SS. No le cuentes a tu madre.
-Bien, recapitulemos el plan ¿De acuerdo Keitaro?-Preguntó Bell, susurrándole al oído a su hijo.
-Sí. Papá se despertará temprano y le dirá a mamá que irá al calabozo porque quiere visitar a los Xenos. Dos horas después le avisaré que la tía Helun me pidió que la ayudara en las compras de "La señora de la abundancia" y que no quería negarme porque últimamente ha sido muy afectiva y amable conmigo. Luego, como tú y ella acordaron, seré llevado a la entrada del calabozo donde me estarás esperando con una armadura y una daga que el tío Welf prepararon para mi. De ese modo entraremos al calabozo y por primera vez podré luchar con monstruos, evitando así que mamá se entere y nos mate. A ti por seguirme el juego y a mi por insistirte. ¿Olvido algo, papá?-Dijo Keitaro, sudando frío al relatar la última parte del plan que padre e hijo idiotas idearon.
-Nada. Perfecto. Entonces ¡En marcha!-El peliblanco se puso de pie rápidamente y posó ambas manos en la cintura. Su hijo copió el gesto.
Sin embargo...
-¿De qué hablan?-Syr apareció a espaldas del par, asomándose en medio de ellos con una sonrisa que emitía muchos sentires a excepción de tranquilidad. Los ojos cerrados, prácticamente presionados por los párpados, tampoco ayudaban a que luciese menos amenazadora.
Cada pelo en el cuerpo se les erizó, resultando en piel de gallina.
-¡S-Syr!/¡Mamá!-Gritaron al unísono, saltando hacia atrás para quedar frente a la peliplateada.
-No estarán planeando una estupidez... ¿Verdad?-Los ojos grises perdieron su brillo apenas fueron revelados.
-M-Mamá... eres muy aterradora-Keitaro tragó saliva.
-No le digas esas cosas a tu madre. Tal vez estés en lo correcto pero es grosero-Bell lo reprendió.
-Tú siempre lo dices...-El hijo le replicó.
-¿Contestarán mi pregunta o no?-Insistió la hermosa ama de casa al verse ignorada, aumentando la presión del lugar a tal grado que aplastaba a quienes caían presa de ella.
Padre e hijo, nuevamente, fueron afectados.
-Sin duda ustedes dos se parecen-Suspiró la madre.
-Lo que sucede que que Keitaro tiene un compromiso mañana con Helun y me dijo que estaba nervioso porque le parece linda-Bell respondió de la anda, inventándose la excusa perfecta.
-¡PAPÁ!-Le reclamó el chico peliblanco que poco a poco el cabello se le tornaba gris platinado, al igual que sus ojos.
-¿Compromiso...? ¿Helun...?-La sorpresa era mayúscula en Syr, quien quedó boquiabierta ante el golpe de información.
-¡N-No es lo que piensas mamá!-Keitaro estiró la mano, queriendo tranquilizar a su madre.
-Sé que ya tienes 14 años y comienzas a interesarte en las chicas pero ella es 19 años mayor que tú...-La peliplateada divagaba, mordiéndose la uña mientras su respiración se aceleraba, inhalando y exhalando por nariz y boca.
-¡Ujum! Syr, tú eres miles, si no es que millones, de años mayor que yo y estamos felizmente casados-Recordó Bell a la esposa, quien rompió la burbuja de pensamiento tras la interrupción.
-Es diferente. Los años en las diosas transcurren diferente. Es más, ni siquiera he cambiado desde que nos conocemos-La mujer se cruzó de brazos, inflando sus mejillas. Nunca metas el tema de la edad en una mujer.
-Luces igual de hermosa que cuando te conocí, mi amor. De hecho soy muy afortunado-Bell se acercó a ella y la sujetó de la mano.
-A-Amor...-Syr se sonrojó, desviando la mirada como doncella enamorada y avergonzada ante el príncipe de cuentos que llegaría a conquistarla.
No obstante, aunque el halago no era falso, se trataba de la distracción perfecta para que abandone el tema de la discusión entre Bell y Keitaro.
El papá le dio la señal al adolescente de que abandonara la zona de la casa y fuese a su cuarto.
Él asintió y salió echando aire de ahí sin provocar el más mínimo ruido que rompiera el ambiente meloso entre los esposos.
-Ya casi 15 años de que nos casamos...-Comentó la bella mujer, siendo rodeada por los brazos de su hombre.
-Y este amor solo aumenta...-Respondió el peliblanco, pegándole el rostro en el pecho y acariciándole el cabello.
La noche caía y ellos permanecían de pie, abrazados.
-Fufufu...-Syr se rió y posó los brazos encima de los hombros de su marido, jalándolo hacia abajo.
-Si sigues así de romántico terminaremos dándole otro hermanito a Keitaro, Wiene y Noel-Susurró de forma pícara, relamiéndose los labios y acercando los labios a los de él.
-No sería malo...-El adulto joven correspondió al coqueteo y...
*Mua*
Unieron los labios en un tierno beso que poco a poco subió de tono a tal punto que Syr metió la lengua en la boca de su esposo y la entrelazó con la suya. Compartiendo la lujuria y sobretodo saliva. Antes, este tipo de muestras de afecto apenarían al conejo. Pero luego de tantos años de casados se ha acostumbrado al lúcido de la peliplateada a tal punto que la ha superado en la cama en múltiples ocasiones.
La apodo de "Conejo" no es solo por la apariencia y ella lo ha confirmado.
-Mamá... papá...-La puerta de una de las habitaciones fue abierta y una pequeña niña de cabellera y ojos grises, idénticos a los de la madre, salió de ella.
Se trataba de Noel, quien se frotaba los párpados. Su cabello revuelto y despeinado indicaba el reciente despertar de la infante.
Ambos se separaron rápidamente y se acomodaron la ropa arrugada, al igual de desarreglada producto de el ambiente tan caliente desencadenado por la lujuria de la ama de casa.
Noel bostezó.
-Tengo hambre...-Murmuró, tambaleándose debido al sueño.
Syr se aproximó a su hija y, agachándose, le habló.
-Mami te cocinará la mejor comida para saciar tu pancita-.
El modo tierno en el que lo dijo fue suficiente como para que a los presentes se les subiese el azúcar.
Actualmente esas palabras ya no representan amenaza de muerte e intoxicación. Ha mejorado demasiado en las artes culinarias.
-¡Yei! ¡Te quiero!-La peligris saltó los brazos de su madre y ella la cargó.
-Te espero en la cama, amor-Declaró al esposo antes de retirarse hacia la cocina.
-Jeje... Keitaro, tal vez no tenga las energías suficientes mañana-Musitó. El sudor le bajaba de la frente. Sabía que sería una madrugada larga la que le esperaba. Larga, cansada, ruidosa y muy sudorosa.
A la mañana siguiente.
Bell yacía de pie en el punto de encuentro que le comentó a su hijo, manteniéndose despierto a las justas.
Bostezó y se cubrió la boca con la mano.
-Llevó dos horas esperándolo ¿Dónde se metió?-Se cuestionó.
Ahora mismo él y Helun debieron reunirse por lo que no tardarán en llegar.
A lo lejos, los susodichos aparecieron. La peliplateada entrelazaba el brazo con el del adolescente. Un rasgo a resaltar era la enorme sonrisa que esbozaba.
Keitaro, por su parte, estaba tan rojo que si se le comparara con el color de las manzanas ganaría por paliza.
"Hee~ mi hijo está enamorado..." Pensó, riendo internamente.
Bell no estaba en contra de ese romance. Sería hipócrita que ese fuese el caso si consideramos la diferencia de edad que hay respecto a su esposa y él.
A la distancia se percataron de la expresión del peliblanco y se soltaron rápidamente.
Esta escena divertía al conejo mayor.
Los dos platicaban. A lo mejor se despedían.
Helun le reprendía y señalaba con el dedo índice. ¿Le deseaba éxito y que se mantuviera a salvo? ¿Quién sabe? Aunque esos gestos le recordaban en demasía a los de Syr, Eina, Hestia cada que se dirigía al calabozo cuando tenían la misma edad.
Keitaro solamente asentía.
La ex asistente de Freya rosó la mano del hijo de esta.
No se apreciaba bien gracias a la separación entre Bell y los tórtolos pero se lograba percibir ciertas ganas reprimidas en ella.
Al final eso no trascendió y se despidieron, agitando la palma de derecha a izquierda.
El joven le dio la espalda y corrió a donde lo esperaban.
Helun se mantuvo de pie, formando un puño encima del pecho, en el sitio exacto donde el corazón reside.
Tras algunos segundos y palabras que nadie escucharía, se retiró.
Bell observó y sonrió. Esa chica, que se asemejaba a la apariencia de su esposa curiosamente, en verdad se enamoró.
Movió al cabeza, negando.
-¡Llegué papá!-Avisó Keitaro, parándose enfrente suyo.
-Ya lo vi. Toma-Bell le tiró un saco y este lo recibió.
El hijo lo abrió. Ahí dentro habían armadura y armas varias. Espadas, dagas, lanzas, arcos y flechas, etc.
-Por el momento comprobaremos en qué tipo de arma te especializas. A mi se me dan las dagas y la espada. Cabe recalcar que, aún sí entrenamos juntos a escondidas muchas veces, no es lo mismo usarlas en entrenamiento que a la hora de pelar por tu vida-Reveló, desenfundando la daga Hestia la parte trasera de su cintura para ejemplificar lo dicho y comentándole el por qué de la gran cantidad de cosas.
-¡Hai!-Gritó Keitaro y cargó el pesado saco.
-¡En marcha, hijo mío!-Siendo el maestro ahora, Bell se emocionó.
La última vez que entrenó a alguien fue a Rye, el huérfano del orfanato al lado de su casa, quien ahora pertenece a la familia Hestia mientras que Fina y Roux a la de Astrea.
Y así se adentraron al calabozo.
Sobra decir que, si Keitaro es acompañado por el mayor héroe de todos los tiempos, era imposible que saliese herido.
Los minutos pasaron y permanecían en los primeros tres pisos. Iban a su ritmo, sin acelerarse.
-¡Lánzala!-Gritó Bell.
Su hijo agarró una flecha y el hilo del arco se estiró lo máximo posible y...
*¡CRACK!*
Se rompió.
-¡FIREBOLT!-.
*¡BOOOOOOM!*
El goblin que quiso atacar al conejo menor fue hecho trizas de un golpe.
-Supongo que el arco tampoco es lo tuyo-Comentó. El humo le salía de la palma tras invocar la magia.
-Es difícil sujetarlo y calcular la fuerza a ejercer-Respondió Keitaro.
-Sí. Alicia de la familia Loki podría ayudarte pero luces un tanto incómodo. Prueba con la lanza-Bell sacó de la bolsa la siguiente arma, la cual se trataba de la antes mencionada.
Dentro del saco estaban las espadas, dagas y otras armas manchadas de sangre como muestra de su utilización.
Posiblemente el novato concluyó que no era la que iba más con su forma de combatir.
-El agarre debe ser en el extremo medio. La mano dominándote ligeramente arriba de la que no lo es. Así maniobrarás de mejor manera los ataques-Explicó el maestro en esta travesía.
-Ya veo...-El muchacho hizo caso a las indicaciones.
*¡Gob, gob!*
-¡Genial! ¡Más goblins!-Declaró el peliblanco al escuchar los ruidos característicos de este tipo de monstruos.
La mirada de Keitaro se centró en los dos objetivos enfrente suyo.
"Vamos... ¡Debo ser un gran aventurero como papá!" Se echó ánimos y...
-¡AHHHHHHHHH!-Corrió a todas prisas, sosteniendo la lanza de la forma en que se le instruyó.
*¡PAM!*
Golpeó lateralmente la lanza para que esta cambiara la trayectoria.
*¡SLASH!*
*¡SLASH!*
Los cuerpos de las criaturas fueron rebanados en mitades.
La sangre chorreó antes de que los cadáveres desaparecieran.
-Lo logré...-Susurró tras abrir los ojos previamente cerrados al asestar el ataque.
-¡Bien hecho!-Celebró el padre, orgulloso.
-Derroté a dos goblin...-Dijo Keitaro sin salir de su impresión. No se la creía.
Para los aventureros esos goblins no representan reto a menos que se hallen en grandes cantidades. Solamente dos son fáciles de derrotar.
No obstante, si se trata de un novato que a penas se adentra a las garras del tenebroso calabozo repleto de bestias peligrosas, se debe enmarcar.
La primera victoria nunca se olvida.
-Te sienta bien la lanza-Opinó el padre.
-¡Sí! ¡Fue genial! ¡Pude hacerlo papá!-Keitaro saltó de felicidad.
-Me alegro. Esa lanza... perteneció a una mujer muy importante en mi vida-Explicó con cierta nostalgia en la mirada.
-¿Mujer? A mamá no le gustará-El hijo se asustó.
-No es lo que crees. Se trataba de una diosa de cabellera azul que conocí en el viaje que toda la familia Hestia, y parte de la de Loki, emprendimos en busca del arma que derrotaría al dragón negro. Su nombre era Artemisa-Contestando, cuestionando el miedo del muchacho.
-Así que... cuídala bien ¿Sí? Es la única que Welf no hizo y yo incluí-Complementó, posando la mano en el hombro de su hijo, levantándole el pulgar y guiñándole el ojo derecho mientras le sonreía, demostrando la confianza que le tenía.
Keitaro asintió.
Su padre le dio la espalda.
Él bajó la cabeza y... la punta de la lanza brilló de tono azul tras ser observada.
-La cuidaré, Artemisa-Sama-Dijo, sujetándola con cariño y corriendo hacia donde Bell se alejaba.
El entrenamiento no ha finalizado todavía.
Horas después. En la calle dédalo.
-Perdón-Se disculpó el menor de los peliblancos.
-Ni lo menciones-Respondió Bell.
-Pero es que...-Quiso replicar Keitaro.
-Olvídalo. No estoy enojado. Es tu primer día en el calabozo y el segundo desde que Kami-Sama te puso falna a escondidas de tu madre. Es normal que cometas errores-Explicó comprensivamente el papá.
-Pero... ¿Seguro que no dolió?-Interrogó el adolescente.
-¿Qué cosa? ¿La lanza que incrustaste en mi hombro porque cerraste los ojos al atacar a los Kobolds? Un poco. Nada que Naaza no pueda curar-Contestó el adulto joven, señalando el vendaje en la zona afectada.
Los dos salían de la farmacia azul y se dirigían a casa.
-Al menos no saliste herido-Agregó.
Suspiraron.
El par yacía embarrados de tierra y polvo.
Ambos se despojaron de sus armaduras y armas. Se las dejaron a Miach-Sama en su sede para cuando deban volver al calabozo. Así evitan cargarlo a escondidas.
-Fuiste genial. Yo a tu edad, en mi primera aventura en el calabozo, jamás llegué al piso 5. Sin duda tienes talento. Lo explotaremos-Bell le sonrió, dándole un ligero golpe en el hombro.
-Quien explotará será otro...-Dijeron metros adelante. Justo en la puerta de entrada de la casa.
Se trataba de Syr y... ¿Hedin?
-¿M-Mamá...?-Keitaro se asustó ante la presencia de la furiosa madre.
-¿A-Amor?-Bell le siguió.
-Nada de "Amor". Te advertí que si metías a nuestro bebé a ese nido de monstruos sufrirías las consecuencias-La lúgubre voz de la peliplateada erizó los pelos del conejo.
-¡E-Espera! ¡No fue herido! ¡El herido fui yo!-Gritó el esposo, mostrando la herida.
-Hazlo Hedin-Ordenó Syr.
El elfo asintió y...
-Luchen eternamente, soldados indestructibles del rayo...-.
-Corre Keitaro...-Advirtió.
Sin embargo, este ya había huido.
-Ah... como en los viejos tiempos-.
-¡CAELUS HILDR!-.
Bell aceptó su destino. El castigo sería peor si lo esquivaba a que si lo recibía.
Un trueno estallando en tu cuerpo era menos doloroso que el daño que su esposa la haría.
*¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!*
-¿Sigues queriendo ser aventurero, mi niño?-Preguntó la hermosa y terrorífica ama de casa.
El hijo tragó saliva, sucumbiendo ante su madre.
No obstante... sacó fuerza de voluntad para responder.
-Mamá... yo... quiero ser un héroe...-.
Esas palabras resonaron en la mente de Syr.
"-Yo... quiero ser un héroe...-".
Fue lo mismo que Bell dijo cuando enfrentó a aquel minotauro que ella mandó a entrenar para que superara el miedo en el alma blanca de su esposo. Catorce años han transcurrido desde eso.
Ella se mordió el labio y cerró los puños.
-Eres idéntico a tu padre...-Susurró.
-¡En serio quiero ser un héroe!-Gritó Keitaro, reafirmando la seguridad en dicha declaración.
-Jeje... así se hace hijo, ahora no podrá negarse. Siempre te ha dado lo que deseas a tal grado de consentirte...-Desde el piso habló Bell. No lucía herido por la descarga eléctrica.
-¿Es lo que en verdad quieres?-Interrogó la peliplateada.
-Sí-Sin dudar ni un segundo, externó su determinación.
La madre suspiró.
-No puedo negarte nada, mi bebé. Pero quiero que entiendas que estoy asustada... tu padre sufrió mucho en ese sitio. Tanto que muchas veces pensé que lo perdería. No quiero que... pases eso... mi corazón no lo soportaría...-Lágrimas bajaban de sus pómulos a las mejillas hasta caer al suelo.
-Mamá. Te prometo que no ocurrirá. Siempre volveré a casa sano y salvo-Keitaro sostuvo las manos frías de la peliplateada.
-Y yo... me aseguraré de que nada le pase. No permitiré que cometa los errores que yo cometí-Bell, levantándose del gigantesco cráter donde la magia del elfo impactó, se reunió con los dos, abrazándolos.
-Confía en mi. Confía en él-Adicionó.
Dubitativa, Syr se mordió la uña del dedo pulgar.
Ante la determinación de padre e hijo... cedió.
-¡DE ACUERDO! ¡LO PERMITIRÉ! No obstante... ¡Yo le daré el falna! ¡Solo así lo permitiré! ¡Fue irresponsable llevarlo sin un falna!-Vociferó, rindiéndose ante el pedido de los expectantes esposo e hijo, quienes pusieron cara de póker.
-Emmm, Hestia-Sama me puso el suyo ayer... ¡¿MMMMMM?!-Bell le tapó la boca a Keitaro pero era demasiado tarde.
-Hedin... otro-El estado de ánimo cambió repentinamente en Syr, quien chasqueó los dedos, dándole la señal al elfo rubio, quien en verdad quería invocar su magia nuevamente.
-¡CAELUS HILDR!-.
-¡ESPERA...!-.
*¡BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM!*
Los dos idiotas con deseos de ser héroes fueron rostizados aunque la mente infundida en el ataque era suficiente como para no matar al reciente aventurero.
Pero no significaba que doliera menos...
-T-Te presento a Hedin-Sensei...-Dijo el peliblanco, paralizado por el choque eléctrico.
-El tío Hedin... aterrador...-El adolescente no se hallaba en mejores condiciones.
Pobre Keitaro, no sabe lo que le espera siendo aventurero e hijo de la diosa patrona que gobierna a la familia Freya.
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¡Finaliza el octavo capítulo de las antologías!
Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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