Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 02

Anya.

Por fin... por fin tenía la oportunidad que había estado esperando desde hace mucho tiempo, volver a hablar con Damián.

—¿Crees que esté haciendo lo correcto Bond? —cuestiono, tomando una fotografía en mis manos.

Todo sería mas fácil si estuviera aquí conmigo, murió hace cinco años y su ausencia aún duele como el primer día. Desde ese momento dejé de leer las mentes de los demás, quizás por el dolor que me causó esa pérdida, algo se alteró en mi. Tampoco es que le haya buscado más explicaciones lógicas porque mis padres nunca supieron acerca de mis habilidades.

—¿Anya-san? —cuestiona la voz de mi madre, da dos golpes a la puerta—. ¿Puedo pasar?

—Adelante —Dejo la fotografía sobre mi mesita de noche, acomodándome mejor en la cama.

La veo entrar, trae en sus manos una caja de chocolates.

—Son de los que le gustan al profesor Henderson —duda por un momento en darmelos, luego termina sentándose a mi lado—. ¿Estás segura que quieres ir?

—Sí, ha pasado mucho tiempo desde que no lo visito, las cosas no pueden seguir así, ahora ya soy una adulta.

—Pero ahí también se encuentra...

Detiene sus palabras, se lo que intenta decir, claro que ahí está Damián. Ni siquiera le he dicho que en realidad él fué quien me invitó para no preocuparla, qun así estoy segura que lo intuye.

—Damián, seguro ni siquiera nos cruzaremos en el camino, no tienen que preocuparse.

—Es solo que... tu padre vendrá tarde hoy del trabajo, dudo que apruebe que los visites, no es sano conociendo la situación. ¿Por qué no te quedas en casa y vemos alguna película?

—No, ya he tomado la decisión, además regresaré antes de que lo pueda siquiera notar. —Junto mis manos en forma de súplica, ella desvía la mirada al parecer debatiéndose a sí misma.

—Anya-san, no está bien ocultarle cosas a tu padre.

—Se lo comentaré apenas regrese del trabajo, lo prometo.

Me vuelve a ver como si no tuviera remedio, pero l final da un suspiro de resignación.

—Pero si te sientes mal, no dudes en llamarme, iré en menos de lo que cae un rayo por ti.

—Lo prometo —digo, levantando una mano.

Si, lo he prometido pero aunque las cosas se pongan incómodas sé que podré resolverlas de alguna manera por mi sola, no quiero preocuparlos.

He decidido ir a la estación de buses, planeaba hacer esto sola, sin embargo mi sorpresa es que al llegar a la parada ahí se encuentra Ken, ¿no puede ser casualidad o si? Después de todo dicen que las casualidades no existen y esta no lo parece

—Anya —me saluda, poniéndose de pie. Yo no cambio mi actitud de extrañeza.

—¿Ken? ¿Qué haces aquí?

Lo observo intentando encontrar una explicación lógica, aunque él parece no tenerla, porque guarda silencio por un momento.

—He venido para acompañarte, no te dejaré ir sola a la casa de Desmond.

—¿Insinúas que no puedo cuidarme sola?

—No, no es que sea eso. Es solo que no me da confianza, no sé explicarlo...

—Ken... somos mejores amigos y no pienso cambiar eso. Tu siempre lo serás, aunque no compartamos juntos todo el tiempo.

—Es que Anya, Desmond es un desconocido en la actualidad, ya no es el mismo chico que conociste. No sabes las intenciones que tiene actualmente.

Es verdad que no lo sé, pero también se que parte de ese gran cambio que tuvo si es que lo hubo fue nuestra responsabilidad. Quizás ha cambiado, pero aun así quiero tratar de reparar el daño causado.

—Estás exagerando —contesto, rodando los ojos—. No sé trata de un monstruo, llegaré, tomaré un café con sus padre adoptivos, luego conversamos un rato y volveré a casa antes que papá, todo está perfectamente planeado.

—Es un gran plan, te acompaño.

Trata de dar un paso hacía el autobús, pero lo detengo tomándolo del hombro.

—Ken, lógico en serio. Iré sola, no empecemos una pelea, no me vas a detener.

—Es que no lo entiendes...

—¿Qué es lo que no entiendo? —cuestiono, observándolo con extrañeza, aún así trato de mantener la calma el mayor tiempo posible.

—Desmod es el único heredero que queda de su familia, es multimillonario, sin contar la herencia que recibirá de los Henderson eso le da ceros incontables en el banco. También es guapo y tiene su encanto.

—¿Y?.. —indago, para que siga hablando, sin entender a que se refiere.

—Tiene todo para cegar fácilmente a cualquier chica, y es una gran casualidad que nunca te haya intentado contactar antes, pero ahora si ¿no?

—No soy cualquier chica —digo empezando a perder la paciencia—. No caigo en ese tipo de juegos, así que si no quieres que me enojé contigo no me sigas —sentencio.

Guarda silencio ante mis palabras, tomo eso como que no dirá nada más y me dirijo hacia el autobus. Si, no descarto la idea de que Ken tenga razón, no soy tonta pero hay personas que caminan solas hacia la propia boca del lobo y una de ellas soy yo y sea con lo que sea que tenga que enfrentarme lo aceptaré, ¿por qué? Quizás porque me he percatado ya de su hastío  hacia todos desde cuando esperó un largo rato para ayudarme con los acosadores de la calle, si actuó así de la nada significa que estaba cerca y no hizo nada antes. Si es cierto que quiere venganza en contra de mi familia, la única manera para salvarlo de esa oscuridad será jugando su propio juego.

—¿Lo ves? —escucho que dice Ken, mientras subo al autobús—. Ya ha logrado que peleemos, ¿esto no te dice que hay algo mal?

Si, pero no puedo aceptar algo como eso. Únicamente termino de subir. No tarda mucho en salir de la estación y alrededor de diez minutos en llegar a la mansión de los Henderson.

Al estar frente a las rejas del portón pienso en tocar el timbre, pero antes de eso las puertas se abren automáticamente, mi sorpresa es que Damián está saliendo en su auto. Lo sé porque aunque tenga los vidrios polarizados se trata de un deportivo color negro. Al parecer nota mi presencia porque baja la ventanilla del vidrio.

—¿Anya? No te esperaba tan pronto.

—Es que no puedo volver muy tarde a casa —confieso, encogiéndome de hombros.

Parece debatirse entre que decirme, pero al final lo veo inclinarse hasta abrir la puerta del copiloto.

—Sube, ¿olvidé mencionarte que mis padres están en un evento religioso no? Volverán hasta la noche, un poco más y tampoco me encuentras aquí aunque planeaba regresar pronto.

Observo el aciento vacío, dudo por un momento pero termino accediendo, cerrando la puerta una vez que he ocupado el lugar.

—¿A dónde te dirigias? —Observo al espejo retrovisor, en el aciento de atrás hay rosas blancas.

—Pues solo iré a entregar estas flores nada más. Después volveré a casa.

—Entiendo, te esperaré en el auto para mientras.

—No es necesario, puedes venir si gustas.

—¿A qué te refieres?

No me responde nada más lo cual se me hace extraño, no me parecería raro que tuviera novia y le llevara regalos, vamos es Damián Desmond puede tener a cualquier chica que quiera.

Aunque al parecer he pensado muy mal, porque no se trata de rosas para una novia, lo sé cuándo nos encontramos frente a la mansión original de los Desmond. Los sirvientes lo dejan pasar y estaciona el auto no muy cerca de la casa. Se ve que hay varias personas allí.

—Insisten en hacer actividades religiosas por los años que llevan muertos mis familiares —comenta, mientras apaga el motor del auto—. Aunque no me gusta estar allí. Es por eso que mis padres adoptivos volverán a casa hasta por la noche.

Ahora que me fijo en él está vestido de negro, mientras que yo vengo con un vestido azul, no vengo de acuerdo a la ocasión para nada.

—Lo siento, yo debí venir más de acuerdo a la ocasión.

—Ni siquiera sabías que harían algo así —dice únicamente antes de salir del auto.

No se si lo dice para defender mi punto de vista o quizás para cuestionarme que no recordé un día así de importante para él. Por lo que sea bajo del auto también y le ayudo a cargar algunos ramos de rosas.

—¿Está bien que te acompañe? —cuestiono, observándolo cerrar el auto.

—Dije que podías venir ¿no? —suelta, caminando delante de mi. Lo sigo y apenas unos segundos después se da la vuelta hacia mi, volviendo a hablar—: siento si sientes mis palabras muy secas, este es uno de los lugares que menos me gusta frecuentar, pero es un día especial no puedo ser egoísta y no traerles al menos un detalle.

—No tienes que explicarme, sé cuánto duele perder a tus padres —contesto, apresurándome hasta caminar a su lado.

—Si... pasamos por casi lo mismo.

No decimos nada más, únicamente nos internamos más en el jardín perfectamente cuidado, llegamos hasta un lugar muy apartado hasta donde se encuentran las lápidas de sus padres y de su hermano. Siento cierta tristeza por la escena frente a mi. Damián sólo coloca algunas rosas frente a ellas, también decido hacer lo mismo con el mayor respeto que puedo.

Por unos momentos quisiera saber que es lo que piensa, ¿siente rabia por mi presencia aquí?

No lo sé, pero perp una vez que nos ponemos de pie siento como toma mi mano y la aprieta con fuerza. Volteo a verlo sorprendida por un momento pero sigue inexpresivo.

—Vamos, no me siento bien aquí —murmura, jalando de mi mano.

Doy una última mirada a las tumbas sintiendo un poco de culpa, pero lo que más me preocupa es ver como Damián de pronto se pone muy pálido mientras nos alejamos a otra parte del jardín.

—¿Te encuentras bien? —me atrevo a preguntarle.

—No, este asunto aun me afecta, creo que mi presión sanguínea bajó.

Suelta mi mano para tomarse la cabeza, deteniendo sus pasos, no sé qué hacer en casos como este.

—¿Cómo te ayudo? —cuestiono.

—Toma —me extiende las llaves de su auto—. Traigo gaseosas en la guantera, tráeme una por favor, te esperaré aquí.

Lo veo preocupada, pero eso no hará que se sienta mejor y el auto aún queda lejos así que me apresuro a alejarme, a lo lejos veo como se mantiene en el mismo lugar así que sigo con lo que me indica, encuentro las gaseosas tal y como me ha dicho, así que una vez que agarro una vuelvo lo más rápido que puedo hasta el lugar en donde se supone que se encuentra. Lo digo así porque ya no hay rastro de él. Ay no ¿y si le pasó algo?

—¡Damián! —grito desesperada, viendo hacia los alrededores, no pudo ir tan lejos ¿no?

Pero temo perderme, este lugar es enorme, así que solo sigo gritando su nombre hasta que escucho que me responde.

—Aquí estoy, ven aquí.

Bufo un poco irritada pues no esperaba que me contestara tan cerca y es que el lugar de donde proviene el sonido está detrás de unos arbustos podados. Apenas los cruzo lo veo allí, sentado en el suelo, frente a una estatua de perro muy llamativa.

—Me asustaste, ¿te sientes mejor? —pregunto, dándole la gaseosa. No tarda en abrirla y darle un sorbo.

—Este lugar siempre me hace sentir mejor, aquí recuerdo a Max, mi perro.

—No sabia que ya había muerto, lo siento...

Me siento a su lado, dándole las llaves de su auto, pero no responde nada más solo las recibe. Es un linda manera de conmemorarlo, me hubiera gustado poder hacer algo así para Bond.

Permanece así unos momentos más, no sé qué decirle así que sólo veo a lo lejos como el cielo se empieza a poner de color carmesí.

—A veces... —murmura, dando un suspiro—. Me pongo a pensar en el futuro. Soy el último de los Desmond, aunque ahora tenga otra familia ellos también se irán algún día. ¿Y qué pasará cuando yo ya no esté? ¿Quién se recordará de mis padres y hermano? Incluso de mi...

—Estás muy joven para pensar en esas cosas.

—¿Tú crees? Solía ser el hermano menor, ahora soy mayor de lo que era mi hermano en ese entonces. No tenemos comprada la vida.

—Aún así pienso que tus hijos en el futuro se acordarán ¿no te parece?

—No sé si quiera traer hijos a este mundo. Quizás conmigo la dinastía Desmond llegue a su final.

—Creo que es muy pronto para decidirlo —insisto.

No contesta ni una sola palabra más, no me ve, permanece con la mirada fija en la estatua de su perro, bebiendo sorbos de la gaseosa. Decido sólo acompañarlo sentándome a su lado, en algún momento me ha pasado su bebida quizás para que la pruebe también o no se le apetece más, el punto es que termino bebiendo el resto de la misma.

—Se ha hecho tarde —dice por fin, rompiendo el silencio. Aunque no era incómodo estar de esa manera.

—Sí, será mejor que me vaya, mi padre no ha de tardar en llegar —menciono, poniéndome de pie.

—Te llevo —ofrece, siguiendo mi acto.

—No es necesario, no te molestes.

—Insisto en hacerlo.

—¿No prefieres quedarte aquí en la mansión?

—No —suelta determinante. Empieza a caminar delante de mi, así que lo sigo—. Lo meno que quiero estar entre ese montón de personas, volveré a estudiar una vez que te deje en tu casa.

—Gracias.

—Ah —murmura, dándome una mirada de reojo—. Lamento haberte citado en vano el día de hoy, creí que llegarías cuando ya mis padres estuvieran en casa.

—No fué en vano, pude acompañarte en un momento importante.

Me da una mirada que no se descifrar, luego solo asiente con la cabeza. El viaje a casa es tranquilo y silencioso, pero de nuevo el silencio no es incómodo, ya está oscureciendo, solo espero que papá aún no haya llegado a casa, sería mejor decir que fue corta mi visita a los Henderson en lugar de que se me haya ido toda la tarde y solo acompañando a Damián, lo que tenia planeado de lo que sería esta tarde tomó un giro inesperado.

—¿Puedes darle al profesor Henderson unos chocolates de mi parte? —cuestiono, observando la caja que permanecía frente al vidrio de su auto.

—Claro, seguro agradecerá el detalle así que desde ya gracias.

—Fue mi madre quien recordó comprarlos.

—¿Cómo han estado ellos? No los veo desde que era pequeño.

—Pues mi padre se convirtió en director del hospital, mamá dejó de trabajar para encargarse de nuestra casa y siguen viviendo como una buena pareja —confieso. Se me escapa una sonrisa que seguro nota al verme de reojo, pero no puedo evitarlo cuando hablo de ellos.

—Me alegro por ellos, ah ¿siguen viviendo donde mismo?

—Sí, ahí están nuestros mejores recuerdos aunque mi padre está viendo la posibilidad de comprarse una casa de campo.

—Sí lo hacen tendrás que darme la dirección —finaliza, apagando el motor del auto cuando ha aparcado frente al edificio.

Bajo del auto, pienso en despedirme una vez que he dado la vuelta pero ya ha bajado también, su mirada se encuentra centrada en la altura.

—¿Gustas pasar?

—No, sólo estaba admirando que no ha tenido muchos cambios este lugar a pesar de los años. —Se vuelve hacia mi, así que hago lo mismo—, ¿eres feliz viviendo aquí?

—Sí lo soy, siempre lo he sido.

—Lo supuse —murmura.

Lleva una mano hacia mi rostro. Por un momento me impacta como rosa mi mejilla, pero me doy cuenta que lo ha hecho porque tengo un mechón de cabello en el rostro y solo lo ha colocado tras de mí oreja, aún así su caricia fue sutil y su sonrisa genuina, eso hasta que sube la mirada por sobre mi hombro.

—Creo que te esperan —musita, volviendo a hablar.

Volteo a ver tan rápido que si esperaba que disimulara ha quedado decepcionado, se trata de mi padre, se encuentra en el umbral del portón.

Por unos momentos se quedan observándose fijo hasta que Damián hace una mueca apretando los labios y vuelve a verme. Sólo susurra un "nos vemos" antes de volver a su auto e irse. Entiendo que no quiera saludar, eso no me sorprende, lo que si lo hace es la mirada de dureza de mi padre en su expresión.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro