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Dedicación pa' tod@s l@s que comentaron en general, porque de pana que el cap pasado se la comieron.
Mención especial pa' aimr04 , Babylonx5sos , xxUNAxCHAMAxEQUISxx , Nuvi_AE08 , barbmgc , lnfinitly y slayqueensss ❤️
Díganme en comentarios cuando hayan terminado de leer el cap, y si andan activ@s, le damos play a un maratón.
¿Váyalo?
Miraba a mi alrededor, evitando dirigir mis ojos hacia la puerta mientras movía la pierna con nerviosismo e impaciencia.
¿Qué iba a decirle? ¿Cómo iba a explicarle qué hacía parada en la entrada de su casa a las dos y media de la mañana, cuando ni yo misma terminaba de entender cómo coño había llegado a parar allí?
Pero ya había tocado el timbre, así que salir corriendo no era una opción. Tampoco era como si tuviera otra; ya me había llegado hasta allá pagando un taxi, y la poca plata que me quedaba no daba pa' otro.
En resumidas cuentas, no podía hacer más que alzar la cabeza y reunir las bolas que Luke no tenía para pedirle a un viejo amigo que me dejara quedarme en su casa.
Mientras esperaba, me froté la zona de debajo de los ojos con la yema de los dedos, con el fin de limpiarme el rímel que debía habérseme corrido hasta las rodillas. Al comprobar que el ardor que me había provocado el secarme las lágrimas tantas veces seguía allí, dejé de darme. Total, ¿qué más daba que Juanpa se diera cuenta de que había estado llorando? Era equis, pues. Lo peor que podría pasar era que me preguntara qué había pasado. Y en dado caso, yo...
—¿Lucía? —interrumpió mi conversa mental la reconocible voz de mi ex novio.
Con los nervios acumulados en el estómago, bajé la mirada que antes paseaba por el techo hasta encontrarme con la suya.
Para mi sorpresa, no parecía cansado. De hecho, sus ojos azul-verdosos chispeaban energía como si se acabara de tomar una lata enterita de Redbull. Contrastando ese hecho, pude ver que sí tenía la pijama puesta.
Ante su cara de asombro y confusión, yo no supe qué hacer más que sonreír con los labios cerrados y decir: —¿Recuerdas que me dijiste que podía contar contigo para lo que fuera? —Suspiré, hundiendo las cejas en un gesto de preocupación que no pegaba mucho con mi sonrisita.
Él me miró de arriba a abajo, impaktruenado, durante lo que pareció una eternidad. Y aunque por un momento pensé que me mandaría a comer mierda, terminó riéndose de la misma forma en que yo lo había hecho. Así, sin más, abrió más la puerta y se puso a un lado de esta, haciendo una reverencia toda teatral.
—Pase, bella dama.
****
—¿Quieres algo de tomar? —escuché ofrecer a Juanpa desde la cocina, a pesar de que la pared que nos separaba tratase de impedírmelo.
Nawebona, pensé, cuando este carajo dijo que tenía insomnio hablaba en serio.
Cachicamo diciéndole a morrocoy conchúo, me retracté después, clara en que yo estaba igual o peor que él. Aunque, ¿cómo iba a querer dormir después de aquel semerendo peo?
Sin aún contestarle, terminé de subir las escaleras alfombradas. Cuando pude poner un pie sobre la madera que cubría todo el piso de arriba, enfundé mis piesitos en el par de medias que antes llevaba en la mano.
Resultó ser que no iba a dormir en la calle, pues como lees, Juan Pablo no dudó en aceptarme en su casa. Según él, porque me lo debía, y a la vez, porque sería incapaz de decirme que no a mí.
El carajo me dijo que me instalara en el cuarto de invitados, e incluso me dio un par de toallas limpias para que así pudiera bañarme tranquilamente y quitarme la mugre de encima.
Mientras el agua caía y yo volvía a parecer persona, había recordado lo que el mismo Juanpa comentó cuando hablamos por teléfono esa tarde: su panita y compañero de apartamento, Mario Ruíz, estaba en Colombia. Y eso, obviamente, implicaba que estábamos solos.
Al principio medio me había asustado, pero luego había vuelto a ser consciente de que lo de aquella vez en México en la que por poco se me caía la V-Card sin así quererlo, había sido un gran malentendido. Los dos, Juanpa y yo, estábamos borrachos, y él no tenía ni idea de que yo era virgen. ¿Cómo iba a culparlo por tener el queso a millón? Si esa vaina fuera un crimen yo viviría en Tocorón.
Por eso había decidido dejar la estupidez con él de una vez por todas, y en lugar de verlo rarito, agradecer que tenía a ese chamo como amigo. Sin complejos.
Total que había terminado de bañarme para luego ponerme la dormilona que tenía en mi maletica. Y una vez que había dejado de estar a rin pelao', había regresado con Juanpa para darle buenas noches. Aunque la verdad era que no tenía nada de ganas de dormir.
Seguía estando arrechísima, y no ayudaba que el coctelito de emociones
que albergaban en mí —bien cargado de incredulidad, indignación, decepción y un chorrito de ganas de caerle a coñazos a Luke— se negara a desaparecer.
Sentía que todo lo que le había dicho no había sido suficiente para que entendiera que la había cagado tan feo que no había vuelta atrás; que se había acabado. Tenía que demostrarle de alguna forma que yo ya no era el Nintendo con el que podía jugar para después dejar por un rato y volver a buscarlo cuando le diera la gana. Tenía que hacerlo, pero aún no sabía cómo.
Ya cambiando de tema, tengo que decir que era extraño para mí volver a ese apartamento después de tanto tiempo. Tipo cuando te ponen una canción de tu infancia y la empiezas a cantar al pelo con letra y todo.
Los cuadros, los muebles... Todo seguía tal como lo recordaba.
Algo nostálgica, me llegué hasta donde estaba Juanpa, dejando un rastro de pequeñas gotas de agua provenientes de mi pelo aún húmedo. Tuve que pasar por la pared de las polaroids, en la que, según pude ver, seguía pegada mi foto. Lucy, había firmado debajo, como la propia gringa que pretendía ser por aquel entonces.
No si. "We took a polaroid, you signed your name upon it..." Se pasó.
—¿No tendrás ron Santa Teresa, por casualidad? —pregunté, sentándome en una de las sillas altas que había detrás del mesón de la cocina. Al mismo tiempo, apoyé ambos brazos sobre la superficie blanca, gris y negra, y usé uno de estos para sostenerme la cabeza.
—Explícame cómo voy a conseguir alcohol venezolano en Los Ángeles —replicó él, asomando la cabeza por detrás de la puerta abierta de la nevera—. Además que no deberías beber, Lucy.
—Lele seguro que sabe dónde co... —comencé a decir, pero me quedé callada al reparar en cierta cosita que acababa de resonarme en los oídos cual cacerolazo—. Ya va. ¿Cómo me llamaste?
Admito que se me había olvidado ese apodo, marico. Estaba demasiado acostumbrada al "Lu" como para siquiera acordarme que el mexicano aquel toda la vida me había llamado "Lucy".
Juanpa cerró el refrigerador plateado, acercándose al mesón en el que yo me apoyaba con una mueca de confusión. —¿Lucy? —preguntó, a lo que yo asentí levantando la cabeza de mi mano—. ¿Cómo quieres que te llame? ¿Yubraska?
—Sí eres gafo. —Rodé los ojos con una sonrisa, negando repetidas veces con la cabeza—. Es sólo que llevaba tiempo sin escucharlo, pues. —Dirigí mi vista hacia mis pequeñas manos, intentando distraer mi atención a otra parte para no sonrojarme—. Aunque reconozco que me gusta.
Verga, Lucía Isabella, me autorregañé cuando caí en cuenta de que mi lado chancero intentaba salir a la luz. No empieces con tu maniconería. De paso que usted tiene novio todavía.
Sí, un novio que desconfía de ti, que te desprecia, que te aparta de su lado y que de paso te monta cachos, replicó Lucíarrecha ante el pensamiento anti-putería de Lucíaweboniada.
Sacudí levemente la cabeza para ponerle un parao' al peo que empezaban a armar en mi cabeza mi yo perra y mi yo tranquila. No tenía ganas de andar pensando en esa vaina.
—Y yo bebo si me provoca, chico. —Corté el intercambio de miradas en el que nos habíamos sumido, volviendo mi cabeza hacia una de las gavetas de la cocina—. Sé dónde guardas tu artillería, así que sólo tengo que esperar a que te duermas pa' saquearte esa 'ñelda. —Reposé nuevamente la barbilla sobre mi mano derecha, sonriendo con autosuficiencia.
Juanpa lo intentó, pero no pudo evitar reírse también al tiempo en que se acercaba a la gaveta para abrirla y sacar su contenido, dándose por vencido. —Si no puedo evitarlo, entonces prefiero acompañarte y así tenerte vigilada.
—La que necesita vigilancia —dije, indignada, entrecerrando los ojos—. Cualquiera cae.
—Te conozco, y a Borrachín también —me recordó, llevando hasta la mesita de la sala un par de botellas y dos vasos de vidrio. Volteó para sonreírme con la misma autosuficiencia con la que yo lo había hecho antes, haciéndome reír por su imitación.
Entonces que lo pensaba, Juanpa había cambiado burda desde que nos conocimos; al menos según yo. Estaba más alto —aunque usted no lo crea—, se había cambiado el peinado y se notaba que estaba yendo al gym. Los ojos tan perfectos suyos brillaban reflejando la ténue luz del lugar, y su sonrisa toda gozona daba la sensación de que tus pantaletas estaban a punto de escapar. Estaba demasiado bello, y lo tuve que reconocer.
No es por nada, pero yo tenía unos gustos que nawebona... Soy yo, pues.
Admito que por un momento olvidé quién era Luke, pues me dediqué a bucearme a Juan Pablo de la forma más disimulada que conseguí. Cuando reparé en lo que hacía, quise sentirme culpable, pero no pude. Al olvidarme de Lukrecio, también había logrado borrar momentáneamente el cassette que contenía todas las imágenes de esa noche, grabadas a fuego en mi cabeza. Así, también había dejado de sentir esa opresión en el pecho que tanto me ladillaba, y había olvidado lo estúpida que me sentía al saber que me había engañado la persona que más quería.
En resumidas cuentas, me había encantado sacar a ese maldito de mi mente.
Yo seguí con lo que antes estaba haciendo, sólo que esa vez sin tratar de ocultarlo. A la vez, con Juanpa tipo...
...bajé de la sillita blanca y me llegué hasta el sofá en forma de L. —Eres lo máximo —le agradecí que hubiera aceptado dejar que me emborrachara hasta olvidarme de que Chávez existió alguna vez.
Me di cuenta de que en el momento en que Juanpish se sentó a mi lado y pudo apreciarme al completo, tuvo que luchar consigo mismo para no mirar demasiado. Tampoco lo culpaba, porque digamos que mi dormilona no dejaba mucho que imaginar. Pero igual se le notó burda que quería, que necesitaba bajar la vista.
Y aunque me halagó causar tal efecto en él, me agradó más que se contuviera, porque eso demostraba que me tenía respeto y que lo de aquella vez en México había sido una pajuatada.
Mirándome directo a los ojos con toda la fuerza de voluntad que pudo acumular, Juanpa soltó: —¿Qué tal si a cambio me cuentas qué pasó?
—Coño 'e su pepa —susurré para mis adentros, soltando un largo suspiro.
Sabía que tenía que contarle, pues. No podía simplemente aparecer en su casa pidiendo cobijo —y curda también— a las dos y media de la mañana y no darle ninguna explicación. Sería injusto. Pero si iba a hacerlo, si iba a hablar del mamaguevo de Luke, por lo menos lo haría mientras me tomaba un buen traguito de lo primero que me consiguiera.
Así, con toda la confianza del mundo, serví dos vasos de tequila puro purito. Uno se lo dejé a Zurita, y el otro lo agarré pa' mí. —Hagamos una vaina —le ofrecí, cagada de la risa sin siquiera haber empezado—: yo te voy a contar todo lo que tú quieras; pero por cada pregunta que hagas tienes que jalarte un trago largo. Luego eso mismo pero yo a ti.
Se lo pensó, arrugando la frente con un ojo medio cerrado. —Hecho. —Se llevó el vaso de vidrio a la jeta y le metió un trago que de vaina y no hizo fondo blanco—. Entonces... ¿Qué fue lo que hizo tu novio?
Vergación, primo, pensé, pelando los ojos, este carajo sí es avispao'. ¿Juanpa? Ese era más tira-la-piedra-esconde-la-mano que'l coño. Como si no lo supiera ya.
—Ex-novio —lo corregí, bajo los efectos controladores de la Lucía perra.
Ay, marica, se quejó Lucíaweboniada. Tú eres marica de verdad. 'Tas buscando es que te metan mano. PAJUA.
Pero no me importó, porque para cuando Juanpa me devolvió la mirada de sorpresa, yo ya sabía cómo demostrarle a Luke quién era Lucía Rodríguez de verdad. Ese había conocido a la Lucía pajua, a la tranquila, la enamorada. Pero se había olvidado de que muy adentro, escondidita, estaba la Lucía arrecha, a la que si se te ocurría romperle el corazón volvería para hacer trizas el tuyo.
Se había metido con quien no le convenía, y el ajuste de cuentas le iba a salir bien caro. Dalo por hecho.
****
Antes de comenzar, menor, deberías saber que esta vaina yo la cuento ahí como medio me acuerdo, porque yo estaba era borracha pa' la mierda. Así que tampoco esperes lujo de detalles, porque no, pues.
Entonces, sigamos...
—No mames —decía Juanpa entre risas, mientras acababa de contarle la razón por la que me había cortado por completo la pollina hacía dos años.
Resulta que por esa época, Daniel y yo hicimos un vídeo juntos para nuestros canales de YouTube en el que nos pedían que hiciéramos bromas a la gente. Por eso, terminamos pintándole el cabello de fucsia a Bárbara, tipo Drake y Josh.
Obviamente que era un tinte temporal hecho con papel crepé, pues, pero la caraja se lo tomó súper mal. Se arrechó tanto, que a Daniel le cortó un par de huecos a la mitad de las camisas que tenía pa' que se le vieran las tetillas y a mí me trasquiló toa' la pollina.
Hay gente salvaje y marginal, y después está Bárbara.
—En parte se lo agradezco —reconocí—, porque parecía que tuviera una tapara en la cabeza.
Pa' los que no sepan qué es una tapara:
Aquel se rió más aún, tanto por el efecto de los diez vasos de tequila y ron con Coca-Cola que nos habíamos tomado entre los dos, como por imaginarme con una totuma encima.
Llevábamos como una hora hablando paja, sin contar el tiempo en que estuve narrándole la telenovela que se había armado en casa de mi "ex-novio" y cómo me había llevado hasta allí.
Seguíamos sentados en el mueble gris; Juanpa con un brazo recostado del respaldo y yo con ambas piernas dobladas de medio lado sobre los colchoncitos.
Mi yo perra seguía presente, y se había ido acercando cada vez a Juan Pablo hasta quedar paralela a su brazo. De vez en cuando me mordía la puntica del labio, o pasaba mis manos por mis piernas, todo para hacer más densa la tensión que ambos estábamos claros que había.
Ya lo sé: estaba pasada de zorra. Pero a decir verdad, Luke se lo tenía bien merecido.
Y seguro pensarás que me estaba aprovechando de Juanpish porque sabía que no me había superado aún, pero no, mano. Juanpa ya no sentía hacia mí nada más que esa atracción que siempre quedaba después de una relación como la que habíamos tenido. Eso, era lo único que tenía súper claro, porque era algo que ambos habíamos hablado por celular hacía unos días. Jamás había escuchado a Juanpa tan decidido como cuando había dicho el definitivo "eres una de mis mejores amigas, y aunque reconozco que más celoso no me pude poner cuando me enteré que andabas con otro, ya no siento absolutamente nada por ti en ese sentido".
De todas maneras no me voy a excusar, porque él seguía siendo mi amigo y lo usé de la peor manera. Fui una maldita, y lo reconozco.
Pero bueno, marico. Las vainas tampoco son tan así. Sólo estábamos chanceando, pues; no era como que le fuera a meter ni nada. Al menos mis intenciones pre-borrachera no eran esas. Ya a partir del tercer trago no te podía prometer nada, porque eso de controlar mi forma de actuar estando ebria como que no era lo mío.
Ahora que lo pienso, ¿pa' qué coño tomé tanto? Estaban bien un par de vasitos pa' sacarme a la catira de la cabeza, pero ¿cinco, Lucía Isabella? Coño, vale, tú de pana.
—Yo también se lo agradezco —concordó conmigo Juanpa, una vez dejó de reírse—; si ya de por sí eras linda, sin flequillo te ves... —Me escaneó de arriba a abajo con la mirada, buscando las palabras—. Con decirte que estar más bella de lo que estás ahora es humanamente imposible tengo.
Si no fuera porque estaba acostumbrada a los constantes piropos de Luke, me hubiera dado un cucatodo. Pero ya mis zonas bajas se habían impermeabilizado para situaciones así.
—Tú no te quedas atrás con los cambios —le seguí la vaina, apoyando uno de mis codos del respaldo del sofá como hacía él—. Alguna vaina te hiciste en el pelo que estás más papi. —Llevé mis dedos a sus cabellos castaños, como si le estuviera acomodando la cresta.
A Juanpa pareció gustarle aquello, porque sonrió de oreja a oreja mirando hacia otro lado para hacerse el loco. —Ya ni yo mismo sé, la verdad.
No sé cómo llegó esa idea a mi mente, ni por qué decidí sacarle el tema que le saqué. Simplemente no recuerdo esa parte, por mucho que intente. El punto es que lo hice, y bajando nuevamente mi mano para alcanzar el vaso y tomarme mi correspondiente trago, le pregunté: —¿Qué tal los culitos? ¿Alguna chama que haya podido reemplazarme ya?
—Ya quisiera —contestó él sin dudarlo ni un segundo. Y por esa vaina, así de la nada, me reí. Lo peor es que ambos estábamos tan empatados en quién se volvía más mierda que quién, que él se rió también. De paso que las carcajadas sonaron durísimo, marico. Esa curda estaba era fuerte, ¿oyó?—. Ni siquiera me lo recuerdes.
—¿Qué cosa? —le pregunté, aún con una sonrisa de pajua grabada en la jeta—. ¿Que no pegas una con los culish? —Él asintió, por lo que le respondí de una vez—: Marico, eres pajuo de pana si no te das cuenta.
—¿De qué? —me preguntó con una mueca de confusión que también me dio burda de risa.
—De que me tienes a mí, aquí, necesitando sacar de mi mente al mamaguevo de mi ex —dije, así súper directo, bajo el control de la perra que llevaba dentro—. Si no haces nada, de pana tienes que ser marico.
Mano, no. Si ya yo estaba cagada de la risa, no te quieres ni imaginar la carcajadota que me marqué cuando Juanpa me miró así. Él no entendía, él no comprendía, en qué momento la dulce y tierna Lucía que no quebraba un plato se había convertido en esa caraja tan lanzada. Y la verdad es que yo tampoco sé cómo esas palabras pudieron salir de mi boca.
—Por muy hetero que sea —contestó, todo tipo serio—, por muy borracho que esté, y por muchas ganas que tenga de hacerte todo lo que quiero hacerte ahorita, no moveré un dedo para que terminemos metiéndonos en algo de lo que vayas a arrepentirte mañana.
Yo me le acerqué, dejando mi cara a pocos milímetros de la suya para provocarlo más. —No voy a arrepentirme de nada —aseguré, mirándolo directamente a los ojos—. Así que sólo cállate hazme olvidar todos mis peos de una vez.
Y ahí, nawebona... Las palabras mágicas.
Hombre al fin, el carajo no aguantó más la vaina y terminó de cortar la distancia que nos separaba. De ahí en más, lo único que recuerdo es escuchar un par de "no deberíamos, Lucy" al comienzo de la vaina, que acababan callándose con un simple "sh" de mi parte.
Yo simplemente no pensaba; hacía y dejaba que mi cuerpo sintiera lo que le hacía tanta falta sentir. Y aunque admito que en el momento me gustó, y mucho, no era yo misma. No era esa inocente Lucía que se pegaba contra el tope de la cama, y que no sabía cómo hacer muchas cosas hasta que el chico al que más quería, del cual estaba enamorada, le fue enseñando.
Esa que se acostó con Juanpa era una extraña, que sólo buscaba venganza porque sentía que la había timado la persona en la que más confiaba. Esa chica había puesto sus necesidades por encima de los sentimientos de todo el mundo, sin importarle las consecuencias. Ella, fue la zorra que terminó de destruir lo que quedaba de aquel amor, que aunque pasajero, por un momento se había sentido como para siempre. A ella... No a Luke, ni a Nicole, ni a Juanpa. A ella y nadie más que ella, es a quien odio.
****
Abrí los ojos de coñazo, golpeando mis sensibles pupilas con la luz que entraba por la ventana. Lo primero de lo que fui consciente fue de un agudo dolor de cabeza que me inundó de lleno, haciéndome arrugar la cara como una pasita.
Por otro lado, me sentía extraña, como si algo en mí hubiera cambiado de la noche a la mañana. Cuando —ignorando el dolorsito del coño— apoyé ambos codos de la suave superficie sobre la que había estado tendida para levantar el torso y echarle un vistazo a mi alrededor, entendí por qué.
Al verme a mí misma echada en el sofá de la sala de Juanpa, los recuerdos de la noche anterior volvieron a mí como un tornado, marico. Lo de Luke y Nicole, mi escapada, la borrachera, el zampe con el mexicano y... Ay, no.
—No me jodas —hablé conmigo misma cuando reparé en que sólo estaba cubierta por un cobijita. Con razón me entraba un fresquito por el culo.
No podía ser; yo no podía... no podía haber... Se suponía que L y yo no habíamos terminado, ¿no? Yo no sería capaz de hacerle algo así, por mucho que él sí me lo hubiera hecho a mí. ¿Qué coño me pasaba? ¿Qué había hecho?
Tipo que Luke me sabía un poco a culo, pero ¿y Juanpa? ¿Qué pensaría de mí? ¿De pana había decidido mandar a la verga mi amistad con él por vengarme del catire? ¿Era yo tan mamagueva? ¿Había sido sólo el alcohol, o realmente era que yo había dejado salir a esa loca de carretera que llevaba dentro voluntariamente?
Me daba era arrechera, man, pero fuera lo que fuera ya estaba hecho. No podía volver atrás y cambiar el hecho de que la había cagado bien bello. Total, todo el mundo a mi alrededor llevaba tiempo metiendo la pata: habían desconfiado de mí, me habían culpado de vainas que yo jamás sería capaz de hacer, habían sido unos caras de tabla conmigo, y como si fuera poco, me habían montado cachos. Así que, ¿por qué cargaba yo con la culpa? Yo también tenía derecho a equivocarme como ellos. Que se fueran a mamar un webo toditos, nojoda.
—Maldito Maduro, nawebona... —bufé con un tono cargado de caliweba.
—¿Tan mal así estuvo como para involucrar a Maduro? —preguntó una voz ronquita proveniente de la cocina.
Sobresaltada, volteé hacia atrás para encontrarme con un Juanpa adormilado que vigilaba el par de panquecas que se hacían en el sartén frente a él. Agradecí que llevara la pijama puesta, porque si no hubiera sido bastante incómodo.
—No estuvo mal en ese sentido —respondí a su pregunta, mirando a los lados en busca de mi dormilona—, en lo absoluto. —Me estiré para alcanzarla, ya que estaba tirada sobre uno de los puffs de la salita. Una vez la tuve en mis manos, comencé a ponérmela como pude debajo de la cobija—. Pero sí estuvo mal en el otro, y yo asumo toda la culpa.
—Es culpa de ambos, Lucy —replicó Juan Pablo, mientras yo me levantaba del sofá ya con la pijama puesta—. No quieras cargar tu con todo el peso.
Sabiendo perfectamente lo que hacía, me llegué hasta la cocina, plantándome a su lado con las manos en la cintura y una sonrisa sincera dibujada en la jeta. —Sea como sea —dije, siendo lo más clara que pude y demostrando decisión al mirarlo a los ojos—. Te quiero, y no me gustaría perder a uno de mis mejores amigos por un pajuatada como esta. Así que... ¿Crees que podamos hacernos los locos y fingir que nunca pasó?
Él volteó hacia mí desatendiendo las panquecas un momentico. Me devolvió la sonrisa, luego riéndose un chin cuando dijo: —Tampoco es que me acuerde... —Arqueó las cejas, haciéndome reír con él—. Pero aún así, trato hecho, bella dama.
Sintiéndome afortunada de haber tomado una mala decisión con un buen amigo, lo rodeé con mis espagueticos en un abrazo. Pude haber seguido guindada de sus hombros por bastante más rato sino fuera porque a él se le quemaba la comida y porque la repentina aparición de Want You Back como soundtrack se quedó con toda mi atención.
—Te han estado llamando toda la mañana —me informó Juanpa, dándole vuelta a su vaina con el sartén cuando mis pies tocaron suelo nuevamente.
—Si es Luke créeme que no le pienso contestar —le aseguré encaminándome hacia la sala para ir en busca de mi teléfono, el cual había dejado cargando junto al televisor.
Juanpa me respondió algo, pero no pude no le paré mucho. En cambio, me concentré en desconectar mi vaina y ver quién era el que andaba con el puji.
Tenía sopotocientas llamadas perdidas de Luke, pero todas rondaban las 4 o 5 AM. Lo que me sorprendió realmente fue encontrarme con las de otra persona, que parecía no haberse cansado de replicarme durante toda la noche. Probablemente —si no fuera porque mi celular tardó que jode en agarrar algo de carga—, si tan sólo hubiera sabido que esa persona estaba preocupada por mí, la hubiera llamado de vuelta. Conociéndolo, hubiera logrado tranquilizarme, y seguro nada de lo de Juanpa hubiera pasado. Y aunque ya era tarde, aunque ya aquel chamo no pudiera hacer nada para cambiarlo, decidí devolverle el repique, esperando no haberlo perdido a él también.
Mano, no tuve tiempo de escribir nada antes, porque terminé intercambiando el cap que tenía escrito con este. Un zaperoco.
Pero aquí está.
Ando obsesionada con Is There Somewhere. No viene al caso, pero bueno😂 Amo a Halsey.
No se olviden lo de crear un personaje, ni lo de los adelantos.
Los amo❤️
~Camula
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