SS. Siguiendo a un conejo sospechoso.
Era casi mediodía y dos hermosas chicas con vestimenta de camarera recorrían las calles de Orario mientras cargaban varias bolsas de papel llena de frutas, verduras, carne y otras cosas relacionadas a la cocina que les servirían para su centro de trabajo.
La primera de ellas era una hermosa elfo de cabellera rubia que llegaba a la zona media de su espalda. Si nombre era Ryuu. Lo que pocos sabían es que años atrás este mismo fue cortado y pintado de verde pero... las cosas han cambiado mucho en el último tiempo.
Al lado suyo se encontraba la mejor amiga de la hada de bosque, como se les conoce a las elfo, quien presumía de una envidiable belleza y cabellera plateada que amarraba con una liga y listón, de nombre Syr. En su rostro se dibujaba una enorme sonrisa que iluminaba los alrededores y contagiaba el ánimo alegre al resto de los individuos que la observaran. Al caminar daba pequeños saltos y silbaba una canción de cuna, la cual se quedó en su mente desde que, bueno, tuvo a su hijo.
Sí, aunque la belleza y juventud de la chica impidan creerlo, ella es madre. Y una muy joven.
-Extrañas cantársela ¿Verdad?-Comentó Ryuu, riendo.
-Sí. Keitaro creció demasiado rápido. Siento que no disfruté su etapa de bebé como era requerido. Quisiera haberlo mimado más veces aunque... es parte de la vida. No siempre serán los pequeños retoños abrazables del principio. Sin embargo... jamás dejaré de querer besarlo y apretarle sus hermosas mejillas rojas-Respondió Syr, emocionándose y sonriendo ampliamente, de oreja a oreja.
-Ha cumplido 5 años hace poco ¿No? El tiempo vuela...-Declaró la elfo, mirando al cielo azul.
-Sí... nunca esperé que nuestras vidas dieran un cambio tan grande y repentino...-Concordó la peliplateada, recordando cariñosamente el motivo de esto.
-Respecto a Cranel-San ¿Dónde está?-Cuestionó la rubia.
-Ay Ryuu. Te he dicho muchas veces que no es necesario que te refieras a él con tanta formalidad. Dile Bell, no hay problema-Reclamó Syr, inflando sus mejillas porque ya era molesta la insistencia de su mejor amiga respecto a dicho tema.
-P-Perdón. No me acostumbro y es incómodo-Contestó Ryuu, desviando la mirada.
Nota del autor: Imagínenla como la describí antes. Por favor.
-No hay duda de que los hombres y las elfo son un caso especial. Me imagino que si alguien quisiese enamorarte debería ser muy paciente-Se mofó la peliplateada, riéndose mientras se tapaba la boca con la palma.
-Por favor evita molestarme...-Se quejó la hada.
-Hai, hai. Respondiendo a tu pregunta. Bell fue al calabozo y dejó a Keitaro con Eina para que lo cuidara-Reveló la esposa del conejo.
-Ya veo. No obstante... ¿Entonces quién es él?-Apuntó Ryuu hacia adelante.
A varios metros de su posición se hallaba un hombre de casi 20 años. La cabellera blanca y los ojos rojos como rubíes resaltaban del resto de habitantes de la ciudad y la gente que lo rodeaba, en al cual trataba de mezclarse.
Su actitud era... rara. Volteaba a todos lados en un intento de asegurarse de que nadie lo reconociera y viera.
Esto levantó sospechas en las camareras.
-¿Qué hace aquí? Salió hace 2 horas de nuestra casa en camino al calabozo...-Susurró Syr, agudizando sus ojos y buscando algún comportamiento extraño o, en su defecto, señales del por qué no se hallaba donde dijo.
Ambas se acercaron, colándose entre las personas y espiándolo a la distancia, evitando ser descubiertas.
Se asomaron desde el borde de una casa en la esquina y notaron que este se detuvo y comenzó a hablar pero desde su posición no conseguían visualizar a la otra persona.
De repente el conejo sacó una hoja de papel del bolsillo y la entregó, asintiendo y retirándose.
Tan pronto se quitó de en medio se percataron de quién era.
-¿Tiona?-Nombraron al unísono.
-¿Será casualidad que se toparan?-Cuestionó Ryuu.
-De ser ese el caso... ¿Por qué le entregó algo?-Interrogó la esposa celosa.
-Tal vez fue algún papel relacionado a cuentos de héroes. Al fin y al cabo ambos son fanáticos de ellos-Excusó la elfo la actitud del muchacho.
-No lo sé... desde hace días Bell ha actuado... diferente a lo normal. En ocasiones se recuesta en la cama y observa el techo como si pensara profundamente. Balbucea palabras que no entiendo y a veces se pierde tanto en su mundo que le hablo y se asusta-Declaró la humana, sujetando su barbilla y rememorando esos comportamientos fuera de lo común en su esposo.
-Hum. Sigámoslo-Adicionó, tirando a un lado las bolsas con víveres.
-¡E-Espera! Mama Mia nos regañará-Replicó Ryuu.
-No importa. Debo asegurarme de que mi esposo no me es infiel...-Los ojos grises de la mujer brillaron y un resplandor morado emergió de ellos.
-Ahora estoy tratando con Freya ¿Cierto?-Dijo la acompañante.
-La dulce Syr aguardará hasta comprobar que no fue engañada-Susurró, riendo tétricamente.
-Das mucho miedo. Dudo que Cranel-San cometa la estupidez de engañarte. Viendo qué tal vez no viva para contarlo-Murmuró Ryuu, asustada.
-Mucho diálogo. ¡A seguirlo!-Gritó la peliplateada, jalando a su mejor amiga y arrastrándola hasta el fondo de esto.
Los minutos transcurrieron y Bell se dirigía a cientos de sitios.
¿Al gremio? Perfecto, no hay que sospechar nada ahí... ¿O si?
Bell sacó una hoja de papel, idéntica a la entregada a Tiona, y se la dio a Eina, la cual se sonrojó brevemente.
Syr usaba lentes, al igual que un sombrero. Ryuu, por su parte, usó un abrigo grueso que le cubría el uniforme de camarera y también una bufanda que le tapaba la mitad del rostro.
Una aura negra y ambiente pesado provocado por ambas chicas golpeó en el edificio, complicando la respiración de los presentes e inclinándolos ligeramente abajo.
De repente el muchacho entró en pánico y movió las manos de derecha a izquierda, negando lo que la semi elfo se imaginaba.
Luego procedió a explicar la situación, tranquilizándola.
Eina suspiró, posando la palma en el corazón.
Simplemente asintió, aceptando la propuesta del aventurero, la cual el dúo de camareras no escuchó debido al ruido dentro del gremio.
Bell se dio la vuelta y se fue, sin mediar palabra con nadie más.
-Eso fue raro...-Opinó Syr.
-Sí... veamos que otros sitios visita-Las sospechas de la elfo también aumentaron.
La situación se repitió.
Lo siguieron a hurtadillas sin llamarle la atención y ser descubiertas.
De repente la siguiente parada fue en la mansión crepúsculo, donde los guardas fueron a los adentros de esta a pedido del peliblanco.
De ahí salieron varias chicas, entre ellas Riveria, Lefiya, Tione y Alicia.
Las tres escuchaban atentamente lo que Bell les decía y, nuevamente, los papeles salieron del bolsillo trasero y se los dió.
Las tres aceptaron lo que sea que Bell les propuso.
-Tiona, Eina y ahora ellas cuatro...-Los ojos de la peliplateada perdieron su brillo, apretando un Jagamarukun que compró en el puesto de atrás.
El contenido dentro de este cayó y en alguna parte de Orario cierta rubia tuvo intenciones asesinas porque su comida favorita fue desperdiciada.
De repente el conejo les hizo un cuestionamiento y las chicas le explicaron una dirección.
Él suspiró y se retiró.
-No me digas que planea una orgía...-Las venas de la frente de la camarera se saltaron.
-Syr... eso duele-Reclamó Ryuu mientras su hombro era apretado por el enojo de la amiga. Lágrimas de dolor se caían de los párpados de la chica.
-Continuemos...-Ordenó, jalando a la elfo.
La travesía inició nuevamente.
Recorrieron casi todo Orario, cruzando la plaza del amor y llegando hasta las murallas.
Bell saltó y subió a estas.
Ryuu cargó a Syr porque ella no es capaz de saltar así de alto.
Los pies de la rubia tocaron el suelo y rápidamente se escondieron.
Ahí yacían sentadas, mirando el atardecer en calma y armonía, dos mujeres de cabellera dorada, semejantes la una de la otra. A excepción de que una de ellas usaba armadura y a la derecha de su cadera había una espada.
Además de que... estaba acostada en el regazo de la segunda.
-Aiz y Aria...-La elfo nombró al par.
-No puede ser... una infidelidad con orgía... y madre e hija... Oyakodon... e-eso es muy lascivo-Murmuró Syr, babeando. Los pensamientos pervertidos se creaban en su mente sin la intención de detenerse.
-P-Por favor no desarrolles fetiches en una situación de esta índole-Pidió la rubia a su amiga, quien limpió la saliva con la manga de su uniforme.
Syr silbó, fingiendo.
-No sé a qué te refieres...-Dijo, desviando la mirada.
Las dos se pusieron de pie y atendieron el llamado del visitante inesperado.
Aiz se sonrojó cuando él la vio en los muslos de su madre.
Aria saludó amablemente, propio de ella.
Bell conversó con las dos brevemente y ellas lo oían sin interrumpirlo.
De repente...
-Otra vez esos malditos papeles... me volveré loca si vuelvo los a ver...-Los dientes de Syr rechinaban en señal de la furia que la azotaba. Sin olvidar los celos, obviamente.
En fin, el conejo se fue de las murallas junto a las dos rubias pero se separaron en caminos diferentes.
Obviamente las camareras siguieron al conejo, quien ahora sí, entró al calabozo, perdiéndose en las profundidades del mismo.
-Ve-Exigió Syr a su mejor amiga.
-Ni lo menciones-Ryuu, quien se contagió del ánimo, fue al calabozo sin armas ni equipo.
La peliplateada esperó a que ella saliera y le explicara.
Los minutos pasaron y salió.
-¡¿Qué conseguiste?!-La humana/diosa se le lanzó encima, interrogándola.
-Perdóname. No puedo decírtelo-Respondió.
Syr palideció.
-¡¿Por qué?!-Gritó, llorando de frustración.
-Prometí que no te cintaría nada. Las promesas en mi raza son sagradas. Lo lamento-Las orejas de la chica decayeron.
-¡Traidora!-Le recriminaron.
-Volvamos a "La señora de la abundancia". Y de paso hay que comprar lo que tiramos-Dijo Ryuu sin mediar palabra ni tocar el tema.
-¡No me hagas esto!-Syr la jaloneó pero los lamentos se perdieron en los ruidos de la ciudad.
Del calabozo, a espaldas de ellas, se asomó Bell.
"Bien... ¡Manos a la obra!" Se dijo a sí mismo. Corriendo a un destino desconocido.
En "La señora de la abundancia".
-Mama Mia nos regañará...-Declaró la rubia, atemorizada y tratando de romper el hilo.
-¿Qué fue eso? Escuchó el sonido de la traición-La peliplateada fingió que no existía.
-Exageras. Te aseguro que no se trata de infidelidad-Respondió.
-¡¿Entonces por qué lo ocultas?!-.
-Promesa de elfos-.
Syr infló sus mejillas, arrugando la bolsa de papel.
Ya en la puerta del establecimiento donde trabajan, Syr la abrió primero y...
-¡SORPRESA!-Gritaron docenas de personas desde adentro, entre ellas las chicas que vieron tiempo atrás y varias más.
En medio de todos se hallaba Bell, Keitaro, Noel y Wiene, quienes sostenían un pastel.
-¿Eh? ¡¿Ehhhh?!-Gritó la camarera.
-Sorpresa-Dijo Ryuu, uniéndose al resto.
-¿S-Sorpresa? P-Pero... ¿Por qué? ¿Qué pasa?-La chica lanzó cientos de interrogantes. No comprendía el motivo de festejo.
El esposo dio un paso al frente.
-Es porque... celebraremos tu cumpleaños, mi amor-Declaró.
Syr se confundió.
-¿Cumpleaños? Pero los dioses no tenemos algo como eso...-Comentó.
-Estoy consciente de ello. Sin embargo...-.
-Cuando nuestro Keitaro, Wiene o Noel festejaban los suyos, tu rostro parecía... triste y nostálgica-.
-Así que traté de buscar información sobre tu nacimiento hace miles de años-.
-Incluso fui con Urano-Sama, Loki-Sama. También a Melen para preguntarle a Njord-Sama-.
-Nadie me dio una respuesta... Loki-Sama hizo que le comprara vino Soma por la respuesta ¡Y no la tenía! ¡Aún así se lo tomó todo!-.
Se quejó el conejo mientras explicaba las razones que motivaron esta celebración.
-Entonces...-La mujer deseaba escuchar por qué decidieron celebrar esa festividad este día si no supieron la respuesta.
-Él vino una noche aquí y me hizo la pregunta. Obviamente tampoco supe la respuesta pero digamos que... encontramos algo parecido-La enana complementó. Resolviendo la duda de Syr.
-A partir de hoy celebraremos tu cumpleaños este día porque... fue la fecha en la que bajaste por primera vez a genkai-Reveló Bell, sonriéndole.
El corazón de la diosa saltó.
Sus mejillas se sonrojaron.
-Hace muchos años bajaste a este reino y... es un motivo para celebrar... el amor de mi vida vino a la tierra este día-Vociferó el muchacho, acercándose a ella y agarrándole las manos.
-¿No de eso se tratan los cumpleaños? Celebrar el día en que llegaste al mundo. Tal vez sea rebuscado pero...-Habló el conejo y...
*Mua*
Sus labios fueron sellados por la peliplateada, quien lo abrazó, cruzando los brazos detrás del cuello de su esposo y presionando sus labios con los de él.
-¡Oh!-Todos abrieron los ojos.
Lyd le tapó los ojos a Wiene.
Anya a Noel.
Y Mord a Keitaro.
-¿Are? ¿Mamá y papá se están besando sus bocas?-Preguntaron los infantes.
Syr se separó, tomando bocanadas de aire.
-Muchas gracias... en serio... te amo Bell... te amo...-Dijo, limpiándose las lágrimas de felicidad.
El muchacho, quien estaba ruborizado por el apasionado beso, ignoró ese sentir y la abrazó.
-Quiero hacerte feliz porque tu sola presencia logra eso en mi...-Confesó.
-Te amo-Agregó.
-Y pensar que creí que me eras infiel...-Sonrió la chica, correspondiendo al gesto y aplastando su rostro en el pecho del chico.
-Sí... Espera ¿Qué?-.
*Mua*
Syr lo volvió a besar.
-Te amo... mi Odr-.
Rápidamente se soltó y fue a sus tres hijos, cargándolos.
-¡También a ustedes!-Gritó.
*Mua*
*Mua*
*Mua*
Besándoles la frente.
-¡Y a todos los presentes! ¡Gracias!-Agradeció, sonriendo de oreja a oreja por poder compartir esta enorme felicidad y dicha que jamás espero conseguir.
-¡Hey-nya! ¡¿No se supone que esto es una fiesta-nya?!-Chloe alzó la voz y una botella de vino Soma.
-¡A FESTEJAR!-.
-¡SÍ!-.
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¡Finaliza el sexto capítulo de las antologías!
Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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