
Capítulo 1: Primeros encuentros.
Hospital de la aldea de la hoja.
Una chica de exótico pelo rosa empezó a despertar mostrando unos hermosos ojos jade, se sentó algo aturdida y confundida, su cabeza le dolía horrible y no podía recordar que había pasado, solo recordaba estar caminando por un parque, ver una luz y después de eso solo perder la conciencia.
Cuando finalmente el dolor cesó, observó el lugar sin poder reconocerlo. Miró su mano poniéndose pálida al notar que faltaba algo. Rápidamente se paro con la intención de buscar ese algo, pero se detuvo en seco al mirar por la ventana. Una ola de recuerdos y nostalgia la golpearon, había cambiado mucho, pero seguía siendo aquel lugar donde nació y creció,
Antes de que si quiera pudiera recuperarse de la impresión, alguien entró. Se quedo helada al verla y ambas se quedaron viéndose unos momentos hasta que el silencio fue roto por la otra persona.
—Sakura... —dijo la mujer de pelo rubio que había entrado para abrazar a la peli rosa con lágrimas en los ojos, no era nada difícil de saber quien era, después de todo fue su mentora. —Por fin estas en casa, de vuelta... después de tantos años.
A la chica se le hizo un nudo en la garganta. Quería echarse a llorar, tenía una mezcla de emociones, nostalgia, tristeza, miedo. Quería salir corriendo pero a la ves solo quería seguir sintiendo aquel calor y amor de parte de su maestra que por años fueron su consuelo, pero ahora solo la lastimaba.
—¡Sakura-chan! —Fueron interrumpidas por un hombre rubio que parecía harto de la vida, no solo estaba ojeroso si no que parecía triste y cansado. Pero en cuanto vio a su amiga aquel brillo de su juventud volvió a aparecer, y no dudó en correr a abrazar a su amiga soltándose a llorar, aferrándose a ella como si su vida dependiera de ello, sentía que si la soltaba la volvería a perder.
Por su parte la chica tardo en reaccionar, no lo reconocía, y se negaba a creer que ese hombre tan apagado era su amigo que siempre le levantaba los ánimos. Volteo hacia su maestra con la esperanza de que le dijera que no era el, que era alguien más, pero al ver que solo asentía con tristeza se le rompió el corazón, no podía ver así a su amigo, tan vacío y sin vida, la culpa la invadió y eso basto para que se echará a llorar aferrándose con fuerza a su amigo, le dolía, le dolía como mil agujas clavándose en su corazón verlo así.
—Donde estuviste... no sabes cuanta falta me hiciste, pensé que me moriría. —Y no mentía, todos esos años la gente vio como poco a poco aquel rubio tan alegre se iba apagando ante la ausencia de su amiga, las últimas 2 veces que se le vio sonreír y llorar pero de alegría fueron en el nacimiento de sus 2 hijos, luego de eso nunca más, sus hijos hasta pensaban que aquel hombre tan alegre que les contaba su madre no era el mismo, porque el de las fotos siempre sonreía, su padre nunca lo hacía.
Por otro lado, la peli rosa no tenía el corazón de decirle la verdad, que ella no lo había extrañado tanto como el a ella, que hacia años se había rendido ante la idea de volver y había intentado olvidar su vida como shinobi, y ahora se arrepentía de no haber buscado más tiempo una forma de volver, aunque sea para despedirse.
Estuvieron así un buen rato hasta que fueron interrumpidos por el sonido de la puerta abriéndose; al voltear, los ojos de la peli-rosa se abrieron con sorpresa al toparse con unos ojos azabache que la miraban directamente, apagados y sin vida, aunque, eso no le erá nada sorprendente.
Jade y azabache se miraron durante un buen rato sin decir nada, aquellos ojos azabache buscaban algún indicio de aquel amor que en su momento le profesaban aquellos ojos verdes que nunca abandonaron su cabeza esos años; lastimosamente, el sentimiento no era mutuo, la chica solo lo miraba con lástima y sin una pizca de cariño, solo melancolía, hacia años que dejó de sentir algo, si quiera amistad o cariño por su amor de infancia.
—Sakura... —Finalmente el de pelo azabache rompió el silencio para dar un paso adelante. Quería abrazarla, expresarle cuanto la había extrañado, que nunca dejó de pensar en ella, que al final acepto tener cierto amor por ella.
—Sasuke... —dijo sorprendiendo a los presentes porque no uso el "kun" con el que siempre se refería a el, pero definitivamente lo que más les sorprendió fue ver como lo miraba con indiferencia. Sasuke quería abrazarla, ella no quería verlo. —Es bueno verte supongo... ¿Cómo está Karin?
—Ella está bien... ahora vive en la aldea. —Intentaba mantenerse sereno, pero la indiferencia de la peli rosa y la forma tan fría con la que lo veía le lastimaba.
—Eso es bueno. —Le dedico una pequeña sonrisa amable, mostrando que no había rencores, hacia años dejó de sentir algo por el, ni siquiera odio, no lo valía.
El de pelo azabache no dijo nada, solo se quedó callado, no sabía ni que decir o hacer, nadie más bien. Finalmente el silencio fue roto por alguien más. Al verlo la peli rosa sintió un cúmulo de emociones mientras apretaba sus manos, no sabía cómo reaccionar, enfrente se encontraba quien se supone debía ser un segundo padre, más que sin embargo, solo la dejo olvidada.
—Sakura... —Habló por fin el hombre de pelos plateados, estaba feliz de ver a su alumna, desgraciadamente, el sentimiento no era mutuo. Se intentó acercar para abrazarla, pero ella al instante se apartó incómoda.
—Kakashi-sensei, me alegro de verlo con buena salud. —Sólo se atrevió a decir eso mientras se mantenía intranquila en su lugar, la ansiedad la estaba consumiendo mientras trataba de mantener la calma, cosa que era muy difícil.
Los presentes no entendían el comportamiento de la peli rosa, no entendían porque parecía no quererlos cerca, no entendían porque se veía tan triste e incómoda, debería estar feliz de volver a casa, pero no era así. Lo último que pensaron es que se fue por su propia voluntad y por eso no quería estar ahí, y bueno, tenían razón, esa no era la razón de su desaparición, ella jamás se habría ido por su propia voluntad hace años, pero definitivamente ahora no sería una opción tan descabellada para la chica. El sentimiento de miedo los invadió, miedo de que algo malo le hubiera pasado, miedo de que le hubieran hecho algo y la hubiera pasado mal esos años.
Pero la única que sabía la respuesta era la peli rosa, más sin embargo, no tenía el coraje para decirles que estuvo mejor esos años desaparecida, que todos los años que vivió con ellos.
...
—Muchas gracias. —Le agradeció a una enfermera que le entregó un pequeño paquete con sus cosas antes de salir del hospital, afuera, la esperaba una rubia de ojos azules, quien en su momento fue su mejor amiga y su confidente.
—¡Sakura! —gritó la rubia para llamar su atención. Lo siguiente que supo es que estaba abrazándola, no era la primera ves que la veía desde que había vuelto, más sin embargo, seguía siendo... raro, por decirlo menos.
—Hola Ino... ¿podrías soltarme?
—Oh si, perdona —dijo separándose intentando sonreír, le estaba costando mucho acercarse a su amiga, y no entendía porque, la sentía tan cerca y tan lejos al mismo tiempo.
—¿Para qué viniste? Es que no... no te esperaba.
La rubia sonrió al instante, su amiga podrá haber cambiado pero no significa que tanto, así que, intentaría que todo volviera a ser igual.
—Quería invitarte a comer Ankos, se que te gustan mucho y... pues aprovechamos de pasar el día juntas, como en los viejos tiempos, podríamos luego ir a las aguas termales o no se, lo que tu quieras.
La peli rosa solo se quedó callada sin responder, en el fondo, seguía queriendo a su amiga, la única que tuvo por años pero... ya no era lo mismo, y nunca lo iba a ser, aún así, intentaría hacer un esfuerzo por pasar tiempo con ella, para no ser grosera, y más porque se veía realmente emocionada, no quería quitarle la ilusión.
—Unos ankos estarían bien. —Tras decir eso la rubia dio un pequeño grito de emoción para intentar agarrar su mano y dirigirse al lugar, mas sin embargo la peli rosa solo se apartó y sonrió levemente para caminar a su lado.
La rubia se sintió algo confundida y decepcionada pero, decidió aceptarlo, después de todo, no quería hacerla sentir incomoda así que solo camino con ella hacia el lugar.
Y así pasaron la tarde, charlando y riendo, o mas bien, la Yamanaka estaba charlando y riendo, la mujer de ojos verdes solo escuchaba sin decir nada, fue todo muy... incómodo a decir verdad.
Finalmente la peli rosa se retiro a su apartamento acordando verse luego con su amiga, no era una idea que le entusiasmara tanto pero, lo haría por la Yamanaka.
Entró a su apartamento dado por el rubio cabeza hueca que tenía de amigo. Luego de explorarlo un poco, fue a hacer de cenar, si, sorprendentemente sabía cocinar, no lo hacía muy seguido por el tiempo y más porque siempre cocinaba M-
Al recordar a esa persona se detuvo sintiendo su corazón hundirse, sus ojos se llenaron de lágrimas que luchaba por no soltar, quería pensar que todo esto era un sueño, y que despertaría y todo volvería a como era antes, pero no era así. Miro la comida que estaba preparando, era para 3 personas, y ella solo era una.
Sintiéndose destrozada miró sus pertenencias y recordó algo. Rápidamente buscó y sacó un anillo de oro, tenía escrito en este "serpiente de cerezo". Sonrió al verlo y rápidamente se lo puso en su dedo anular derecho sintiéndose un poco mejor, por lo menos aún tenía algo que le recordaba a su hogar.
Siguió cocinando para luego sentarse a cenar, sola... definitivamente no era nada bonito, y más cuando por años comió entre risas y aveces llantos, pero nunca sola.
Al acabar guardo la comida sobrante y se dirigió a su cuarto, no era muy bonito pero podría remodelarlo. Se puso una pijama que encontró en el armario y se acostó cubriéndose con las cobijas hasta las orejas, esperaba sentir que alguien la abrazaba por la cintura pero no fue así, cayendo en la triste realidad de que no estaba ahí.
—Te extraño... —dijo para caer en los brazos de morfeo luego de mucho tiempo, tardaría en acostumbrarse a no dormir abrazada a alguien luego de haberlo hecho durante años, y aunque sabía que volvería a hacer sufrir a sus amigos, deseaba no tener que acostumbrarse por mucho tiempo y que fuera rápida su estadía ahí.
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