**** 16. El Alta. ****
Después de semanas de tener la pierna limitada, finalmente me habían retirado los puntos y la escayola. Era una sensación increíble el poder mover mi pierna libremente de nuevo. Me sentía tan bien que podría correr un maratón en ese mismo momento, aunque sabía que Jackson no estaría de acuerdo conmigo.
Miré a Emily y le sonreí feliz. Caminé hasta donde estaba ella y me dio un gran abrazo, que me hizo sentir aún mejor.
— ¡Ahora sí podemos retomar nuestras noches de chicas e ir a bailar de nuevo! —exclamó Emily emocionada, me dio un abrazo efusivo y comenzó a dar saltitos de alegría sujetando mis manos.
— ¡Eso sería estupendo! —admití, contagiada por su entusiasmo y sonriendo ampliamente.
—Bueno... no quiero ser aguafiestas, pero creo que esa salida debe esperar. Recuerda, Nicol, poco a poco —señaló Jackson, recordándome que debía seguir cuidando mi pierna.
—Tampoco era que íbamos a ir ya mismo, ¡doctor! —respondió Emily un poco insolente.
— ¡Em! —la reprendí suavemente—. Claro, Jackson, así será. Tendré mucho cuidado y seguiré tus recomendaciones —afirmé, asegurándole que no tomaría riesgos innecesarios.
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—Bueno... esta excelente recuperación hay que celebrarla —exclamó Jackson con una amplia sonrisa.
—Me sumo a la propuesta —dije, para apoyar su idea.
—No sé ustedes, pero yo tengo hambre y conozco un buen restaurante. ¿Qué dicen si vamos a almorzar? —propuso Jackson, sugiriendo una forma de celebrar y compartir un buen momento juntos.
— ¡Estupenda idea, amigo! —dije entusiasmado por la propuesta de Jackson, quien siempre estaba dispuesto a aprovechar cualquier oportunidad para disfrutar y pasar un buen rato—. ¿Qué dices, Nicol? ¿Te gustaría almorzar con nosotros?
—Uuum... no sé... si debería —respondió ella, mirando a Emily en busca de su opinión.
— ¿Qué dices, Emily? ¿Nos acompañas? —le pregunté, suplicando con los ojos que aceptara.
— ¡Almuerzo gratis! Claro que voy —comentó Emily sonriendo y guiñándome un ojo. Yo le sonreí agradecido por aceptar la invitación.
—Delia, por supuesto que tú también estás invitada —le dije, extendiéndole la invitación.
—Gracias, señor, pero no es necesario —respondió Delia con amabilidad, declinando mi invitación.
—Claro que sí, Delia —intervino Nicol—. Sin tu ayuda y tus cuidados no lo hubiera logrado. Me ayudaste muchísimo en este largo proceso y me encantaría que nos acompañaras. ¿Qué dices, te gustaría unirte a nosotros?
Nicol se acercó hasta ella y le tomó de las manos, expresando su gratitud por todo lo que había hecho por ella.
—Por favor, ¿di que sí? —le suplicó con una sonrisa.
—Está bien, señora. Si usted insiste, iré —respondió Delia con una sonrisa en el rostro, agradecida por la de cariño. Nicol la abrazó muy feliz en respuesta.
—Por favor, dime Nicol, no más "señora" —pidió amablemente, y Delia asintió con una sonrisa.
Ante esas emotivas y sinceras palabras, era imposible negarle algo a Nicol. Me tenía cautivado su sencillez y buen corazón. Me sentía afortunado por haberla conocido.
— ¡Claro que vienes con nosotros! —exclamó Jackson entusiasmado, agarrando a Delia por la cintura—. ¡Ven, acompáñame a firmar el alta para que quede libre la habitación y nos vamos a celebrar! ¡Ya regresamos! —añadió, saliendo de la habitación con una gran sonrisa en el rostro.
—Bueno... Voy a cambiarme y a buscar mis cosas, ya vuelvo —dijo Emily, despidiéndose con una sonrisa antes de salir de la habitación.
— ¿Quieres sentarte mientras esperamos? —me acerqué a ella y le ofrecí mi mano como apoyo.
—La verdad es que he estado mucho tiempo sentada. Si no te importa, prefiero quedarme de pie —respondió ella con una sonrisa mientras hablaba, agradeciéndome por mi ofrecimiento.
Asentí sonriendo, comprendiendo su necesidad de cambiar de postura y moverse un poco después de estar sentada por tanto tiempo.
—Claro, entiendo. Tienes una hermosa sonrisa, Nicol. Me encanta verte sonreír —comenté mientras acariciaba su mejilla suavemente, admirando su belleza natural.
—Gracias... —respondió ella tímidamente, agradecida por mi halago.
—Ya que estamos de pie, me gustaría intentar algo —le dije, y ella me miró con curiosidad. Le sonreí y le guiñé un ojo mientras sacaba mi teléfono, busqué una canción que era especial para mí y que quería compartir con ella. Hice una pequeña reverencia, extendí la mano y le pregunté—. ¿Bailas conmigo?
—Me encantaría —asintió con una sonrisa en los labios mientras tomaba mi mano sin dudarlo. Me acerqué a ella y la tomé por la cintura, sintiendo su cuerpo cálido y cercano al mío. Ella puso su otra mano sobre mi hombro y comenzamos a movernos al compás de la canción que sonaba en mi teléfono: "11:11" de Ben Barnes. Era una canción que nos caía como anillo al dedo, con una letra emotiva que tenía un ritmo suave y cadencioso que nos permitía disfrutar de la música y la compañía mutua.
Bailamos en silencio, mirándonos a los ojos, entendiendo lo que el otro quería decir sin necesidad de palabras. En ese momento, la música y nuestra cercanía lo decían todo.
Nos dejamos envolver por la suave melodía y el tímido roce de nuestros cuerpos al balancearnos. Cada movimiento, cada mirada era intensa y significativa. Nos entregamos a ese momento, dejando atrás cualquier preocupación o temor.
Yo era un excelente bailarín, gracias a mi madre, quien siempre insistió en que debía aprender a bailar para conquistar al amor de mi vida con un baile. En ese momento, estaba agradecido con ella por haberme enseñado a moverme con elegancia.
Aquí estaba yo, bailando y luchando por ganarme el corazón de esta hermosa mujer que se había colado en mi vida y mis pensamientos. Me sentía afortunado de estar allí, con Nicol en mis brazos.
Cuando la canción terminó, nos quedamos abrazados, mirándonos como si no quisiéramos que ese momento terminara. Llevé su mano a mis labios y le di un suave y lento beso, sintiendo su piel suave y cálida bajo mis labios. En su mirada había deseo y confusión, todo mezclado; como si estuviera librando una batalla interior.
Acuné su cara en mis manos y le dije con voz suave y apasionada:
—No te preocupes —mencioné mientras pasaba un dedo por su frente para relajarla. Noté que tenía el ceño fruncido, lo que me indicaba que estaba preocupada o insegura—. Nicol... relájate, no pienses más. Solo dejemos que las cosas fluyan, ¿sí? Tenemos tiempo, no hay necesidad de apresurar nada.
Quería que ella se sintiera cómoda y segura, sin presiones ni expectativas. Quería que supiera que estaba dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario para que ella se sintiera lista a dar el siguiente paso.
Ella cerró los ojos y dio un profundo suspiro, como si hubiera dejado salir toda la tensión acumulada. La besé suavemente en la frente y recosté su cabeza en mi pecho, sintiendo su respiración tranquila y pausada.
Así estuvimos abrazados por un rato, disfrutando de la calidez de nuestros cuerpos y el silencio reconfortante que nos envolvía. Me hubiese gustado tener el poder de pausar el tiempo y disfrutar de este momento de paz y tranquilidad, en el que podíamos simplemente estar juntos, sin miedos ni inseguridades.
—Daniel... —habló ella mientras seguía abrazada a mi pecho.
—Dime, Nicol —le respondí con ternura mientras frotaba suavemente su espalda.
— ¿Cómo sabes que lo que sientes por mí es real? ¿Cómo sabes que dentro de un mes no llegará alguien más adecuado para ti, alguien que se mueva a tu ritmo y esté en tu mismo mundo? ¿Cómo sabes que tus sentimientos hacia mí no cambiarán? —preguntó ella con voz inquieta y temerosa.
Sus palabras estaban cargadas de miedo e incertidumbre, y podía sentir su corazón latir con fuerza. Tomé su mano con ternura y la apreté suavemente para transmitirle calma y seguridad antes de hablar.
—Necesitas un puerto seguro, ¿cierto? —le pregunté levantando su barbilla para que me mirara a los ojos, ella asintió—. Y si te digo que tú eres mi puerto seguro, que eres la persona que necesito a mi lado cada día y cada noche. Que posees el ritmo perfecto para mis pasos y que mi mundo eres tú. Nicol desde que te conocí, no he deseado nada más en mi vida, sino a ti —le dije con toda la seguridad que podía trasmitirle, necesitaba que confiara en mí—. No sé qué nos depara el futuro, pero si hay algo de lo que estoy completamente seguro es que quiero estar contigo y construir una vida juntos. Quiero amarte, apoyarte y cuidarte, en cada paso del camino.
Le di un suave beso en los labios y la observé en silencio, dándole tiempo para asimilar mis palabras. En su mirada podía ver reflejada la duda y la incertidumbre, pero también podía sentir su corazón latir fuerte y rápido con la esperanza de un futuro juntos.
Quería hacer este momento eterno, quedarme abrazado a ella para siempre y demostrarle lo mucho que significaba para mí. Pero entonces, llamaron a la puerta y tuvimos que separarnos.
—Estoy lista. ¿Nos vamos? —dijo Emily al entrar en la habitación.
—Esperemos un poco más, todavía faltan Delia y Jackson —le respondí con una sonrisa.
— ¡Aquí estamos! ¡Nicol! —exclamó Jackson al acercarse a ella, entregándole una carpeta—. ¡Oficialmente, estás de alta! —le dijo mientras le daba un beso en la mejilla y pasaba un brazo sobre sus hombros—. ¡Vamos a celebrar!
—Bueno... bellas damas, ¿qué dicen si me acompañan? —les propuse a Emily y Delia, ofreciéndoles mis brazos como apoyo. Salimos todos juntos, cargados de emoción y felicidad.
En el elevador, las risas inundaban el espacio gracias a las ocurrencias de Jackson. Sentía que la energía positiva nos llenaba a todos, y estaba emocionado de poder pasar más tiempo con Nicol.
Finalmente, salimos del edificio entre abrazos y risas. Éramos un grupo bastante alegre, y podía sentir las miradas de los demás sobre nosotros. Pero eso no me importaba, ya me encargaría luego de los paparazzi.
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