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SS. No es fácil ser padre. Pero...

La noche había caído en Orario. Los negocios se encontraban cerrando tras una larga jornada de trabajo y muchos de los habitantes se preparaban para dormir tras sus actividades cotidianas.

En la calle dédalo, específicamente al lado de cierta iglesia que fungía también como orfanato, vivía una pareja que recién hace poco tuvo la bendición de procrear a un hermoso niño el cual, gracias a todos los dioses, nació sanó y fuerte.

Aquel hermoso bebé de cabello blanco que aún estaba muy pequeño como para siquiera abrir los ojos.

Cuando ambos padres lo vieron por primera vez no pudieron contener su emoción y felicidad. Es lo que siempre habían deseado... una familia y así reforzar los lazos ya de por sí fuertes que los unían.

Ese bello sentimiento llamado amor que ahora es compartido entre los cuatro miembros.

Esperen... ¿5?

Efectivamente 5.

Bell Cranel, el padre.

Syr Flova, la madre.

Noel Cranel, la hija, quien fue adoptada por el matrimonio oficialmente desde que formalizaron su relación.

Wiene Cranel, la cual era la mayor, en teoría, de los hermanos.

Y... Keitaro Cranel, el hijo menor que recién nacía.

La vida de familia que tanto añoraban se les ha dado.

Pero... nadie dijo que sería fácil, mucho menos si son primerizos en temas de la crianza...

-¡Buaaaa! ¡Buaaa! ¡Buaaa!-Un llanto en medio de la noche resonó en la residencia Cranel. Este iba de más a menos en cuestión de volumen debido a que los pequeños pulmones del infante se vaciaban entre grito y grito, tomando pausas para respirar profundamente.

-¡Buaaa! ¡Buaaa!-Aquel ruido no se mitigaba, al contrario, aumentaba de intensidad mientras el tiempo transcurría sin que fuese atendido.

Justo al costado de la cuna de donde provenía el lloriqueo, se hallaba una cama en la que dos personas descansaban.

El primero de ellos, de cabellera blanca, abrió los ojos.

Lucía cansado, tanto que sus ojos, ya de por sí rojos, tenia líneas de esa misma tonalidad debido a la falta de sueño.

Las sábanas se movieron y la segunda presente en la cama, sin abrir los párpados, habló.

-Amor... es tu turno... ve a ver por qué llora, no vaya a despertar a Noel y a Wiene-Dijo Syr, sacudiendo el pecho de su esposo con la mano derecha.

-Hai Hai...-Respondió, levantando la espalda del cómodo colchón mientras bostezaba.

Se sentó al borde de la cama y suspiró.

"Apenas va una semana..." Pensó, viendo fijamente su bota como si se perdiera en la nada.

-¡Buaaa! ¡Buaaa!-.

El llamado de su bebé lo sacó del transe, reaccionando.

Se puso de pie y, tambaleándose debido a la oscuridad, caminó hacia la cuna cubierta por una tela delgada y blanca, la cual impedía el paso de sustancias extrañas como bacterias o polvo. Por la corta edad del infante eso podría desencadenar en enfermedades o peor. Sobra decir que esa sugerencia fue de Welf, el cual se encargó de investigar a detalle las características que tendría el sitio de sueño de su sobrino.

Bell cruzó por la apertura y posó las manos en el corralito.

Ya con los ojos acostumbrados a la oscuridad, miró el rostro lagrimeante y rojo de Keitaro, quien se retorcía de incomodidad, moviéndose de un lado a otro como si algo le molestara.

-Ven amor-Susurró el muchacho, agarrando de las axilas al bebé y cargándolo.

La cabecita se posó encima de su hombro y Bell, posando el brazo dominándote debajo, lo arrulló.

-Tranquilo, tranquilo. Papá está aquí. Shhhh, shhh, shhh-Le decía, estirando la punta de sus pies y bajándolas para simular saltos de corta altura y sacudirlo delicadamente para que se calme.

Empleando la mano libre, le dio palmaditas en la espalda en reiteradas ocasiones, tratando de comprobar su hipótesis.

-¡Burrp!-Keitaro eructó, sacando los gases de su estómago.

-Mmm-Dijo, acomodando la cabeza en el hombro de su padre.

-Jajaja. Fue uno grande campeón. Supongo que cenaste demasiado, regañaremos a mami por eso. Debe saber cuánta leche darte-Le murmuró, posándolo enfrente suyo y juntando su nariz con la suya, moviéndola de derecha a izquierda.

En los pequeños labios del bebé se dibujó una casi imperceptible sonrisa.

Justo cuando iba a acostarlo de nuevo en la cuna al notar que por fin las cosas se apaciguaron, sucede lo siguiente.

-!Buaaaaaa! ¡Buaaaaa!-El niño volvió a llorar.

Bell suspiró, no entendía a qué se debía.

¿Si no eran gases entonces qué?

¿La ropa le incomodaba?

¿El material del que está hecho le rozaba?

¿El pañal fue mal puesto?

-Espera...-Dice, teniendo una idea.

Lo carga del mismo modo que antes pero elevándolo ligeramente.

Posa el oído en la pancita de su hijo, buscando escucharla.

*Grrr*

Este soltó un gruñido leve pero gracias a los desarrollados sentidos del peliblanco fue oído.

-¿Bah?-Keitaro ladeó la cabeza al ver a su padre. Expresaba cierta confusión por lo anterior.

-¿Tal vez me equivoqué y mami te dio menos comida de la necesaria? ¿Tienes hambre amor?-Le preguntó Bell, hablando de forma tonta para divertir al pequeño.

-Hee-Soltó una risita, moviendo los brazos de arriba a abajo, emocionado.

-Lo tomaré como un sí. Vayamos con mamá-Comentó Bell, dándose la vuelta y...

-Tráeme a Keitaro-Dijo Syr, sentada en el borde de la cama y bajándose el tirante de la ropa interior que vestía.

-¡¿Q-Qué haces?! ¡¿Por qué te quitas la ropa?-Grita Bell en voz baja, sonrojándose.

-¿Uh? No puedo darle de comer con esto puesto-Respondió la peliplateada, confusa.

-¿C-Cómo supiste que eso le molestaba?-Preguntó el conejo, acercándose a ella.

-Instinto maternal. No lo entenderías-Contestó, extendiendo los brazos para recibir a su hijo.

El infante lucía emocionado.

-¡Baa! He-Soltaba sonidos al azar.

-Fufufu. ¿Quién tiene hambre? ¡Tú tienes hambre!-Decía la muchacha, jugando con él. Esto parecía gustarle.

Bajó el tira de derecho y el pecho de ese sitio fue descubierto.

Estos habían aumentado de tamaño a consecuencia de los cambios hormonales y fisiológicos que trajo con sigo el embarazo.

El bebé comenzó a chupar, sacando la leche. Apretaba con sus manitas, intentando sacar mucha.

Bell se sentó junto a su esposa y la rodeó con el brazo, abrazándola.

Ella posó la cabeza en el pecho de su amado.

-Fufufu ¿Tú también quieres lamer mis senos? Tal vez a Keitaro no le moleste compartir-Vociferó Syr, demostrando las claras intenciones de burla hacia el esposo.

-N-No bromees-Responde, desviando la mirada y sonrojado.

"Tampoco hagas preguntas a las que es obvio que responderé que sí..." Dijo en su subconsciente.

-No entiendo por qué te avergüenza. ¿O acaso olvidaste cómo procreamos a Keitaro? ¡Ñam!-Expresó pícaramente, mordiendo suavemente el cuello del muchacho.

-A-Auch...-Se quejó el conejo, sin detenerla. La lujuria de su mujer no se calmó aún embarazada. Tuvieron que pasar 4 meses del periodo de gestación para que ella dejara de asaltarlo todas las noches, usando la excusa de que tan pronto nazca el niño en su vientre volverán a hacerlo.

-Mi esposa es muy atrevida...-Opinó abiertamente.

-Y así te encanto-Externó la peliplateada, posando el dedo índice en los labios del chico.

-No lo negaré-.

Ambos se pusieron a coquetear mientras su hijo comía plácidamente y en silencio.

Después de algunos minutos el pequeño dejó de chupar.

-Creo que está lleno-Habló Syr, cubriéndose y subiendo el tirante en la posición normal.

Lo observó descansando.

-Es idéntico a ti. Tú cabello, esa hermosa piel blanca al igual que su alma... no puedo creer que hayamos hecho a este precioso bebé... somos geniales-Comunicó, ruborizada.

-Aunque me gustaría que tuviera algún rasgo físico mío. No me malentiendas, amo que luzca como tú pero... que compartamos parecido en al menos una cosa seria... no lo sé, bonito-Adicionó, riendo nerviosamente.

-Sí. Sin dudas es el mejor hijo del mundo. Y tranquila, aún no abre los ojos así que existe la posibilidad de que salgan grises o morados-Bell le dio ánimos a la peliplateada.

Ella sonrió y se acurrucó en su pecho.

Él la besó en la frente.

Los dos suspiraron pesadamente.

Por fin se daban el lujo de dejar de aparentar.

-Es... agotador...-El peliblanco fue el primero en hablar.

-Sí... no he ido a trabajar a "La señora de la abundancia" ni tú al calabozo. Solo lleva en este mundo una semana y ya le ha dado un giro de 180 grados a nuestras vidas-Contestó Syr, cabizbaja.

-Y en las noches no hemos dormido casi nada. Siempre llora y ocupa el 100% de nuestra atención-Comentó el conejo, recordando las desveladas mientras acaricia con la yema de su dedo la mejilla regordeta de Keitaro.

-Nadie dijo que ser padres sería fácil. Sin embargo, no esperaba que fuese así de complicado-Complementó a la oración anterior.

La muchacha levanta la cabeza y lo ve fijamente, preocupada.

-¿Piensas que hicimos mal en apresurarnos? ¿Dudas?-Preguntó, asustada.

Él negó casi de inmediato.

-No, estoy feliz de compartir esta vida y familia contigo. No interesa lo difícil que sea la situación, daré mi mayor esfuerzo. Por ti, por Wiene, Noel y él-Respondió.

*Mua*

Syr acercó sus labios a los de él y lo besó tiernamente.

-Te amo-Confesó.

-Te amo mucho, querida-Bell, compartiendo el sentir, le devolvió las palabras y el gesto.

*Mua*

-Entre los dos aprenderemos y superaremos las pruebas que aparezcan. Todo por el buen de nuestros hijos...-Concluyó el muchacho.

A la mañana siguiente.

Las horas habían pasado y el sol hacía acto de presencia después de aquella cansada, al igual que larga, madrugada.

La luz se filtraba en los pequeños resquicios que la cortina no alcanzaba a cubrir totalmente y estos mismos golpeaban los párpados cerrados de nuestro conejo protagonista, actuando en reflejo a ello y abriendo los ojos lentamente mientras era deslumbrado por aquella iluminación natural.

-¿Uh? ¿Ya amaneció?-Se cuestionó, usando la mano como barrera para evitar el flasheo al interponerla entre los rayos y sus ojos.

Él levantó la parte superior del cuerpo, sentándose en la cama. Frotó sus párpados con las yemas de los dedos índices, limpiándolos e intentando enfocarlos y así poder tener una visión más óptima.

Se quitó las sábanas de encima cuidadosamente.

-Gremio... debo ir al gremio-Dijo, bostezando y estirando la espalda al igual que las extremidades.

Se puso de pie y se puso enfrente de la cama.

Ahí dormían armoniosamente su esposa e hijo. La primera sonreía, tranquila.

Nota del autor: Se editó lo mejor posible para que se pareciera Syr. Créditos al buen AlphonseMondragon .

El esposo y padre recordó que Keitaro, gracias a que Syr insistió en no querer dejarlo solo, durmió en la misma cama que ellos.

-Seré un mejor padre, lo prometo. Y solo hay una persona que me puede ayudar-Murmuró, besándolos en la frente y saliendo de la habitación.

Caminaba lentamente, tratando de provocar el menor ruido posible porque Noel dormía en su habitación. La cual compartía con Wiene cuando ella se quedaba a pasar la noche en la superficie.

-¿Papá?-Dijo la voz infantil y aguda de la susodicha.

Bell se erizó, frenando en seco.

La niña frotaba sus ojos y bostezaba. Su cabello desaliñado y pijama daba a entender que apenas se estaba despertando.

-Buenos días... ¡Mi niña!-Dijo el peliblanco, acercándose a ella y cargándola.

-¡Buenos días papi!-Celebró la peligris, feliz de estar en sus brazos.

El muchacho la bajó al suelo nuevamente y se hincó para estar a la altura de la niña.

-¿Por qué estás despierta tan temprano? ¿Pudiste dormir bien?-Le cuestiona ya que el llanto de su hermanito pudo haberle evitado descansar.

-¡Sí! ¡Estoy llena de energía!-Contestó, sonriendo ampliamente y juntando sus manos.

-Me alegra mucho. Noel, iré al gremio porque quiero conversar de algunos asuntos importantes ¿Podrías decirle a mamá cuando se levante? Así no se preocupará-Pidió el joven padre.

-Sí. Haré el desayuno para mami, así me abrazará mucho y me dará muchos besos-Respondió la infante, emocionada.

-Ella te los dará solo pidiéndolo. En fin, me retiro. Mucho cuidado ¿Sí? No te vayas a lastimar-Advirtió Bell.

-¡La abuela Mama Mia me enseñó a cocinar! ¡No la defraudaré!-Confesó la niña, corriendo a la cocina.

El chico asintió, yéndose de su hogar.

En el gremio.

-Esto debería bastar...-Dijo Eina, firmando una serie de papeles a gran velocidad. Los años de experiencia en ese trabajo no han pasado en vano.

La semi elfo se encontraba dentro de la habitación de estudio donde recolectan datos de los aspirantes a aventureros o les dan clases sobre el calabozo. En esta ocasión la empleo como sala de descanso aunque no estaba descansando exactamente.

-Si no termino de aprobar o rechazar estas solicitudes no podré irme temprano-Se lamentó la asesora, recostándose en el respaldo del sillón.

"¿Cómo estará Bell? Desde que nació su hijo no lo he visto. Lo cual es raro porque quería recolectar dinero desesperadamente" Se cuestionó la ausencia del aventurero a su cargo.

Y de repente, como si del destino se tratara, entró Misha, la compañera de Eina.

-Eina, vino Bell. Dice que quiere hablar contigo ¿Lo dejo pasar o estás ocupada?-Avisó la pelirrosada, asomándose desde la puerta.

-¿Eh? Claro, permite que entre-La asesora abandonó sus labores y así atender al susodicho.

"Extraño... ¿Syr cuida de Keitaro? Supongo que se dio el tiempo de venir pero su responsabilidad es el bebé, no el calabozo. Lo reprenderé" Eina, preparándose, estuvo a punto de regañarlo al ver que cruzaba la puerta pero...

-¡Oye Bell...! ¿Qué demonios pasó contigo?-El enojo se disipó tan pronto percibió el estado del conejo.

-Hola Eina-Saludó sin ánimos.

-Wow... luces demacrado...-Opinó la semi elfo sin pelos en la lengua.

Ojos rojos.

Bolsas negras debajo de ellos. Ojeras se les llama.

Cabello revuelto.

Ropa arrugada.

Clara falta de sueño.

Si, así es la paternidad según los libros que ha leído.

-Siéntate, temo que te desplomes ahí de pie-Ordenó, señalándole el asiento enfrente suyo.

-H-Hai... ¿Tan mal me notas?-Preguntó Bell, sentándose en el sofá.

-Si no te conociera pensaría que eres un fantasma. Estás más pálido que de costumbre-Respondió Eina.

-Ah... Keitaro no nos ha dejado dormir en lo que va de la semana...-Reveló el motivo de aquel estado, desparramándose en el sillón.

-Es el peso que debes cargar. La lujuria le ganó al raciocinio y he ahí las consecuencias-Le recriminaron por parte de la castaña.

-Ya sé... de hecho buscaba ayuda... ¿De casualidad no tienes alguna clase de libro guía o consejos sobre ser padre? Sé que eso se estudiaba antes de que naciera. No obstante, en verdad lo necesito-Bell rogaba por ayuda.

-Jummm. Cuando me enteré de que embarazaste a tu esposa busqué muchos libros que te servirían, solo esperaba que los pidieras, sin embargo, jamás lo hiciste así que supuse que tendrías la situación bajo control-Explicó Eina, poniéndose se pie y yendo al librero.

-¡Muchas gracias! ¡No sé que haría sin ti!-El muchacho le hizo una reverencia, inclinándose adelante en señal de respeto.

*¡PAM!*

-¿Are?-.

Un sonido secó golpeó la mesa de madera, sorprendiendo al conejo.

-Fiu. Sí que pesan. Aquí está el material a estudiar. El resto deben estar en la otra sala-Informó, la asesora, limpiándose el sudor.

Una pila de al menos 40 libros se tambaleaba en la mesa.

-¿El resto...?-Preguntó el chico, asustado.

-Sí. Ahora ¡A estudiar porque no permitiré que falles en la labor de ser padre!-Gritó, mostrándose aterradora.

-Hiiiiii-Ese quejido de miedo provino de Bell, el cual no sabía en la clase de cosa en la que se metió.

"Cometí un error..." Pensó.

Muchas, pero muchas horas más tarde.

Bell caminaba, tambaleándose de un lado a otro y tropezando con cualquier superficie mínimamente irregular.

La cabeza le daba vueltas, se sentía mareado a tal punto de que si se concentraba en eso podría vomitar.

Una pequeña niebla blanca le salía de su boca. Tal vez su alma abandonando el cuerpo físico.

-Sacarle los eructos...-.

-No darle de comer alimentos sólidos...-.

-Debe dormir de lado porque si no, al vomitar, se ahogaría...-.

-No sacudirlo o se mareará...-.

-Cuando tome fórmula y abandone el pecho ésta debe tener temperatura ambiente...-.

Como si de un robot programado se tratara, repetía las explicaciones palabra a palabra que Eina le dio.

Humo le salía de la cabeza. El cerebro se le fundía.

Soltó algunas lágrimas de cansancio. Ni el calabozo le ha exigido a tal punto.

Levantó la cabeza y miró fijamente la luna, sin prestar atención a los alrededores.

-¿Podré cumplir esa promesa...? ¿En serio seré buen padre...? ¿Siquiera cuento con la capacidad...?-Se cuestionaba, dudando de si se desempeñaría bien en aquella labor antes mencionada.

Suspiró.

Ya estando en la puerta de su hogar, se preparó al respirar hondo antes de abrir la puerta.

Giró la perilla y...

-Estoy en casa...-Avisó de su llegada aunque de la habitación que compartía con su esposa salió ella.

-¡Amor! ¡Amor! ¡Son grises! ¡Son grises!-Decía Syr, completamente emocionada y dando saltos debido a la alegría.

Signos de interrogación imaginarios aparecieron encima de la cabeza de Bell.

La peliplateada agarra el brazo de su esposo y lo jala.

-¡Ven! ¡Ven! ¡Mira!-Lo arrastra hasta la cuna de Keitaro.

-¡E-Espera...!-La brusquedad de la amada lo despertó del estado zombi.

Al llegar a donde su hijo lloraba lo vió.

-¡Buaaaa! ¡Buaaa!-Lloraba el infante pero con el detalle de que ahora mostraba aquellos ojos color gris como los de Syr.

-Grises...-El rostro de Bell se iluminó tras susurrarlo.

-¡Sí! ¡Tenias razón! ¡Son grises! ¡Sacó mis ojos! ¡Son idénticos a los míos!-La madre estaba que no cabía de emoción.

El peliblanco sonrió y, llorando, agarró las manos de su esposa.

-¿Eh? ¿Amor?-Esto rompió el ánimo de Syr, pasmándola.

-¡Prometo de todo corazón que cuidaré de nuestra familia mi amor! ¡No dudaré nunca!-Con los ánimos renovados gracias a la felicidad de su mujer y la de sus hijos, se negó a rendirse o siquiera considerarlo.

-¿Are? C-Claro Bell, estoy segura de eso-Respondió la chica.

Ella se suelta y va a cargar a Keitaro. Olvidando el éxtasis de la revelación del color de ojos, hay que atender el llanto del retoño.

-¿Qué tienesh amorshito? ¿Te shientesh mal? ¡Mami se encargará!-Decía Syr, arrullándolos y sacándole los gases al darle palmaditas en la espalda del mismo modo que Bell anoche.

Hablando de este último, estaba callado, viendo a su familia.

Noel daba de saltos, queriendo ser cargada y la peliplateada le decía que luego será su turno, agradeciéndole por la comida.

"No podría pedir mayor felicidad...".

Su pecho es abundado por un sentimiento cálido.

-No es fácil ser padre. Pero... si es por ustedes, definitiva vale la pena intentarlo-.

Syr, Noel y Keitaro se callaron al escucharlo.

-Los amo-Finalizó, recuperando la confianza que creyó perdida.

-Nosotros también te amamos-Dijo la esposa, cariñosamente.

-¡Te amo mucho papi!-Noel concordó.

-¡Baaaa!-El bebé alzó las manos, dejando de llorar y mostrando el afecto a su padre al pedirle que lo cargue.

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¡Finaliza el segundo capítulo de las antologías!

Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.

En fin, déjenme sus opiniones.

¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?

Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.

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