SS. Niñeras en acción (Perspectiva del matrimonio).
-¡Hasta luego entonces! Cuiden mucho a mi niño. Es pequeño y frágil pero muy adorable, quiero jugarle sus mejillas siempre que lo cargo y estoy triste por alejarme de él. Sin embargo, sé que harán lo mejor que esté en sus manos-Declaró Syr, sonriéndoles, no sin antes acariciar a su retoño y besarle la frente.
-¡Nos vemos al atardecer!-Se despidió animadamente, propio de ella.
Y de esa manera el matrimonio abandonó Folkvangr, cerrando las enormes puertas, dejando detrás a aquellos aventureros sin experiencia en el cuidado de infantes.
Bell y Syr se hallaban en los escalones, listos para emprender el camino hacia el restaurante donde reservaron.
Sin embargo, la peliplateada no se movía de su lugar y apretaba la mano del conejo.
-¿Syr? ¿Te sientes bien?-Le cuestionó el peliblanco, sudando frío y mostrando una mueca de dolor mientras la presión del agarre aumentaba y los huesos de su mano comenzaban a tronar.
-Amor... ¿Mi Keitaro estará bien?-Preguntó la chica, cabizbaja y preocupada.
-¿Eh? Pero hace un segundo dijiste que confías en ellos y en que harían un buen trabajo-Contestó Bell ante la dubitativa esposa.
-¡Estoy consciente de lo que dije! P-Pero...-El volumen en la voz de la mujer disminuyó paulatinamente en el transcurso de la oración.
-Tranquila ¿Sí? Tal vez tu familia sea un poco... de acuerdo, demasiado intensa, lo viví de primera mano. Sin embargo, ellos te quieren y respetan, jamás pondrían en situaciones peligrosas a nuestro hijo. Es más, te aseguro que cuando volvamos estarán jugando juntos-Comentó el muchacho, dándole la calma necesaria a su pareja, quien no parecía convencida.
-Ottar está con ellos... no permitirá que se vuelvan locos. Confiaré en mi familia...-Musitó entre dientes, respirando profundamente.
-Es hora de partir-Dijo Bell, avanzando mientras tomaba de la mano a su esposa.
Y de ese modo, la cita daba inicio.
A los esposos se les esperaba en un barco lujoso donde tuvieron su primera cita tiempo atrás.
Los recuerdos de ese día siguen frescos en ambos.
Ese fue el día donde el conejo por fin comprendió que no podría seguir postergando su respuesta a la camarera ni mucho menos fingir que no existían o eran simples bromas.
Era el mejor lugar en el cual celebrar su segundo aniversario de matrimonio.
Recorrieron las calles de Orario. La gente los observaba y saludaba.
Algunos les felicitaban por el aniversario, no por nada son la pareja número uno en la ciudad según los top de popularidad hechos por quienes se interesaban en este tipo de asuntos, mujeres mayoritariamente.
Durante todo el trayecto, Syr no expresó palabra alguna, algo este año proviniendo de ella dado que era la que más hablaba durante las citas. Tanto así que en las charlas acaparaba el diálogo.
De repente, cerca de su destino, escuchó un sonido que la hizo frenar en seco.
-¡Buaaaaaaaaa!-Lloró un infante.
Ella rápidamente volteó a donde el ruido provino.
-Mi bebé...-Susurró, asustada y...
-Ya, ya. Mamá te dará de comer-.
Se trataba de una mujer joven quien cargaba a su hijo, dándole pecho.
-¿Qué sucede, amor?-Le interrogó Bell ante el detenimiento.
-Es que... pensé que era Keitaro... así llora nuestro pequeño...-Respondió, sonrojada y recordando los lloriqueos del niño.
-¿Are?-Ladeó la cabeza el peliblanco.
Rápidamente Syr negó.
-N-No es nada. Continuemos-Desechó el pensamiento anterior y siguieron hasta el puerto.
El esposo, que la acompañaba desde atrás al ser jalado, pensó lo siguiente.
"¿Por qué presiento que no será la única vez que eso ocurrirá?".
Los minutos transcurrieron con naturalidad.
Fueron recibidos amablemente por el personal de la embarcación.
No por nada reservaron en la mejor zona del restaurante donde el hermoso atardecer podía vislumbrarse desde donde se sentarían.
El sol iluminaba tenuemente la ciudad de Orario y ellos lo presenciaban maravillados.
-Es hermoso...-Opinó Syr.
-No tanto como lo que yo veo-Contestó Bell, mirándola fijamente, sonriendo.
Ella aceptó el halago y posó su mano encima de la de él.
-Siempre me haces sentir la mujer más afortunada del mundo...-Dijo. Las mejillas ruborizadas y la sinceridad que el fino y bello rostro de la chica desprendía provocaba que el joven aventurero, y padre de familia, agradeciera de que ella estuviese a su lado.
-Ese sentir es mutuo. No, la fortuna que tu me provees es mil veces mayor-Respondió el muchacho, entrelazando sus dedos con los de ella.
Después de esta breve interacción, ambos leyeron los menús y el camarero, a espera del pedido, se puso de pie al costado de la mesa sin ser capaz de evitar que la curiosidad le gane.
-Disculpe... ¿De causalidad ustedes son esposos?-Preguntó, al notar el anillo en el dedo anular de la mano izquierda de Syr y derecha de Bell.
Solamente deseaba confirmar o porque a su punto de vista, eran demasiado jóvenes.
-¿Eh? Claro, este es nuestro segundo aniversario-Confesaron al unísono, orgullosos de aquello.
El hombre se sorprendió.
-Wow... usted es muy suertudo, ella en verdad es una chica hermosa. En fin, agradecemos fervientemente que nos eligiera para celebrar una fecha tan importante en sus vidas-Expresó el humano.
-Sí. No podía ser otro lugar. Aquí fue nuestra primera cita y...-Bell tomó la mano de su esposa.
Ella le correspondió, sonriéndole.
-Posiblemente el resto de nuestros aniversarios. Es... especial para nosotros-Adicionó a la oración anterior.
-Ay ¿Qué cosas dices, Bell?-La peliplateada tomó sus mejillas y se movió de derecha a izquierda, avergonzada pero a la vez feliz.
-Bell...-Lo nombró el trabajador.
-¡U-Usted es Bell Cranel! ¡El héroe que derrotó al dragón negro!-Gritó, apuntándolo.
-Jeje... sí-Confirmó Bell, rascándose la nuca, avergonzado. No es fanático del reconocimiento ni las adulaciones.
-¡No hay manera de que les cobremos el consumo! ¡El dueño nos dijo que usted y su esposa nunca pagarán!-Reveló el hombre.
-¿A-Are? No es necesario...-Iba a contradecirle pero lo interrumpieron.
-¡Claro que sí! La vida armoniosa en la ciudad es debido a tu heroísmo, es lo menos que podemos hacer para agradecerte-Habló el camarero, azotando la mesa con ambas manos.
-Amor, acepta el regalo. Es grosero rechazar lo que te dan de buena fe-Lo regañó Syr.
Bell suspiró y asintió.
-Quisiera... el filete de Dodobass con porciones de arroz y acompañado de papas, por favor. Igual una sopa miso sin algas-Ordenó, asentando la carta.
-¡Anotado!-.
-Me gustaría también el filete de Dodobass ¿Los acompañamientos podrían ser espaguetis y moras? Siento que le dan un sabor más dulce que acompaña lo salado del pescado-Dijo la peliplateada al mesero, quien apuntaba la orden en la pequeña libreta salida de los bolsillos del delantal.
El trabajador del establecimiento asintió, retirándose hacia la cocina para darle el pedido a los cocineros.
La pareja rió ante aquel encuentro extraño. Aunque no es de sorprender que este tipos de sucesos se presenten, el esposo de la peliplateada, desde que rompió el récord de subida de nivel hace dos años, se volvió muy famoso y esa popularidad no hizo otra cosa más que aumentar exponencialmente día tras día.
-Es incómoda la atención. No obstante... me alegra que la gente sea feliz...-Comentó.
-Es lo que trajiste a las personas. Esperanza y un futuro feliz, al igual que brillante... como a mí...-Vociferó Syr.
De pronto un olor delicioso alcanzó su nariz, deteniendo la frase.
Ella reaccionó ante ello, cerrando los ojos y guiándose por su olfato.
Cuando por fin se topó con lo que lo emanaba, lo observó detenidamente.
-Nube de miel...-Murmuró, dejándose encantar por el aroma dulce de la pequeña fruta que tiene la forma del nombre.
-Increíble. Ni yo reconocí el olor-Expresó Bell.
-Fufufu. A mi Keitaro le encantó cuando se la di...-Dijo la esposa, recordando el día en que Ottar le entregó muchas de esas pequeñas frutas color miel a pedido suyo cuando su hijo no quería comer ninguna de las papillas que le preparó con frutas convencionales.
-Esa vez fue difícil que se durmiera. La nube miel tiene tanta azúcar que le impidió conciliar el sueño de tanta energía que esta le dio. Y por consecuencia también a nosotros dos-Adicionó Bell. El sudor le bajaba de la frente.
Esa noche no durmió absolutamente. Keitaro estuvo saltando en su cuna casi dos horas y el resto del tiempo se dedicó a llorar.
-Mi bebé...-El estado de ánimo en la esposa cambió abruptamente.
Cabizbaja y deprimida, dibujaba círculos con su dedo en la mesa.
-¿Cómo estarás?-Se cuestionó.
-En perfecto estado, sin dudas. Ahora deberían estarle dando de comer...-El cuello de la camisa del conejo fue jalado hacia adelante.
-¡Es cierto! ¡No les dijimos cómo darle de comer! ¡Qué tontos somos! ¡Ellos no lo sabrán!-Syr entró en pánico y lo agitó.
-¡E-Espera! No es tan difícil. Ya tiene un año y los horarios no son tan rigurosos a esa edad. Con que coma hasta que esté satisfecho basta-Bell la sujetó de las manos y, soltando la derecha, le acarició la mejilla.
-C-Cierto. Perdón...-Se disculpó, regresando a su asiento.
-No hay de qué. Entiendo que estés intranquila, yo comparto ese sentir. Sin embargo, confiemos en ellos-Comunicó el peliblanco.
-S-Sí-Suspiró la muchacha y controló el nerviosismo.
El mesero llegó y asentó los pedidos en la mesa. Ellos agradecieron y procedieron a consumir los alimentos.
Bell devoró la sopa miso antes del filete, se nota que el apetito aguardaba este instante.
Syr, refinadamente, tomó el tenedor y comió porciones pequeñas de los espaguetis y las moras. Posaba la palma en la mejilla, disfrutando de los alimentos y la combinación de los sabores.
Los modales en la mesa del par distaba en demasía.
-Moras... comía muchas de estas cuando me embaracé de Keitaro...-Comentó Syr después de tragar.
Bell, quien tenía la boca manchada, la miró.
-Tal vez desarrolle ese gusto cuando crezca, si no es que ya lo posee. Dicen que los niños tienden a acostumbrarse a los alimentos que la madre ingiere cuando están dentro de ella-Explicó el dato que aprendió en una de las múltiples cesiones de estudio con Eina.
-Fufufu. Pediré algunas para llevar. Quiero comprobarlo cuando regresemos-Expresó la chica, tapándose la boca al reír.
La comida se fue consumiendo con el pasar de los minutos hasta que por fin la finalizaron.
Se quedaron sentados viendo a la hermosa luna brillar intensamente y reflejarse en el río.
Los peces nadaban y varios de ellos se ocultaban cuando el crucero se les acercaba.
-Es... bellísimo...-Opinó Syr, siendo abrazada por su esposo.
-¡Pero es hora de irnos!-Agregó repentinamente.
-¿Eh?-El peliblanco fue soltado.
-Nuestro hijo debe estar esperándonos. La comida fue deliciosa y amé lo que planeaste en el aniversario. No obstante... mis momentos más felices, son cuando tú y yo pasamos tiempo con Keitaro, Noel y Wiene...-Confesó, sonriéndole bajo la luz de la luna y posándose enfrente de él mientras inclinaba la cabeza a la derecha.
Bell, absorto en la belleza de su esposa, suspiró.
-Sus deseos son órdenes, amada mía-Se levantó de, asiento y la tomó de las manos nuevamente.
-¿Te he dicho que te amo?-Preguntó.
-Todos los días desde que comenzamos a salir-Respondió, aferrándose a él y acortando la distancia que los separaba.
-Y así seguiré haciéndolo... te amo-Dijo, prometiéndolo mentalmente.
Los labios del peliblanco fueron hacia los de la peliplateada, quien se paró de puntas ligeramente para facilitar la tarea. Y...
*Mua*
Estos se unieron en un hermoso y tierno beso.
Syr, o Freya, posó los brazos detrás del cuello de su amado y le dio un pequeño empujón en la nuca para que el beso no se detuviera y las bocas no se separaran.
Bell la sostuvo de la cintura, jalándola hacia él.
Los segundos pasaron de ese modo hasta que rompieron el beso para respirar.
La chica se relamió los labios de manera pícara.
-Fufufu. Esta noche no te dejaré dormir...-Dijo, pasando sus dedos en el pecho del conejo.
-¿Tanto quieres darle un hermanito a Keitaro?-Respondió Bell, bromeando.
-¡Cierto! ¡Keitaro! ¡Vámonos!-La hermosa esposa salió corriendo, arrastrando a su marido. Momentáneamente olvidó la inquietud respecto a su pequeño hijo.
-¡E-Espera...!-Quiso detenerla pero se le imposibilitó.
"Y arruiné la atmósfera... ¡YO Y MI BOCOTA!" Se lamentó, llorando internamente.
El crucero volvió al sitio de inicio y los primeros en bajar fueron ellos.
Syr, agarrando el largo vestido para que no le complique el andar, corrió hasta que, a consecuencia del calzado, se cansó.
Bell, quien posee una resistencia monstruosa, la cargó como si de una princesa se tratara.
Sin preverlo, se encontraron cerca de una posada que el matrimonio conocía.
Según Syr, era un atajo a Folkvangr.
-Juro que no fue a propósito-Externó.
-No tienes que decirlo-Contestó Bell.
-Aunque... es curioso que nos encontremos aquí... el lugar dónde concebimos a nuestro bebé...-La sonrisa maternal de la peliplateada provocó que el ritmo cardiaco del joven aumentara dramáticamente.
De pronto, en la habitación superior, se escuchó una cama rechinar y varios gemidos.
Bell se sonrojó por andar escuchando aquello. No es inocente ni tonto para saber de qué se trataba.
Miró de reojo a su pareja y ella no parecía incómoda.
-Así creamos a nuestro hijo...-Susurró.
"Okey, eso es ridículo pero luce tan tierna que no la voy a contradecir" Pensó.
Se retiraron del sitio en dirección a Folkvangr.
Sobra decir lo que ocurrió tan pronto llegaron.
Porque eso fue contado en la otra historia...
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En la noche.
Bell y Syr dormían plácidamente en la misma cama.
Keitaro en su cuna y Noel, junto a Wiene, en la habitación aledaña.
Las sábanas se movieron y el muchacho sintió a alguien encimándosele en la zona pélvica.
-¿Qué...?-Se despertó, buscando una explicación.
Un dedo se posó encima de sus labios, silenciándolo.
-Fufufu... te dije que no te dejaría dormir amor...-Le susurró pícaramente.
-Procura no hacer ruido o despertaremos a las niñas y a Keitaro-Aconsejó ante el ruborizado chico.
-H-Hai...-Confirmó.
La peliplateada se reiteraba la ropa, dejando al descubierto su sostén.
Esto le pareció erótico a Bell, quien tragó saliva.
"Esta es mi aventura..." Pensó.
Y así... el aniversario fue un rotundo éxito.
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¡Finaliza el cuarto capítulo de las antologías!
Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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