Capitulo 05
Anya.
¿Un beso? ¿Besarme con Damián?
Desde el momento en que elegí estudiar actuación, sabía que tarde o temprano me enfrentaría a una situación en la cuál tendría que besar a alguien. Pero ese día se veía tan lejano. Además no he dado ni siquiera mi primer beso, todo indica a que será con él.
Además sigue viéndome demasiado fijo, cómo si estuviera decidido a escuchar si o si, sin excusas la respuesta que tengo que darle.
—Ja —enuncia, luego ríe un poco fuerte, lo cuál me causa un poco de molestia.
—¿De qué te ríes? —le reprocho.
Cómo respuesta antes de hablar, se encoge leve de hombros, apoyándose en su auto.
—Lo siento, es que parecias demasiado perpleja por la situación.
—¿Te estás burlando?
—No para nada —responde, volviendo al tono calmado de siempre—. De hecho me pareció tierna tu reacción, demuestra demasiada inocencia.
—No soy tan inocente cómo crees —le reprocho.
—Tranquila, olvida lo del beso. Le diré a la profesora que sustituya o omita esa parte, no quiero incomodarte.
—No me incómodas, ¿acaso crees que no puedo con una escena así?
—No en tus primeros pasos como actriz, quizás después.
—Pues te equivocas, ya he besado muchas veces con anterioridad —miento.
Mi mentira hace que vuelva la vista a mi, pero no puedo discernir la manera en que me ve, es tan inexpresivo. No sé si mega creído o en realidad sigue dudando. Aunque luego de unos segundos arruga el cejo soltando una pequeña sonrisa, como si tratará de procesar lo que le digo.
—Entonces, ¿eres una experta besando? —cuestiona, como si tratara de hacerme dudar en lugar de tener intriga.
—Claro que si, este será mi beso número cien quizás —farfullo, él parece ahogar una risa.
—Comprobemoslo.
—¿A qué te refieres? —cuestiono.
La respuesta llega sola cuando se aparta de su auto, llevándome a mi contra él. Una de sus manos se posa en mi mejilla, la otra su auto a un lado de mi cintura.
Me quedo perpleja por un momento. Me tiene acorralada, no puedo dar marcha atrás, sólo siento el corazón latiéndome a mil.
—Comprobaré por mi mismo, si eres tan experta besando.
Soy incapaz siquiera de parpadear, sólo logro tragar saliva en seco. No trato de darle respuesta a lo que dijo pues no sé siquiera si pueda articular palabra alguna.
Su rostro se acerca lentamente al mío, compruebo por la dirección en que parecen acercarse sus labios que no se trata de una mentira. Perfectamente podría darle un manotazo y apartarme de él,pero con eso solo comprobaría mi inexperiencia, quedaré en ridículo por haberme afamado de la manera en que lo hice.
Conforme su nariz toca la mía me doy cuenta de que no habrá marcha atrás. Quizás por impulso llevo un poco mi rostro hacia abajo. Puedo sentir su aliento agolpandose suave contra mi. Cierro fuerte los ojos aceptando el hecho de que va a besarme. Espero unos segundos, y unos más mientras su dedo pulgar se desliza hacia un costado de mis labios, me cierro tanto a la idea de que va a besarme que no me doy cuenta en qué momento sus labios cambian de dirección, acercándose a mi oreja.
—Estás temblando, para tener mucha experiencia pareces una cachorrita asustadiza ante la idea de que voy a besarte. —abro los ojos de golpe, no sé en qué momento pasé a tener ambas manos empuñadas contra su pecho, pero siento el impulso de empujarlo, es decir ¿se está burlando de mí verdad? Pero no logro hacerlo porque continúa hablando—. No te preocupes, para ser sincero también será mi primer beso.
Sin que lo empuje siquiera, se aparta rápidamente de mi. Ahí me quedo
atónita como "procesando..." osea, ¿será su primer beso? ¿No sé sigue burlando de mí?
—Estas bromeando ¿verdad?
—No, estoy siendo lo más sincero que puedo en estos momentos.
—Pero es que eres Damián Desmond.
Al instante en que menciono su nombre se tensa, es como si hubiera dicho algo que no debería, pues parece volver a su faceta sería inicial.
—¿Y qué si lo soy? ¿También vas a juzgarme o darme un trato diferente como los demás por serlo? ¿Lo harás? —Se gira hacia mi, ahora parece muy molesto, como si hubiera dicho algo imperdonable, temo que cualquier respuesta que dé en realidad lo moleste más así que guardo silencio—. Lo sabía —concluye.
Da unos pasos hacia atrás, parece decidido a marcharse cuando toma la puerta del auto para abrirla, pero entonces como un impulso lo detengo, colocando mi mano sobre la de él.
—Espera, no es así —digo, él aparta rápidamente su mano de la mía, pero me observa esperando a que continúe hablando—. No quise ofenderte diciendo que seas un don Juan, me refiero a que hay muchas chicas que quieren algo contigo, es difícil creer que ninguna fan o algo así te haya arrebatado un beso alguna vez.
—Tengo demasiadas fijas mis metas políticas, como para pensar en una relación amorosa o prestarle atención siquiera a la manera en que me ven los demás. La opinión de ellos no me importa.
Me quedo viéndolo con extrañeza, no conocía su manera de pensar, creo que es la primera vez que se abre conmigo y quiero preguntarle la razón del porqué si se molestó por lo que pensara yo de él siendo que la opinión de los demás no le importa, pero me da temor arruinar el momento de nuevo.
—Entonces, ¿escogiste actuación como curso libre para liberarte un poco de las tensiones? —decido preguntar.
—Si, al principio estaba indeciso, pero ya casi me acoplo.
—Estoy segura que tú actuación será maravillosa.
—Quizás, después de todo tal como Romeo yo también estaría dispuesto a deshacerme de mi apellido. —se cruza de brazos, parece caer en cuenta de que sigo observándolo y no comentaré nada pues se aclara la garganta y vuelve a hablar—. Creo que ya es tarde, deberías entrar o tus padres se van a preocupar.
No me da tiempo a protestar, toma rápido las bolsas que traía entregándomelas de inmediato.
—Pero yo... —trato de decir, tomando por inercia las bolsas.
—Que tengas buenas noches —me corta. Me empuja por los hombros dándome la vuelta en dirección al edificio.
Me volteo para verlo, tratando de entender la razón de su cambio tan repentino de actitud, pero sólo me despide con la mano, como si con ello me alentara más a marcharme.
Y es lo que hago, o bueno lo que intento, porque apenas un segundo después siento como me toma del antebrazo dándome la vuelta hacia él, en el instante presiona su boca contra la mía. Así de sorpresivo. Por inercia entreabro los labios, dándole libre acceso, sus roses son suaves y llenos de ternura por la delicadeza con la que los desliza. Me deja absorta en él, cierro lentamente los ojos disfrutando del momento. Para ser nuestro primer beso a pesar de las circunstancias se vuelve un momento demasiado lindo. Para cuándo se separa lentamente nos quedamos observándonos fijo unos segundos, sin poder apartar la mirada el uno del otro.
—Damián... —susurro—. Esto que acaba de pasar...
—No quería quedarme con las ganas de besarte —aclara, haciendo que sienta arder todo mi rostro—. Ahora sí, puedo decir que ya he dado mi primer beso.
—Esto significa que tú y yo...
—No —me corta—. Fué un capricho mío nada más.
—Pero si fue nuestro primer beso... —trato de explicar, pero me interrumpe de nuevo.
—Sólo quería que fuera un recuerdo especial para ambos. ¿Puedo pedirte un favor?
—¿Un favor? —repito, cuestionante.
—Pase lo que pase no te enamores de mi.
Okey... Sus palabras me dejan completamente anonadada, ¿qué tonterías está diciéndo?
Apenas hace unos minutos atrás estaba besándome ¿y ahora me dice esto?
—No entiendo —digo, honestamente.
—Fué sólo un beso, las personas se besan y ya. No olvides esto que sucedió si no quieres, pero ten por seguro que no volverá a ocurrir.
Bajo la mirada, tratando de asimilar sus palabras, se siente como si estuviera terminando un noviazgo, pero nunca fuimos nada, recién nos encontramos de nuevo, pero me besó y ¿ahora me dice estas estupideces? ¿Por qué lo hizo si iba terminar diciendo algo así? Que le den.
—Eres un idiota —le espeto.
No espero su respuesta, solo continúo avanzando hacia el apartamento. No debe afectarme lo que dijo, ni debo de poner tanta atención en tratar de entender porqué se comporta así, cosas como esa no tienen que afectarme.
—Aqui está lo que me pediste papá —digo, una vez que estoy en el departamento y llego a la cocina.
—Gracias hija, si quieres continúa estudiando. Te avisaremos cuando la comida esté lista —responde, volteando a ver a mamá.
—Claro —digo únicamente, observando cómo se ponen de acuerdo para cocinar.
Se ve que tienen demasiada química, se entienden en todo, el cariño y respeto está primero.
No aspiro a menos que eso en una relación, es así como deben de ser las cosas. Olvidaré lo sucedido con mi primer beso, fué sólo un desliz.
Aunque al volver a mi habitación, lo que hago es repasar el folleto, aún no se cómo vaya lograr una buena actuación luego del problema de esta noche. Aunque quizás de eso se trate actuar, fingir y nada más. Debo aprender a separar lo emocional de lo profesional, este es todo un reto.
Y yo que prometí no sobrepensar sigo dándole vueltas al asunto...
[...]
Bien, llega una nueva mañana. He decidido empezar desde cero este día, siguiendo la rutina que antes tenía, olvidando todos los momentos que conviví con Damián en estos días.
Lo primero que hago es enviarle un mensaje a mi mejor amigo Ken, preguntándole que tal le ha ido con el folleto. Y como sé que he descuidado bastante nuestra amistad, de camino a la universidad le compro algunos chocolates como medio de reconciliación.
Solo que cuando llegó al salón, tanto Ken como Damián ya están sentados en sus respectivos acientos, Ken centrado leyendo, Damián con los codos apoyados sobre la mesa y esa postura fría e indiferente de siempre.
Decido tomar valor para ignorarlo y acercarme a mi aciento.
—¡Sorpresa! —digo, dejando caer los chocolates sobre el libro que está leyendo.
—¿Y esto? —me pregunta sorprendido, demostrando una sonrisa—. No es mi cumpleaños.
—Lo sé, pero hemos estado bastante distanciados. Toma esto como una ofrenda de disculpa.
—Mmm pensaré en si aceptarlos o no —bromea, mientras abre uno.
—Ya abriste uno, no puedes dar marcha atrás —comento, sentándome a la mesa—. Pero como buen amigo debes compartirlos.
Intento tomar uno, pero lo aparta rápidamente de mi alcance.
—Los has traído para mí, no para ti —me recuerda.
—Igual, dame uno. —intento tomar otro pero también lo aparta, así que iniciamos un pequeño juego.
—No.
—Si.
—No.
—Sí —repito, intentando seguir quitándoselos.
—Que ridiculez.
Ken observa a Damián con hastío por haber dicho eso, yo ni siquiera le dirijo la mirada, sólo dejo de insistir, sacando el libreto de mi bolsón. Ignorarlo es lo mejor que puedo hacer, no permitiré que nada me fastidie.
O bueno, eso creía. La verdad es que las cosas cambian cuando la profesora entra al salón. Pregunta cómo llevamos la lectura de los folletos y se le ve un poco apenada.
—Tengo que darles una mala noticia —empieza diciendo—. Yo en verdad quería presentar esta obra. Pero lamentablemente nuestro actor principal está indispuesto debido a la concentración que demanda su profesión. Así que continuaremos con las clases regulares.
Se escuchan balbuceos de negación y quejas, pero la profesora trata de callarlos. Esta vez sí que centro la mirada en Damián, está tan tranquilo, como si nada. Todos estuvimos esforzándonos leyendo los papeles de la obra ¿para nada?
—¿Y por qué no cambian papeles? —propone Ken—. Que sea a la suerte. No sólo Desmond puede tener el protagónico, todos tenemos talento aquí.
Noto como Damián le observa un poco molesto, de reojo. Pero sigue tan imperturbable como siempre, como si tuviera la situación completamente controlada.
—No es posible —se excusa la profesora—. La campaña de publicidad había empezado desde anoche, sería en un auditorio y varias personas compraron entradas al enterarse de que Damián Desmond actuaría, no podemos ofrecerles otra función, lo tomarán como estafa, lo mejor será devolverles el dinero, es una verdadera lastima pero...
—Me parece una completa falta de respeto —digo interrumpiendo, poniéndome en pie—. Las personas pagaron por un espectáculo y eso es lo que deberíamos darles. El señor Desmond no se negó ayer a su papel protagónico ¿y ahora resulta que está muy ocupado?
Siento la mirada de él sobre mi, pero continúo viendo a la profesora, quien parece que no me va a dar una respuesta. Cómo era de esperarse es de las personas que respetan y parecen estar al servicio de los Desmond.
—¿No deberías tener más respeto tu al dirigirte de esa manera a mi? —cuestiona Damián. En ese instante clavo la mirada en él.
—¿Acaso quiere que lo trate como todos señor Desmond? Lamento no poder cumplir con sus expectativas —espeto—. Todos nos hemos esforzado hasta desvelarnos para aprendernos el folleto ¿y ahora resulta que no podremos presentar la obra por un capricho tuyo Damián?
Arruga un poco el cejo, es obvio que eso le ha molestado pero a la vez quizás le ha hecho recordar cómo anoche se había enojado porque me expresaba de él como los demás. Y ahora también se le ve molesto por la forma en que le hablo.
—Señorita Forger —escucho decir a la profesora—. Este comportamiento es inadmisible.
Aprieto los puños ignorando sus palabras, sigo con la vista fija en Damián, quién tampoco aparta la mirada de mi ojos. Ni siquiera cuando se pone en pie lentamente.
—Tienes razón —dice para mí sorpresa, aparta la mirada en el frente centrándose en la profesora—. Esto hará que deba hacer un esfuerzo sobrehumano, pero no puedo ser el causante de que la obra se cancele. No tenía conocimiento de la preventa de entradas. Continuemos con la obra como estaba prevista.
Me sorprendo más quedándome helada al ver cómo sonríe de una manera que parece hasta cálida y angelical. Todos nuestros compañeros celebran aplaudiendo y la profesora ni se diga, se ve tan feliz que parece haber olvidado que me estaba reprochando apenas hace unos segundos.
Para evitar más conmoción vuelvo a sentarme, también Damián lo hace. Cómo aún siento su mirada sobre mi volveo a verlo, entonces susurra por lo bajo.
—Forger, tienes una habilidad nata para salirte con la tuya.
—Gracias... —respondo, dudosa.
—No es un halago, estás jugando con fuego. No te quejes cuándo termines quemándote.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro