**** 10. Intoxicación. ****
Durante la madrugada, Adrián llegó ebrio y me despertó bruscamente al caer en la cama sin cuidado alguno. Por suerte, no lastimó mi pierna. Sin embargo, empezó a tocarme y yo no quería que lo hiciera. Su olor a alcohol, cigarrillos y sudor era desagradable y no podía soportar estar cerca de él. A pesar de mis negativas, Adrián insistía en que debía complacerlo porque era su esposa.
Con gran esfuerzo, logré levantarme de la cama. En ese momento, él se adelantó y me agarró del brazo, causando que perdiera el equilibrio y cayera de bruces en la cama, lastimando mi pierna. Intentó besarme de nuevo, pero tuve que darle una bofetada para que me dejara en paz.
Se levantó de la cama maldiciendo y salió de la habitación, azotando la puerta tras de sí. Al ver que no regresaba, me levanté de nuevo y fui a buscar los medicamentos, me tomé dos pastillas para aliviar el dolor. Caminé tambaleándome por el pasillo apoyándome en la pared, y pude ver que se había quedado dormido en el sofá. Decidí regresar a mi cama y, después de un rato de dolor y agotamiento, finalmente logré dormirme.
No sé cuánto tiempo pasó, pero el dolor en mi pierna fue tan intenso que me despertó. Sentía mucho ardor y era como si tuviera otro corazón por la forma en que me palpitaba la herida. Tomé dos pastillas más y finalmente el dolor disminuyó lo suficiente como para poder dormir de nuevo.
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El sonido del teléfono resonaba lejos, pero no me importó. No tenía ganas de hablar con nadie. La noche anterior había bebido demasiado y mi cabeza parecía que iba a explotar. Tomé un analgésico y me tumbé de nuevo. Después de un rato, el timbre de la puerta comenzó a sonar.
— ¡Daniel! ¡Maldita sea! ¡Abre la puerta ahora mismo! —Jackson iba a derribar la puerta si no me levantaba.
— ¿Qué pasa, Jackson?, ¿qué maneras son esas de tocar?
— ¡Despabila hombre, es Nicol! Delia me llamó porque tú no respondías el teléfono. ¡Tenemos que ir a su casa, ahora!
Al escuchar su nombre, me sacó de mi aturdimiento. Fui corriendo a mi habitación, me puse unos vaqueros, una camiseta y los zapatos que estaban más cerca. Tomé la chaqueta que estaba junto a la puerta y salimos rápidamente.
En el camino, Jackson me explicó que Nicol había tomado unas cuantas pastillas de más y no despertaba.
— ¿Qué ha pasado Delia? —pregunté en cuanto abrió la puerta.
— ¡Por favor, pasen! —ofreció ella y comenzó a explicar apresuradamente lo que había sucedido, mientras mi ansiedad aumentaba con cada palabra.
—Cuando llegué, Doña Ana me dijo que iba a llevar a la niña a la escuela y que el Señor Adrián ya se había retirado. Fui a darle los buenos días a la señora, pero la vi dormida y no quise molestarla —Delia parecía muy nerviosa y estrujaba sus manos mientras hablaba.
—Ya había pasado una hora y seguía durmiendo, así que entré a la habitación e intenté despertarla, pero ella simplemente no respondía. Me acerqué para examinarla y noté que su respiración estaba muy débil. Eso llamó mi atención, fui a revisar los medicamentos y me di cuenta de que faltaban varias pastillas. Además, hay sangre en la cama y...
Eso fue lo último que escuché, porque corrí a la habitación.
— ¡Nicol! Por favor despierta. ¿Qué has hecho? ¡Jaaacksoon! —grité por encima de mi hombro—. ¡No reacciona...! —dije con angustia. Me arrodillé a su lado y, por más fuerte que la llamara, ella no respondía.
Jackson entró corriendo al escuchar mi grito y comenzó a examinarla. Delia le colocó un suero y siguió las instrucciones que él le daba. Aunque su pierna estaba llena de sangre, los puntos seguían en su sitio. Delia y Jackson empezaron a trabajar para limpiar y desinfectar la herida. El ardor que le provocó la limpieza, hizo que Nicol despertara y gritara de dolor.
—Delia, colócale cinco miligramos de codeína por favor. Tranquila, cariño, en un momento no sentirás más dolor —explicó Jackson mientras Nicol miraba con somnolencia a ambos.
— ¿Cómo te sientes? —le pregunté angustiado mientras acariciaba su rostro, pero ella no pronunciaba palabra y esquivaba mi mirada.
—Cariño, cuéntame ¿qué ha sucedido? —inquirió Jackson mientras seguía haciendo su trabajo.
Era evidente que ella no iba a hablar mientras yo estuviera allí.
—Daniel, ¿puedes esperar fuera mientras la examino? —sugirió Jackson dándome una mirada significativa.
No quería irme, pero sabía muy bien lo que planeaba. Salí de la habitación, dejando la puerta entreabierta para poder escuchar todo.
—A ver, cariño, dime ¿qué ha pasado?
— ¡Todo ha sido un error! Soy una tonta, debí fijarme en el tiempo transcurrido antes de tomar tantas pastillas. ¡Lo juro, esto no es lo que parece! Jamás atentaría contra mi vida. Realmente fue un error... Es que me dolía tanto la pierna... Yo solo quería aliviar el dolor —explicó Nicol con voz temblorosa. Se me encogía el corazón al escucharla.
—Ok, ok. Te creo cariño. Pero, ¿por qué te dolía tanto la herida? Hay sangre, Nicol. Y mucha. Toda el área está inflamada. Esto representa un retroceso en tu recuperación. Necesito saber, ¿qué sucedió aquí?
Maldije por lo bajo al escuchar el diagnóstico de Jackson. Ella debía de estar muy asustada al escucharlo hablar. Quería entrar y consolarla, pero no hablaría delante de mí, así que esperé.
—Cariño, soy tu médico y todo lo que me digas quedará entre nosotros, ¿entiendes? —agregó Jackson, tratando de tranquilizarla y darle confianza.
—Mi esposo llegó anoche borracho y... bueno... él quería tener relaciones... y yo no... —Nicol se quedó callada, y yo sentía como la ira iba creciendo en mi interior.
—Entiendo, continúa por favor —dijo Jackson, dándole ánimos para seguir hablando mientras yo trataba de mantenerme calmado.
—Discutimos. Cuando me levanté para salir de la habitación, tropecé y me caí. Básicamente, eso fue lo que sucedió.
No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Cómo su esposo podía tratarla así? Me parecía que esto estaba demasiado mal, y lo que no entendía era por qué Nicol lo permitía. ¿Qué la ataba a él?
—Jackson, por favor, no le cuentes a Daniel—rogó con impaciencia—. Ya le he causado muchas molestias. No quiero que se involucre. Él es una figura pública y no quiero que se vea envuelto en un escándalo de este tipo y mucho menos por mi culpa... no... no vale la pena.
¡Oh, Nicol! Mi dulce amor, cómo eres capaz de preocuparte por mí después de lo que has pasado.
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—Tranquila, cariño, no le diré nada a Daniel. Pero debes prometerme que tendrás más cuidado.
—Gracias —le agradecí, suspiré y cerré los ojos, me sentía muy cansada.
—Voy a cambiarte los medicamentos. Vas a necesitar más días de reposo. Pondré a Delia al tanto. Iré a avisar a Daniel que ya puede entrar. Debe estar muy preocupado por ti.
—Oh, vaya... Bueno, haré lo que sea necesario para recuperarme pronto. Gracias por estar aquí, Jackson.
Jackson sonrió y se acercó a mi cama. Tomó mi mano y la apretó suavemente.
—No tienes nada que agradecer, cariño. Estoy aquí para ayudarte en todo lo que necesites —dijo antes de soltarme y dirigirse hacia la puerta.
Antes de que pudiera salir, lo llamé.
—Jackson, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Claro, cariño, dime.
—Daniel, ¿siempre se preocupa así por todo el mundo?
Jackson sonrió y se tomó un momento para pensar en su respuesta.
—Creo que eso debería respondértelo él mismo —aclaró con una sonrisa. Justo en ese momento, Daniel entró en la habitación—. Los dejo solos para que hablen —dijo Jackson guiñándome un ojo antes de salir de la habitación con Delia.
—Solamente me preocupo por las personas que me importan, ¡como tú, Nicol! —respondió acercándose y tomando asiento a mi lado—. ¿Cómo te sientes?
—Estoy bien —respondí con una voz suave, evitando su mirada y sin saber que más decirle.
Daniel me miró fijamente durante unos segundos, como si quisiera leer mis pensamientos. Luego, tomó mi mano con firmeza y dijo:
—Nicol, necesito que me respondas algo y quiero que seas honesta. ¿Amas a tu esposo, cierto? Por eso soportas toda esta... situación.
Yo suspiré y cerré los ojos, negando con la cabeza. Ni siquiera tenía clara la respuesta a esa pregunta.
—Debes marcharte, Daniel. Aquí no hay nada para ti.
—Mírame, Nicol —suplicó en voz baja. Colocó un dedo en mi barbilla y giró mi cara hasta quedar frente a la suya—. Mírame a los ojos y dime que quieres que me marche... y lo haré.
En ese momento, Jackson entró en la habitación, rompiendo la burbuja de sensaciones que se había creado entre nosotros.
—Daniel es Taylor, debemos irnos —anunció Jackson de forma apresurada. Yo aproveché la interrupción para zafarme y le dije:
—Vete por favor. No vuelvas —le empujé de mi lado sintiendo como mis ojos se llenaban de lágrimas—. ¡Vete, Daniel!
Lo vi debatirse, me dedicó una dura mirada, se levantó y se fue.
Dejé salir mis lágrimas cuándo cerró la puerta tras él.
—Se acaban de retirar los... —estaba diciendo Delia al entrar en la habitación y se detuvo al verme llorar—. ¿Señora? ¿Está bien?
—Lo estaré Delia, lo estaré.
Unos minutos después entró Adrián, lo cual me sorprendió, no sé qué hacía en casa. Nunca venía a estas horas.
—Déjame a solas con mi esposa —dijo dirigiéndose a Delia.
Ella asintió y salió de inmediato.
—Nicol debemos hablar sobre lo que sucedió ayer.
—Lo sé, Adrián.
—Esto tiene que parar, soy tu esposo. ¿No crees que merezca un poco de respeto? Después de todo lo que he sacrificado por esta familia. Tú te comportas de esta manera. Prometimos apoyarnos en las buenas y en las malas —su tono de voz era duro, lleno de reproches.
—No te preocupes, Adrián. Él no volverá por aquí. Pero nuestra relación debe cambiar, no podemos seguir con estas peleas.
Adrián venía predispuesto a dar batalla, pero la tranquilidad en mi voz lo hizo cambiar de actitud. Me abrazó y me dio un beso.
—Me alegra saber que has recapacitado. Tenemos que luchar por nuestra familia.
Fruncí el ceño, sin sentir la misma alegría que él.
—Adrián, lo de anoche... —intenté continuar, pero él inmediatamente me interrumpió.
—Lo sé, lo siento. No estuvo bien. ¿Me perdonas? Te amo, Nicol —me dijo Adrián antes de abrazarme de nuevo. Yo solo pude susurrar un "yo también".
Después de eso, se marchó. Pero algo no se sentía bien, podía sentir una lucha interna, un sentimiento que quería revelarse. Sin embargo, lo deje de lado estaba agotada por la terrible noche que había pasado y las visitas inesperadas, cerré los ojos y traté de dormir, no quería pensar en nada más.
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Después de que Taylor nos diera la advertencia, Jackson me sacó arrastras del edificio.
— ¡Cálmate ya! —decía Jackson, pero yo estaba segado por la rabia—. ¿Acaso quieres armar un espectáculo aquí y que esto se llene de paparazzi, perjudicando tu imagen?
— ¡Y una mierda, Jackson! Lo único que quiero es partirle la cara a ese imbécil por lo que le hizo a Nicol.
— ¡Claro! Y cuando la prensa se entere, entonces atacarán a Nicol. ¿Eso es lo que quieres? ¿Que la persigan a todas partes y hagan de su vida un infierno? —sus palabras fueron como un balde de agua fría. Jackson tenía razón, solo lograría perjudicarla aún más. Maldije frustrado y me pasé las manos por la cabeza exasperado.
—Vamos, será mejor que nos marchemos —dije resignado, dejando que Jackson me condujera de regreso al auto.
Llegamos a mi casa, y nada más entrar, me serví una copa y lo tomé de un solo trago. Luego, agarré la botella y me senté en el sofá, en silencio.
— ¿Te encuentras bien, hermano? Has estado muy callado.
—No, no lo estoy Jackson. De no haber sido por ti, hubiera cometido una estupidez —le respondí tomando otro trago.
—No tienes por qué agradecerme —respondió sentándose a mi lado, dispuesto a escucharme si quería hablar.
—Es hora de que me marche. No tengo nada que hacer aquí. Ella no me quiere a su lado, me echó de su casa, de su vida.
— ¿Por qué no me acompañas? Debo dar una conferencia mañana a primera hora, y después de eso podemos salir a distraernos un rato. Así nos ponemos al día. ¿Qué te parece? —propuso Jackson, tratando de animarme.
—Jackson, no tengo ganas de nada.
—No tienes que hacer nada si no quieres. He reservado la suite presidencial y tiene un bar dentro, donde puedes ahogar tus penas. Ni siquiera tienes que salir de la habitación.
—No parece una mala idea —dije apurando otro vaso de mi bebida.
— ¡Excelente! Iré a dejar unas cosas en orden en el hospital y regreso por ti. Hazme un favor, no pierdas el conocimiento mientras regreso.
—No prometo nada —comenté mientras caminaba a mi habitación.
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