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Fase veinticuatro: la mala suerte de Robin y la culpa de Batman

— ...creo que tienes un olor extrañamente afrodisíaco— Balbuceó, levantando un poco el mentón de mi pecho, donde se había mantenido oculto por largo tiempo. Soltó una sonrisa débil, melancólica; sentí todo el pecho húmedo, húmedo por lágrimas y mocos, por si fuera poco tener todo lo que se llama piernas prácticamente goteando mierda;

"...Y encima debo aguantar que se burle de que me revolqué en mierda"

— Es tu culpa, idiota.— Le di un golpecito en el cabello rubio enmarañado, hizo un puchero y me apretó un  poquito más, acercándose— No te aproveches.—, respondí, desganado. Si hay algo que odio en el mundo, es llorar, sobre todo frente a otros. Volvió a sollozar— ¡Oye, no no, no...no llores...!

— ...Fue mi culpa— Susurró.

— Es...mentira, solo estoy cansado— Dije, con un tono más suave.

"...Quizá sea porque estoy goteando mocos, goteando lágrimas, tengo los ojos hinchados, huelo a mierda, me duele la espalda, y no siento el culo ni las piernas"— Suspiré; a este punto, dudo de la existencia de mis piernas, y si tenía trasero ya desapareció—"...Adiós trasero redondito, fue un gusto..."

— ¿De mí?— Di un respingo "Si le digo que sí, llorará, y si le digo que no me seguirá hasta el infinito y más allá...no le digas que no, no le digas que no, no le digas que no..."

— No.— "Gracias por tanto, cerebro." Me miró y sus ojos celestes parecieron brillar entre la penumbra que se había comido al parque, salvo por una única luz que parpadeaba como luciérnaga, pero probablemente le quedaba poco tiempo para vivir— O sea sí—; su mirada se entristeció—, o sea no—, se alegró— o sea, sí, puede que sí—, se entristeció—, aunque no...la verdad es que...tal vez, eso, tal vez...—. Se le escapó una risita— ¡AY! ¡LA VERDAD ES QUE NO SIENTO EL TRASTE Y NO ES COMO SI FUESES MUY LIVIANO! ¡ADEMÁS POR TU CUL...ALGUNA EXTRAÑA RAZÓN ESTAMOS AQUÍ, Y NO HA PASADO UN SOLO AUTO...!

— No creo de todos modos que quieran llevar a pasajeros que son arrollados de caca— Lo fulminé, abriendo un poco los labios—...sé que es mi culpa, yo nos traje aquí— "Al fin lo admitió. Pero por alguna razón eso no me alegra." Se levantó y comenzó a estirarse, también se le habían pegado unos trozos de excremento.

"Puto caballo que cagó aquí y puta la yegua que lo parió", pensé, aunque la verdad el caballo ni la yegua tenían la culpa, así como Santiago tampoco la tenía. Me levanté, los huesos me crujieron como al doblar un baguette extra quemado con extra crispi encima.

— ¿Cómo piensas...?

— Me responsabilizaré de esto.— Cortó. Se formó un silencio incómodo— Ven conmigo.—; asentí, caminando a duras penas a su lado, sin reclamar. Me quedé un poco más atrás.

"Ni ganas de reclamar tengo, hay que estar muy echo bolsa..." Sentí un pájaro graznar, "Ay no me digas...", y luego un fum, seguido algo caliente que me chorreaba en el pelo y la cara. Me toqué el ojo, me miré la mano, y me detuve, inhalando aire, miré al cielo.

Inhalé.

Exhalé.

Y...

— ¡PÁJARO DE MIERDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! ¡VEN AQUÍ A VER SI TE ATREVES! ¡...VOY A BUSCAR TU NIDO Y TODOS TUS HUEVOS SE IRÁN A MI DESAYUNO, A VER SI TE GUSTA CAGARME LA CABEZA, NI QUE QUISIERA JUGAR LA LOTERÍA! ¡¿DIOS, QUÉ QUIERES DE MÍ, QUÉ MÁS QUIERES?! ¡ESTOY POBRE, INDEFENSO, PEQUEÑO Y SOLO NECESITO PAZ, Y ME MANDAS UN PÁJARO A CAGARME LA CARA! ¡CUÁNDO MUERA VAMOS A ARREGLAR CUENTAS TÚ Y YO, ¿ME OYES?! ¡¿ME OYES?! ¡MÁNDAME UNA PUTA SEÑAL SI ME OYES...!

Y eso fue todo: una gota, seguida de otra, y otra, y otra...y empezó a llover.

"¿Qué cresta, que fui Rasputín, Hitler, Jack el Destripador en mi vida pasada que merezco tanta miseria?"

Volteé, Santiago me miraba entre divertido y extrañado.

— ¿Y si nos apuramos?— Sugirió, a punto de romper en una risa.

—Ja, ja, mira lo gracioso que me parece.

— Pediste una señal, esta me parece un claro "éntrate pa'entro loca de patio"— Se encogió de hombros, curvando los labios.

— Ah, estás simpático— No respondió, se giró y continuó caminando. Lo seguí, no sin antes levantar ambos brazos mostrando el dedo del medio al cielo.

...

...

— Llegamos— Suspiré, frente a lo que algún día había sido mi hogar. Hacía frío y lo que comenzó como lluvia no tenía ni intención de parar, de hecho, parecía que continuaría en tormenta—; ¿Derek?—. Posé la vista en él, estaba boquiabierto, mirando hacia arriba— ¿Qué pasa?—; esta vez posó él su mirada gris en mí, aún con la boca abierta— Te va a entrar una mosca si sigues así—. Volví a sonreír, de medio lado.

Puso cara de "¿En serio, estás gracioso?" y de obviedad.

— Me dijiste que tu casa estaba cerca.

— Sí...y esta es, una casa.

— Si a esto le llamas casa, lo mío debe ser un hormiguero— Reí.

— Bueno..., mis padres tienen un poco de dinero— Levantó la ceja.

— ¿Un poco?— Dijo sarcástico— ¡¿UN POCO?!—. Repitió—...¡HUEÓN, ESTA COSA PARECE EL PALACIO DE LA REINA DE INGLATERRA!¡ES CUALQUIER COSA MENOS "UNA CASA"!

— No es para tanto— Toqué el timbre.

— ¿NO ES PARA TANTO? ¡ME HICISTE VENIR AQUÍ VESTIDO COMO SI ME HUBIERA DEDICADO A JUGAR CON PUERCOS! ¡COMO SI ME HUBIERA TIRADO DE UNA COLINA LLENA DE CACA RODANDO!— Se puso pálido— ¿Estarán tus padres?

— No lo sé, no los veo hace años. Hola Alfred—. Saludé al mayordomo, quién contestó al otro lado de la línea del timbre. Derek me miraba incrédulo.

— ¿Señorito Santiago es usted?

— No es necesario...

— ¿Alfred? ¿Señorito? ¿QUIÉN VERGAS ERES? ¡¿BATMAN?!— Su rostro se iluminó, ladeé la cabeza, observándolo, mientras Alfred decía "por supuesto que era necesario" y que "abriría de inmediato el portón"— ¡Eso...! ¡Eso...!

— ¿Eso...?— Indagué.

— ¡ME CONVIERTE EN ROBIN!— Dijo, dando un saltito, feliz— ¡NO SABES CUÁNTO AMO BATMAN!—. Inició a cantar el intro y a dar vueltitas en círculos, corriendo— ¡NA,NA,NANA,NANA...! ¡BATMAN!

— ¿Señorito, se encuentra con un niño?

— Más o menos.— Respondí distraído, mirándolo girar y girar. Colgué.

— ¿¡Y LA BATICUEVA!?— Paró en seco, extendí mi brazo y lo afirmé del estómago para que no pasara de largo y se diera un porrazo de frente contra el piso enlodado. Mi miró, los ojitos le titilaban como las estrellas que estaban cubiertas por las negras nubes en el cielo— ¡CUÉNTAME COMO VENCISTE A...!

El portón se abrió, sacándome de mi estado absorto. Derek se enderezó. Yo me empequeñecí.

...

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