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Cap 5
¿Padre?

Ya se terminó el trabajo, todos van a su casa, los niños se despiden entre ellos y se dicen que se verán mañana, el Sr Manguera se despide de todos sus empleados con una sonrisa.
Pero no todo era bueno, Tulio estaba muy deprimido, la discusión qué tuvo con el albino lo hizo replantearse de sus acciones, agarrando sus cosas cabizbajo, sin querer ver a nadie, hasta que escuchó una voz que hizo alzar la mirada.
Una voz de un conejo rojo que se despedía de todos para después irse del edificio.

-¡Bodoque! ¡Espera! -Le alzó la voz al conejo rojo que solo se detiene pero no voltea a verlo- Bodoque, tengo que hablar contigo. -le dijo serio caminando a su dirección.

-No tengo tiempo, otro día será. -le contestó Bodoque serio para después intentar irse pero el narcisista se pone firme y pone su mano en el hombro del conejo, para darle una media vuelta y mire a su dirección, encontrándo una mirada furiosa a la que Tulio no temió.

-Me importa tres mil berenjenas, Bodoque, necesito hablar contigo. -impuso el simio poniendo sus dos manos en los hombros del conejo.

-¿Y de qué carajos quieres hablar? -preguntó con mucha molestia Bodoque.

-Es sobre... Juanín y Julián. -dijo yéndose su mirada seria y convirtiéndose en una de tristeza.

-¿Y que tiene que ver eso conmigo? -pregunto aún más molesto todavía por escuchar esos dos nombres.

-¿Qué tienes que ver? Eres el padre de ese niño y el mejor amigo de Juanín.

Bodoque al escuchar eso solo se hecha a reír una carcajada, como si la respuesta de Tulio fuera un chiste, para después parar y mirar con una mini sonrisa que había quedado de aquella horrible risa.

-¿Yo? ¿El padre? No digas chistes tan malos, Tulio, yo nunca seré padre de nadie.

-Pero Bodoque... -Bodoque solo se da media vuelta y se retira del lugar dejando a Tulio solo.

-Creme, ese niño está mucho mejor así.

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Cap 6
Ropa pequeña

Era una bonita noche, estrellas en el cielo, la luna en su máximo brillo, era una linda y tierna noche, en la cual los Harrys se estaban preparando para salir.

-Papá, no me entra mi camisa. -se quejó el pequeño monito ante su padre que se estaba poniendo también una camisa.

Juanín va a ver la situación y se da cuenta que la camisa no entraría ya por el tamaño del de su hijo, sorprendiendo un poco al albino.

-Al parecer alguien está comiendo mucho -dijo con una sonrisa a su hijo tratando de alegrarlo y hacerle cosquillas en la barriga de Julián que hace que suelte un par de risitas pero después se pone mal nuevamente-. Cariño ¿Qué ocurre?

-Estoy gordo, ya ni me entra la ropa... perdón papá, tu no querías a un niño gordo como yo. -dijo con mucha pena, bajando la mirada y terminando en soltar unas lágrimas que asustaron al albino, que sin pensarlo dos veces lo abraza con fuerza dejando la cabeza del niño en su pecho dándole paso a que pueda acariciar su cabellera larga y blanca.

-No mi amor, no digas eso, claro que te quiero tal y como eres, eres mi bebé, mi Julián, mi querido y amado Julián, desde chiquito que eras rellenito y bonito, y así te quieren todos, más la vecina loca que tiene la colección de aves falsas de plástico.

Julián al escuchar lo último solo dio una pequeña risita-Esa vecina no me agrada, da miedo. -contestó con una mini sonrisa aferrándose a su padre.

-A mi también, eres tan lindo que te quiso llevar una vez cuando tenías cinco. -le contó el albino con una sonrisa ese suceso que en ese momento a Juanín lo tenía angustiado.

-¿No era gordito?

-Si lo eras, y eso te hizo ser el niño más bonito del planeta, tan así que muchas veces pidieron llevarte a sacarte fotos.

-Wow, que cool. -dijo sorprendido el monito ya dejando de llorar pero aún estando en los brazos de su padre.

-¡Si! ¡Yo estuve ahí! -grito del otro lado de la ventana cubierta por las cortinas una voz femenina asustando a ambos.

-Lucía ¿Pasó algo? -pregunto el albino al reconocer esa voz.

-Si, la cena ya está lista, solo vine a avisar. -contestó la energética vecina para después irse de ahí, escuchando no tan lejos de ambos albinos cómo esquivaba al gallo.

-Bien, vamos a buscarte ropa bonita, mi amor. -Juanin se levanta y se va a buscar nueva ropa para su pequeño.

-Papi... Emmm... ¿Puedo hacer ejercicio después? -preguntó con pena el niño desviando la mirada.

-Claro que si, corazón, será algo divertido y saludable. -dijo con una sonrisa a su hijo orgullo de su voluntad a estar sano.

-¿De verdad puedo? -pregunto más emocionado que antes al escuchar la respuesta de su papá.

-Claro que sí, corazón, incluso puedo ayudarte. -entra a la habitación del niño y busca ropa linda para su hijo que se sienta en la cama.

-Será divertido que vengas, hacemos ejercicio juntos. -dijo mientras movía sus piernas adelante y atrás.

-Y serás aún más lindo cuando veas lo sanito que te volverás. -dijo confiado encontrando una linda remera de mangas cortas, que se lo da a su hijo para que se lo pruebe.

-Me queda bien. -dijo el niño feliz al tener una remera de su talla.

-Lo sé, vamos, se hace tarde. -hablo el albino mientras se termina de arreglar en el camino.

-Cierto, un Harry nunca llega tarde. -agregó Julián siguiendo a su padre.

Está historia continuará...