04: Dante Bovary.
MGMT— Little dark age.
Puedo no estar segura de muchas cosas, pero de lo que estoy segura con demasiada certeza es que Dante Bovary jamás fue amigo mío.
—Hagamos esto rápido —dije en dirección a Billie, a algunos metros de distancia.
—No planeaba hacerlo de otra forma —habló, dando pequeños pasos al lago. —¿Deberíamos decir algo?
—No creo… no hablaré yo si es lo que estás planeando —me aproxime a decir, caminando detrás de ella.
Sintiendo mi muerte en cada paso, porque eso significa Dante Bovary en mi vida.
Es mi ruina, mi muerte, y lo peor del caso es que él no lo sabe porque todo está en mi cabeza.
—¿Por dónde deberíamos de buscar? —preguntó, en voz baja, pero lo suficientemente alta para que la escuchará.
—No lo sé, pero no hay que alejarnos mucho… —no pude terminar de hablar, porque Billie ya se estaba acercando a Bovary. —¡Buscaré de aquel lado!
Buscaré en cualquier lado del maldito lago con tal de no tener ver a los ojos a Dante, ese maldito traidor es uno de los causantes por los que no tengo amigos.
Me aleje un poco, caminando a dirección contraria del hijo del comisario, un malestar se instaló en mí, un malestar muy diferente al que me da cuando me siento mal. Camine sin saber exactamente qué hacer, ¿Qué debería de buscar? ¿Que se supone que debo encontrar?
Un mal olor llegó hasta mis fosas nasales, cubrí mi nariz sintiendo las náuseas llegar. Fue muy mala idea venir, debimos mejor venir mañana cuando quizás no hubiera mal olor ni tampoco un Dante Bovary sentado a orillas del lago.
Entre más caminaba, el olor era más fuerte. La policía ya estuvo aquí, si no le dieron importancia a ese olor, entonces no debe de ser importante.
—¡Alyssa! —me llamo Billie, acercándose —¿Encontraste algo?
—Nada, quizás deberíamos de volver mañana con más tranquilidad y luz —comente, —Algo huele horrible por aquí.
Dicen que algunos tenemos desarrollado más un sentido que otro, en mi caso es el olfato, me gusta oler todo, me guío por los olores. El día que Eliza dijo que se iría a la ciudad, sabía que iría a ver a su novia por la clase de perfume que usaba, el perfume que usa solo en ocasiones importantes exportado desde Francia.
—Creo que voy a vomitar —avise, acercándome más al lugar de dónde venía ese mal olor. —Si vómito, por favor susten mi cabello.
—Dalo por hecho —dijo jugueteando con su cámara, —en lo que tú paseas por ahí, yo voy a interrogar al chico.
—Claro —solté, sintiendo cada vez más fuerte el mal olor. No tenía planeado acercarme, pero es tan fuerte que no lo puedo dejar pasar por alto.
Quizás no es tan fuerte, y solo yo lo siento demasiado fuerte por mi olfato desarrollado, pero igual siento que no debo ignorarlo.
Me gire solo para tantear la distancia que me había alejado, también para no perder de vista a Billie, quedarme sola aquí no es algo que esté en mi planes.
Tomé una rama para irme abriendo paso en el camino, cada vez hay menos luz, pero aún es visible todo a mi alrededor. No hay muchos árboles, solo hojas secas, ramas y alguna que otra basurita.
Seguí andando, moviendo los arbustos con la rama hasta que no logré mover uno. Me acerqué para ver qué era lo había roto la rama, me tomó un momento procesar lo que mis ojos ven.
Lo olvidé todo, mi nombre, mis deseos, todo me abandonó durante un segundo que me pareció eterno. Hasta que algo en mi cerebro hizo click y pegue un gritó, cayendo hacia atrás.
—¡Billie! —grite, en cuanto recordé que había venido con ella. —¡Billie!
Billie no se hizo esperar y se hizo presente con demasiada rapidez, en compañía de Bovary.
—¡Oh, Dios! —exclamó Billie, tomándome de los hombros para girarme y dejara de ver la escena, porque yo no soy capaz de reaccionar. —¡Vamos, Aly, salgamos de aquí!
—Llamaré a mi padre —avisó Bovary, sacando su celular para posteriormente llamar.
Billie me alejó del lugar, mientras yo intentaba procesar lo que había visto. Jamás pensé que en mi vida vería un cadáver, menos el de Mareike.
Es ella, su cabello, sus ojos, toda ella.
—Lamento tanto que hayas tenido que ver eso —hablo Billie, dándome un intento de abrazo porque ninguna de las dos fue capaz de terminarlo. —Espera aquí, debo tomar algunas fotos antes de que la policía llegue.
—Claro —solté, recargando mi peso en un árbol. Cerré mis ojos un momento, intentando tener un momento de relajación para pensar, pero no lo logró.
No importa cuánto cierre los ojos, mi mente automáticamente trae la imagen de Reike tirada entre hojas secas, vestida como si estuviera en los años 50 's.
Y sin poder controlarlo más, dejó salir el vómito, odio la sanción caliente en mi garganta, pero ya no lo puedo seguir reteniendo.
Me llevo las manos al cabello intentando sujetarlo, pero las dejo al aire al sentir que Billie me sujeta el cabello tal como le había pedido un minuto atrás.
Me mantengo en esa posición durante algunos cinco minutos, terminando de regresar absolutamente todo lo que había comido en el día que se limitaba a únicamente la cena y a algunas galletas.
—Gracias Billie.
—Billie está tomando fotos —informó Bovary, alejándose algunos pasos de mi. —Mi padre ya viene, querrán hacerte muchas preguntas.
Me lo imaginaba, ahora tendrán una razón más para culpar a mi madre, a Eliza, y hasta a mí.
—Siento mucho lo de Mareike, ella era tu amiga —dije recargando todo mi peso en el árbol nuevamente.
—Y ella tu hermana.
Me trague mi corrección, me abstuve de recordarle que era mi medio hermana solo porque no es el momento. Tengo muchas cosas en que pensar, también debo de llamar a Eliza y contarle todo, quizás pedirle que busque un buen abogado.
Y antes de que el momento se volviera incómodo, Billie regresó con su cámara en mano.
—Tengo lo necesario para mí reportaje.
—Que bien, porque no pienso regresar a este lugar —avise, llevándome una mano al vientre. —Creo que volveré a vomitar.
Billie retrocedió, probablemente asustada de terminar con olor a vómito.
—Creo que tomaré más fotos de aquel lado, quizás veamos otra cosa que la policía haya pasado por alto —anunció Billie, dejándome sola con Bovary.
—Nosotras indagamos en el caso de Mareike —avise, antes de que preguntara —es terrible lo que le ha pasado.
—¿No era que la odiabas?
—Yo no la odio, solo me desagrada —me aproxime a responder, sintiendo una punzada en el pecho —a pesar de eso yo jamás he querido que nada malo le pasase.
Puede que muchas veces la haya insultado en mi cabeza, pero no quería su muerte. Yo solo estaba enojada con mis padres, con su mamá, la vida. Su muerte es terrible, su madre estará devastada cuando se lo digan.
Pero, yo no lo estoy, no puedo estar triste por alguien que no conozco más allá de vista, por alguien que nunca hizo nada para cambiar las cosas entre nosotras. No puedo culparla, las personas dicen que mi madre le hizo la vida imposible a la de ella, y puede que más de una vez la haya mirado feo.
Ninguna de las dos nunca hicimos un esfuerzo, y ahora ella está muerta. Me esfuerzo por procesar todo, por mostrar una pizca de tristeza, pero no puedo.
—Es difícil creerte.
Dante se ve tan conmocionado como yo, su rostro muestra más emociones de las que ha mostrado a lo largo de los años; sus ojos reflejan enojo, tristeza e impotencia.
—No debes creeme, nosotros ni siquiera nos conocemos —solté por mero impulso, como la mitad de las cosas que hago.
Solíamos conocernos, yo pensé que lo conocía, pero nunca lo hice en realidad. El era el hijo del comisario que había sido trasladado desde la ciudad de Chicago, y yo solo era una niña que quería tener amigos y qué se apegó al único que no conocía su historia familiar.
—¿No? —pregunto alzando una ceja, —sé que te la pasas haciendo garabatos en tu cuaderno, qué no te gusta la mostaza y que tienes un extraño gusto por los gatos.
—¿Extraño gusto? Todo el mundo ama a los gatos.
En eso oímos un ruido, el mismo que hizo que Billie se acercará a nosotros. Era la policía, el papá de Dante fue el primer en acercarse, después de intercambiar algunas palabras que preferí no oí el comisario dió la orden para que un grupo de policías se acercarán a dónde Dante había señalado que estaba el cuerpo sin vida de Mareike.
De solo recordarlo, las ganas de vomitar volviendo y no me pude contener, está vez solo era líquido amarillo. Billie sujetó mi cabello, evitando ver la escena.
Seguramente todos nos estaban viendo, ¡Que vergüenza! Pero, no puedo evitar vomitar con tan solo recordar la escena tan espeluznante que había visto y el olor, ese maldito olor a descomposición.
—¡Agh, cayó en mis zapatos! —exclamó Dante, señalando sus zapatos.
—Advertí que podría vomitar en cualquier momento, debiste moverte —dije a la vez en que Billie arreglaba mi cabello en una trenza.
Ninguno de los dos tuvo oportunidad de hablar más ya que la detective Morgan se acercó, sin su compañero que no me inspiraba confianza.
—¿Puedo hacerles unas preguntas? —preguntó, sin esperar respuesta —¿Quien encontró el cuerpo?
—Alyssa —respondió Dante, a la vez en que su padre lo tomaba del brazo para apartarlo, llevándolo al otro extremo del lago.
—Yo lo hice —afirmé, sintiendo como un peso se instalaba sobre mis hombros —yo seguí el mal olor.
—Yo estaba con ella —aviso Billie, —vinimos juntas.
—¿Se puede saber qué era lo que estaban haciendo aquí? —preguntó el comisario, regresando sin Dante.
—Salimos a buscar a mi gato —me aproxime a responder, —su nombre es señor bigotes, color anaranjado y no lo he visto desde hace tres días.
No es mentira, solo omitimos la parte en que realmente estábamos aquí buscando evidencias.
—¡Oh, Dios! Creo que volveré a vomitar —avise, todos retrocedieron algunos pasos —creo que ese virus que contraje no ha salido por completo de mi organismo.
—Lo mejor es que te lleve a casa, Aly —hablo Billie tomándome de los hombros, echándome una rápida mirada que supe perfectamente lo que significaba. —Mañana podemos seguir con la búsqueda del señor Bigotes, nos iremos ahora sí ustedes no tiene inconveniente.
—No lo hay —afirmó la detective Morgan, mientras el comisario negaba.
—¡Alto! —exclamó, —¿Ustedes cómo se conocen?
—Soy amiga de Eliza —respondió Billie, —ella está en Nueva York por cosas del trabajo, me pidió que por favor le diera una visita rápida a Alyssa para ver cómo seguía.
Billie actuó rápido, parece una mentirosa nata, ni siquiera titubeó.
—Eliza no me deja andar por aquí sola, le iba a pedir a la ama de llaves que me acompañara a buscar a mi gato, pero ella es vieja, se cansa rápido así que mejor se lo pedí a Billie aprovechando que estaba ahí —Añadi, algunos breves segundos después —estábamos por regresar cuando me llegó un mal olor, lo seguí y… ¡Dios! Ni siquiera puedo decirlo.
Billie me abrazó por los hombros, en forma de consolación.
—Tranquila, te llevaré a casa —dijo, para después ver a los policías —Alyssa está enferma, lo mejor es que la lleve a su hogar para que tome sus debidos medicamentos en contra del virus en su organismo.
—Estoy de acuerdo —comentó la detective Morgan, —mañana la visitaré, señorita Brown, por favor no abandoné el pueblo y mucho menos el país.
—Descuide, no lo he hecho en todos estos años y no lo haré ahora —no todavía, al menos.
—¡Dante! —gritó el comisario, —ven aquí, hijo.
Billie y yo nos dimos la vuelta para emprender camino hacia mi casa, a la vez en que Dante pasaba por nuestro lado. Chocamos miradas por un breve segundo hasta que el rompió contacto, un escalofrío me recorrió la espalda.
—Creo que vomitaré otra vez.
—Oh, por favor no —pidió Billie, casi en una súplica.
No sé cuánto tiempo había pasado, pero el sol ya se había metido, pero no importa, conozco tan bien este lugar que podría andar por aquí a ciegas y no perderme.
—Este lugar me da miedo de noche —aviso Billie, —es tenebroso.
—Antes me daba miedo, ahora solo me queda apreciar su belleza a la luz de la luna —comente, volteo hacia atrás solo para ver qué tanto nos hemos alejado y poder hablar con libertad. —¿Has tomado buenas fotos?
—Algunas, en casa las revisaré con más tranquilidad y ver qué podemos descubrir —respondió. —Hay algo raro, sea lo que sea lo descubriré más tarde.
—¿Cómo es que te enteras de todo? —pregunte, realmente interesada.
—Tengo mis contactos.
—Se más específica.
—Te lo contaré más tarde —se limitó a decir, pero yo quiero saberlo ahora.
—Dimelo ahora, por favor, sea lo que sea que estés haciendo para conseguir la información, no te jusgare.
Billie volteo hacia atrás, nos encontramos lo suficientemente alejadas de la escena como para ser oídas.
—No sé quién es quién me da la información —habló en un susurro apenas audible —pero cada vez que hay una prueba nueva, es dejada en mi puerta. No sé quién lo hace, pero definitivamente me quiere en el caso.
—¿Quién podría ser?
—No lo sé, pero sospechó que es alguien que trabaja en la estación.
—Por supuesto, ¿Quién más podría tener acceso a la información? —pregunte, sin esperar respuesta de su parte —a menos que…
No termine la frase, me detuve en seco pensando en las posibilidades, no muchas, por supuesto.
—¿A menos de que, Alyssa? —preguntó Billie, deteniéndose en seco a lado mío.
—Que quien te de la información sea el responsable de todo esto, porque ¿Quién más podría tener acceso?
—Pero, ¿Por qué haría eso?
—No lo sé, pero lo descubriremos.
O al menos, lo vamos a intentar.
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