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VIII: ¡Qué no hables así!

De camino al restaurante Cha'cha delights, Iván y yo hablamos un poco en el auto, bueno yo hablé poco. La ansiedad se apoderó de mí, todo el trayecto. Sentí un molesto sudor frío en la nuca.

Iván quizás notó el miedo o tal vez Feli le ha hablado acerca de mi timidez, por lo cual no paró de hablar acerca del trabajo, proyectos o su amistad con él. Disfruté escucharle, es muy gracioso y divertido.

Rafa pasó tranquila todo el recorrido dentro de su transportador que reposaba en mis piernas, resulta curioso; ya que, por lo general, suele ser más arisca. Sin embargo, desde que llegamos ha cambiado su actitud. A pesar de que recién conoce a Iván, le demuestra su lado más tierno, lo que a la vez es beneficioso para mí.

-Bueno, Floris, ¿puedo llamarte así, cierto? -Afirmo sonriente y él continúa-. Bien, hemos llegado, galán.

Dejo de acariciar a Rafa y contemplo la fachada a través del cristal. «¡Es hermoso!», pienso, emocionado. Detallo la construcción frontal azul índigo donde se lee el nombre del restaurante en tonos verde y rosa brillantes con un par de patas que lo decoran. Un pequeño jardín da la bienvenida, en cuanto descendemos del auto. Apenas atravesamos la entrada, abro la boca, impresionado.

Desde afuera no se aprecia por el diseño alto y asimétrico de la fachada; sin embargo, casi todo el techo es transparente. El inmenso tragaluz hace que el lugar parezca estar afuera. El interior se mezcla con el patio posterior mediante una pared con ventanales gigantes. Hay mucho verde, árboles de apariencia realista con luces y rascadores en la parte baja donde algunos gatos afilan sus uñas. Las lámparas colgantes simulan burbujas de jabón no solo por su apariencia, sino que están dispuestas en varias partes y alturas. Torrecillas felinas descubro en cada rincón.

Las mesas son de madera algo rústica, como si hubiesen sido talladas en troncos. Desde el tragaluz cuelga una especie de enredadera que en algunas partes del restaurante alcanza el suelo. La única pared interior de concreto oculta las áreas de cocina y sanitarios. La misma está decorada por un enorme mural de diez gatitos en distintas poses, uno es muy parecido a Rafa: negro, peludo y con ojos amarillos.

Tomamos asiento en una mesa junto a un ventanal que da hacia el increíble jardín posterior. Allí, las mesas de los comensales se resguardan del sol con un tejado vegetal y algunos perritos corren libres por el césped bajo. Aunque el restaurante entero no es inmenso, el cristal, la iluminación y los espacios abiertos le hacen lucir como si fuese un parque enorme.

Un camarero pasa a mi lado con la orden de los comensales colindantes y ¡Uuuf! Huele increíble, cierro los ojos, para deleitarme con los aromas: las hierbas, el queso, la carne... «Ya tengo hambre». Me siento como dibujo animado, flotando con la deliciosa fragancia.

-¿Sabías que este lugar solía ser una antigua pastelería y café? -dice Iván de repente. Capta mi atención enseguida- Fel lo transformó en un restaurante para mascotas, con apoyo de algunos inversionistas.

-Espera, ¿dices que este sitio es de Felipe? -sueno incrédulo. Él sonríe.

Sabía que mi amigo era exitoso con su negocio, pero no tenía idea de que incluso fuese dueño de alguna propiedad; menos, una así de increíble. Iván afirma en silencio antes de continuar.

-Algo así, es uno de los dueños -habla risueño y realiza ademanes, señalando distintas partes del lugar-. Como sabrás, los exteriores son su especialidad y aquí quiso traer al interior un poco de la magia externa.

»Cuando lo hallamos, la mayor parte del techo no servía, era como si un helicóptero se hubiese estrellado, por eso pensé que sería una locura. Sin embargo, mira, el tragaluz y las luces colgantes crean un ambiente mágico. ¿No crees?

-¡Increíble! En realidad, parece un bosque encantado. ¿Cómo se le ocurrió la idea?

-Bueno, Fel ama a los animales. Cuando corremos, suele compartir de su agua y hasta comprar alimento a cualquier perrito o gatito callejero. -Sus palabras me provocan una sonrisa-. Hace unos dos años, mientras corríamos, pasamos frente a este lugar abandonado y se detuvo a explorar.

»Yo entré atrás, nervioso, porque aun el cielo seguía oscuro antes de que el sol se asomara, Fel sonreía con gran ilusión e iluminaba el lugar con la linterna del celular. Dijo: "Iván, esto es un lienzo en blanco, espera ser llenado con amor y comida deliciosa". Yo contesté, mirando en todas las direcciones, temeroso de que una rata gigante apareciera: "¿enloqueciste? ¡Esto es un basurero!".

Una risita se me escapa, pero no dejo de contemplar el sitio, fascinado, hasta volver a oírle:

-Sin embargo, Fel, solo golpeó mi brazo. En cuanto regresamos al hotel, comenzó a trabajar en la propuesta de diseño.

Sonrío. Me gusta escucharlo. Continúo impresionado por todo lo que me ha contado acerca de Feli y lo estupendo que luce esto. Felipe, sin duda, tiene mi total admiración.

-¿Por qué no me habló de este proyecto? -pregunto en tono bajo, mirando alrededor e Iván ríe.

-Su intención era mostrarte y no contarte, pero recién te animaste a viajar.

Dejamos de conversar en cuanto un mozo llega a buscar nuestra orden. Ya que desconozco qué sirven, le cedo la elección a él, quien no para de decir cuán delicioso es un plato vegano especialidad de la casa, que lleva el nombre de Cha'cha Alí.

-¡Debes probarlo! Son noodles de arroz con un salteado de verduras mixtas y algunos frutos secos, acompañado por nugets de tofu -explica Iván con una enorme sonrisa que ilumina su mirada-. Lo mejor es que ningún animalito ha sido lastimado para su preparación. ¡Te juro que lo amarás!

Aunque me gusten los animales, tampoco soy vegano, pero la emoción en su rostro por ese plato es tal que ya ansío probarlo. A pesar de eso, sin yo decir una palabra, notó mi pequeña incomodidad inicial por la decisión y opta por un segundo plato a base de pollo para mí, lo cual agradezco.

-También queremos el vino tinto o rosa más dulce. Ya sabes, hay que endulzar la vida -añade Iván entre risas que el mozo secunda. Yo solo puedo contemplarlo un poco confundido por esas palabras.

Fijo la vista en el jardín. Observo a los perritos que juegan a través del ventanal y pienso en Deshojo «¿por qué tengo esta sensación? ¿Por qué él me hace pensar en ti con tal frecuencia?», me cuestiono a mí mismo. Sigo perdido entre pensamientos, ni siquiera sé por cuánto tiempo, y es él quien de nuevo me trae a la realidad, tras mencionar mi nombre. Ladeo la cabeza, confundido, puesto que no he sido consciente de lo que sea que haya dicho.

-Lo siento, me distraje.

-Tranquilo, guapo -réplica sonriente-. Decía que una vez pasamos a comer con un cliente y un gato travieso se subió a nuestra mesa. El minino hurtó un trozo de pastel y fue tal su locura al huir que, lo creas o no, ¡los comensales aplaudieron!

-Debió ser un gato con buen gusto -respondo entre risas.

Observo a Rafa que permanece acurrucada sobre la silla a mi lado y esta levanta la cabeza para verme también. Tiene la mirada algo malévola, quizás piense en morderme.

-Tú no harías eso, ¿cierto? -digo a la gata riendo. Ella responde un bufido antes de acomodarse otra vez.

Ambos reímos con fuerza. Me siento cómodo con este chico. Hace mucho que no me sentía así con alguien más, aparte de Feli. Del mismo modo transcurre la comida, el Cha'cha Alí es sencillamente exquisito. Las verduras crocantes y las nueces troceadas aporta una rica textura en la boca, ni hablar de la explosión de sabores. Una delicia que compite con el hermoso brillo que su mirada adquiere en cada sonrisa.

Bromas, brindis por cualquier cosa, risas y anécdotas sazonan el almuerzo. Las suyas son divertidas, yo debería dejar de mencionar las mías porque suelen provocar su mirada de lástima, seguida de un "lo siento" o "espero que ya no te afecte eso"; pero ahí voy de nuevo:

-Una vez intenté impresionar a una chica que me gustaba con mis habilidades culinarias.

-¡Oh! ¿Y qué tal salió eso? -indaga risueño. Prueba un bocado de su comida y se le ilumina el rostro.

-Bueno, quizás debí optar por algo sencillo como pasta o una ensalada. Me aventuré a hacer un soufflé de chocolate.

-¡Ay, qué rico, quiero!

-Yo también, deberíamos ordenar.

Iván llama al mozo para realizar el pedido. Cuando el joven parte, se disculpa por la interrupción e insta a continuar, lo hago enseguida.

-Pues, todo iba bien hasta sacarlo del horno, delante de ella que aplaudía emocionada, como niña chiquita. -Iván me contempla expectante mientras toma un poco de vino y yo sigo-. Se desinfló más rápido que mis esperanzas de conquista. Su ánimo decayó y me miró con una mezcla de compasión y risa, dijo: "Creo que tu soufflé necesita terapia". Desde entonces, me he quedado con las recetas más básicas.

-¡Ay, pobre! -dice, cubriéndose la boca con una mano, apenado, pero con un toque de risa burlona. Bajo la cabeza para evadirle la mirada.

-Es definitivo, soy un perdedor -creí decirme, pero al parecer murmuré. Lo supe al volver a observarlo y descubrir la expresión lastimera de su rostro.

Iván busca mi mano sobre la mesa como un gesto reconfortante, pero sentir su tacto me acelera el corazón. Percibo un gran ardor en el rostro. Agradezco que no se note en el tono de mi piel.

-¡Qué no hables así! Eso fue gracioso. Floris, todos tenemos momentos malos -dice en tono condescendiente-. ¿Sabes? Durante un viaje de escalada, me quedé atrapado en una grieta. La nieve caía a raudales y yo estaba solo. Fel y el grupo se habían adelantado; creí que moriría congelado.

-¡Dios, debió ser horrible!

-¡Amén, guapo! -replica enseguida con ojos muy abiertos. Tras tensar la mandíbula, decide continuar-. Pero en lugar de entrar en pánico, empecé a cantar canciones de Disney para mantenerme cuerdo. Al final, el grupo de alpinistas y Fel, me rescataron.

-Eso es increíble y horroroso a partes iguales, yo habría muerto de miedo.

-Yo casi, pero desde entonces, siempre llevo una canción de 'Frozen' en mi mochila -dice con convicción. Se lleva un puño al pecho y fija la mirada en el horizonte.

No puedo dejar de reír, parece una especie de superhéroe. Mi risa es más intensa cuando empieza a cantar «Libre soy» y hasta logra ademanes o caras encantadoras. Su efervescente forma de ser ha disipado la pena, producto de mis terribles anécdotas. Me gusta este chico, espero no cometer una idiotez que acabe por espantarlo.


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Hola, mis dulces corazones multicolor, 💛 💚 💙 💜 💖 Un placer volver a leernos. Sinceramente ni siquiera creí poder actualizar estos días. 😮‍💨

Como sabrán, o tal vez no, soy venezolana, pero vivo en el extranjero desde hace años y pues, esta semana ha sido difícil. Pensar en todo lo que ocurre en mi país, sabiendo que mi familia y amigos siguen allá, en medio de todo eso es durísimo.

No duermo bien, la ansiedad me carcome, he llorado, gritado, maldecido y encima, twitteado como nunca antes. Lastimosamente, desde afuera, solo me queda difundir la lucha y el caos que ocurre en mi país desde el 28/7.

Sin embargo, pude desconectar un poco para descargar mi rabia y frustración, a través de la escritura. Espero hayan disfrutado este pequeño capítulo y que estén disfrutando la historia hasta este punto.

Cuéntenme, ¿qué les parece hasta ahora Florisvaldo, Felipe e Iván? ¿Quién creen que sea Deshojo?

Nos leemos lueguito. 💖

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