SS. ¡¿Dónde está Bell?!
Nos encontramos en Orario, la ciudad calabozo y el centro del mundo. Aquel sitio donde visitantes de todos lados vienen en busca de cumplir sus sueños.
Fama...
Dinero...
Mujeres...
Hay deseos de todo tipo que motivan la migración a esta ciudad.
Sin embargo, hace no mucho tiempo apareció un chico en particular que puso de cabeza lo establecido por los habitantes y Dioses.
Su nombre es Bell Cranel.
Aquel joven peliblanco de 14 años llegó con el deseo de ser un gran héroe, el cual... ¡¿CONQUISTE CHICAS EN EL CALABOZO?!
Sí. Su sueño principalmente se basaba en convertirse en un héroe al igual que los millones de historias que había leído en su juventud e inculcado gracias a su abuelo desde corta edad.
Cualquiera que escuchara tan ridículo sueño lo tacharía de loco, se reiría o simplemente lo tomaría como un disparate sin sentido proveniente de la inmadurez y la falta de experiencia en este cruel mundo.
Sin embargo, aún si la motivación es banal, si luchas por alcanzar dicha meta, lo conseguirás.
Si se puede soñar, se puede cumplir.
Dedicación.
Esfuerzo.
Valentía.
Sangre.
Sudor.
Lágrimas.
Son innegociables a la hora de dedicar cuerpo y alma en el cumplimiento de tus objetivos.
Y él lo supo perfectamente...
Aquella travesía que dio inicio de ese modo fue el preámbulo de... el mayor héroe que el mundo haya conocido.
El héroe que... derrotó a la calamidad.
Al... Dragón negro.
No obstante, para él, ese no fue su mayor logro.
Lo fue... el haberse enamorado de cierta hermosa chica de cabellera plateada.
Syr, o Freya, fue una de las primeras chicas que apoyó a Bell desde el comienzo, sin mofarse de lo infantil que sonara.
Poco a poco se fueron enamorando sin que él se percatara.
Al principio nació cierto cariño debido a la amabilidad de la camarera de "La señora de la abundancia", el cual se vio opacado por el increíble amor que juraba poseer hacia quien denominó su encuentro predestinado, Aiz Wallenstein.
Pero, al pasar de los meses, la presencia de Syr fue adentrándose más en su corazón hasta llegar al punto de inflexión... la confesión...
Después de una larga y accidentada cita entre ambos, la peliplateada le expresó su más puros sentimientos.
Le confesó su amor.
Ante la ciudad.
Ante la gente.
Se sinceró.
El corazón en duda del conejo buscaba qué responder. Cuestionándose lo que sentía en verdad.
¿Qué ocurre con Aiz Wallenstein? ¿Es amor? ¿Admiración? Esas preguntas sin respuesta se sembraban en él.
Y lo que importaba era... ¿Qué siente por Syr?
Ella es juguetona, cariñosa y debido a eso le cuesta identificar cuando habla en serio o no.
¿Este momento es real?
¿En verdad Syr lo ama?
Fue en ese instante donde, a manera de película, rememoró los días que vivió a su lado.
Los bento...
El grimorio...
La cita en el orfanato...
Sus constantes coqueteos...
Muestras de afecto...
Sus palabras cuando Orario lo odiaba tras lo ocurrido con los Xenos...
Ella lo apoyó.
Creyó en él.
Así que... poco a poco, entendió.
Él la amaba. Solo que nunca se lo cuestionó seriamente.
Fue ahí cuando supo qué contestaría.
-Lo siento... pero no puedo aceptar tu confesión... no por ahora-.
Los ojos cristalinos de la chica se abrieron totalmente, demostrando la impresión e impacto que le provocaba aquella inesperada respuesta.
-El día de hoy, comprendí que sigo siendo débil, comprendí que sigo siendo un niño incompetente, estuve en peligro muchas veces antes pero el día de hoy y el de ayer me dejaron claro algo, aún no soy lo suficientemente fuerte para que alguien dependa de mi, no quiero perder a nadie más en mi vida-.
-Por ese motivo no puedo aceptar tu confesión en este instante, aún soy débil, quiero convertirme en alguien que pueda protegerte, alguien que pueda asegurarte un mañana, alguien que esté seguro de que puede hacerte feliz, pero en este mismo instante no puedo asegurártelo, es por es que...-.
La sinceridad y seriedad en las palabras se notaba en el transcurso de las mismas.
-Es por eso que... ¡Es por eso que quiero hacerme más fuerte a partir de hoy! ¡Quiero ser alguien que pueda caminar a tu lado! ¡Alguien que pueda hacerte feliz y estar contigo para compartir esa felicidad!, por ese motivo yo... quiero que me cumplas un deseo egoísta, puede parecer una prolongación y estás en todo tu derecho de negarte y rechazarla, pero quiero decirlo-.
Tras la explicación reveló su pedido.
-¡Por favor espérame hasta eso! ¡Espérame hasta que sea más fuerte y pueda estar a tu lado! ¡Tú también me gustas!-.
Las emociones salieron a flote y, sin poder evitarlo, Syr aceptó.
El amor los unió.
Se correspondieron.
Ese hermoso sentimiento nacido de experiencias compartidas que al pasar los días, semanas, meses... años, se intensificó.
Atravesando sientas de pruebas.
Combatiendo por ese futuro feliz al que aspiraban.
Hasta que por fin lo obtuvieron...
Tras la derrota del dragón y la noche de bodas, la paz fue conseguida.
Y... estamos aquí para conocer la vida que les aguardó después de ello...
Acompáñanos, querido lector, en este camino...
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En el calabozo.
Una luz blanca subía frenéticamente los pisos del calabozo.
¿De qué o quién se trataba?
¿Una nueva especie de monstruo?
¿Un ataque mágico lanzado que posee gran rango de impacto y potencia?
No... se trataba de nuestro conejo protagonista.
-¡Espera Bell! ¡Vas demasiado rápido!-Le gritaron a lo lejos, tratando de ponerse a su ritmo aunque fueron ignorados.
La concentración en los ojos del conejo y la preocupación en su mente lo ensordecían.
-Debo llegar a tiempo...-Se repetía reiteradamente, apretando los puños.
*¡GRRRRRRR!*.
Una bestia de tamaño colosal apareció en medio de su camino. Era un Goliath en el piso 18. El jefe de los pisos intermedios.
Sin pensarlo dos veces, el muchacho alzó su palma, apuntando.
-¡FIREBOOOOOOOOOOLT!-Dijo y, del centro de su mano, nació una esfera color carmesí que salió disparada rápidamente y...
*¡BOOOOOOOOOOM!*
Estalló, contactando el cuerpo de la gigantesca bestia.
Él cruzó a su lado, siguiendo su camino a la superficie.
-E-Es increíble...-Opinó Welf, el mejor amigo de Bell, viendo al monstruo de antes con un hueco en el pecho.
De repente desapareció, dejando tras de sí una enorme piedra mágica.
-A Bell-Dono en verdad le urge irse-Comentó Mikoto, la chica oriental perteneciente a la familia Hestia, antes a la del dios Takemikazuchi.
-Probablemente no haya ningún obstáculo. Bell-Sama eliminará lo que sea que se le cruce-Expresó Liliruca, la soporte de la familia Hestia.
-El ojo de la oscuridad le ha proporcionado poder desde que este servidor le dio aviso de la situación respecto a Syr-Sama-Respondió un elfo oscuro de nombre Hogni, al cual nadie le entendió sin Hedin como traductor.
-Hogni-Sama ¿Cree que llegue a tiempo?-Preguntó Haruhime, una hermosa renard de cabellera dorada.
-Desconozco el desenlace de este relato. El destino decidirá si la presencia del héroe logrará su cometido-Contestó Hogni.
La rubia ladeó la cabeza y varios signos de interrogación imaginarios aparecieron encima de su cabeza.
-Ojalá no sea demasiado tarde-Susurraron los presentes.
Los pondré en contexto.
Mientras la familia Hestia cumplía con una expedición impuesta por el gremio el elfo oscuro los Interrumpió, viniendo desde la superficie.
-¡Bell Cranel!-Gritó.
-¿Eh? ¿Hogni?-Lo nombró el peliblanco, sorprendido de verlo ahí.
-Syr-Sama...-Mencionó el nombre de la pareja del conejo, tomando aire porque el viaje fue agotador.
No cualquier baja del piso 1 al 37 en menos de 1 hora.
Los ojos de Bell se ensancharon, comprendiendo lo que el mensajero trataba de comunicarle.
Apretó el puño y...
-¡THUNDERBOLT!-Conjuró su magia, haciendo trizas a los Spartoi que lo rodeaban.
*¡BOOOOOOOOOM!*
Huesos volaron, sin embargo, el responsable ya no se hallaba ahí.
*¡ZOOOOOOOOM!*
Corrió a la superficie, rogando que Syr se encontrara bien.
"¡Ya estoy en camino!" Dijo mentalmente, despedazando las rocas en el suelo a causa de su velocidad.
Perspectiva de Syr.
La hermosa peliplateada lucía cansada y sudorosa. En su rostro se dibujaba una expresión de miedo y preocupación. Ella yacía acostada en una cama.
-No podemos esperar-Dijo alguien presente en la habitación.
De repente agarra un objeto filoso de la mesa.
-¡E-Esperen! ¡No lo hagan!-Rogaba la camarera de "La señora de la abundancia". Presa del cansancio, sus palabras se dificultaban a la hora de salir.
"Bell, por favor ven pronto" Pensaba, apretando los puños y bajando los párpados.
Su respiración se volvió irregular.
-¡Ugh!-Se quejaba, agitándose.
-Lo siento. Si el padre no aparece en 5 minutos daremos inicio. No es sano resistir el parto-Dijo la voz de una fémina. Se trataba de Airmid.
-¡AHHHHH!-Gritó la peliplateada, sintiendo como el bebé venía en camino.
"¡Eres un tonto! ¡Solo a ti se te ocurre ir a una expedición cuando está próxima la fecha del nacimiento de tu hijo!" Le reclamó mentalmente al irresponsable de su esposo.
-"No creo que nazca mientras no estoy" ¡IDIOTA!-Repitió las palabras que le dijo antes de partir.
La histeria de Syr asustaba a los médicos que ayudarían a Airmid en este complicado procedimiento.
-¿Tú por qué tienes ese bisturí? Va ser parto natural-Dijo la sanadora a uno de sus compañeros.
-Es para protegerme... si algo sale mal la familia Freya me matará...-Contestó, aterrado.
Los segundos pasaban y a la joven le parecían eternos.
-No quiero... no quiero tenerlo sin mi Bell aquí...-Comunicaba, respirando irregularmente.
-¡Ughhhhh!-El dolor se intensificaba.
-Perdóneme, es imposible esperar más. ¡Ahora!-Airmid dio la orden y se pusieron manos a la obra.
-Amor... no tardes...-Rogaba, viendo a la ventana.
*¡PUM!*
La puerta del cuarto fue abierta de golpe.
-¿No me lo perdí?-Preguntó Bell, inhalando y exhalando en cortos periodos.
-Bell... ¡UGHHHH!-La cara de la peliplateada se iluminó pero el bebé interrumpió.
-¡Syr!-Él corrió a su auxilio, posándose al lado de ella.
La chica le agarró la mano, apretándola.
-Vamos, estarás bien. Tú puedes amor, tú puedes-Le daba palabras de aliento, limpiándole el sudor con una esponja.
-Veo la cabeza-Dijo uno de los sanadores.
-Mi esposo es un idiota... Ojalá nuestro hijo no salga como tú...-Expresó, enojada.
-Me lo merezco-Respondió Bell al insulto.
-Fufufu... ¡Ahhhh!-Syr se rió pero la oleada de dolor le golpeó.
Ejerció fuerza en su mano, apretando la del chico.
"¡T-Tiene mucha fuerza!" Pensó el conejo, sintiendo cómo sus huesos crujían.
-¡Puja! ¡Puja!-Le decían.
-¡ESTOY PUJANDO!-Gritó la peliplateada, enojada.
-¡UGHHHHHHH!-Dejó de respirar y pujó. Su ceño se frunció y se enrojeció completamente.
-¡Está saliendo! ¡Sigue!-Dijo Airmid.
-Ah...-Suspiró la chica, mareándose.
-Tú puedes. Estoy aquí contigo-Le dijo Bell, besándole la frente.
-Lo haré...-Susurró.
Respiró hondo y...
-¡UGHHHHH AHHHHHHHH!-Gritó.
Estaba pujando con gran intensidad y respirando irregularmente.
-¡Vamos Syr! ¡Tú puedes! ¡Un poco más! ¡Un poco más!-Gritaba Bell, mientras la rodeaba con su brazo.
-Tú puedes, ya falta poco-Decía una de las sanadora, limpiando el sudor de la mujer.
Ella parecía sufrir el dolor indescriptible de tener un parto.
Airmid estaba esperando que el cuerpo del infante se asomara para poder sacarlo lo más pronto posible y mostrarle el mundo a una nueva criatura que habitaría en él.
-¡Duele! ¡Duele mucho!-Syr lloraba sin dejar de esforzarse.
-¡UNA MÁS!-Dijo Bell.
-¡UGHHHHH AHHHHHHHHHH!-La voz casi afónica de la muchacha luego de tantos gritos se hizo presente nuevamente y...
-¡Bua, bua!-El llanto de un bebé fue escuchado.
Ambos bajaron la mirada y, desde las mantas que cubrían la parte íntima de la madre, emergió la encargada del parto.
-¡Bua, bua!-El lloriqueo continuaba.
Airmid sostenía en brazos al fruto del amor de Bell y Syr, el cual se movía y lloraba.
-Es un niño. Felicidades-Les dijo, mostrándoles desde su posición al retoño.
-Límpialo, cuidado con la cabeza-Dijo, entregándoselo a Bell, a quien se le dio una manta para limpiarlo.
-V-Voy... ¿Así?-Dijo, asegurándose de estar haciéndolo bien.
-Sí. Cortaré el cordón umbilical-Le contestaron, tomando un bisturí.
Aquel tejido que unía al bebé y a la madre fue partido.
El peliblanco veía al pequeño, sintiendo un nudo en la garganta.
Sus ojos se cristalizaron al verlo fijamente.
-Mi hijo... nació mi hijo...-Murmuró, sonriendo instintivamente y derramando gotas desde sus lagrimales.
-Bienvenido al mundo...-Le dijo, lagrimeando.
Frotaba la tela en la frente del infante, quitándole los restos de sangre y líquido amniótico que lo empapaba.
-Mi bebé... déjame mirar a mi niño...-Pedía Syr, sin fuerzas y acostada. Solo la fuerza de voluntad la mantenía consciente luego de tal esfuerzo.
-Amor... es nuestro pequeño-Emocionado, se acercó a ella, hincándose para que estén a la misma altura.
La peliplateada extendió los brazos.
Bell se lo dio y ella, como si de una madre experta se tratara, supo como cargarlo.
Instintos maternales, tal vez.
El infante, como si supiera que ella es su madre, dejó de llorar y se acurrucó.
-Es hermoso...-Opinó la chica.
-Bellísimo...-Concordó el conejo.
Bell abrazó a su esposa y la besó en la frente.
*Mua*
-Somos padres...-Declaró, feliz.
-Sí... nuestro hijo será maravilloso-La peliplateada levantó la cabeza y observó a su hombre.
-Ya puedo imaginarlo dando vueltas por ahí, corriendo y metiéndose en problemas como tú-Adicionó, riendo débilmente.
-Aunque no lo creas fui muy tranquilo de joven-Contestó el padre.
-Fufufu. El Bell que conozco dista mucho del que describes...-Comenta la madre.
-Prometo cuidarlo con todo mi ser. Así como lo hago contigo, amor. No sé si seré buen padre pero... lo daré todo por él. Apenas lo conocemos y ya estoy dispuesto a dar la vida con tal de asegurar su bienestar-Bell acercó el dedo índice al bebé y este lo agarró.
-Fufufu. No importa lo que decida ser... lo amaremos...-Vociferó Syr, sonriéndole.
-Sí... así será...-Respondió el peliblanco y...
Es su espalda.
En su estado.
Se había creado un nuevo deseo inquebrantable.
Un nuevo motivo para crecer.
Un nuevo motivo para seguir luchando
Por lo que, mentalmente, hizo un juramento.
"Deseo poder proteger y traerles felicidad a mi hijo y esposa...".
-¿Cómo lo llamaremos?-Preguntó la mujer.
-Fuimos bendecidos al tenerlo. Ni tú ni yo estábamos seguros de que pudieses ser capaz de embarazarte así que... ¿Te parece bien "Keitaro"?-Sugirió el esposo.
-Bendecido... es perfecto...-Syr estuvo de acuerdo.
Se dieron un vistazo rápido y asintieron.
-Bienvenido al mundo, Keitaro...-Dijeron al unísono.
-Ni se te ocurra meterlo al calabozo contigo porque soy capaz de ser más peligrosa que cualquier monstruo dentro de ahí si me enojas o él se lastima...-Amenazó la madre mientras que de sus ojos emanaba un brillo morado.
Bell se asustó. La amenaza era seria.
"Ya está mostrando su lado sobreprotector. Lindo al igual que espeluznante" Pensó el conejo, tragando saliva.
-Su alma es idéntica a la tuya. Pura y blanca. Mantengámosla así, amor-Expresó la diosa disfrazada de mortal, comunicándole el deseo a su esposo, mientras veía en lo profundo de su hijo.
-Prometo que no cambiará-Contestó.
-¿Cómo estás tan seguro?-Dudó la chica.
-Porque estará rodeado de nuestro amor-Finalizó el peliblanco, besándola en los labios.
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¡Así finaliza el primer capítulo de estas antologías!
Espero que haya sido de su agrado. Todas las historias cortas serán de este tipo. Cosas cotidianas sin nada de aventura, cronología o tramas complejas. Solo esta pareja compartiendo tiempo juntos y disfrutando de la vida de casados así como pasando por la etapa como padres.
¡Muchas gracias por leerlo!
En fin, déjenme sus opiniones.
¿Cómo estuvo el capítulo? ¿Sí les gustó?
Buzón de sugerencias/opiniones/comentarios.
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