SS. El romance de Keitaro. Parte 1.
Era una noche como cualquier otra en Orario. Los pájaros cantores que se ocultaban en sus nidos revoloteaban en su último vuelo de ese día. El sol se escondía en el horizonte y la hermosa luna poco a poco emergía, tomando su lugar en el hermoso y estrellado cielo de la ciudad.
Las luces de edificios, puestos de comerciantes, restaurantes y casas se encendían, llenando de una variedades colores las calles y callejones.
Sin embargo, a pesar de la belleza que Orario poseía en al superficie, cierto par de idiotas prefirió invertir horas y horas en el profundo, tenebroso y frío calabozo justo debajo de todo. Ese lugar que gozaba de gran cantidad de bestias, las cuales poseen la capacidad de asesinarte antes de siquiera darte cuenta.
-Haz mejorado mucho últimamente-Dijo una voz ligeramente grave mientras se escuchaba la hoja de dos dagas regresando a su funda.
-¡Sí! ¡Llegamos hasta los pisos intermedios en 2 semanas!-Respondió quien a simple vista parecía un adolescente a un paso de la adultez. Los brillos en sus ojos reflejaban cierta infantilidad aunque nadie negaría que lucía adorable.
Ambos albinos caminaban tranquilamente, retirándose de una cansada jornada en el nido de monstruos llamado calabozo.
Aunque... "Tranquilamente" era muy subjetivo. Al menos el más joven de ellos distaba de ese adjetivo.
Caminaba a paso acelerado, prácticamente arrastrando a su padre quien se llevaba todo con calma.
-Estás muy inquieto...-Opinó Bell.
-¿Eh? ¿Es así? Perdón. Lo que sucede es que... tengo cierto compromiso que no puedo cancelar y...-Se justificó el joven peliblanco, rascándose la nuca y desviando la mirada.
Eso dibujó una sonrisa en el rostro del padre, el cual reconocía esa actitud nerviosa. No por nada Syr les dice todo el tiempo que son como dos gotas de agua.
-¿Acaso se trata de una chica?-Interrogó, acercándose a él e invadiendo su espacio personal.
-¡¿C-Cómo lo sabes...?! Q-Quiero decir... ¡Claro que no!-Es igual de idiota a la hora de mentir que el conejo mayor. Eso no se aprende, se hereda.
El sonrojo por parte de Keitaro era mayúsculo. A tal grado que la temperatura en mejillas y orejas aumentaba a cada segundo.
-Si no me lo cuentas le diré a tú madre. Créeme, ella no será tan amable como yo. Tú conoces lo sobreprotectora que puede llegar a ser-Bell amenazó, usando la carta de "Te acusaré con tu mamá" la cual le gana a cualquier réplica o argumento en contra.
-¡Ugh...!-Gimió el joven.
Syr es una amorosa mujer cuando está de buenas pero... sus métodos de cuidado son sencillamente aterradores. No por nada le costó 14 años recibir permiso de adentrarse al calabozo. Y eso que prácticamente la obligaron a aceptar porque, de ser por ella, él viviría toda su vida sin pisar aquel sitio. A parte, la furia de esa mujer era de temer. Si al hacerla enojar cuando se enteró de la aventura cazando monstruos recibió al padre y a su propio hijo con bombardeos de truenos a diestra y siniestra.
Sí, definitivamente no hay nada más aterrador en el cielo, la tierra y dentro de, calabozo que una madre enojada. Específicamente ella.
Keitaro suspiró, rindiéndose ante la amenaza. No ganaría esta discusión no lograría mantener en secreto lo que le intranquilizaba.
-Y-Yo... decidí invitar a Helun a una cita...-Susurró, revelando aquel pendiente que no podía cancelar.
-¿Perdón? Habla fuerte. Tu viejo ya no es el mismo de años atrás. Esos gritos tuyos cuando eras bebé afectaron mi audición-Bell quiso que se repitiese. Claro que fingía sordera pero de ese modo jugaba con él.
"Es agradable estar del otro lado en este tipo de situaciones" Pensó. Se divertía al presenciar los primeros pasos de su hijo en el romance.
-¡Y-Yo quiero invitar a Helun a una cita! ¡Eso es lo que dije!-Vociferó Keitaro, enojado, respondiendo al pedido de su padre.
-Hee~-Sonrió pícaramente el conejo mayor.
-Ya lo sabía-Adicionó, restándole importancia y levantan los hombros.
-¿Are?-El conejo junior ladeó la cabeza.
-Eres muy obvio. Incluso peor que yo a tu edad-Contestó Bell.
-¡¿Eh?! ¡L-Lo oculté muy bien!-Gritó Keitaro.
-¿Ocultar? ¿Qué cosa?-Interrogó el peliblanco.
-¡Que me gusta Helun!-Respondió el adolescente, tapándose la boca al instante de salida esa confesión.
-Al menos eres sincero. Es fácil sacarte información. Entonces dime ¿Cómo está eso de que te gusta Helun? ¿Desde cuándo?-Indagó Bell en el romance de su amado hijo.
Keitaro poco a poco se ruborizó y los labios le temblaban.
El padre lo notó y suspiró pesadamente.
-No tiene nada de malo enamorarte. ¿Sabes? Yo también comencé a tener esa clase de sentimientos a tu edad. El amor es un sentimiento hermoso que se debe nutrir día a día. A veces correspondido. En ocasiones unilateral. No obstante, jamás debes renuncia a él o rechazarlo-Declaró el peliblanco desde su propia experiencia mientras era escuchado atentamente.
-Eso sí. Asegúrate de que es real. Ese es el motivo por el cual te pregunto. No temas responder porque no existen motivos tontos a la hora de desarrollar esa emoción hacia alguien. Todos lo experimentamos de formas diferentes-Adicionó, posando la mano en el hombro del muchacho.
Retomando la confianza perdida, Keitaro aceptó contarle absolutamente todo a su padre. Él no lo juzgaría ni menospreciaría. Tampoco Syr pero esa es otra historia.
-Yo... no sabría ponerle una fecha exacta...-.
-Ha estado presente en mi vida desde que tengo memoria. Cuidándome, abrazándome, mimándome. Es raro desarrollar esa clase de sentimientos por una mujer que prácticamente me dobla la edad-.
Bell sudó frío ante esto. El tema de la "Diferencia de edad" era uno en el que su palabra no tenía peso. Tomando en cuenta que su esposa es miles y miles de años mayor que él. Aunque claro, la edad de los dioses difiere a la de los mortales.
-Sin embargo... eso me hizo comprender que no soy capaz de imaginarme un día sin que ella esté ahí, conmigo...-.
-Poco a poco... dejé de verla como "Helun-Nee" y comencé a mirarla como una mujer. Una hermosa mujer...-.
Keitaro no pudo evitar sonreí instintivamente.
-Quien... sonríe poco... pero al hacerlo... es tan bello que llena de felicidad mi corazón...-Las oración se completaba difícilmente. Decir algo así de romántico era complicado para alguien tan inexperto en el amor.
-Su tuviera que expresar el deseo que tengo, las palabras no alcanzarían. Ella... es mi anhelo...-.
"Anhelo... ¿A quién me recuerda?" Se cuestionó Bell. Cientos de signos de interrogación flotaron encima de su cabeza.
-¿Cómo la invitarás a salir?-Interrogó.
-Y-Yo... planeo ir a Folkvangr y pedírselo. Hoy no trabaja en "La señora de la abundancia" y... en la plaza del amor están puestos de comidas y juegos. Quiero llevarla a disfrutar la noche ahí como si de un festival se tratara. Y tal vez... si se presenta la oportunidad-Informó, dejando al aire eso último.
-Declararle tu amor ¿Me equivoco?-Complementó el padre. Él era consciente del rumbo al que aquella explicación se dirigía.
Keitaro se limitó a asentir.
-Temo... que me rechace...-Cabizbajo, externó su preocupación.
"Jeje... dudo que eso ocurra" Pensó el conejo mayor, riendo en silencio mientras le bajaban de la frente gotas de sudor. Tras muchos años de matrimonio con Syr a aprendido una o dos cosas respecto a las actitudes de las mujeres, a tal grado que afirmaría sin dudar que Helun siente lo mismo que él.
-Es normal. No es nada de lo que debas avergonzarte. Solo evita que eso te limite. Si tu miedo es más grande que el amor que dices profesarle, entonces es mejor rendirte-El semblante serio de Bell sorprendió al decaído chico. Ese asunto en específico era mejor tomarlo así. Bromas, tonterías y de más no tenían cabida ahora mismo.
-Es mejor arrepentirse por algo que hiciste que quedarte con las dudas de lo que hubiese sucedido si no te acobardabas-.
-Iré a Folkvangr-Keitaro se armó de valor.
-Y yo te acompañaré-Contestó el joven padre.
De repente aceleraron el paso, saliendo del calabozo en menos de un minuto y recorriendo las calles de la ciudad sin frenar ni un segundo.
El día de hoy Keitaro conseguiría su cita.
En Folkvangr, sede de la familia Freya.
-¿A qué debo la visita?-Preguntó Ottar, el cual fue el que abrió la puerta d Elva sede tras oír la puerta siendo golpeada.
-¡Hola tío Ottar!-Saludó Keitaro alegremente.
El boaz sonrió.
-Tiempo sin verte muchacho. ¿Cómo te ha ido en el calabozo?-Interrogó, permitiéndole el paso.
-¿Es nuestro sobrino?-Los Bringar se asomaron desde la enorme espalda de El Rey, buscando al visitante inesperado.
-¿Cómo están tíos, Alfrigg, Dvalinn, Berling y Grer? ¿No le han causado dolores de cabeza al tío Allen?-Saludó el joven a los hobbit, bromeando con ellos.
-Ese tonto últimamente es poco hostil. Su hermana lo está ablandando. Ya no es divertido fastidiarlo si no reacciona mal-Declaró Alfrigg, cruzándose de brazos.
-¡Sí! ¡El gato ya no quiere pelear!-Dvalinn concordó con su hermano.
-Era de las pocas cosas divertidas aquí-Berling lucía decepcionado.
-En fin ¿Qué te trae aquí?-Grer retomó el hilo de la conversación, interesándose en su sobrino y el asunto que justificaba su presencia ahí.
-¿Planean entrenar? La última vez fue difícil ocultar tus heridas. Todavía le debes las gracias a Heith-Una voz apareció a espaldas del resto.
-Hedin-Sensei...-Keitaro tragó saliva, temblando.
-Tranquilízate. Hoy no te electrocutaré... a menos que hagas algo que lo amerita-El elfo rubio se acomodo los lentes y rio de manera tétrica.
-Oigan no es agradable ser ignorado-Bell, quien estaba detrás de su hijo, no recibió ni un hola desde que llegó.
Toda la familia Freya lo miró de forma hostil.
-No dije nada...-Susurró, dando un paso a la derecha y apartándose del centro de atención.
"Estoy casado con quien consideran una madre y a pesar de ello no recibo ni pizca de amabilidad. Al contrario, pareciera que cada día me odian más" Se quejó mentalmente.
-¿Haz venido al castillo del rey demonio? ¿Cuan grande es tu valentía o estupidez al venir a retar al rey en su hogar?-Preguntó Hogni, emergiendo se las sombras.
-Tío Hogni... no... Maou-Sama... aguarde más tiempo. Le prometo que nuestra revancha será legendaria-Keitaro le siguió el juego al elfo oscuro., moviendo los brazos de forma errática al igual que él hace cada que exagera sus reacciones.
-Entonces...-Toda la familia Freya aguardaba la respuesta. Dándole la oportunidad de comunicarla.
-E-Estoy aquí por Helun...-Habló, siendo observado fijamente por sus tíos y padre, quien le levantaba los pulgares.
Los presentes permanecieron en silencio hasta que Ottar rompió el hielo, revelando la ubicación de la peliplateada.
-Debe estar descansando en su habitación-.
Hedin se incluyó en la conversación.
-Si piensas ir a por ella te recomiendo entrar rápido. Conociéndola, su tarde de chicas con Heith y Syr-Sama la ha de haber agotado. A lo mejor ya se durmió-Explicó, invitándolo a apresurarse.
-¡H-Hai!-Ni corto ni perezoso, él se adentró a la sede y corrió a donde la habitación de su amada se hallaba. Justo en el último piso, al final del pasillo.
-¡Gracias!-Agradeció, subiendo las escaleras a toda prisa.
Tíos y padre lo veían a la distancia, cruzados de brazos.
-Era mentira lo de estar dormida-Confesó el elfo rubio, acomodándose las gafas.
-Ustedes también se dieron cuenta ¿Verdad?-Bell les preguntó, riéndose ligeramente.
-Seríamos idiotas de no percatarnos de ello-Hedin fue el primero en responder.
-No somos igual de estúpidos que el padre como para no notar que una chica está enamorada-.
-Al fin le crecieron un par al mocoso-.
-Helun nos ganó en conseguir pareja-.
-Nos humilló-.
Los hobbit cuatrillizos también externaron su pensar.
-El héroe en busca de la princesa. La cual está resguardada en el castillo del rey demonio. Tal vez debí obligarlo a luchar-Hogni divagaba, nada raro en el elfo oscuro.
-Sí...-Confirmó el peliblanco.
"Un momento... yo soy el padre".
-¡Oigan! ¡Esperen! ¡Yo no soy ningún estúpido!-Bell reclamó a lo dicho por alguno de los Bringar. Aunque no pudo identificar cual de ellos lo insultó.
"Te alcanzaré... Helun" Mientras tanto, Keitaro se enfocaba en su objetivo. En aquella puerta por la cual un breve rayo de luz salía desde los espacios no cubiertos por madera de la puerta.
Punto de vista de Helun.
La hermosa mujer en la flor de su adultez yacía acostada en su cama, abrazando la almohada blanca y larga mientras guardaba silencio, viendo el techo arriba suyo.
Miles de cosas pasaban dentro de esa cabeza.
"Otra vez... lo acompañé hasta el calabozo..." Pensó.
De repente recordó la actitud que tuvo cuando fue a primera hora a visitar el hogar de su diosa. O mejor dicho, de Syr. Sin que nadie se lo pidiese.
Ella se despertó tan temprano en su día libre del trabajo solo para pasar menos de 10 minutos con aquel muchacho que no salía de su mente.
Keitaro Cranel... el hijo de Bell Cranel y Syr Flova.
-¿Qué me sucede?-Se cuestionó, enterrando la cara en la almohada y ahogando los quejidos.
-Debo estar volviéndome loca. Yo y el hijo de Freya-Sama... imposible... él acaba de cumplir los 14 años y yo... tengo 34...-.
-Lo cuidé cuando era un simple bebé...-.
-Lo cargué...-.
-Abracé...-.
-Le di de comer...-.
-Incluso hubo un día en el que me bañé con él...-.
-Ahora imaginarme ese escenario me apena...-.
-¿Por qué...?-.
-¿Cuando comencé a verlo como hombre?-.
El cuestionamiento resonaba en el subconsciente de la peliplateada.
Y ella sabía la respuesta...
-¿Tal vez fue ese día...? Mi extraño comportamiento nació a raíz de ahí...-.
-El día en que... fui salvada...-.
De pronto los recuerdos azotarlos a la dama.
Flashback.
Era una calorosa mañana aquí mismo, Folkvangr. La sede de la familia Freya recibió la visita de dos personajes. Bell Cranel y Keitaro Cranel. Esposo e hijo de la diosa patrona de la familia respectivamente.
Ambos entrenaban aquí para no ser descubiertos por la deidad. O mejor dicho, anterior deidad.
El muchacho, cercano a la fecha de su cumpleaños, se trazó como meta entrar al calabozo. Al identificar tal determinación y deseo en su hijo, Bell no se negó. Al contrario, siendo perfectamente consciente del castigo que recibiría si Syr se enteraba de que planea meter a su "Bebé" a ese "Nido de monstruos", como ella le llama, aceptó entrenarlo.
Habiendo relatado esto, continuemos.
Keitaro yacía cansado y arrodillado en el suelo. Su cansancio era mayúsculo.
-A penas llevamos 5 horas. Todavía falta que pruebes tu habilidad con la lanza, la espada y las dagas-Bell, casi sin sudar, declaró.
-¡Eres demasiado exigente papá!-Reclamó el hijo. Una vena se le hinchó en al frente a consecuencia del enojo y lo pensado del entrenamiento.
-Si eso crees debiste conocer a tu tío Allen cuando me entrenó. Prácticamente estuve muerto durante 1 minuto-Reveló, rememorando el día en que, por culpa de su bocota, fue a darse de piñas contra el hombre gato.
Helun observaba el intercambio. Ella fungiría como mediadora en caso de que al descerebrado del padre se le pase la mano.
-O acaso... ¿Ya te rendiste? Esperaba más de mi hijo-Bell lo provocó, demostrando arrogancia y superioridad. Aunque lo hizo para picar el orgullo del muchacho.
Keitaro apretó los dientes y, sujetando la lanza tirada a su costado, se puso de pie.
-Yo seré un héroe papá...-Declaró, irradiando enojo.
-Entonces... compruébamelo...-Respondió el peliblanco de ojos rojos.
Un aura dorada/amarillentosa rodeó al muchacho.
El arma fue imbuida de esa energía.
"Esperen... ¿Qué es eso?" Bell quedó boquiabierto.
-¡YO QUIERO SER UN HÉROE!-Gritó Keitaro, retrayendo el brazo.
-¡UN MOMENTO!-Bell quiso detenerlo.
Helun, la cual estaba de espectadora, sintió la esencia de su diosa en él.
Haciendo caso omiso, el peliblanco, de tonalidades en gris, rápidamente lanzó, valga la redundancia, la lanza con toda la fuerza de su brazo.
*¡ZOOOOOOOOOOOOOOOOM!*
-¡Mierda!-El padre supo que debía reaccionar antes de causar un accidente.
-¡Thunderbolt!-Posó la palma abierta enfrente de él, extendiendo el brazo a su objetivo.
*¡BOOOOOOOOM!*
La magia chocó con la punta de aquella arma, desviando su trayectoria.
*¡CRASH!*
Y se enterró en uno de los múltiples pilares de la arena de combate.
El sólido mármol se agrietó.
-Esto estuvo cerca...-Dijo Bell, aliviado.
-¡P-Perdón!-Se disculpó Keitaro. No esperaba que eso ocurriese.
-No te preocupes, nadie salió herido. ¿Estas bien, Helun?-Preguntó el joven padre a la chica.
-Ese poder...-Susurró la peliplateada. Sin embargo...
*¡Crack!*
Las grietas del pilar creció.
*¡Crack!*
*¡Crack!*
Pedazos de piedra salían de él, cayendo al suelo.
-¡Helun!-Gritó Bell.
*¡CRACK!*
El pilar se despedazó y parte del techo, junto con aquella estructura se desprendieron, cayendo a caída libre sin nada que lo detuviera.
-¡Helun!-Keitaro nombró a la dama, quien no se percató del desastre a punto de suceder hasta que fue demasiado tarde.
Un gigantesco trozo de roca estaba a pocos centímetros de su posición.
Abrió los ojos enormemente y...
-¡Cuidado!-Fue tacleada, apartándola de la zona de impacto.
*¡PAM!*
-¡Firebolt!-Bell invocó su magia sin cántico y despedazó el resto de escombros.
*¡BOM!*
*¡BOM!*
*¡BOM!*
*¡BOM!*
Los enormes trozos se convirtieron en guijarros.
Del otro lado, mientras tanto.
-¿Q-Qué pasó...?-Preguntó Helun, quien había bajado los párpados al verse en peligro. Una reacción natural.
Polvo de escombros le impedía ver claramente lo que la rodeaba.
-¿C-Cómo...? Eso estaba a centímetros de mi cabeza...-Susurró, preguntándose cómo seguía consciente y sin ningún rasguño.
-Ugh...-La queja sonó a pocos centímetros debajo de su mentón.
-M-Mi pierna...-Dijo Keitaro, sosteniendo aquella extremidad inferior, la cual sangraba.
-Helun... ¿Estás bien?-Preguntó el chico, ignorando el líquido rojo chorreando de su pierna y preocupándose antes por el bienestar de la peliplateada, quien bajó la cara para toparse con él frente a frente.
Sus rostros estaban increíblemente cerca.
Keitaro estaba encima suyo sin tocarla. Solamente apoyándose con el brazo libre, el cual reposaba al costado de la mejilla de Helun. A escasos milímetros de hecho.
La asistente de la diosa se sonrojó.
-A-Ah...-No hallaba palabras para responder.
Su ritmo cardíaco aumentó, sintiendo que el pecho le apretaba.
Los labios le temblaron y... todo pareció detenerse.
-¿Estás bien, Helun?-Repitió el muchacho.
Ella asintió, completamente ruborizada y oyendo los latidos del corazón retumbando en los oídos.
-Que bueno... nos sabría qué hacer si resultaras herida...-Keitaro sonrió, aliviado de que no le haya causado ningún daño.
La normalmente seria y serena mujer experimentaba por primera vez una emoción ajena a su comprensión.
Él la salvó...
Ese niño sin falna arriesgó su vida... su seguridad... por ella.
No... llamarlo niño era incorrecto.
"¿C-Cuándo se volvió tan genial Keitaro?" Se cuestionó.
Y... a partir de ese día... supo que aquel mocoso de años atrás dejó de existir...
Quien la salvó fue el hombre... "Keitaro Cranel".
Fin del flashback.
-Desde ahí me ha costado siquiera verlo a la cara sin que me convierta en un tomate humano...-Susurró.
-Comencé a vestirme de forma más femenina al visitarlo...-.
-A preocuparme por mi apariencia...-.
-Incluso dejé de llamarlo "Keitaro-Chan"-.
El comportamiento extraño nació ese instante.
-Y, cuando tengo oportunidad, cada que se adentra al calabozo estas últimas dos semanas, lo acompaño y le digo que se cuide... que me preocupa...-.
-¡Incluso formé parte del plan y engañé a Freya-Sama!-.
Helun volvió a ahogar sus penas en la almohada.
-Ni siquiera en el trabajo logro olvidarlo...-Se lamentó.
-Pienso en él día y noche. Estoy volviéndome loca...-.
-¿Esto es amor...?-Se preguntó.
-Hay veces en que escuchó su voz... imagino su sonrisa...-Adicionó.
-Pero... es imposible... nuestra edad... su relación con Freya-Sama... merece algo mucho mejor que yo...-.
Sumergida en su propia autodesprecio, comenzó a llorar.
Hasta que fue interrumpida.
*Toc, toc, toc*
La puerta de su habitación fue tocada un total de tres veces seguidas sin interrupción.
-¿Eh?-Ella se sorprendió. No esperaba recibir visitar.
-¿A esta hora? ¿Q-Qué querrán?-Se puso de pie, limpiándose las lágrimas que se deslizaban de sus mejillas.
Caminó hasta la entrada y, girando la perilla, las bisagras rechinaron al extenderse, abriendo la puerta.
Poco a poco se asomaba la silueta del hombre presente en sus fantasías.
-B-Buenas noches... Helun-Saludó.
Ella permaneció callada y estática.
"¿Q-Qué...? ¡¿QUÉ DEMONIOS HACE AQUÍ?!" Gritó internamente esa duda.
-¡Hip!-Su piel cambió de blanca a roja.
-B-Buenas noches...-Correspondió a la amabilidad después de morir y revivir internamente debido a la impresión de tenerlo tan cerca. Así que evitó verlo directamente y comenzó a jugar con su cabello, enrolándolo con el dedo.
-Lamento si soy inoportuno... sé que, a pesar de ser tu día libre, es posible que hayas hecho planes ¡Y entenderé que se sea el caso!... pero yo...-Keitaro dio inicio a la propuesta. Nada lo detendría.
"¿Qué? ¿Qué es esto?".
El crujir en los puños del peliblanco, casi peligris, reflejaba el esfuerzo que empleaba para poder comunicarle su intención.
-Yo quisiera...-.
El ritmo cardíaco de ambos se aceleraba.
Helun posó un puño encima de su pecho, expectante a lo que el chico de sus sueños diría.
-¡Q-Quisiera que me acompañaras a una cita en la plaza del amor!-Gritó, cerrando los ojos, inclinándose hacia adelante y extendiéndole la mano.
-¿E-Eh...?-Salió de la boca de Helun.
"Él dijo... cita... ¿Verdad? No escuché mal ¿Cierto? ¿Cierto?" Quiso confírmalo en su subconsciente.
Si antes estaba roja, ahora esa definición del color obtenía un nuevo significado.
-¡¿EHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH?!-
El grito resonó en cada parte de Orario, asustando a quien fuese alcanzando por él.
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¡Finaliza el noveno capítulo de las antologías!
Bueno, hasta aquí el capítulo de hoy, espero que sea de su agrado y dejen su apoyo como ya es costumbre.
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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