SS. Estemos juntos eternamente, mi amado Odr.
Muchos. Pero muchos años han transcurrido en el mundo inferior, llamado burdamente "Genkai". Este se encontraba en una increíble paz y la esperanza de vida subió enormemente desde que aquel héroe, que actualmente era conocido como una leyenda viviente, derrotó a la calamidad "El dragón negro" en el combate que definió el destino de la humanidad y todo ser vivió que habitara el mundo.
Los niños corrían libre y felizmente, disfrutando de ese regalo que se les fue otorgado. Orario se convirtió en la gran metrópolis donde millones de personas vivían sus vidas tranquilamente. La tecnología se desarrollaba a pasos agigantados y las piedras mágicas dejaron de ser el único medio de energía que la humanidad usaba. Se crearon transportes más modernos y la labor de los "Aventureros" poco a poco fue desapareciendo ante la poca necesidad de adentrarse al calabozo por insumos y artilugios varios.
Contrario a lo que uno pensaría, esto no provocó que los monstruos dentro de él se fueran acumulando, convirtiéndolo en un lugar aún más peligroso que no. Más bien fue todo lo contrario. Cuando los aventureros comenzaron a frecuentar menos el interior del calabozo, los monstruos dejaron de generarse. De vez en cuando surgían algunos, los cuales diferían del estado bruto y sin raciocinio de los cuales los hijos de la dungeon gozaban. En pocas palabras, si se originaba vida dentro, eran exclusivamente Xenos. Aquellos monstruos inteligentes que fueron determinantes en apaciguar al calabozo cuando enloqueció durante el transcurso de la batalla final contra el primer hijo y que gracias a tan valerosa labor se les permitió vivir en la superficie, abandonando el seno de su "madre" y conviviendo como iguales con la gente.
Ya no se les llamaba monstruos, bestias o alimañas. Ahora eran amigos, vecinos, compañeros.
La luz del sol golpeaba suavemente sus pieles escamosas, emplumadas o tersas. Esa calidez los llenaba de dicha.
En resumidas cuentas. La paz llegó para quedarse y no había nadie que pudiese negarlo. No existía ser que no disfrutara de esa calma y quietud que el sufrimiento de antaño trajo tras los constantes esfuerzo, lágrimas y sangre derramados.
Eran felices...
Dentro de la enorme Orario había un rincón conocido como "La calle dédalo", donde una pareja se adentraba con dos hijos, una niña y un niño. Ellos caminaban plácidamente hacia una casa al lado del enorme orfanato de la ciudad que poco a poco dejó de tener huéspedes. Ese edificio recibía el nombre de "El orfanato Maria" en honor a quien se encargó de los infantes que terminaban ahí por las jugadas del destino y que actualmente ya no se encuentra con nosotros. Como se dijo anteriormente, han pasado muchísimos años y con ellos tarde o temprano la vida se agota. Sobretodo si se trata de unai olé mujer humana sin falna o bendición de Dios. Contrario al caso de quienes si la poseen o pertenecen a una raza longeva como la de los elfos, enanos, hobbits o en casos específicos los beastman. Ya ni que decir de los dioses... o casi todos.
La familia se detuvo ante la puerta de madera que lucía tan familiar para quien seguramente era el padre de los dos muchachos.
Sonrió dulcemente y suspiró.
-Definitivamente extrañé mucho mi hogar-Comentó.
-Nuestro viaje se alargó más de lo planeado ¿Cierto?-La mujer expresó, aferrándose al brazo de su esposo.
-Sí. Dado que en Orario los peligros fueron disminuyendo, mi deber como el hijo del mayor héroe del mundo era asegurarme de que fuese así en todas las partes. Fue difícil apaciguar a algunos monstruos que lograron escapar de las salidas del calabozo alrededor del globo. Pero si eso le permite a todos los niños crecer y cumplir sus sueños, entonces es un gusto esforzarme. Porque... al final del día nuestros hijos también deben vivir aquí, Helun-Declaró aquel adulto peliblanco con puntas grises, sonriéndole a su amada esposa.
-Fufufu. No sabes cuanto amo escucharte decir eso, Keitaro-Respondió la peliplateada, llamándolo por su nombre.
-¿En serio?-Preguntó el susodicho, posando la mano en la mejilla de Helun.
Ella levantó ligeramente el mentón, esperando ser besada. Sin embargo...
-¡Papá, mamá! ¡Dejen de coquetear! ¡Queremos ver a los abuelos!-Reclamaron los hijos, separándolos y rompiéndoles el momento.
-P-Perdón...-Respondió al unísono el matrimonio.
-Sigurd, Meteria. ¿Extrañaron a sus abuelos?-Preguntó Keitaro a los muchachos que no parecían rebasar los 17 años.
-Claro que sí. El abuelo Bell siempre me cuenta historias geniales cuando lo visitamos-Respondió Sigurd, un joven muchacho bien parecido con heterocromía. Uno de sus ojos era gris y el otro rojo. A lo mejor ese último provino de los genes del padre y se saltó una generación. Por eso Keitaro no los obtuvo. Su cabello era completamente blanco aunque un mechón rebelde de color plateado sobresalía desde el centro de su cabeza.
-Obviamente. La abuela Syr cocina delicioso. La última vez incluso preparó galletas y chocolates. Prometió enseñarme a cocinar así que, ahora que volvimos, aprovecharé las oportunidades que tenga-Meteria que, al igual que el hermano, presentaba heterocromía, solo que la posición del color en los ojos diferían. Mientras Sigurd tenía el rojo del lado derecho, ella lo tenía en el izquierdo. Respecto a su cabello, este se extendía a lo largo de su espalda, incluso llegando a su cintura. Era blanco y en las puntas brillaba de plateado. Una simple y sencilla combinación que hacía resaltar en demasía la belleza de esta muchacha que en ocasiones era ligeramente caprichosa y de sus ojos se desprendía un tenue brillo morado, al igual que su abuela tiempo atrás.
-De acuerdo. Veo que la prisa los carcome, así que es mejor apresurarnos-Keitaro sonrió y tocó la puerta con los nudillos en un total de tres ocasiones.
*Toc, toc, toc*
El golpeteo vibró en la madera, avisando del arribo de las visitas que probablemente las personas en el interior no esperaban.
Unos pasos se escucharon desde el otro lado debido al crujir de la madera del piso.
La sombra en el marco de la puerta confirmó la presencia de alguien.
La perilla se giró lentamente y la puerta se abrió, siendo acompañada del crujir de las bisagras.
-Buenos días...-Fue el saludo con el que se recibió a la familia.
-¿Eh?-Ese sonido salió de su boca cuando reconoció al cuarteto.
-¿Keitaro-Nii...? ¿Helun-Nee...?-La voz de una pequeña niña empleó los nombres, queriendo confirmar que se tratara de ellos.
-Noel-Nee. Estamos en casa-Declaró Keitaro, sonriéndole cálidamente a su hermana, la cual, a pesar de ser mayor que él, todavía permanece con la apariencia de una niña no mayor a los ocho años.
-¡Hola, tía Noel!-Saludaron los adolescentes.
-Sigurd... Meteria...-También llamó a sus sobrinos mientras los ojos se le cristalizaban.
-¿Qué pasa?-Keitaro se preocupó cuando su hermana comenzó a derramar lágrimas.
-¿Quién vino, Noel?-Preguntó una hermosa elfo de cabellera dorada, acercándose a la entrada.
-¿Ryuu?-Helun vio a aquella compañera y amiga de su diosa.
-Vinieron... debe ser obra del destino-Declaró la pelidorada.
-¿Por qué tanto misterio? ¿Sucedió algo malo?-Preguntó el peliblanco/gris.
Ella suspiró.
-Será mejor que pasen-Aconsejó Ryuu, permitiéndoles el paso.
Los cuatro asintieron y se adentraron al cálido hogar que se sentía extrañamente frío y gris.
Noel caminó tomada de ambas manos. A la derecha iba Sigurd y a la izquierda Meteria.
Recorrían el largo pasillo silencioso y tenebroso por la falta de alegría y dicha que tanto caracterizó esta casa. Esos recuerdo que permanecían en la mente de Keitaro distaban mucho del momento actual que se vivía ahí.
Cruzaron varias habitaciones, hasta llegar a la última al fondo, la cual le pertenecía a los padres de Keitaro.
-Adelante-Declaró Ryuu, abriéndoles paso.
El adulto respiró profundamente, temiendo lo peor. Incluso un escalofrío recorrió su espalda.
Al abrir la puerta fue recibido con cientos de miradas conocidas. Los presentes rodeaban a dos individuos en específico.
-¿Papá...? ¿Mamá...?-Preguntó, sorprendido de ver a Bell y Syr acostados juntos en la misma cama, tomándose de las manos.
Alrededor de la pareja se hallaban Hestia, Welf, Hefesto, Lili, Mikoto, Haruhime, Aisha, Eina, Aiz, Aria, Bete, Finn, Riveria, Tiona, Tione, Lefiya, Alicia, Raúl, Aki, Lyd, Marie, Ray, Gros, Wiene, Mord, Asfi, Naaza, Ouka, Chigusa, Hermes, Miach, Takemikazuchi, Ottar, Allen, Alfrigg, Dvalinn, Berling, Grer, Hedin, Hogni, Anya, Lunoire, Chloe, May, Mama Mia, etc. En resumen, toda persona que fue cercana a ambos a lo largo de sus vidas.
-¿Keitaro? ¿Helun?-Todos se sorprendieron al ver ahí de pie, enfrente, al hijo de Bell y Syr. No solo eso, venía acompañado de su esposa e hijos, quienes hace más de 6 años no veían.
-¿Abuelos?-Sigurd y Meteria aparecieron a espaldas de su padre.
-¡Pequeña Meteria!-Syr se alegró de verla.
-¡Wow! ¡Haz crecido mucho Sig!-Bell levantó la espalda del colchón, impresionado de la apariencia de su nieto.
El matrimonio se sentó en el colchón, viendo fijamente a su hijo.
-Fufufu. Han pasado muchos años, Helun. Y no hay rastro del paso del tiempo en ti. Te envidio... un poco-La peligris bromeó con su nuera y antes hija de familia, riéndose del mismo modo de siempre.
-Freya-Sama...-Dijo la peliplateada al ver el estado cansado de su anterior diosa.
-No, no, no. A pesar de que te he reprendido hasta el cansancio no aprendes. Yo soy Syr. Tu suegra Syr-Reclamó la antigua camarera de "La señora de la abundancia", guiñándole el ojo a la esposa de su hijo.
-Syr. No creo que sea momento de gastar energías...-Ryuu se acercó a su mejor amiga.
-Fufufu. Eres muy atenta, Ryuu. Lo que esperaría de mi mejor amiga-La voz de Syr se quebró un poco y a la elfo se le formó un nudo en la garganta.
Ella la ayudó a acomodar las almohadas de modo que pudiesen acostarse y ver adelante, sin forzar la espalda a mantenerse estirada.
-Papá... ¿Qué sucede?-Preguntó Keitaro.
-Lo que le ocurre a las personas normales, estoy, corrección, estamos apunto de morir...-Respondió Bell, sonriéndole a su hijo como si no tuviera importancia alguna lo que dijo.
-¿Q-Qué...? ¿M-Morir...?-La voz del hijo titubeaba.
-Sí. Los años transcurren. La piel se arruga. El cabello se vuelve blanco. Aunque claro, tu padre no tuvo que preocuparse nunca por las canas-Bromeó la madre del chico, soltando una risita.
-P-Pero ¿Qué sucedió? ¿Están enfermos? ¡S-Sí es así puedo llevarlos a una ciudad de médicos al norte de...!-La desesperación que emanaban las palabras del peliblanco/gris era mayúscula. No obstante, interrumpieron abruptamente su exclamación.
-No es necesario, hijo-Dijeron Bell y Syr al unísono.
-¿Por qué...? ¡¿Por qué?!-Preguntó Keitaro, sin ser capaz de evitar que las lágrimas se deslizaran por sus pómulos y mejillas luego de que se desbordaran de sus ojos.
-Amor...-Helun lo calmó.
-Papá. Tranquilízate-Sig y Meteria también.
-"¿Por qué?" Preguntas... la respuesta es simple-Bell tomó la mano arrugada de Syr, su amada esposa.
-Desde el momento en que vimos que ya no nos necesitabas, supimos que habíamos hecho bien nuestro trabajo-Confesó el conejo.
-A partir de que por fin lograste obtener tu propia felicidad, fuimos conscientes de que podríamos vivir tranquilos sin ninguna clase de arrepentimiento-La peligris continuó.
-Cuando tu madre comenzó a envejecer, yo abandoné mi falna ¿Recuerdas? Fue por esto mismo. Porque no soportaba la idea de irme del mundo antes que ella. No sabemos si fue obra del destino o de los dioses, pero perdió su inmortalidad-Explicó Bell, mirando de reojo a su esposa, quien posaba la cabeza en su hombro y le acariciaba la mano suavemente.
-Nos convertimos en humanos comunes y corrientes. Y... estoy bien con eso-Syr prosiguió.
Los presentes escuchaban atentamente.
-Esto fue lo que soñé-Adicionó.
-Yo... quien vivió la gran mayoría de su existencia como una diosa... no encuentra mayor placer que vivir el resto de ella como una mortal-.
-Encontré el amor...-.
-Fui correspondida...-.
-Uni mi vida con él...-.
-Tuvimos un hermoso hijo, quien tuvo a los suyos, y dos grandiosas hijas...-.
-No hubo día en el que no estuviese realmente feliz de existir si tú, Bell, Noel, Wiene, mis hijos y amigas estaban en ellos-.
-Tantos años sin esperanza... vacíos... sin un objetivo... valieron la pena porque al final conseguí lo que siempre quise...-.
-A mi amado Odr...-.
Syr se acurrucó junto a Bell.
-Yo... puedo decir sin miedo o temor a equivocarme que...-.
Observó fijamente a su hijo, nuera y nietos, quienes lloraban a mares con el pasar de las palabras.
-Fui la mujer más feliz y afortunada del mundo-Expresó, sonriendo enormemente de oreja a oreja.
-Y si tuviese la oportunidad de cambiar algo del pasado... sería el poder conocer mucho antes a Bell... y disfrutar más de su compañía...-Concluyó.
-Sé que la muerte es aterradora, Keitaro. Sin embargo, quiero compartirla junto a tu madre. Cuando nos casamos prometimos amarnos hasta que la muerte nos separe. Así que estaré con ella hasta que eso llegue... lo cual parece ser pronto-Bell habló, riéndose por esto último aunque le dolía el pecho al hacerlo.
-No te esfuerces, amigo-Welf le dio palmadas en la espalda, intentando calmarle la tos.
-Gracias, Welf. En verdad eres el mejor amigo que alguien podría desear-Opinó el peliblanco, agradeciendo el gesto.
Dado que casi todos los visitantes gozaban de un falna, muchos de ellos lucían del mismo modo que años atrás. La edad golpeaba de forma diferente debido a esto.
A pesar de eso... ver a Bell, quien era menor que muchos en el cuarto, siendo el primero en irse...
-No lloren... porque nosotros no lo haremos...-Dijo el hombre mayor ante el inminente mar de lágrimas que se aproximaba.
-Morir rodeado de quienes amo... sujetando la mano de mi más grande amor... es la mejor forma de irse de este mundo...-La voz de Bell pocos. Poco se apagaba.
-Una eternidad encerrada y sin amor... un abrir y cerrar de ojos acompañada de mi Odr... fue... una grandiosa vida...-Le siguió Syr, quien cerraba lentamente los ojos.
Todos lloraban mientras la escena transcurría.
-Keitaro... por favor... cuida bien de Noel...-Pidieron al unísono, mirando a la pequeña niña espíritu a la cual adoptaron.
-Sí... papá... mamá...-El adulto joven cayó de rodillas, limpiándose las lágrimas mientras sus hijos y esposa lo abrazaban.
-No llores, mi amor... todo estará bien...-Syr fue quien habló.
-Te acompañaremos en el viento que sopla...-El siguiente fue Bell.
-En los rayos del sol que te acaloran...-Susurraba la peligris.
-En la brisa que pasa...-Proseguía el peliblanco.
-En el cielo estrellado...-.
El sonido dejaba de escucharse con el pasar de los segundos.
-Sintiéndonos...-.
-Orgullosos...-.
-De ti...-.
Finalizó y...
-Ya... ya no respira...-Avisó Ryuu, sin percibir que el pecho de su mejor amiga subiese o que el aire se exhalara desde la nariz, confirmando la muerte de esta.
-No siento sus signos...-Welf, desde el otro costado de la cama, no sintió el pulso de Bell.
Ambos habían fallecido al mismo tiempo.
Los ojos se cerraron.
El alma abandonó el cuerpo.
Pero...
Las manos que se sostenían jamás se separaron.
Y en sus rostros... esa sonrisa permaneció. Aquella que reflejaba satisfacción y ningún arrepentimiento en su estancia en genkai.
-Papá... Mamá... gracias por existir...-Fueron las palabras de Keitaro, quien se limpiaba las lágrimas.
-Freya-Sama... no... Syr-Sama... gracias por todo... espero que la reciban en Tenkai como se merece-Helun dedicó esos deseos a quien por tantos años la cuidó.
Entre el dolor de la pérdida y el sufrimiento de ver partir a quienes estuvieron tan presente en sus vidas... había quienes, dentro del cuarto, tenían una visión completamente diferente, y sin tristeza, de la muerte del par.
Se trataba de los dioses Hestia, Hermes, Hefesto, Miach, Takemikazuchi. Y la espíritu Aria.
Ellos sabían que en genkai, la muerte era una triste noticia para todos. Pero ellos lo veían de manera distinta. Ya que en Tenkai se sabe que, las almas perdidas, que caen en la maldad, son purificadas y mandadas de vuelta al mundo para reencarnar. Pero aquellas almas... que hicieron el bien... aquellas que dejaron un legado de bondad y felicidad a quienes los rodean se quedan allí, independientemente de si son o fueron dioses o mortales...
Y allá podrán brindar y ser felices por siempre, junto a los seres que alguna vez amaron en la tierra.
Y que allí, en ese lugar, los seres como Bell o "Syr" nunca mueren.
Y a pesar de que las deidades y el espíritu están seguros de eso, no es capaz de lograr que esa percepción sea compartida por el resto.
Y lamentablemente la partida por su héroe y amigo Bell Cranel, igual que la de la amiga y ser querido Syr Flova, durará por un largo tiempo.
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En Tenkai.
Todo era blanco. El armonioso ambiente sin movimiento fue lo primero que Freya vio tan pronto abrió los ojos.
Se encontraba ahí, en esa prisión que era custodiada por Odín e Idun. Donde obtenía todo lo que quería cuando lo quería sin recibir un no por respuesta.
Ella estaba acostada en el suave césped mientras la luz le lastimaba tras lo que parece fue un largo sueño.
Se frotó los párpados y se puso de pie.
El enorme bioma que la rodeaba se extendía hasta donde la mirada perdía el límite.
Solamente habían árboles y unos cuantos animales que evitaban que ese sitio fuese un llano. También resaltaba un largo río de agua cristalina y transparente.
-Volví a donde todo empezó...-Susurró Freya, decaída.
Sabía que era demasiado bueno para ser verdad el esperanzarse de renacer como lo haría un humano. Al fin y al cabo a ella no se le podía catalogar como uno.
-Años sin verte, Freya-Una voz la nombró. Ella volteó a donde esta provino.
-¿Idun?-Se topó con al diosa virgen que la custodiaba, quien posaba las manos en la cintura y camina a su ubicación.
-Veo que causaste muchos estragos allá abajo. Cosa que sinceramente no me sorprende viniendo de ti-Declaró Idun, burlonamente.
-Sí... no lo negaré-Freya confirmó.
-Wow. Tú aceptando que la cagaste en algo es nuevo para mi. Permíteme grabar este momento en mi memoria-Idun sacó una cámara de su bolsillo y le tomó foto a la triste diosa.
-¡O-Oye! ¡Borra eso!-Reclamó la diosa de la belleza.
-¿Por qué? ¡Sales muy mona! ¡Mira!-La foto instantánea que salió de la cámara fue revelada y entregada a... ¿Freya?.
Cuando la tuvo en sus manos su impresión fue mayúscula.
-¿Qué tal? He de aceptar que no es tu mejor ángulo-Opinó Idun.
-¿P-Por qué...?-Balbuceaba Freya.
-¿Por qué...?-Idun le pedía continuar con su pregunta.
-¿Por qué sigo con esta apariencia...?-Interrogó, tirando la foto instantánea y corriendo a un pequeño lago cercano.
Cuando la agua reflejó su rostro, confirmó lo visto en la foto. Se trataba de su disfraz de Syr. No solo eso, lucía exactamente igual a cuando conoció a Bell. O sea, tenía la apariencia de una chica de 19 años.
-No entiendo de qué te sorprendes. Tú misma lo dijiste, la verdadera tú es la mocosa humana de cabellera gris que trabaja en un bar. Es muy gracioso viniendo de alguien que se comportó como una tirana la mayoría de los milenios-Idun continuaba mofándose, sin responder la duda de "Syr".
La peligris se tocaba el rostro, queriendo asegurarse que no es una ilusión o una mala broma de esa diosa que la custodia.
-Ni yo soy tan cruel, Freya. ¿Crees que te dije "Busca a tu Odr" solo para burlarme de ti?-Preguntó la diosa.
Esto provocó que la "humana" la mirara.
-Lo decía porque comprendo tu dolor. Tener todo no siempre asegura que lo que te proveen es lo que deseas. A pesar de tu actitud de niña berrinchuda siempre fui consciente de que al final de todo lo único que buscabas era a alguien que te amara tal y como eres. No por lo exterior únicamente. No por tu posición o estatus. Si no... querías que te amaran por lo que hay aquí-La deidad apuntó al pecho de Syr, justo encima de donde el corazón de la "humana" latía intensamente.
-Y lo conseguiste. Renunciaste a ser una diosa. A los lujos. Tu encanto como diosa de la belleza. Inmortalidad. Con tal de pasar tu vida junto a tu Odr...-Idun sonrió.
-Es por eso que convencí a los dioses de todo Tenkai para que de regalaran un último capricho-Adicionó.
-Ser mortal...-Susurró Syr.
-¡Bingo!-Idun le guiñó el ojo.
-Es lo que querías ¿No? Vivir ese romance tan anhelado al lado de tu amado y morir tomados de la mano en la misma cama-Comunicó la diosa.
-Sí... es exactamente lo que siempre quise...-Respondió la diosa de apariencia humana.
-Entonces... ¿Por qué lloras?-Interrogó Idun.
La chica se limpió las lágrimas con las mangas de su ropa.
-Porque... a pesar de que siempre atesoraré esos recuerdos... no podré volver a verlo-El llanto aumentaba a medida que recordaba toda su historia de amor.
-Por eso odio a las mocosas. Siempre sacan conclusiones apresuradas-Resopló Idun, cruzándose de brazos.
-¡C-Cállate! ¡Diosa Virgen que le teme a los hombres!-Gritó Syr.
-¡Hey niña malcriada! ¡No me hables así!-A la diosa se le infló una vena en la frente.
Las miradas chocaron y sacaban chispas.
-¡Tch! ¡Esto me saco por querer ser amable y darte la noticia!-Se quejó.
-¿Noticia?-.
-¡Sí, idiota! ¡Nunca te callas!-Contestó Idun.
-¡Ujum!-Se aclaró la garganta.
-Sigue esa dirección. Es el último regalo que recibirás de mi parte-Ella apuntó a un denso bosque.
Syr, confundida, ladeó la cabeza pero parte dentro suyo le decía que hiciese caso.
Así que... ella camino a dicha dirección que se le indicó.
-Eres un dolor de cabeza, Freya-Musitó Idun mientras la observaba alejándose.
A través de los árboles, al borde del arrollo, la chica siguió las voces de las aves hasta que poco a poco el andar aumentó de frecuencia. Sin darse cuenta corría a gran velocidad, como si olvidara lo que era caminar.
Su pecho se llenaba de emoción. De una calidez que se extendía por todo su cuerpo y que evitaba que siquiera sintiese cansancio.
Más allá de los rayos de la luz, a través de los árboles y el bosque, apareció un campo plano y extenso en el cual una radiante luz blanca yacía en el centro, llamando la atención de la peligris.
Instintivamente corrió hacia ella.
Atravesando el llano.
Como un campo de nieve virgen y como un rayo blanco detrás de las nubes oscuras, más allá de ahí, alguien yacía esperando de pie.
No más de unos minutos habían pasado desde que su vida en genkai finalizó. No obstante, para ella, se sintió como una eternidad.
Pero... la historia de amor que tanto esperó incluso antes de ser consciente de lo que en verdad quería no podía terminar ahí.
Estuvo a unos cuantos metros de esa silueta que esperaba por ella.
Esa sonrisa cálida se dibujó cuando su presencia fue notada.
Esos ojos rojos se posaron en ella cuando por fin fue vista.
En ese momento Syr reunió todos sus pensamientos y emociones, convirtiéndolas en un nombre.
-¡Bell!-Gritó, corriendo a los brazos de su amado. El cual tenía la misma apariencia que cuando se conocieron.
-Bienvenida a casa, Syr-Dijo el conejo peliblanco.
*puff*
Los brazos de la peligrosa lo rodearon, abrazándolo con fuerza.
-Te lo prometí ¿No es así? Que cuando por fin llegue el inevitable día de mi muerte compartiremos nuestro amor por toda la eternidad en tenkai-Declaró el chico, sonriéndole.
Entre un mar de lágrimas producidas por la inmensa felicidad y alivio que le traían a la diosa verlo aquí con ella, respondió.
-¡Sí! ¡Así será!-.
-Pasarás conmigo toda la eternidad... ¡No permitiré que nadie más te tenga!-.
Syr repitió las palabras dichas en ese entonces.
-Mi esposa es muy celosa-Opinó Bell, en tono de broma.
-Sí... porque no quiero que nadie te aleje de mi. Quiero que permanezcamos juntos siempre... esperé todos estos años por ti... mi Odr... mi esposo... mi Bell-Contestó Syr, posando la cabeza en el pecho de su hombre.
-No importó la cantidad de dioses u obstáculos... te encontré...-Susurró el muchacho.
-Cumpliste tu promesa...-Dijo la chica.
-Debía hacerlo. No quería que me odiaras-.
-Tonto... como si fuera capaz de hacerlo...-.
El peliblanco sostuvo el mentón de su amada y lo elevó ligeramente.
-Compartamos nuestro amor eternamente, Syr-.
-¡Sí! ¡Nadie nos separará!-Respondió Syr, sonriendo enormemente y posando los brazos encima de los hombros de Bell.
-Uno...-.
La cuenta dio inicio.
-Dos...-
Syr la continuó.
-Y... tres...-.
Ambos la finalizaron y...
*Mua*
Sellaron la promesa con un beso... un tierno beso que sería el primero de miles de millones que compartirían en esa existencia inmortal. A espera de que los seres que amaron en vida vengan a acompañarlos.
Esta es la historia de una diosa que siempre buscó el amor. Alguien que la amara sinceramente con todo el corazón. Y... por fin lo consiguió.
"¿Qué hubiera pasado si Bell me rechazaba ese día durante nuestra primera cita? Tal vez nuestras vidas hubiesen tomado un rumbo distinto, pero ¿Saben qué? No tiene sentido pensar en eso. No podría desear mayor felicidad ahora" Pensó la humana, acurrucándose en el pecho de su esposo, su Odr, cuando el beso concluyó.
-Bell... ¡Gracias por encontrarme y quererme! ¡Te amo!-Finalizó Syr.
-Gracias a ti, por existir, Syr-Respondió Bell dulcemente.
-Estemos juntos eternamente, mi amado Odr-Pidió la muchacha.
A lo lejos Idun observaba a la pareja que se reencontraba. Se sentía satisfecha por el desenlace de las cosas.
-Es lo que siempre quise para ti, Freya. Que fueses feliz-Finalizó, retirándose de esa "cárcel" que aparentemente dejó de serlo desde el momento en que el ser que más ama la diosa de la belleza apareció ahí para quedarse.
Vivir eternamente junto a tu amado...
Un buen final para esa diosa que tanto buscó el amor...
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Aquel chico que vino a ser un héroe y tener un encuentro predestinado...
Aquella diosa que buscaba a su persona especial, aquel que la amara sobre todas las cosas...
Se encontraron...
Se conocieron...
Tras una larga serie de sucesos...
Se enamoraron...
Se correspondieron...
Y ahora y para siempre...
Estarán juntos...
Porque dos personas que se aman...
Nunca podrán ser separadas...
Sin importar el tiempo, la espera e incluso la muerte...
Si están destinadas a estar juntas...
El vínculo prevalecerá...
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El fin.
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De este modo despedimos las antologías de mi primer Fic. La verdad es que este fue el final que siempre quise darle y al fin se me hizo jajajaja. Espero que les haya gustado leerlas tanto como a mi me gustó escribirlas. Como ustedes saben, Syr/Freya, como quieran decirle, es mi chica favorita y esta historia nació del deseo de darle un final feliz junto a Bell después de haber leído el volumen 16 donde es rechazada, así que decidí hacerlo yo mismo.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo la serie de mini historias? ¿Sí les gustaron? ¿Cuál fue su favorita en caso de haber tenido una? Leo sus impresiones mis estimados lectores.
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
¡Por cierto! Por último, más no menos importante, le debo agradecer en demasía a memo-sanMX por las imágenes de este capítulo. Todas esas bellas imágenes hechas desde IA fueron gracias a él. Así que por favor síganlo y apóyenlo en Twitter. Aquí les dejo el link.
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