonreír?>
Le intrigaba, porque ver la sonrisa tan dulce del héroe, incitaba a la suya.
De alguna manera había logradoun 100% en ese punto.
Nunca había sufrido algo así, por lo cual decidió apagar el celular, dejándolo a un lado.
Al escuchar el pipido que anunciaba una notificación decidió volver a revisar su móvil, leyendo las múltiples preguntas para una cita perfecta a su parecer.
Vaya que Adrien lo había logrado, aquella persona detrás de la pantalla había logrado robarle más de una sonrisa al pensar en cómo se desarrollaría su cita perfecta, un dato que tal vez en un futuro podría servirle.
Al momento que le dieron las 3 de la mañana, entendió que había caído ante el fenómeno tía, pues al rededor de su fotografía se mostraban diminutos puntos de tantos datos comentados en la última hora.
Adrien había ganado.
El resto de la noche y parte de la mañana había pasado en un abrir y cerrar de ojos para Marinette, ahora repartía macarrones a sus compañeros por aquella celebración del amor y la amistad.
—Mari —tras entregarle el postre a Rose, Adrien tomó el valor de hablarle, cosa que llevaba esperando desde la mañana, bueno, desde la madrugada cuando dejó de responder a sus preguntas.
—ya sé lo que dirás, bien, si caí, ahora deberé de hacer lo que me pidas —hablo con rapidez esperando no tropezar con sus palabras, el Agreste sonrió, su plan había dado frutos, haciendo un pulgar disimulado con la mano, volvió a observarla.
La posibilidad de que funcionará era de un -35%
Sin embargo, el darse cuenta de que había triunfado llenaba su ego en cierto modo.
—quiero que vayas a tener una cena perfecta conmigo —fue capaz de articular.
Llevaba esperado ese momento desde navidad.
Y al final parecía un realidad.
Al final las posibilidades no era lo las certero.
Pues si, ella era su amiga, el amor de su vida quizás, lo único que tenía claro era que la amaba ¿De qué manera?
Ni siquiera el lo sabía, pero verla con sus mejillas sonrojadas volvió a inflar su pecho de orgullo, lo había logrado.
Había logrado el primer paso del plan para conquistar al amor de su vida, lo había conseguido y estaba plenamente orgulloso.
Ya se imaginaba a su lado tomando leche chocolatada.
Sí, todo había sido un bien plan, uno complicado que había sido completado con una cuenta falsa de Instagram y todos sus compañeros para fingir caer en el fenómeno tía.
Complicado pero seguro, había conseguido una oportunidad con la mujer de su vida.
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Os escrito para el concurso de Love Awards 2019 organizado por _Miraculous_Writers_
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