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La mudanza

Era una mañana tranquila. ya había pasado días desde la gran noticia y ya a todos se les estaban olvidando por otras noticias más nuevas y relevantes del mundo de la comunicación y entretenimiento, algo que a nuestros protagonistas aprovecharon para darse un respiro y poder seguir su día con sus nuevos roles de padres, especialmente Tulio, que ha estado más presente en el cuidado de su bebé, estando atento se sus necesidades con ayuda de María Elena, que le enseño lo esencial para cuidar a Julián por su cuenta.

Por otro lado, Bodoque decidió mudarse a su nueva casa, ya había grabado su nota y tenía tiempo libre, así que agarró sus maletas que no eran muchas y decidió ir a su nueva casa, en donde podía cuidar de su hijo sin problemas, también lo hizo porque ya no tenía casa en donde quedarse y no soportaba a sus sobrinos y a su hermana, yendose con la promesa que los vendría a visitar con su niño.

Juanin también decidió mudarse, aprovechó el poco tiempo libre que le quedaba para agarrar sus maletas y sus cosas e irse a su nuevo hogar, topándose en la entrada de su nueva casa a Bodoque que lo saluda con una sonrisa, Juanin sabía las razones detrás de esa sonrisa, saludándolo también con una sonrisa—Hola Juanin, veo que también decidiste mudarte ahora. —dijo el conejo sacando una caja de su auto—Hola Bodoque. Sí, estoy aprovechando el poco tiempo libre que tengo. —contestó el albino bajando una maleta del auto rentado—Bien, yo también pensé en no desaprovechar mi tiempo y mudarme hoy. —le dijo el conejo con una sonrisa para después entrar a su nueva casa en la que Tulio esperaba en la puerta algo molesto.

—Hola Bodoque, hola Juanin… —saludo con dificultad el chimpancé con ojos de botón— siéntanse como en su… casa. —se expresó con dificultad, arrepintiéndose de su decisión, dejando pasar a sus amigos a su mansión—Oh, claro que lo haré, ahora viviré en una bonita mansión. —dijo de forma burlona el conejo, molestando a Tulio que solo desvía la mirada con enojo—¿En dónde está mi Julián? —preguntó el albino dejando su maleta al piso—Está durmiendo ahora, así que no vayan a molestarlo. —contestó estricto, se notaba más serio de lo normal y en sus ojos se notaban unas ojeras de no dormir en días por su bebé, algo que a Bodoque le daba gracia, una gracia que se tuvo que tragar en el momento—¿Y en donde están nuestros cuartos? —preguntó el conejo aguantando la risa, mirando a su alrededor para distraerse y no reir enfrenté de su amigo chimpancé—Arriba, ahí les muestro, pero primero traigan sus cosas. —contestó con seriedad y mandón el conductor del noticiero—Está bien. —dijo feliz el albino para después sacar sus pertenencias del auto—Como quieras. —dijo sin muchas ganas Bodoque para después ir a buscar sus cosas.

Después de descargar todas sus cosas Tulio los llevó al segundo piso donde estaban sus cuartos, pasando de paso por el de Julián, vigilando ya que el niño era de tirar sus juguetes afuera. Tulio al verlo lo nota dormir, algo que le dio ternura, cerrando la puerta para que el ruido no lo molestara.

—Este es el cuarto de Julián, no lo molesten, este es tu cuarto, Juanin, y este es el tuyo Bodoque y este es el mío, no pueden entrar ¿Les quedó claro? —hablo el narcisista apuntando cada uno de los cuatros—Aja, si, como sea —dijo sin mucha importancia el conejo, mirando su cuarto, viendo que era más grande de lo que se imaginaba—. Voy por mis cosas. —agregó el reportero estrella, bajando las escaleras en búsqueda de sus cosas—Gracias por dejarnos mudarnos aquí, Tulio, es muy amable de tu parte dejarnos en tu casa para poder cuidar de Julián. —dijo con una sonrisa el albino a su mejor amigo, agradecido por la acción de este—Si, si, Juanin, mejor ve por tus cosas. —dijo Tulio sin mucho interés y algo cansado al no poder tomar su siesta por esperar a sus amigos— Está bien, gracias Tulio, será mejor que duermas, yo me encargo de Julián ahora. —le dijo el tierno albino a su amigo con una sonrisa, arrastrando a Tulio a su cuarto para que pueda descansar—No, Juanin, estaré bien, ahora debo ver a mi bebé, después dormiré, pero ya es hora de darle su tercer biberón y no le gusta que su leche sea muy caliente o muy fría. —dijo negándose a la ayuda de su amigo albino, desviándose a la cocina para preparar la leche para su bebé— guau, ese no es el Tulio que conozco, Julián lo cambió mucho. —dijo para sí mismo el albino, notando el cambio de personalidad de su mejor amigo, viéndolo más responsable que antes.

Después de unos minutos Tulio ya tenía la leche lista para su bebé, subiendo las escaleras hasta el cuarto de su hijo, abriendo la puerta y notando que Julián ya había despertado, acercándose al niño con una sonrisa conmovido, viendo a su guagua jugar con un peluche que su padre el regalo—buenos días, mi Julián —le dijo con una sonrisa a su bebé, cargándolo en brazos con delicadeza, dándole su biberón que Julián acepta al instante, tomando la leche mirando a su padre con ternura—. Mi bebé tenía hambre. Veo que ya estás mordiendo cosas, de seguro ya eres un bebé grande ¿No, Julián? Aun así, será pequeño para mí, mírate, tus pequeñas manitos, tus pequeños piecitos, tu pequeña carita, todo chiquitito. En realidad, eres más pequeño que un chimpancé con ojos de botón normal, eso te hace más especial y lindo, o sea, ya eres lindo y especial porque tu padre es lindo y especial, pero tú tienes una ternura que nadie te la puede negar. —le hablo a su pequeño con ternura y orgullo, jugando con él, mirándolo mientras la guagua tomaba su biberón, sin darse cuenta que detrás de ellos había un conejo y un Juanin mirando la escena.

—Guau. Creo que ese bebé está logrando lo imposible. —dijo Bodoque sorprendido por la escena que vieron. Juanin solo asintió al comentario de Bodoque conmovido por lo que vio.

Después de que ya hayan pasado todas las pertenencias de los nuevos habitantes de la enorme mansión a sus cuartos, estos se relajaron un poco, todos estaban exhaustos, especialmente Tulio que si se sentaba un segundo en el sillón se quedaba dormido, quedándose parado en el living pensando en el almuerzo—Tengo hambreeeeeeee. —se quejaba el conejo mientras se tiraba en el sillón con Julián en brazos sorprendido por la acción de su padre—Yo también tengo hambre, la mudanza me dejó hambriento. —agrego Juanin sentándose al lado de Bodoque mirando a su bebé con ternura. —Si quieren puedo pedir unas pizzas en Domino's pizza —les dijo Tulio a ambos acercándose al teléfono—. La verdad es que yo también tengo algo de hambre. —agregó el chimpancé con una sonrisa para después empezar la llamada tranquilo.

Después de unos varios minutos llega la pizza a la mansión Triviño, que mientras la comen los tres hablan de cómo será su nueva vida viviendo juntos y con Julián como su hijo. Mientras charlaban Tulio terminó durmiéndose en el sillón de la sala, dejándolo descansar tanto por parte de Juanin como por parte de Bodoque, sabiendo lo agotado que se encontraba por su rol de padre.
Ya parecen una familia.
Ya nada puede salir mal... ¿Oh no?

Está historia continuará…

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