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17

Eran las 8:39 de la noche, y aún el cielo no terminaba de oscurecer.

Yo estaba terminando de ponerme el traje de baño que se me había ocurrido llevarme en la maleta, ya sabes, por si acaso. A pesar de que en Nueva York hiciera friito, uno siempre tenía que estar preparado para un día de sol de esos locos que habían a veces.

Lo que no habría pensado es que acabaría usándolo en un hotel de Allentown, en el que también estaría mi banda favorita.

El traje de baño era uno blanquito con la parte de arriba cruzada sobre el escote, y la pantaleta de doble fila en las caderas. Era bello, ¿oyó? Y me gustaba cómo me quedaba el blanco, porque contrastaba con mi pelo oscuro y el bronceado que tenía del último viaje a Cata.

Por encima me puse un vestidito de estos de playa medio transparentón y, llevándome la bata que daban en el hotel colgada del brazo, agarré el celular y bajé de la habitación.

Nawebona de perdía que me eché.

Resulta que cuando salí de la habitación, di una vuelta ahí pa'l lado que no era y no conseguía el ascensor. Terminé preguntándole a una pareja que iba pasando, y los bichos me dijeron que en ese mismo pasillo al final estaban las escaleras de seguridad, que era por donde ellos habían subido. No me dijeron por qué y la verdad que tampoco les pregunté.

Me llegué hasta las escaleras y empecé a bajar los tres pisos que me tocaban hasta la planta baja.

Yo iba toda happy saltando escalones, mirando hacia abajo para no caerme, cuando una voz hizo eco por el estrecho espacio.

—¿Tú? —se repitió varias veces, haciéndome voltear.

Ay, chiamo.

Esa voz, esos ojos, esa altura...

Yo sabía que los iba a ver en algún momento, pero, marica... Yo no estaba preparada para encontrarme a Luke ahí. No, no, no, no.

Y como si mi impacto fuera poco, puse una cara de pegada... que me dio ganas de meterme un coñazo a mí misma.

Me quedé paralizada por un momento, sin saber qué decir o qué hacer.

Él tampoco dijo nada, pero aprovechó mi repentino modo-estatua para bajar un par de escalones y así estar más cerca de mí.

Iba con ropa deportiva, una toalla colgada del mismo brazo cuya mano sostenía un termo, llevaba el pelo recogido en un man bun de esos, y unos audífonos burda 'e grandes le decoraban el cuello.

Tipo:

Demasiado bello.

Se me hacía raro verlo así, porque jamás de los jamases, ni siquiera en las cuentas de fans que seguía en instagram, había visto fotos de Luke en ropa deportiva. De que había, había; pero yo no las había visto, pues. Y no sé, era raro.

—¿Qué haces tú aquí? —me preguntó, arrugando la nariz, y sacándome de mi ensoñación.

Explícame tú esos modales.

—Hola, Lucía, ¿cómo estás? —le corregí sarcásticamente, dejando atrás el estado de petrificación en el que estaba—. ¿Todo fino? Mucho tiempo sin verte, vale. ¿Qué haces por aquí?

El carajo hizo como si yo no acabara de reclamarle la tremenda educación que estaba teniendo conmigo, y continuó con su interrogatorio.

—¿Me estás siguiendo? —preguntó seriamente, metiéndose las manos en los bolsillos, sin más opción que bajar la cabeza para poder mirarme.

¿Cómo era la verga?

Lo que dijo me chilló en los oídos como si estuviera escribiendo con tizas en la pizarra del salón. Uy, no.

¿Más o menos quién se creía él que era? Bueno, era Luke Hemmings, pues; pero yo pensaba que el man era el pajuo relajado del grupo, no el agrandado.

Yo jurando que cuando lo viera iba a ser tipo el reencuentro stydia de la 6a; toda emocionada, y viene y me dice kike acosadora... Ese bicho si la cagaba, de pana.

Desinstalando ilusiones again.

—¿Yo? ¿Siguiéndote? —pregunté de vuelta, negando con la cabeza. Lo miré con indignación de arriba a abajo, como me había enseñado Fiorella a hacer si alguien se metía conmigo.

—Ya veo que eres ese tipo de famoso... —Medio arrechita, y bien picada por el simple hecho de que siquiera hubiera pensado que yo lo estaba acosando, le di la espalda y seguí bajando las escaleras.

Luke, por su parte, se quedó parado en seco por un segundo, probablemente no entendiendo ni verga. Luego de que yo hubiera bajado un tramo más, decidió seguirme.

Menos mal que lo que quedaba era un piso para llegar a planta baja, porque yo no iba a aguantar mucho rato sin meterle su coñazo si seguía así.

—No me has respondido —dijo, alcanzándome en un par de zancadas—. Y ¿qué tipo de famoso?

—De los que creen que el mundo gira a su alrededor.

—Yo no... —comenzó a replicar, pero lo interrumpí. Pa' que fuera serio, nojoda.

—Y el señor Fitz acaba de contratarme. —Alcé la barbilla, sin mirarle, con una buena cara de culo.

—¿Contratarte? —Hizo una mueca de confusión, lo que me llevó a entender que Adam no les había consultado antes de ponerme el contrato sobre la mesa.

Ese era bien arrecho, porque imagínate que alguno de los cuatro no aceptara firmar esa verga... Me tocaba a mí regresarme pa' mi casita.

—Si quieres explicaciones se las pides a él —agregué, de la manera más cortante posible, cosa de la que luego me autofelicité.

Seguro piensas que soy bien pendeja, porque me estaba metiendo con él en lugar de buscar caerle bien, arriesgándome a que le diera la sentada de culo de no querer firmar el contrato. Pero yo era como era, y no iba a jalarle bolas a nadie.

En un último intento de acusarme por stalker, él insistió: —¿Segura que no eres una de esas fans locas capaces de aparecerse en tu casa a las dos de la mañana?

—Verga, tú como que eres familia de Maduro. —Rodé los ojos, bajando el último escalón para abrir la puerta que daba al lobby—. Te dije que no, coño. Si me vuelves a preguntar esa vaina te esgreño.

Él salió detrás de mí, viéndome raro, pero sin poder evitar soltar una carcajada.

Esto es lo último, pues, pensé, el que se ríe por todo, entonces. Cosmo y el pudín.

Yo, personalmente, estaba dispuesta a seguir mi camino, haciendo caso omiso de él mientras me ocupaba de encontrar el sauna, pero justo cuando estábamos por separarnos, Luke se volteó para decirme:

—Espero que no me estés mintiendo. —Me dedicó una larga mirada mientras se alejaba hacia lo que según un letrero al fondo del pasillo era el gimnasio.

No.

Entendí.

Ese man era más columpio que 'er coño. A veces pana, a veces intimidante, a veces cuchi... Inés, ps. No te digo yo.

En su momento no le contesté un coño, pero después de que se hubo ido me dieron ganas de decirle que se dejara de webonadas, que si me daba la gana de mentirle, le mentía y punto.

Como cuando se te ocurren los mejores argumentos cuando ya se acabó la pelea.

Pero, bueno, xs. Allá él, son su pinta de ser más mojoneado que el lago de Valencia.

Tratando de no pensar más en el güevón ese, me fui feliz a mi sauna.

—...y eso es lo que ha pasado desde que llegué —acabé de decir al teléfono, removiéndome entre las cobijas.

Al otro lado, me miraban los siete pajuos de mis mejores amigos. Fiore mientras se pintaba las uñas; Bárbara y Daniel, desde el teléfono de mi hermana, mientras se hartaban unas arepas y esperaban a que mis papás y mis tíos llegaran del Target pa' echarles el cuento de mi escapada; Luisfer mientras hacía la cola para el check-out en el aeropuerto; Pepe mientras jugaba al Fortnite; y los únicos que parecían estarme parando bolas de verdad eran Luisa, quien ya había llegado a Boston hacía rato, y Andrés, que estaba en su apartamento.

—Nawebona —dijo Luisa, pasándose la mano por la cara—. Todavía no supero los 2000 dólares.

—Rt —secundó Pepe, al parecer sí escuchando la conversación, al tiempo en que movía el mando de la play—, yo ni que me prostituya me gano esa plata.

—Es que por ti ¿quién va a pagar? —habló Bárbara entre la comida que tenía metida en la boca.

—Cállate, ps, mayor monograma —replicó Pepe, burlándose de las pobladas cejas de mi hermana.

—Cállame, entonces —le retó ella—. Ah, no, que me espichas la cara con la nariz...

Se pasó de rata. Pobre Pepe y su nariz de Tucán.

—Y dale con la nariz... —Giuseppe rodó los ojos, aún concentrado en su juego.

Pinocho —empezó a cantar Bárbara—. Pinocho. Aaaaay, pobre Pinocho.

Distraído por la canción de la cejúa, Pepe perdió la partida, haciendo una mueca de arrechera cuando se dio cuenta de lo que había causado mi hermana.

—¡Nojoda! —nos gritó a todos, haciendo que yo le bajara el volumen al celular.

Bárbara estaba era cagada de la risa, mientras los demás nos mirábamos entre nosotros, corroborando lo que todos menos Pepe y Bárbara sabíamos: que esos carajitos se tenían un queso inmenso.

—Qué peo contigo, Bárbara Gabriela —se quejó Giuseppe, a lo que mi sis sólo se rió el doble.

—¡Bárbara, Lucía, Daniel! —se escuchó al fondo, y por la frase pude asumir que el sonido provenía de la pantalla de mis hermanos.

Maaarico. La tensión me bajó y me subió de un sólo coñazo; y al parecer no fui la única, porque Barbie y Dani pusieron la misma cara que yo.

—Chao, chamitos —se despidió Daniel, agarrando el teléfono de Bárbara para cortar la llamada.

—Me cuentas —logré decir antes de que lo hiciera—, así sea por señales de humo.

Daniel asintió, mientras la otra seguía petrificada. —Buenas noches, menorquitrix. —Y apagó el teléfono, consiguiendo así que la imagen de su pantalla desapareciera.

Los cinco restantes se quedaron calladitos por un rato, mirándome con una sonrisa imposible de contener.

—¿Qué pasa? —les pregunté, alzada—. ¿Tengo un moco?

Andy, quien se había mantenido bien calladito, habló: —Marica, es que tu cara es una vaina...

—Mjmm... —comencé a decir, pero me interrumpieron.

—'Tas demasiado pálida —lo apoyó Fiorella.

—Gasparín —me echó vaina Pepe, a lo que todos se rieron—. Por fin le conseguí un apodo a la marica esta. Soy yo en 3D.

De pana. Hasta ese momento, Daniel y yo éramos los únicos que faltaban por sobrenombre en el grupito ese, porque a ver... Fiorella era Ranchos, obviamente; Luisa era puro hueso; Pepe era Pinocho —según Bárbara—,  y los demás, como su nombre era Pepe Sequeda, le decíamos Pepe se va; Andrés, el que te viene cada mes; Luisfer era pelo 'e coleto; y Bárbara, el mayor monograma.

—Cállate la jeta —chisté, a lo que me rodó los ojos y yo proseguí a sacarle la lengua.

—Gasparín —dijo varias veces Andy, colaborando con Pepe.

—Gasparín —le siguieron Fiorella, Luisa y el otro, en un grito de guerra.

—Luisfer, defiéndeme —le pedí al susodicho, quien tenía una cara de ladillado increíble, probablemente porque aún no se había movido ni medio metro en la semerenda cola del check-out.

—'Tascla que te amo, Lu —respondió, sonriendo—, pero yo soy tu chalequeador número uno, y estos pendejos no van a venir a quitarme el trabajo.

Mientras yo echaba pa' atrás los ojos, Luisito se unió al coro de Gasparínes que se estaban marcando.

—Nojoda, ya es tarde —dije, picada, cuando dejaron la webonada—, acuéstense a dormir.

—De pana —me siguió Luisa al ver su reloj—, ya son las doce. No pareciera que lleváramos dos horas hablando paja.

—Verdad que sí —concordó Pepe, bostezando de repente.

Naguara de mal actor. Todos sabíamos que iba a seguir jugando Fortnite hasta las dos de la mañana.

—Chao, pues. Que sueñes con el Luc ese.

Y Pinocho se desconectó.

—Si te vas, yo también me voy... —empezó a cantar Andrés, haciendo muecas a la cámara.

Y como el huele-peos de Pepe que era, de desconectó también.

—Yo también me voy, babies —se despidió Luisa, agitando sus manos hacia la cámara, sin molestarse en poner una excusa.

Y puro hueso se desconectó.

—'Tas viendo —le dije a Luisfer y a Fiore—, al final sólo quedan los fieles.

—Claro, pues. —Él movió su teléfono, por lo que asumí, levantándose de su maleta, en donde había estado sentado a mitad de cola toda la llamada—. Pero está verga por fin está avanzando, tú tienes que dormir pa' mañana sacar las mejores fotos de tu vida, y Fiorella... Ni idea qué hace Fiorella con su vida, pero seguro tendrá que hacer algo, ¿verdad, Ranchos?

—No, marico, yo vivo es jugando metra —le contestó sarcásticamente la picada de mi mejor amiga.

Él se rió, restándole importancia. —Buenas noches, carajitas.

Yo le lancé un beso, Fiore puso sus ojos en blanco, y un segundo después, pelo 'e coleto se había desconectado.

—Tiene razón, chama —admití ante Fiorella, restregándome los ojos—, tengo burda 'e sueño.

—Tú siempre tienes hambre, sueño y ganas de cagar. —Ella chasqueó la lengua, negando con la cabeza.

—Jeje. —Me mordí el labio con el puño 'e dientes delantero, haciendo una mueca.

—Llévame contigo, ¿si va? —pidió, haciendo un puchero.

—Vente, pues —contesté, con el sueño venciéndome poco a poco—. Te amo, chica, pero me voy a dormir.

—Dale, pues. —Se sostuvo la cara con una mano, agitando la otra—. Buenas noches, Lu.

Mano, yo este beta lo escribí de a raticos en el bus y en el metro, así a lo express, pa' entregarles algo, chamas, porque literal no he tenido tiempo. So, si hay errores, pls díganme pa' corregirlos.

Antes que nada, tengo que mostrarles este meme...

JAJAJAJAJAJAJAJAJA okno. No lo pude evitar.
De pana que la 5sosfam es demasiado lo máximo. Esas maricas se sacan unos memes que naguara...

Pregunta: ¿con quién shippearían a Bárbara?

airnxx desabandóname
@slay-z escríbeme, que te tengo sendo betish

#CashtonIsLife

Los amo❤️

~Camula

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