Capítulo 33. Estoy en casa, muerte alada a la vista.
Después la pérdida de Artemisa, aún con la tristeza que eso había causado, la búsqueda tenía que continuar, era lamentable el resultado pero debían seguir su camino, no volver a desviarse, tenían que recordar para que habían salido de Orario.
Quedan aproximadamente menos de 2 días para llegar a donde está el arma y regresar, el tiempo no era un aliado, así que todos apresuraron el paso lo mayor posible sin forzar el estado físico de todos los del grupo, como Finn había indicado. Bell, desde lo sucedido con Artemisa-Sama, estaba evitando hablar con los demás, las contadas ocasiones en que lo hizo fueron porque era realmente necesario, aunque de todas maneras era breve con sus palabras, al parecer la muerte de aquella diosa lo había afectado de sobremanera, más de lo que muchos en el lugar se podrían imaginar, a pesar de tener menos de 1 día de haber convivido con ella.
El ambiente que quedó después de la muerte de Artemisa, se recuperó, era como un regalo de la diosa al mundo, aunque es doloroso saber que ella no estaba presente para presenciar el logro de su vida. Continuando con el viaje, llevaban algunas horas caminando en dirección a la zona montañosa a cercanías del pueblo de Bell, a pesar del desvío, no se alejaron demasiado, pero aún así un retraso era un retraso, decidieron descansar por un momento, las emociones vividas en casi un día eran demasiadas, un momento de calma no le vendría mal a ninguno de los presentes, además de que serviría para recuperarse física y sentimentalmente.
Distanciado de donde los demás estaban sentados, Bell se encontraba con la mirada fija en la lanza que reposaba en la palma de su mano, una mirada perdida y con ojos cristalinos, parecían apunto de llorar pero se esforzaba para que eso no sucediera nuevamente.
-¿Quieres que te enseñe a cómo usarla?-Preguntó Finn, con la esperanza de que si Bell lograba distraerse con entrenamiento, pudiera olvidar parcialmente lo sucedido.
Bell rápidamente alzó la mirada al oír la voz del Hobbit, no se dió cuenta de que se le acercó por estar tan sumido en sus pensamientos.
-Lamento haberte exaltado, pensé que me habías notado, por eso mismo repito lo que dije ¿Te gustaría que te enseñara a usarla? Pienso que esa lanza sería una gran adición a tu repertorio de armas pero no parece que tengas experiencia alguna con ella-Comentó el Hobbit con una sonrisa ligera, debía actuar de manera calmada para que ese sentimiento se transmita al chico.
-¿No sería una molestia? Digo, soy inexperto en ello y debemos seguir nuestro camino-Respondió el joven con algunos brillos en sus ojos, era obvio que estaba emocionado en aprender a usarla ¿Y quién mejor para enseñarle que Finn "El valiente"?.
-En lo absoluto, podemos entrenar entre los descansos, como ahora, claro que no te voy a sobre exigir, eso tendría el efecto contrario al que se busca cuando nos detenemos, sólo te mostraré lo básico-Contestó Finn, posando su mano en el hombro del chico, el cual dejó de estar tenso al oír las palabras de Hobbit.
-¡Entonces acepto! ¡Finn-Sensei!-Dijo Bell con una sonrisa sincera, esa misma que había desaparecido en las horas posteriores a la muerte de Artemisa, además de hacer una reverencia al hobbit, haciendo que se sintiera ligeramente nervioso.
"Bell va entrenar con Finn" pensó Aiz haciendo un pequeño puchero, porque ella estaba acostumbrada a ser quien lo entrenara.
-Ya señorita Aiz, van a entrenar, creo que exagera un poco-Dijo Welf con un poco de sudor bajando por su frente.
Esto tomó por sorpresa a la princesa de la espada, al parecer no había pensado aquello, lo dijo tan claro que todos en el lugar lo habían escuchado, por eso mismo, las miradas se alejaban de ella con clara diversión por esa escena de celos injustificados, al notarlo, ella se sonrojó enormemente y bajó su mirada hacia sus pies.
Pero volviendo con el hobbit y el conejo peliblanco, ambos se habían separado del grupo hacia una zona medianamente amplia y explanada para poder entrenar, de esa manera sus movimientos no se verían limitados por el terreno y evitarían molestar a los demás con ruido o partículas de polvo que levantarían al estarse moviendo.
-Bien Bell, en un principio, es necesario que me enseñes lo que sepas sobre manejar una lanza, así sea lo más básico del mundo, necesitamos saber cuál es la base de la que partes-Dijo Finn, haciéndole una señal al chico para que tomara la lanza y la apuntara o hiciera alguna clase de movimiento.
-¡Voy!-Dijo Bell tomando de el borde más proximal de la misma con su mano izquierda y posando la mano derecha a la mitad de la misma, con solo ver la manera en la que Bell tomaba la lanza, Finn pudo concluir que el chico no tenía ni una pizca de idea de cómo usarla.
-¿Q-Qué pasa Finn?-Preguntó con nervios el joven héroe al ver la mirada de decepción en el hobbit.
-B-Bueno Bell, digamos que hay tantas cosas mal sólo en la manera que tienes de tomar la lanza que me da a entender que es la primera vez que tienes una en las manos ¿Me equivoco?-Dijo Finn con una sinceridad muy grande, Bell sentía como su orgullo era golpeado por las filosas palabras que eran mandadas hacia él.
-A-Ahhh... tienes razón, es la primera vez que tengo una lanza, siempre he sido la clase de aventurero que usa armas de corto alcance y dirigidas al combate físico cercano-Dijo Bell tratando de recuperarse del duro golpe a su autoestima.
-No lo tomes a mal Bell, era algo que se esperaba, todos empezamos por algo, al menos me alegra ver que tienes entusiasmo, trataré de corresponder a él enseñándote de manera adecuada, por lo pronto, aquí van mis observaciones-Contestó Finn mientras tomaba aire para empezar a enumerar todo lo que estaba mal.
-De buenas a primeras, la mano que debe ir en la zona de la lanza más cercana a tu cuerpo debe ser la mano dominante, ahí es donde más fuerza puedes ejercer para dominarla de mejor manera y manipularla eficientemente, de misma forma, la mano contraria debe ir a una distancia de 3/4 de la longitud de la misma cuando se use para enfrentamiento cuerpo a cuerpo, de esa manera puedes manipular la punta y evitar que, por la fuerza de los impactos, se rompa, debes saber ejercer bien la fuerza en toda el área de la lanza, si no lo haces, lo más probable es que el arma no dure en combate con aventureros de primera clase y me atrevería a decir que ni contra aventureros de segunda clase, una buen agarre en el arma, independientemente de cuál sea, puede ser un factor de vida o muerte, un ejemplo de ello fue en el juego de guerra que tuviste en contra de la familia Apolo, el error que cometió Hyakinthos en esa ocasión, además de no repartir uniformemente sus tropas, fue el mal manejo de su espada ¿Por qué crees que se rompió tan fácilmente?, si bien su arma tenía una gran ventaja por lo irregular de la hoja, al estar de esa manera, debes usarla únicamente para atacar, a la hora de bloquear golpes es ineficiente por la longitud de la misma, no estaba hecha para resistir golpes, por eso mismo, al poner una gran fuerza en tu daga, lograste romperla, nosotros los aventureros debemos conocer de buena manera nuestras armas, lo que podemos hacer con ellas y lo que no, así evitamos un gasto muy grande al tener que comprar armas, aunque claro... no todos tenemos la suerte de tener a un herrero de tan buena calidad como Welf, de todas formas, no es recomendable ir rompiendo armas, el desgaste se hará presente y cuando haya una situación de vida o muerte, el arma cederá, dejándote a la suerte-Dijo Finn con una elocuencia muy grande, parecía muy a gusto explicando eso, como si nunca hubiera tenido la oportunidad de enseñarle a alguien.
El capitán de la familia Loki se salió de su burbuja de pensamiento y observó a Bell, quien estaba realmente sorprendido por la cantidad de conocimiento en armamento y batalla que tenía Finn.
-E-Eres genial Finn...-Dijo Bell con los ojos abiertos, demostrando una gran admiración por la persona frente a él.
-Sí, lo sé-Respondió Finn con algo de arrogancia, aunque sabía que su aprendiz decía sinceramente esas palabras.
-Pero no es momento para admirarme, haz lo que te dije-Agregó a su respuesta para que Bell recordara el motivo que los había alejado de los demás.
-¡Cierto!-Contestó Bell, posando las manos como Finn le había sugerido, la mano dominante del chico era la derecha, por eso mismo la posó al extremo más cercano a su cuerpo, su mano izquierda se posó en extremo distal de la lanza, a la distancia que el enano le había comentado, al tomarla con fuerza, Bell sintió algo extraño en la lanza, parecía que su fuerza fluía uniformemente en toda la superficie de la misma y si eso no fuera poco, pudo sentir como brotaba su propio poder hacia ella.
-No me esperaba esto...-Comentó Welf escondido entre los árboles, provocando que las 2 personas observadas voltearan a donde estaba.
-¿Qué quieres decir con eso?-Preguntó Finn, quien había notado un brillo emanar del arma, de igual manera que Bell y el herrero pelirrojo.
Bell no soltó la lanza, sentía como su fuerza iba en manera de ciclo, iba de su cuerpo a la lanza y de la lanza volvía a su cuerpo, parecía que esperaba a que fuera usada para ir liberando poco a poco el poder que yacía acumulado.
-Esa arma es como la daga Hestia, parece que crecerá conforme tú crezcas, eso no es todo, también tiene cierto parecido con mi espada mágica, absorbe magia aunque en tu caso no solo eso, es realmente impresionante, un arma así es igual a las armas de Hefesto-Sama, en calidad claro-Comentó Welf, despertando la impresión de ambos.
-Eso explica que te hayas desmayado después de usarla para... ya sabes-Dijo Finn con cierta incomodidad por tocar el tema.
-Sin proponértelo, liberaste toda tu fuerza en el ataque al cristal del Antares, tuviste la suerte de que agarraras correctamente la lanza, ya que al tomarla como lo hiciste antes, no sucedió nada, así que ese es el motivo por el cual te desmayaste unos momentos, no quedaba fuerza en tu cuerpo-Dijo el pelirrojo inspeccionando la lanza, Bell no se movió en ningún momento y no la soltaba.
-Interesante, realmente interesante, un arma así, creo que fue un regalo muy grato de Artemisa-Sama para ti, con ella puedes igualar la fuerza de muchas de las armas más fuertes de Orario-Comentó Finn con alegría.
-Así parece Finn, pero bueno, el arma no hace al aventurero, debes aprender a usarla, yo me retiro, solo venia a avisarles que la comida estaba lista, aunque creo que después de esto no tendrán ganas de comer-Dijo Welf alejándose a trote ligero de ahí.
-Bueno Bell, veamos como lo haces en un enfrentamiento-Expresó Finn al tomar su arma de igual manera que él peliblanco.
-¡Espere Finn, aún no estoy lis...!-Decía Bell cuando de pronto el Hobbit se lanzó velozmente hacia el chico.
Bell tuvo que bloquear el golpe que iba directo a su rostro en un rápido movimiento de brazos, logró contrarrestar el golpe de la punta de la hoja, de igual manera, se preparó para girar y tomar distancia pero el hobbit no se lo permitió, girando su lanza logró dirigir la punta de la misma al rostro de Bell nuevamente, él pudo lanzar su cuerpo hacia atrás pero no sin recibir un corte/roce de la hoja en su mejilla, provocando que un hilo rojo de sangre se deslizara por la misma, haciendo que Bell tomara en serio todo lo que estaba sucediendo, no era solo un entrenamiento, era un combate, un experto contra un aprendiz, parecía realmente desbalanceado pero no era momento para quejarse.
Bell, ya con la idea clara de lo que pasaba ahí, tomó con fuerza la lanza y empezó a correr en forma de zic zac a los lados, para despistar a su rival quien observaba con atención cada paso que el peliblanco daba, parecía un conejo por su forma de avanzar, un conejo con alma de cazador encontrando una presa, de pronto, un acercamiento repentino de un brillo plateado se acercó a los ojos de Finn, reaccionando a duras penas por lo sucedido, logró esquivarlo y golpear con parte del mango de su arma la lanza que Bell había extendido al tomarla con ambas manos del borde proximal, de esa manera aumentando el rango de ataque de la misma, por el golpe que dió Finn antes de esquivar, la punta del arma del contrario fue empujada a un lado, dejando descubierto a Bell para cualquier clase de ataque, el cual no se hizo esperar, la punta del arma de Finn iba en dirección al torso del chico pero al dar un salto lateral, pateó de abajo hacia arriba, desviando la trayectoria y tomando distancia nuevamente como consecuencia, Finn estaba claramente impresionado, los movimientos y coordinación ataque-defensa de Bell eran algo a resaltar, no parecía ser al primera vez del chico usando esa arma, al contrario, parecía tener experiencia con la misma, pero bueno, elogios para después, por ahora seguían en su entrenamiento.
Aunque Bell tomara distancia y demostrara su habilidad, aún estaba lejos de siquiera poder acertarle un golpe a Finn, miró a sus alrededores en busca de poder favorecerse de esa manera pero en un segundo entre el movimiento de ambos ojos hacia la zona, Finn estaba frente a él, lanzando un corte que bloqueó con su protector de brazo y en un giro rápido, lanzó una patada dirigida al cuerpo de su contrincante quien había visto como su lanza era empujada de la misma manera que había hecho con la de Bell. La patada iba directo a él, no podía bloquearla, por eso mismo, el impacto fue recibido aunque antes de que fuera de lleno a su estómago, soltó una de sus manos del mango para amortiguar lo más posible el golpe, por la fuerza de impacto, salió volando.
"Demonios, creo que me excedí en fuerza" pensó Bell con claro miedo, pensó que pudo hacerle daño a Finn, así que corrió en su auxilio.
Cuando el peliblanco estaba a una distancia cercana del hobbit, sintió como un corte veloz se dirigió a su brazo izquierdo, cortando superficialmente en su piel a pesar de que cayó de espaldas para evitar ser lastimado.
Ya en el piso, Finn se levantó y apuntó hacia el rostro de Bell.
-Creo que gané-Dijo Finn alejando la punta y bajando su arma.
-Al parecer si-Contestó Bell estirando la mano para que él lo ayudara a levantarse.
-Bien ¿Quieres saber cómo lo hiciste?-Preguntó Finn cuando el conejo blanco ya estaba de pie.
-Es obvio que si, soy todo oídos Finn-Expresó alegremente el joven.
-Solamente puedo decir que eres increíble, tus movimientos, tu sincronización, tus reflejos, son realmente geniales, ningún novato tendría ese rendimiento contra mi, aún conteniéndome aunque debo de admitir que me confié un poco, de todas maneras, teniendo todas esas virtudes, hay muchos problemas, el primero que debería enumerar es que te guías enormemente por tus sentimientos, estoy de acuerdo de que el enojo puede ayudarnos a sacar más fuerza de nosotros pero también hace que perdamos en gran parte nuestro detector de peligro, haciendo que te importe poco el daño recibido con tal de poder darlo, eso es comportarse como un suicida, usa esa fuerza pero sin perder raciocinio, lo digo por experiencia, otro detalle a resaltar, y pienso que es el más importante, te preocupas demasiado por tus rivales, no sé si subestimas a tus oponentes y su resistencia o sobrestimas tus ataques, recuerda que somos del mismo nivel, no puedo morir con tan solo una patada tuya, dejando de lado ambos aspectos, tu manejo con el arma es increíble, solo practica tus ataques con ella y como defenderte usándola, ten en cuenta el alcance de la lanza a la hora de moverla-Comentó Finn, retroalimentando lo observado, era increíble como con 10 minutos pudo sacar una conclusión tan acertada de lo sucedido en el enfrentamiento.
-Tendré en cuenta tus consejos Finn, en serio muchas gracias-Respondió Bell alegremente por el entrenamiento y su rendimiento en el mismo.
-No es nada, volvamos para comer, tenemos poco tiempo al fin y al cabo-Dijo a Finn dándole la espalda y dirigiéndose al campamento.
-También gracias por levantarme el ánimo, eres un gran amigo-Agregó Bell amablemente, siguiendo al hobbit.
Llegados a donde el resto de ellos estaba, comieron lo hecho por Haruhime, Aiz intentó cocinar pero por algún motivo salía humo morado cuando trató de hacer la sopa, Lili, al ver esto, mandó a la Renard al auxilio de sus estómagos.
Convivieron como si toda la tensión que se vivía en Orario no existiera, era bueno alejar su mente del miedo y la preocupación en algunas ocasiones.
El tiempo de descanso terminó, la noche caía pero no debía ser un impedimento para seguir, el par de horas que estuvieron acampando debía ser suficiente para tener energías y así continuar.
A paso acelerado recorrían el camino, después de acabar con el Antares, no había ninguna clase de monstruo con el cual toparse, permitiéndoles avanzar sin contratiempos, más pronto que tarde, pudieron notar que habían bajado la montaña y ya estaban por llegar al anterior pueblo de Bell, a la distancia pudieron ver que el sitio se veía desolado, no había ninguna persona, desgraciadamente el ataque de los Antares se habían extendido hasta esa zona y todo habitante había fallecido, Bell no tenía mucho que decir, estaba enojado por el hecho de que vidas inocentes se habían perdido por un objetivo estúpido, aunque él no hubiera convivido con ninguno de los habitantes, los había observado.
-Bell, tranquilo, no podíamos hacer nada, no te guíes por tus sentimientos de esa manera, mente fría, estamos cerca de nuestro objetivo-Dijo Aiz al ver el rostro que denotaba sentimientos complicados en el joven.
-¿Cuánto falta para llegar? Se me hace increíble que esa arma esté cerca de donde naciste-Comentó Bete algo harto de no golpear a nadie.
Curiosamente, Bete estuvo conviviendo en gran medida con Haruhime, al parecer poco a poco se hacían más cercanos, se les podía ver juntos riendo alegremente pero con un ligero sonrojo en sus mejillas, ambos disfrutaban la compañía del otro, Finn y Lili por otra parte, parecían hablar sobre sus experiencias en el calabozo junto a sus familias, siempre tenían algo de que quejarse, haciendo que muchos de los señalados se avergonzaran, Lili mayormente se quejaba de cierto peliblanco impulsivo mientras que Finn igual, solo que se refería a un hombre lobo acarreador de problemas por su arrogancia.
-Debe ser una buena señal aunque somos muy positivos, respecto a tu pregunta Bete, según el mapa y las indicaciones de Bell y Hermes-Sama, estamos a 4 horas de llegar, yo pienso que debemos descansar, hemos estado despiertos todo un día, podemos ir a algún lado para montar nuevamente el campamento y cuando amanezca subimos a las montañas, calculo que el sol se asomará en 4 o 5 horas-Dijo Finn, frenando en seco a todos los presentes.
-Saben, no quería decirlo pero desde hace 3 horas no les puedo seguir el paso sin estar apunto de vomitar de cansancio-Dijo Mikoto con cierta vergüenza por no poder tener la resistencia de los niveles 6 presentes.
-Yo tampoco podía seguirles el paso, aunque el señor Bete me acompañaba para que no me quedara atrás-Dijo felizmente la linda renard, dándole una sonrisa al hombre lobo, él únicamente desvió la mirada con pena.
-Bien, entonces solo acamparemos unas horas, Bell y Aiz harán guardia, luego los suplimos Bete y yo-Dijo Finn hacia ambos aventureros.
-Me parece bien ¿y a ti Aiz?-Dice Bell a la bella chica.
-Igual me parece bien...-Dijo la princesa de la espada.
Ya con el campamento puesto, todos cayeron rendidos.
Los minutos pasaron y los encargados de vigilar estaban en silencio, no sabían de qué hablar, era parecido a esa ocasión en la que entrenaron en las murallas por primera vez, al no conocerse se les hacía difícil armar una conversación, pero Bell rompió el hielo.
-Ammm Aiz ¿Me contarías cómo fue tu infancia? Creo que yo ya he hablado de la mía pero sé poco de ti cuando eras joven, somos amigos, no debe de haber problema ¿verdad?-Preguntó Bell relajadamente, dando un tema para hablar.
-Mi infancia dices...-Contestó Aiz, pensando en qué decir.
-Pues... crecí junto a mi madre y mi padre, creo que a ellos ya los conoces por las historias ¿me equivoco?-Preguntó la princesa de la espada.
-Si, la espíritu Aria es tu madre y el héroe Albert tu padre, es de mis historias favoritas-Respondió el peliblanco con emoción.
-Si, ellos me cuidaron, me amaban mucho, siempre me contaban historias, mayormente la de cómo se conocieron, cuando mi padre salvó a mi madre y sobre que algún día encontraré un héroe propio-Comentó Aiz con una sonrisa melancólica.
Bell al oír esto último se sintió algo mal.
"Su héroe... espero que lo puedas encontrar, Aiz" pensó el peliblanco.
-Vivíamos tranquilos hasta que llegó el dragón negro, mi padre lo tuvo que ahuyentar para protegernos junto a mi madre pero falleció en combate y mi madre fue aprisionada con el dragón, fui encontrada muchos años después en el calabozo por la familia Loki, desde ese entonces Riveria me ha cuidado como su hija, me siento feliz de haber sido encontrada y de no quedarme con los brazos cruzados, recuperaré a mi madre...-Finalizó la princesa de la espada con una mirada decidida.
-Recuperaremos-Corrigió Bell.
-Sí, recuperaremos-Contestó Aiz con una sonrisa.
Nada que resaltar en su vigilancia, sólo algunos animales que se acercaban buscando comida que fueron ahuyentados para evitar que les roben suministros, llegó el cambio de turno y ambos durmieron el poco tiempo que tenían hasta que el sol comenzó a salir, dando la señal de que era hora de llegar.
Caminaron un par de horas, sin contratiempos, llegando al fin a su destino.
-Hay una cueva...-Dijo Aiz señalando hacia al frente.
-Si, tienes razón, ya busqué por los alrededores y no veo indicios de algo, creo que vale la pena suponer que estará en la cueva, entremos-Dijo Finn dándoles el visto bueno al grupo para avanzar hacia dentro de la cueva.
Al adentrarse en la zona, caminaron por unos cuantos minutos, donde por fin, pudieron vislumbrar el brillo de una pieza de metal.
-Oigan ¿Será eso?-Preguntó Haruhime al ver como una tenue luz era desprendida de un trozo de metal viejo y lleno de polvo.
La mirada de todos se fijó en aquel artefacto.
-N-No debe de ser esa cosa ¿cierto?-Dijo Mikoto al dejarse llevar por la primera impresión del objeto.
-No hay nada más aquí-Dijo Bell, decaído.
-Debe ser una maldita broma...-Comentó Finn con enojo contenido.
-¡No me jodas! ¿¡Está mierda se supone que derrotará al dragón negro!? ¡No sirve ni para pisapapeles!-Gritó Bete con furia, todo el viaje había sido en vano.
-Ni siquiera tiene forma de espada-Dijo Aiz.
El hombre lobo tomó entre sus manos el metal sin filo y la iba a lanzar hasta que fue interrumpido.
-¡No lances eso!-Gritó Welf.
-¿Qué? ¿Basura para tu colección?-Preguntó el hombre lobo.
-No, eso no es basura... déjame verlo-Dijo el herrero mientras Bete lo soltaba en sus manos.
El pelirrojo lo inspeccionó cuidadosamente para no perderse ningún detalle, pidió algo de agua para limpiarlo y poder observar de mejor manera la calidad del metal.
-Chicos... esto es una mina de oro... este metal tiene más resistencia que la mismísima adamantita, es una aleación de Oricalco con seiros, un mineral con gran conducción y aumento de magia, ambos unidos crean el mineral más valioso del mundo, nunca había visto a ambos unidos tan perfectamente bien, el paso del tiempo les pasó algo de factura pero con un poco de Oricalco puedo devolver la calidad del metal y fundiendo este mismo, puedo crear una nueva espada-Respondió Welf, con estrellas en sus ojos, pocos o ningún herrero podrían tener algo de tan alta calidad en sus manos.
Eso levantó enormemente el ánimo de todos en el lugar, la esperanza volvía a ellos.
-Puedo hacer la espada mágica más fuerte e indestructible de todo el mundo con esto, va ser el mejor arma que se haya visto en la historia-Agregó el pelirrojo alzando el metal como si fuera el santo grial.
-Entonces debemos apurarnos, me imagino que el hacer la espada no será sencillo, regresemos...-Decía Finn hasta que escuchó unos ruidos por donde habían venido.
-Todos en guardia, posiblemente haya algo afuera...-Dijo el Hobbit, llamando la tensión de todos.
Avanzaron lentamente hasta donde provenía el sonido, con armas en mano y Haruhime lista de ser necesaria.
Escucharon pasos acercarse rápidamente y Aiz lanzó un tajo al aire haciendo que el extraño frenara de pronto.
-¡ESPEREN, SOY YO, HERMES!-Gritó el dios con terror en su rostro al ver lo cerca que la espada había pasado de su rostro.
-¿Hermes-Sama? ¿Qué hace aquí?-Preguntó Bell.
-La situación es grave en Orario, por algún extraño motivo, todos los monstruos salieron del calabozo, atacando las calles, las familias en Orario con aventureros disponibles lograron derrotarlos pero según nuestras fuentes, tenemos menos de 3 días para la llegada del dragón negro, por eso traje transporte-Dijo Hermes, sacándolos de la cueva y apuntando a los ¿Dragones?.
-Esto es inesperado...-Dijo Bell al ver a Hestia montada en uno de ellos, al igual que Loki, Asfi y Ryuu, eran 5 monstruos en total, contando el de Hermes.
-Bueno, Aiz y Finn vienen conmigo-Dijo Loki jalando a ambos integrantes de su familia, dejando de lado a Bete.
-Yo me llevo a Bete y a Haruhime-Comentó Asfi acomodando sus gafas.
-Yo me llevo a Cranel, Syr me mataría si te pasa algo-Dijo Ryuu extendiéndole la mano a Bell para que se subiera.
-Pido a Lili y Hermes se lleva a Mikoto-Dijo Hestia, los grupos ya estaban armados y listos para partir, si bien el viaje de ida les tomó menos de 4 días, con esos monstruos cortesía de Ganesha, les tomaría al menos 2.
Yendo a Orario.
-Ryuu ¿Cómo están las cosas en Orario? ¿Qué sucedió mientras nos ausentamos?-Preguntó Bell a la elfo que dirigía al monstruo.
-Como Hermes-Sama debió comentarte, el calabozo se volvió loco, muchos de los monstruos salieron, afortunadamente nada de los pisos profundos ni un juggernaut pero los números eran altos, gran parte ellos fueron eliminados por la familia Freya y Loki, el resto por mí y las chicas del bar, Freya está bien, no tienes por qué preocuparte, no le hemos permitido salir de la Torre de Babel, espera tu regreso, así que más te vale recompensarle o me veré obligada a castigarte por lastimar a mi amiga-Respondió Ryuu ante las preguntas del peliblanco.
-E-Está bien-Dijo Bell, nervioso por el tono serio en las palabras de la elfo, no parecía bromear al decir la última parte.
-Me alegra saber que todos están bien, tenemos poco tiempo, me siento preocupado-Agregó el conejo Blanco a sus palabras.
-Confío en usted y en Orario, no dejaré que, ahora que estoy viviendo mi vida, me sea arrebatada nuevamente-Contestó la bella elfo con determinación tanto en sus palabras como en su mirada.
-Por cierto, esa lanza no la tenía ¿Dónde la consiguió? Se ve de muy alta calidad-Preguntó Ryuu cuando miró hacia atrás ligeramente y de esa manera percatarse de que el arma sobresalía de la espalda de Bell.
-Ohhh cierto, digamos que tuvimos una serie de problemas antes de llegar por la espada, de ahí la obtuve, de alguien que... ya no está aquí-Dijo Bell con una mirada triste al recordar lo sucedido con Artemisa.
-Si desea hablar, puedo escucharlo, Cranel-Expresó al elfo con una sonrisa amable.
-Muchas gracias Ryuu, lo que lo que sucedió fue...-Dijo Bell para comenzar a relatar los hechos de la batalla contra el Antares, la manera en la que fueron interceptados por algunos durante el inicio del viaje, el rescate de una familia que era perseguida, el encuentro con la Diosa Artemisa, la misión y la muerte de la Diosa, tratando de evitar detalles, la mirada del peliblanco se encontraba melancólica y sus ojos se volvían poco a poco más cristalinos.
-Entiendo... usted hace muchas promesas y siempre las cumple, así que estoy segura de que se reencontrarán-Dijo Ryuu en un tono amable, comprendiendo el dolor de su amigo.
-Pero... más le vale que eso no afecte en el amor a mi amiga-Agregó con un tono amenazante la elfo.
-No será así, yo amo a Freya, eso nunca cambiará, ni después de muerto-Respondió el aventurero, no había duda en su corazón y mente, Freya era la única con la que quería compartir toda su vida.
Así pasaron los 2 días, entre descansos cortos para todos cuando lo ameritaba la situación.
-Orario parece un pueblo fantasma de esta manera...-Dijo Lili al ver la ciudad.
Nadie dijo nada porque no podían estar más de acuerdo, pero todos tuvieron que separarse rápidamente, cada uno tenía un papel que desempeñar, Lili y Finn se reunirían con los capitanes de otras familias para planear la estrategia a emplear en la gran batalla que se aproximaba en tan solo un día, el cielo ha estado nublado por mucho tiempo ya, como presagio de lo que se avecina o mejor dicho, de quien se avecina, Welf tenía que ir a la fragua para comenzar el arma, así que se dirigió al taller de Hefesto en busca de materiales que le faltaban, Aiz y Bete fueron junto al resto de la familia Freya en dirección a la mansión crepúsculo, ahí todos podrían mantenerse a salvo por el momento hasta que el plan sea hecho, por su parte Bell, bueno, sobra decir a qué lugar fue.
En la Torre de Babel.
-Freya-Sama ¿A dónde se dirige?-Preguntó Ottar al ver como la diosa salía con mucha prisa de su habitación.
-Ya llegó Ottar, quiero verlo, lo extrañé todos estos días, nunca me había separado tanto tiempo de él, lo extrañé mucho, tengo que decirle lo mucho que me hizo falta-Decía Freya con una mirada ilusionada, su pareja había vuelto sano y salvo, fue la primera en notarlo al ver el brillo de su alma cruzar por la ciudad.
La diosa corrió a toda velocidad, sin importarle que esté en su forma verdadera y que despertara la mirada de las pocas personas en el lugar, mientras más avanzaba, parecía que la distancia se reducía al doble, por justos motivos, ambos enamorados venían corriendo para reencontrarse hasta que de pronto Bell vió como una bella mujer se lanzó hacia él, cayéndose al piso con ella en brazos.
El golpe hizo que el peliblanco cerrara los ojos momentáneamente hasta que por fin los abrió y pudo ver a la persona coque se encontraba siendo abrazada por él, ella tenía su rostro pegado al pecho del chico.
-Bienvenido a casa, Bell-Dijo Freya con una sonrisa pura y sincera.
-Estoy en casa, Freya-Respondió Bell, posando sus labios en los sedosos y suaves labios de la diosa, en un movimiento rápido, un beso simple pero apasionado, presionando ambos rostros de manera algo torpe pero era comprensible por la situación, aunque de pronto Freya tomó el control, haciendo que Bell sintiera una lengua entrando por su boca y tocando la suya, provocando que el peliblanco tuviera una nueva sensación que jamás había conocido, desgraciadamente tuvo que detenerla, separándola ligeramente de él.
-F-Freya... e-estamos en público-Dijo Bell con mucho sonrojo.
-¿No te gustó?-Dijo de manera pícara la lujuriosa diosa.
-N-No dije eso...-Contestó Bell.
-Pero aún no es el momento, aun así, te extrañé-Agregó el peliblanco, levantándose del piso aún con Freya en brazos.
Como si de una princesa se tratara, Bell la tomó y la cargó.
-Vamos a tu sede, tengo que mantenerte a salvo, mañana será el día en el que ese dragón morirá, mi amor-Dijo Bell hacia la diosa, no por su nombre verdadero ni por el nombre de la chica que fingía ser, si no por "Mi amor", eso hizo que el corazón de la mujer se alborotara, ella sabía que muy posiblemente se le nombraría de esa manera por siempre cuando se casaran.
A cercanías de Orario.
-Por fin nos volvemos a ver... madre...-Dijo una voz tenebrosa y retumbante.
Bueno amigos espero que les haya gustado el capítulo de hoy, como podrán notar este es prácticamente el prólogo del o de los capítulos finales, aún no decido cómo lo dividiré, por lo pronto espero sus votos, últimamente han bajado en cantidad, quiero creer que he estado haciendo unas cosas mal en mi escritura por eso traté de hacer este capítulo algo interesante y disfrutable, espero que sea así, muchas gracias por leer mi historia, es un gusto escribirla para ustedes, también hoy me harán un estudio por unos problemas de salud que tengo(como un tiempo antes les comenté) pero relajados, es solo para asegurarme de que no sea nada grave.
Imagen bonita que purifica el alma
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