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Dedicación para aimr04 , takehearts , lnfinitly y Babylonx5sos ❤️

Les cuento que tengo todos los caps restantes escritos hasta el último, que lo llevó por casi la mitad

Por eso, igual que la vez pasada, si se activan de verdad bastante soltamos maratón

Mucho love❣️

Llevaba unos quince minutos sentada en un banquito del parque que quedaba frente al edificio de Juanpa, batuqueando la pierna como senda licuadora para calmar los nervios y la resaca.

Estaba cagada por cómo fuera a reaccionar Michael cuando me viera. ¿Notaría lo que había hecho? ¿Se me vería en la cara, casi que pintado con Sharpie permanente en la frente?

¿No era lo que querías, pues?, me reclamaba mi subconsciente. ¿La idea no era que Luke se enterara y sufriera lo mismo que estás sufriendo tú?

Pero no, no quería eso, por mucho que hubiera sido la idea inicial. No me sentía para nada orgullosa de haber actuado como la propia carajita y haber tomado decisiones tan estúpidas e infantiles. Claro que tenía derecho a equivocarme, pero eso no implicaba alzar la barbilla ante mis errores.

Y por muchas ganas que tuviera de usar a Luke de saco de boxeo, no me sentía mejor al haberle montado los mismos cachos que él me había montado a mí. De hecho, sólo había conseguido quedarme con un sentimiento de culpa que pesaba más que'r coño.

Moraleja: la venganza no es justicia, y no te hace sentir mejor.

Pero aunque Mike hubiera sonado bastante relajado y comprensivo por teléfono, no podía saber qué cara pondría al verme a los ojos y darse cuenta de que algo había cambiado en la Yolanda, que algo se había roto. Y lo peor era que lo había vuelto mierda yo misma, aunque ayudada.

—No es por nada —una voz bastante conocida interrumpió mis pensamientos, sacándolos de la larga charla que llevaban teniendo en mi cabeza desde hacía rato—, pero estoy de tu lado. Así que si tienes un par de escobas por ahí, podríamos ir hasta donde Luke y...

—Sí eres marico —respondí con una sonrisa que no pude ocultar, dándome la vuelta y parándome para poder encontrarme con mi segundo mejor amigo. Sin siquiera importarme que el pantalón se me estuviera cayendo, lo abracé, tan fuerte que de vaina y no lo estripo ahí.

—No sé. Piénsalo. —Me abrazó él también, igual de duro, dejando que reposara la cabeza de uno de sus hombros mientras un par de lágrimas se me escapaban. Aunque intenté evitarlo, no conseguí pararlas—. Si tú lloras, yo me deprimo. —Mike me acarició el pelo, apretándome más fuerte contra su pecho—. Así que te lo prohíbo. —Hizo una pausa, como si fuera a decir algo pero no supiera exactamente el qué—. ¿Cómo es que dice Fiorella? —optó por preguntar en lugar de seguir buscando en sus archivos cerebrales.

Por webo no se llora —le respondí, riéndome a la vez que él, sólo que yo entre mis propias lágrimas—. ¿Por qué nunca eres serio, vale? —Me despegué de él cual curita mojada, tambaleándome un poco al tocar suelo nuevamente con ambos talones.

—¿Dónde quedó tu moral, Rodríguez? —me jodió, desguindándose el bolso que llevaba en la espalda. Supuse que ahí tendría el maquillaje, cargador, billetera y demás corotos que me había visto obligada a dejar atrás la noche anterior—. Quizás también te la dejaste en casa de Roberto.

—Marico, deja el chalequeo —le advertí, aunque por dentro me estaba era riendo por las vainas con las que me salía ese man—. Tuve que salir corriendo de esa mierda antes de meterle su bien merecido coñazo al susodicho, así que no es mi culpa que se me haya quedado media maleta.

—Si todavía tienes ganas —bromeó, pasándome el bolso para que esa vez fuera yo quien lo tuviera—, sigue en pie mi propuesta de las escobas.

Rodé los ojos con una sonrisa, aún empapada por un par de lágrimas que se negaban a dejar de caer por mucho que las limpiara. Aunque Mike hiciera todas las bromas del mundo para hacerme olvidar que una de las mejores cosas que tenía se había caído como el propio Jenga, no pude. No logré aguantar más la ansiedad que se acumulaba en mi estómago —a la que se sumaba la mamagueva resaca causada por toda la curda que me había jalado hacía no muchas horas—, y me derrumbé. Me senté otra vez sobre el banquito, cubriéndome la cara con las manos, para poder llorar bien bien.

Mike no dudó en sentarse a mi lado, rodeándome los hombros con un brazo mientras lloraba y lloraba sin parar.

—Lo odio —espeté sin pensar, mirando a la nada a través de un pequeño hueco que había dejado entre dos de mis dedos.

—Oye, Lu —me tranquilizó Michael, acariciándome los hombros que mi camisa dejaba al descubierto—. Sé que estás dolida, pero no te mientas a ti misma porque créeme: lo empeora.

—No, Mike —insistí, con la voz difuminada por la cercanía entre mi boca y manos—. En serio, lo odio. —Suspiré, volviendo a taparme los ojos—. ¿Por qué no pudo simplemente terminar conmigo? —pensé en voz alta—. ¿De pana tenía que montarme cachos? ¿Hacía falta? Y como si fuera poco con Nicole. Qué bolas.

Aunque no lo estaba viendo, noté que Michael se tensó un poco, dejando la espalda recta. —Hey, para el carro —me detuvo, puro tipo serio—. Luke no te puso los cuernos, Lucía.

Solté una carcajada bastante sonora a pesar de mi cara tapada. —Michael, por favor. O sea. Yo lo vi, pues.

¿Qué le habría dicho? ¿Qué mentiras le habría contado Luke? ¿Lo sabrían también Calum y Ashton? Aunque, ¿qué más daba? Que supieran, nojoda. Ashton ya se enteraría de la verdad por Fiorella, y Calum... Calum era un mamaguevo falso que todavía me debía unas disculpas.

—No sé qué habrás visto exactamente, pero no es lo que tú crees. —Mike alejó su brazo de mi espalda, sentándose más recto aún para darle play a su explicación—. Nicole estaba sola en la ciudad, y aunque no tenía muchas ganas, Luke salió con ella a comer junto con Calum y Mitchy ayer por la tarde. Ella vive hacia Santa Ana, así que Luke la dejó quedarse en su casa para que no se fuera sola de madrugada. Llegando, Nicole lo besó.

¿Qué Nicole lo había besado? JAJAJAJA. Si yo misma lo vi devolviéndole el zampe. Aunque, entonces que lo pensaba, ¿podía haberme equivocado? ¿Era posible que la sorpresa y la arrechera del momento me hubieran impedido ver con claridad? Probablemente. Pero eso no cambiaba el hecho de que esa chica estaba en su casa, a la una de la mañana. Si tú invitas a una chama que no es ni pana tuya ni nada a tu casa, en la que vives solo, a esa hora... O sea. Yo ni soy Maduro ni nací ayer.

—Yo hablé con él antes de que saliera con "la arpía" —Mike se explicó mejor, al ver que no me había convencido—, así que ten por seguro que estar con ella no era algo que él quisiera realmente hacer. Conozco a mi mejor amigo, Lucía, y sé lo mucho que te adora. Jamás sería capaz de hacerte algo así.

Sí, Luis. Aunque Mike era su mejor amigo, además que lo conocía de toda la vida; que el peliloco dijera eso era un punto a su favor. Pero seguía sin convencerme del todo. Por eso, dije lo que dije: —¿Entonces qué coño es lo que le ha estado pasando estas últimas semanas? Porque ya no me cuenta un carrizo. De un día para otro va y me pide distancia, justo cuando más lo necesito, y se desaparece de mi vista por quince días, en los que ni siquiera se ha interesado por saber cómo estoy. —Hice un ademán de desinterés con la mano, apartando la mirada de Mike—. Allá tú, pero la única posible explicación que yo veo para esa vaina es que me haya cambiado por otra.

—No pienso justificarlo —aseguró él, hablando con decisión; sin titubear—, porque los errores que ha cometido son garrafales. Pero ten en cuenta que le han estado pasando demasiadas cosas últimamente: la grabación del vídeo, que para él implica volver de lleno al pasado con Arzaylea; el creer que su novia, a la que quiere un mundo, le está saboteando la privacidad con los malditos videítos esos; el que Sierra esté amenazando con destruir su carrera; la producción de las nuevas canciones... Todo lo tiene en un estado de estrés constante que por mucho que intente no...

—Ya va, ya va... ¿Cómo que Sierra? —lo detuve, volteando la cara con estupefacción para volver a mirarlo a los ojos. Arrugué la frente, y la jeta se me abrió en un acto reflejo.

Yo tenía tiempo sin oír el nombre de esa caraja, después de haberlo escuchado a diario de la boca de Luke durante meses. Recordaba el largo suspiro de alivio que había soltado cuando me dijo que se había acabado; que ya la caraja se había cansado de joderle la paciencia. Había sido en nuestra suite parisina, a un día de haber cumplido tres meses juntos. ¿Así como así? le había preguntado, sin poder creerlo. Él había asentido y me había abrazado con alegría desmedida.

Al parecer era mejor actor de lo que yo creía.

—¿Sierra...? —se preguntó a sí mismo Mike, autorregañándose mentalmente al darse cuenta que la había cagado—. Yo no dije Sierra, me refería a... —quiso retractarse.

—No me quieras ver la cara de pajua tú también —interrumpí su intento. Aunque me dolía el hecho de que Michael también supiera —lo que implicaba que yo no era la única persona en la que Luke confiaba lo suficiente como para contarle aquello—, decidí ignorarlo. Era un pensamiento demasiado infantil y egoísta, teniendo en cuenta todo lo que Luke se jugaba al decírselo a cualquiera de nosotros—. ¿Qué coño hizo esa perra ahora? Luke me dijo que eso se había acabado; que ya lo había dejado de ladillar...

Clifford suspiró, rendido. —Ya lo sé —reconoció—, pero te mintió; nunca dejó de escribirle. Es sólo que él no quiso involucrarte más. No quería que salieras perjudicada.

Debí haberlo supuesto. Ya era bastante raro que Luke me hubiera implicado sin conocerme realmente, pero sí tuvo su pizca de sentido por aquel entonces: no le importaba demasiado. Por tanto, Sierra no podría meterse conmigo para chantajearlo.

Pero el juego cambió el día en que Luke se dio cuenta de que yo era más importante para él de lo que creía. Por eso, aquella mañana en París, había decidido apartarme.

Michael parecía poder leer mis pensamientos, escudriñar a detalle todos los planes que surgían en mi cabeza sobre cómo tumbarle su rancho a Sierra. Por eso, clavó sus ojos verdes en los míos con una mirada exigente. —Lucía, escúchame: si Luke se entera que te enteraste, me mata, así que ni se te ocurra decirle que te he dicho nada. —Luego relajó un poco la expresión severa de su rostro, cubriendo una de mis manos con las suyas en un gesto tranquilizador.

Yo volví a mirar hacia otro lado, preparándome para poner la mejor cara de tabla que tenía. No podía averiguar lo que estaba planeando hacer, porque lo arruinaría todo.

—Lo que haga Luke ya no es mi peo. No tienes de qué preocuparte —mentí, diciendo el nombre de mi "ex" con toda la repulsión que pude fingir. El peliloco no pareció creerme, así que agregué:—. Es equis. No me importa una mierda lo que esté haciendo Sierra con él. No quiso contarme, pues que se joda. Ya Luke y yo no tenemos nada qué ver el uno con el otro, así que cuando lo veas dile que puede olvidarse de mí como yo haré con él.

Nawebona de actriz, pues. Tascla que me la comí.

Ya poniéndonos serios, tengo que decir que para Mikey, que había presenciado con sus propios ojos cómo lo que había comenzado siendo una relación platónica se convertía en mucho más, fue un golpe bajo. Mucha jodedera y todo lo que tú quieras con la vaina del ship, pero esas cosas pegan.

No me vas a decir tú que de vaina no lloras con Stydia en la temporada seis de Teen Wolf, con staticquake al final de la tercera de Agents Of S.H.I.E.L.D., o con Bellarke en todas y cada unas de las temporadas que tiene esa verga. A mí no me engañas.

Así que aunque tuve que quedarme callada cuando a Mike no le quedó más que asentir con tristeza, mantuve en mente mis verdaderas intenciones. Una vez nos despedimos y yo me encaminé en dirección al apartamento de Juanpa para recoger mi maleta, saqué el celular, me metí en Instagram y busqué el usuario de la persona más manipuladora que conocía sin realmente conocer.

sierradeaton
Activo(a) hace 2 h

Deja de ser una cobarde, escondiéndote tras una pantalla

Si lo haces, quizá podamos acabar con esto de una vez

Entre mujeres nos entendemos mejor

O no


****

Coño, nojoda —le reclamé a la malvada máquina, que no quería darme mi Gatorade a pesar de que ya lo había pagado—. ¿Sabes qué? Métete tu mierda por el culo.

En ese momento, la botella llena de aquel líquido anaranjado terminó de bajar, casi que sacándome la lengua. Rodando los ojos, la recogí, girándome nuevamente hacia los asientos metálicos en los que reposaban mis corotos. Pensaba recogerlos y cruzar de una vez las puertas para meterme en lo que era el aeropuerto como tal, porque estaba haciendo un ventarrón del carajo ahí afuera. Sin embargo, al voltear, pude ver que a mi maleta y bolso se les había incorporado un guachiman alto, rubio, y con una cara de pajuo que seguía volviéndome loca.

En un principio me quedé petrificada, analizándolo todo. Tenía la misma ropa de la noche anterior, y las ojeras le llegaban hasta el piso; era más que obvio que no había dormido nada. Me fijé en que se había cortado un chin el pelo, detalle que había pasado por alto antes dada mi arrechera. Pero lo que más resaltaba, era la bandera tricolor que llevaba colgada al cuello, sobresaliendo de la camisa. No sé si era idea mía o qué, pero nunca la había visto tan brillante como en ese momento.

Por un segundo olvidé toda la mierda que habíamos estado acumulando y que nos había caído encima hacía menos de veinticuatro horas. Quise correr y abrazarlo, que me dijera que todo estaría bien, que me agarrara la cara entre las manos y me besara, que me tomara de la mano y juntos nos fuéramos de ahí como si nada hubiera pasado. Hasta que recordé.

Mi primera reacción fue mirar a los lados en busca de un escondite. Pero ya era tarde; me había visto, y se encaminaba hacia la Yolanda con paso vacilante.

En lugar de salir corriendo, reuní fuerzas para darle la cara al webon ese que me había escoñetado el corazón demasiadas veces para una sola noche, y lo ignoré descaradamente cuando abrió la jeta para balbucear cualquier estupidez.

Le pasé por un lado, agarré mis cosas y me di media vuelta, dejándolo con el cejo fruncido a mis espaldas. Luke no se rindió, sino que me siguió, alcanzándome en tan sólo un par de zancadas antes de que pudieran abrirse las puertas de cristal automáticas para darme paso al gran edificio central del aeropuerto.

No pienso dejarte ir así —aseguró, sorprendiéndome al decir aquella frase en mi idioma natal. En otra ocasión me hubiera reído de él, ya fuera porque había dicho algo mal o por lo cuchi que había sonado. Pero no lo hice, especialmente porque su pronunciación fue perfecta, y el tono de seguridad con el que había soltado aquellas palabras no hacía más que reforzarlas.

Me tomó desprevenida, y esa fue mi debilidad. No pude evitar detenerme en seco, dándole la palabra que él no dudó en usar, sabiendo que había logrado ganarse mi atención. —Necesito que me escuches.

Ya está, bebés.

Hice una moodboard de la Lucía de la s2 con takehearts . Si algun@ la quiere ver que lo diga o simplemente escriba al priv

Love u🥰

~Camulish

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