Capítulo 12
Anya.
—¿Por qué tenemos que venir en tu auto?
Esa es la voz de Ken. Pardce estar reclamandole a alguien. ¿Qué me pasó? Siento todo el cuerpo pesado.
—Porque necesitamos llegar cuánto antes al hospital.
—Hubiera sido mejor buscar otra alternativa que no involucrará esto
—Sabes perfecto que no la había.
Si, definitivamente está discutiendo con alguien. Intento ver a un lado, es allí donde noto que estamos en un auto y la persona al volante es Damián.
—Tus ojos al frente —murmuro.
Por su tono de voz, parece que han estafó molestos el uno con el otro desde hace varios momentos, pero al instante Damián vuelve a ver hacia adelante, poniendo su atención en la carretera.
—Ya despertaste —escucho que murmura Ken, desde el asiento de atrás.
—¿Qué me pasó? —cuestiono, incorporándome mejor en el asiento.
—Te desmayaste —responde Damián—. Además parece que tienes fiebre, vamos hacia el hospital.
—¿Qué? —cuestiono, sonriendo leve para restarle importancia—. Me encuentro bien, ¿no les parece que están exagerando?
—Para nada. Es raro que hayas llegado hasta el punto de desmayarte.
—Desde niña ha sido fácil que enferme, no tiene nada de malo.
—De cualquier forma vamos a ir —murmura en tono bajo, sin quitar la mirada del frente.
No es mi imaginación, el ambiente aquí está muy tenso y no es por haberme desmayado.
Damián tose sin poder evitarlo, es allí cuando noto que Ken fija una mirada dudosa acompañada de una expresión molesta en él. ¿Estará pensando que por su culpa me enfermé?
—Lo mejor será avisar a tus padres —dice, sin quitar la vista de Damián. Quien por alguna razón parece tensarse.
—No, se trata sólo de un desmayo por posiblemente fiebre —digo, interfiriendo.
—Debes saber que estás aquí, sabes lo que opinan de...
—Lo sé —digo, interfiriendo—. Pero no debes preocuparlos por esto.
—Eres demasiado necia a veces.
Ya no le respondo nada más. Opina tal y como minpadre que no debo estar cerca de Damián. En parte eso me enoja porque es mi decisión permanecer cerca, no tendrían porque meterse. Entiendo que quieran protegerme pero creo que exageran el asunto. Él sería incapaz de hacerle daño a nadie intencionalmente, sólo está trabajando en ser una mejor persona. Noto todos sus esfuerzos, y si estoy muy sorprendida por eso pero a la vez feliz.
Luego de unos minutos que parecen eternos por el ambiente que se respira, llegamos al hospital. Damián se ha bajado del auto para abrir la puerta, pero ya me encuentro de pie en la acera. Me da una mirada de reproche pero no dice nada, solo toma mi mano.
—Insisto en que están exagerando las cosas con venir hasta el hospital —digo, conforme caminamos por las gradas.
—Es mejor que descartemos cualquier posible complicación —contesta Damián.
—Pero...
—No, no te sientas apenada —contesta, como si me hubiera leído la mente.
Le doy una pequeña sonrisa, misma que corresponde, acariciando con su dedo pulgar el dorso de mi mano. Me gusta esta nueva cercanía que tenemos, se siente como si con solo hablarnos ambos pudiéramos ver a través del otro.
De hecho me da pesar cuando solicitamos la consulta con un médico y una enfermera se acerca para guiarme hacia la puerta correspondiente.
—Estaré aquí cuando regreses —susurra Damián.
—Gracias, volveré pronto. Ya verán que no es nada grave —digo asientiendo con la mirada, entonces él suelta lentamente mi mano.
Hasta entonces veo que un poco más alejado se encuentra Ken, sólo observa, cruzándose de brazos. Aunque decido evitar por ahora evitar cruzar palabras, algo me dice que sólo volveremos a discutir...
***
Damián.
Una vez que Anya se aleja, quedo a solas con Ken en la sala de espera. Aunque ya que no me apetece empezar una conversación con él sólo tomo asiento sin observar a ningún lugar en específico. ¿Es posible que yo le haya contagiado esos síntomas a Anya? Es como estaba en un principio...
—¿Ya te vas? —cuestiona Ken, sorpresivamente se sienta a mi lado.
—No me iré hasta llevarla de regreso a la universidad o a su casa —respondo únicamente. No me apetece empezar una pelea.
—¿Sabes que sus padres no confían ni un poco en ti?
—Sí.
—Entonces, ¿qué haces aún aquí?
—La relación será entre nosotros dos. Claro sus padres son parte fundamental y agradezco que la protejan, pero tienes que saber que aunque se opongan llevaremos adelante esto.
—¿A que te refieres? —pregunta. No puedo evitar voltear a ver que está frunciendo el cejo—. Ustedes no tienen una relación. Una vez que este semestre termine no te volveremos a ver en nuestro salón. Ni a los otros ratitos que se anotaron sólo por conocer a Anya.
—Vamos a tener una relación, en algún momento.
Al parecer mis palabras hacen que se quede pálido. Parece que no se esperaba mis palabras. No es mi intención hacerlo sentir mal, pero sintiene que tener en cuenta que yo estoy con ella y que de ahora en adelante lo quiera o no, su mejor amiga tendrá un novio. Novios... esa palabra hubiera sonado tan lejana para mi apenas hace un tiempo atrás.
—Estás bromeando ¿verdad?
—No.
Aparto la mirada de él. Sea como sea, no me apetece ver como va a reaccionar, sé que tiene un interés amoroso en Anya, más allá de se mejores amigos. Supongo que estamos casi en la misma situación, mientras yo envidio ese lazo de cercanía que tienen como mejores amigos, él quisiera que sus sentimientos amorosos fueran dirigidos hacia él.
—¿Quieres vengarte? —cuestiona, para mi sorpresa.
—No, lo que siento por ella está más allá que una simple venganza.
—No te creo nada, podrás engañar a todos pero no a mi.
—Es una lástima que pienses eso de mi, creo que a ella no le gustaría que nos llevemos mal.
—Me encargaré de hacer que abra los ojos respecto a ti —amenaza, poniéndose en pie—. No eres la persona que ella cree.
—De hecho, creo que me conoce mejor que nadie en tan poco tiempo —respondo, poniéndome en pie también.
Me sigue observando de una forma retórica. Tanto que pienso que en algún momento empezaremos una pelea aquí en medio de la sala de espera. No quería llegar hasta estos extremos pero tampoco pienso quedarme de brazos cruzados mientras me difama de esa manera. No tiene ni idea, es cierto que pensé en vengarme en un inicio, pero eso sólo traería más dolor a mi vida, he decidido seguir el camino del amor y tratar de caminar por un tiempo en la luz. Ya he conocido suficiente de la oscuridad.
—¿Son los acompañantes de Anya Forger? —cuestiona un galeno. Llamanpd la atención de ambos.
—Si —respondo, apartando la mirada de Ken. ¿En qué momento había llegado a mi lado?
—Necesito que uno de ustedes venga conmigo.
—Yo iré —interviene Ken.
—No, yo seré quien vaya —interpelo.
—Decisanse por favor. Es para explicar acerca de la medicación que debe tomar. No se encuentra en buen estado de salud ahora mismo, eso no garantiza que luego no va a tener lagunas mentales.
—Soy su mejor amigo —dice Ken.
—Y yo su novio —miento—, Damián Desmond. Además conozco a sus padres y somos vecinos de condominio.
—Bien, venga conmigo —decide el médico.
Se ha quedado sorprendido cuando menciono mi apellido, no me enorgullece pero es un pase libre para poder mover el mundo a como se me antoje. Lo lamento por Ken, no volteo a verlo pero en la guerra y en el amor todo se vale.
Una vez que entramos a la clínica veo que Anya está sentada frente al escritorio del médico.
—¿Cómo te sientes? —cuestiono, llegando hasta su lado.
—Me siento bien, en serio no debes de preocuparte. —Sonríe, cerrando los ojos. Es un gesto tierno pero vaya que le encanta ocultar como se siente.
—No volverás a la universidad, te llevaré a descansar a tu casa.
—De hecho estaba por decirle eso —interviene el médico—. Y ya que son vecinos, mucho mejor.
—¿Cómo que vecinos? —cuestiona Anya, volteando a verme.
—Sí, me mudé al apartamento cinco trece, pata estar más cerca de ti.
Mi confesión la deja atónita, supongo que no se esperaba escuchar algo así, eso me confirma que su padre no le dijo que fui a verla ayer pero no fui bien recibido.
—¿Por eso me dijiste que nos veríamos ayer? Me pareció extraño, lo tomé como broma ya que nunca llegaste.
—Sí, lo siento con desempacar me hice un lío. Pero ahora ya lo sabes —digo, ocultando el hecho de haber visto a su padre.
—No me esperaba esta sorpresa —confiesa, aunque su expresión ya lo dice todo.
—Por eso te llevaré a tu casa yo... —me quedo pensando un rato, en si decir esa palabra o no. Incluso volteo a ver al médico un breve momento antes de volver a fijar la mirada en ella—, ...amor.
Esa palabra provoca que el color rojizo de sus mejillas se intensifique mucho más. Aparto la mirada porque debo estar igual, siento arder hasta mis orejas. No pensé que decirle esa palabra por primera vez se sentiría tan lindo y a la vez tan extraño. Es decir, la volvería a decir sin problema pero no quita el hecho de que me apena.
—Gracias, amor... —responde.
Volteo a verla, pero ya no está viéndome. Claro que está igual o mucho más roja que yo. Debe apenarse de la misma manera. A cierto modo eso me saca una pequeña sonrisa. No creí que podríamos coincidir tanto hasta sentirnos de la misma manera al mismo tiempo. Es raro pero haberle escuchado decir esa palabra movió algo dentro de mí, es como que algo hubiera despertado.
La cosa no termina allí, siento cómo entrelaza sus dedos con los míos. Pensé que yo tomaría ese paso. Volteo a ver de vuelta al médico. Quizás es mi imaginación pero noto como también Sonríe leve. ¿Tan obvios hemos sido?
—Creo que el tratamiento va a ser para ambos —nos dice. Sentándose a tomar notas—. Veo que parecen tener los mismos síntomas, aunque se han manifestado más fuerte en ella.
Al final, ambos terminamos con una receta, para comprar en una farmacia. Salimos del consultorio aún tomados de la mano, supongo que ninguno de los dos se atreve a soltar al otro. Nunca pensé que esto fuera a ocurrirme pero el amor mutuo se está sintiendo más lindo de lo que imaginé. No pensé verme totalmente consumido por otro ser humano a este punto.
Aunque parte de esa tranquilidad se esfuma una vez que llegamos a la sala de espera, Ken sigue allí y lo primero en que se fija es en nuestras manos tomadas. Noto que Anya se tensanun poco, es natural ya que se preocupa por el bienestar de los demás y le debe ser difícil herir a alguien aunque no haya sido directamente, pues debe de ser consciente de los sentimientos de Ken a pesar de todo.
Siento cómo su agarre con mi mano se debilita, pero no pienso permitir que me suelto. Soy yo quien ejerce más presión en su mano para no soltarnos. Si queremos llegar a algo debemos empezar porque ya no importe tanto la opinión pública. Sea como sea que explote esto.
—Te ves más repuesta —dice Ken, fijando su mirada en ella.
—Sí, aunque el médico me ordenó reposo en casa. Es ilógico antes haría lo que sea por no ir a clases y ahora me siento mal por faltar.
—Sí, es bastante raro. Bueno ¿nos vamos? Llamaré a un taxi.
—Voy a llevarla yo —digo, interviniendo—. Ya que somos nuevos vecinos. También debemos pasar por una farmacia.
—Bueno, que les vaya bien. Yo si regresaré a la universidad en taxi.
No espera ninguna respuesta, Anya lo llama por su nombre, e intenta ir tras de ella pero como sigue tomada de mi mano y no me mievo de mi lugar sólo da un par de pasos. Voltea a verme y niego con la cabeza.
—Déjalo que se calme, sabíamos que podían pasar situaciones así ¿no?
—Sí —responde, dando un suspiro.
—Anya, las cosas ahora cambiarán, especialmente con tu mejor amigo. ¿Estás segura de querer empezar esto conmigo?
—Sí, estoy muy segura. Lleguemos hasta las últimas consecuencias.
Sus palabras me hacen sonreír. No sabía que estaba tan positiva con nosotros, hace que sea más fácil lo que sea que vayamos a enfrentarnos.
—Entonces ¿nos vamos? —cuestiono.
—Vamos...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro