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「 24 」

Pensar en la frase "la vida es tan solo un hilo tan frágil, que en cualquier momento puede ser cortado por unas simples tijeras", era una frase absurda para Bang Chan, al ser un adulto joven, aun creía que tenía toda una vida por delante.

Pero al karma siempre le encanta demostrarles a las personas cuan equivocadas están. Como en ese instante. El australiano estaba mirando hace más de quince minutos esas dos hojas sin saber cuál firmar.

Seungmin estaba realmente mal, su presión había subido bastante y se había desmayado un par de veces, por otra parte, su pequeño Jake ya había dejado de moverse y el palpitar de su corazón era débil.

En aquel par de papeles estaba lo que para él era una sentencia de muerte. Se sentía jodidamente egoísta, más los doctores le habían dicho que debía decidir por alguno de sus tres amores de vida.

Después de plasmar su firma en el documento donde le daba prioridad a uno, pudo contemplar como el cuerpo inerte de su esposo era trasladado a una fría sala de partos.

Llorando, se puso a rezar, si había un Dios, solo esperaba que este pudiese hacer que sus suegros, amigos y que Jungmin lo perdonasen. Vamos, después de todo, a la autora de ¿qué podría salir mal?, amaba que todo saliera mal.

El sol ya había salido, eran cerca de las ocho de la mañana, los primeros en llegar fueron Minho y Jisung que traían a Jungmin, esta al verlo prontamente estiro sus brazos buscando el confort de su padre.

— ¿Y papi? — Pregunto inocente, mientras restregaba uno de sus ojitos.

— Se sintió un poquito mal y está siendo revisado por los doctores.

— ¿Con bebé Jake?

Chan abrazo el cuerpo de su primogénita sollozando fuertemente, esperaba que en algún momento despertase de aquella atroz pesadilla. Christopher se permitió llorar, acuno suavemente a su hija, ambos volvían a caer en los brazos de Morfeo.

Los minutos se sentían como horas y tras lo que parecía una eternidad abrió sus ojos tras veinte minutos de sueño, Jeongin lo sacudió levemente, haciendo que se incorporara.

— ­Chan.

— ¿Traes noticias? — Yang asintió. — Dímelas.

Jeongin sonrió cálidamente intentando darle ánimos a su amigo.

— Jake, ahora está en una incubadora, en el momento de desees puedes pasar a verlo.

— ¿Incubadora? — Preguntó con ilusión.

— Sip, por el momento le están dando fototerapia debido a que en la sangre tiene un alto nivel de bilirrubina.

— ¿Es grave?

— No, pero si se tendrá que quedar mínimo una semana aquí.

Bang volvió a sonreír en grande sintiendo paz interior, más recordando todo, sintió como nuevamente la preocupación le caía a su cuerpo como balde de agua fría.

— Le di prioridad a Seungmin, si Jake está vivo...

— Tranquilo... Está bien, está estable, solo que esta sedado, en cuanto despierte podrás pasar a verlo.

Y bueno, a veces, no todo salía mal.

Para las cuatro de la tarde Seungmin ya había despertado, los familiares, amigos y esposo de Kim yacían afuera esperando por noticias de él. Los primeros en pasar a ver al recién aliviado fueron Jungmin y Christopher.

— Tengo sed. — Musito.

El mayor se acercó hasta la pequeña mesa y en un vaso de dudosa higiene vertió el agua y de manera rápida se lo puso en la boca a su novio para que bebiese.

— ¿Cómo te sientes?

— Como si tres camiones me hubiesen pasado encima. — Estiro sus manos teniendo cuidado de no lastimarse con la intravenosa.

Con cuidado Chris le tendió a Juliet, esta prontamente se recargó en el pequeño de su padre buscando calidez.

— Dios, amor, por un minuto creí que te perdería. — Sollozó besando la cabeza del pelinegro.

— Claro que no, acabamos de formalizar, me tendrás a tu lado el respeto de nuestras vidas.

— Tienes que cumplir esa promesa, debemos amarnos por siempre.

— Juro que lo haremos.

El ruloso esta vez dio un beso en los agrietados labios de su esposo y se volteó para buscar unas cosas en la mochila que traía, cuando sintió una débil nalgada.

Giro sobre su propio eje para ver a Seungmin.

— El primer día que no sienta así de mal, prometo que destrozare este hermoso trasero tuyo. — Sonrió pícaro provocando que Chris se sonrojase.

Habían transcurrido poco más de una semana desde el nacimiento del pequeño Jaeyun, era el tercer día que la pareja podía disfrutar de su pequeño bebé y estaban experimentando volver a desvelarse, aunque el problema era que si en la madrugada el pequeño Jae lloraba por mamila, Jungmin también lo hacía porque los llantos la despertaban.

Ese día estaban terminado de alimentar a los miembros más pequeños cuando el timbre de la puerta sonó fuertemente.

Revisaron la hora, percatándose de que ya era bastante tarde para una visita.

— Yo voy. — Dijo Bangchan acercándose perezosamente hasta la puerta.

Un Jeongin bañado en lágrimas ingresó a la casa, traía una pijama, chanclas y una maleta mal hecha.

— ¿Que sucedió? — Cuestionó preocupado.

— Huí de casa. Mamá ya sabe que me gustan los chicos, Chan. No me dijo nada, pero me encerró en mi habitación y escuché como decía que mañana me llevaría a una clínica de rehabilitación, ayúdame, tengo tanto miedo.

— Tranquilo, Innie, aquí no pasará nada, Minnie y yo te protegeremos.

De manera temblorosa se pasó a la casa, cuando entró a la sala de pudo percatar de la amorosa manera en la que Seungmin trataba a sus bebés.

Jeongin anhelaba una familia y sabía que podría tenerla al lado de Hyunjin, solo que le aterraba la idea, porque si, el enfermero tenía tanto miedo de ser feliz. Aunque ya la había cagado demasiado, ¿aún merecía ser feliz?

El día era ajetreado, el australiano pulcramente bañado y vestido, tan solo tomó una tostada la mastico de manera rápida, depositó un beso en las pequeñas cabezas de sus bebés y corrió a darle un beso un tanto más intenso a su marido.

Partió de su casa, no sin antes gritarle a su familia que los esperaba en su evento.

Seungmin mas lentamente comenzó a prepararse. A sabiendas de que Chris no podría ayudarlo con los niños, se bañó antes de acostarse para así ahorrar tiempo y vigilar a sus pequeños.

Preparo la tina, los juguetes de sus pequeños y lleno de suficiente agua la bañera procurando dejarla tibia.

Jungmin sentada comenzo a jugar el agua, mientras Jake puchereaba puesto que bañarse no era de sus actividades favoritas.

Una vez bañados y listos, cambio a sus hijos, los peino y después se arregló él. Tomó las llaves de la casa y con ayuda de un fular se amarró a sus dos pequeñines.

Una hora y media después estaban afuera de la universidad, orgulloso de paso hasta el asiento que le correspondía y espero que la ceremonia diera inicio.

A lo lejos observó a Christopher y los dos sonrieron al verse. No cabía duda que del odio al amor solo había un paso y aquella pareja se sentía satisfecha puesto que "su odio" los había llevado a tener una familia.

Y me encanta decirles que ya nada podrá salir mal.

















¿O sí?

Nos vemos en el epílogo y los extras 🥰

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