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CAPITULO 5

—Con cuidado chico pollo—Exclamó Beom Gyu mientras ambos sacaban la pizza de la caja, Soo Bin se emocionó al ver la sombra de Yeon Jun posarse en el marco de la puerta.

— ¡Beom Gyu! —El castaño hizo un puchero al ver como un retazo del delicioso queso se embadurnaba en la mesa de la cocina—Yo quería comerme ese queso.

— ¿Compraron comida? —Sr. Choi hizo su magnífica aparición, con una chaqueta cazadora de cuero negro, pantalones de jeans y una camisa negra, se veía tan informal, que a Soo Bin se le hizo puño el corazón. ¿Quién diría que él era el padre de su amigo?

—Te vez muy bien—Dijo Soo Bin mirándolo atento y, a medida que Yeon Jun se acercaba su perfume iba ganando terreno en el sistema del castaño, tanto que incluso soltó un suspiro escandaloso que se dejó escuchar en todos los pasillos de la casa, y seguramente también en las calles de la gran Corea—Y hueles delicioso...    

El pelinegro se arregló el cabello con las puntas de sus dedos y esbozó una sonrisa ladina, pero no miró a Soo Bin, ese comportamiento se había repetido desde aquella noche, una semana atrás. Donde ninguno de los dos había mencionado el tema, algunas veces se veían, sí, pero aparte de intercambiar miradas de culpa ninguna frase había pasado por ambos, quizá aquella parte moral que ambos poseían les impedía hablarse como si nada.

—Gracias, Soo Bin—Los hombros del Sr. Choi se encogieron—Beom Gyu tengo que salir, regresaré en la noche y nada de fiestas... ¿Entendido?

—Claro, ¿A dónde vas? —El pelirubio se aclaró la garganta con evidente enfado.

—Una cita con una compañera de trabajo.

—Ya te estabas tardando, ¿Es la horrible mujer con falda corta y tacos de un metro?  O la que tiene aires de supermodelo. Cualquiera de las dos, son horribles.    

Soo Bin no podía decir nada, y no por falta de voz, sino más bien porqué tenía un millón de palabras atragantadas en la garganta, su corazón estaba latiendo con más fuerza y le dio miedo de que Yeon Jun lo hubiese notado, apretó sus puños por debajo de la mesa para pasar desapercibido.

—Mujer, estoy saliendo con una mujer. Quizá una de ellas pueda ser tu próxima madre.

—Eso jamás, el día que eso pase yo me largo de esta casa con Tae Hyun.

—No voy a tolerar tus dramas, ¿Entendido?

—Entendido.

—Además, ella sólo es una compañera de trabajo. Una cita informal... —El Sr. Choi tomó las llaves de la mesa, rozando sus dedos contra la piel de Soo Bin—Regresaré pronto—Los ojos de Yeon Jun se desviaron hasta Soo Bin, quien lo miraba de lado y con una expresión perdida, e inocente, parecía que pronto iba a llorar.

—Espero que le vaya bien, Señor Choi—Murmuró el castaño mientras comenzaba a mordisquear la pizza que tenía entre las manos evitando mirarlo a toda costa.

—Gracias, Soo Bin. Por cierto, Beom Gyu tú y yo tenemos que hablar después—Las manos de Yeon Jun desordenaron el peinado de su hijo, Sr. Choi se veía tan malditamente adorable cuando lo hacía, incluso sonreía con orgullo al ver como el pelirubio se removía con saña. Soo Bin esperó aquel toque, pero nunca llegó y pronto Yeon Jun se fue dando un ligero portazo en la puerta.

—Supongo que es normal que Yeon Jun vaya en busca de mujeres. Ya sabes todos tienen una necesidad de follar—Beom Gyu comenzó a caminar hasta el sillón con la pizza entre sus dedos, y Sol Bin sólo lo siguió. Algunas veces parecía que el castaño vivía más en la casa de su amigo que en la suya, y todo era porque su madre no confiaba en nadie más que el Sr. Choi para cuidar a su pequeño "angelito"—Me hubiera gustado conocer a mi madre, dicen que era hermosa.

—Seguramente—Soo Bin tragó saliva con aparente tranquilidad. ¡Qué fastidio! Incluso había cancelado su cita con Min Gyu. Para esperar al Sr. Choi, y poder hablar con él, se había quedado los últimos siete días sentado en la vereda de su casa esperándolo, tarde, mañana y noche. Pero ahora entendía por qué este lo evadía.

¿Tan mal lo había hecho? Pensó en practicar con otros chicos, ellos quizá podían darle una seña de como chupársela a un hombre.

Se tocó los labios mientras Beom Gyu ponía la película escogida por ambos, se recordó a sí mismo sobre sus piernas mientras Yeon Jun follaba su boca. Las imágenes de la película pasaron por sus ojos, el pelirubio hablaba de vez en cuando, al parecer una serie romántica era todo lo que Soo Bin podía tener en su vida, se golpeó mentalmente por ser tan inmaduro, después de todo... ¿Quién se quedaba con otra persona sólo por una mamada? ¿Qué quería, acaso pensaba que el Sr. Choi iba a hablar con Beom Gyu para contarle? ¡Pero que insensato había resultado!

De repente sintió la respiración de su amigo muy cerca de su oído, y se percató que este ya se había quedado dormido. Rodeó la cadera delgada del pelirosa con uno de sus brazos e intentó dormir pero no pudo.

—Beom Gyu, vamos a tu cuarto—Murmuró, y el nombrado se puso en pie con el entrecejo fruncido, los ojos semi cerrados, y la ropa desecha, pronto subió escaleras arriba.    

Dos de la mañana, ambos ya estaban en la cama. Beom Gyu como siempre le había envuelto con los brazos y piernas. Pero Soo Bin no podía dormir, había algo dentro de él que se lo impedía. Dos y media de la mañana, el gato del vecino comenzó a maullar con desenfreno, pero los ronquidos de Beom Gyu amortiguaban el ruido.

Tres de la madrugada, Soo Bin estaba cansado. Su mente aún trabajaba a velocidad luz, pensando en el Sr. Choi y sus posibles paraderos. Hasta que escuchó el motor del auto, el pequeño castaño se puso en pie y caminó hasta las barandillas de las gradas como un niño pequeño con tan sólo las medias para no hacer ruido.

Y ante su vista se desplegó una escena que quizá no debió haber visto nunca. Yeon Jun y una mujer pelirroja se besaban con hambre, su ropa estaba a punto de desaparecer en tanto las manos grandes del rubio tocaban el culo de esta para acomodarla sobre sus rodillas, ella se veía tan bonita con ese vestido rojo y las uñas negras que apretaban los hombros del rubio.

Apretando los puños, Soo Bin se clavó las uñas en la palma de las manos mientras intentaba controlarse. La parte irracional de su mente estaba pidiéndole a gritos que bajara para encarar al señor Choi, y tenía las razones suficientes para hacerlo.

Uno: Beom Gyu estaba allí.

Dos: Se suponía que las casas decentes se respetan.

Tres: Yeon Jun era un maldito mentiroso.

Sintió un familiar sentimiento de amargura mezclada con tristeza, y luego alejó las emociones de él. Decidió alejarse del lugar, y llegó jadeando hasta la habitación del pelirosa, cerró la puerta tras él y enterró la cara en la almohada. El muy bastardo.

Esa noche había deseado tanto irse a casa para evitar escuchar los horribles gemidos de la mujer, por un momento se sintió paranoíco, pues al parecer su mejor amigo no escuchaba nada de lo que allí pasaba. La desolación lo golpeó, llevándoselo hacia las profundidades de un oscuro precipicio del cual no luchó para salir, apretó los labios antes de quedarse profundamente dormido.

Quizá debió pensárselo dos veces antes de bajar a la cocina para tomar el desayuno habitual. Al despertarse ya no encontró a Beom Gyu a su lado, este se había despertado temprano para darse una ducha, cosa que no era habitual. Soo Bin por su parte decidió ponerse la ropa de la escuela y peinarse como de costumbre antes de salir de aquella endemoniada casa.

— ¡Ya despertaste! —Chilló el pelirubio con emoción mientras se llevaba una cuchara de cereal a la boca. Soo Bin levantó la mirada sólo para ver a su amigo, al padre y a la mujer pelirroja sentada en la mesa como una gran familia—Ven, Yeon Jun trajo un desayuno especial para nosotros.

Después de unos segundos decidió acercarse a ellos.

—Un gusto, soy Hwang Ye Ji—Ella le extendió la mano con total naturalidad y a Soo Bin le dieron vértigos, pero acepto el saludo fingiendo una sonrisa y evitando mirar al señor Choi.

Inmediatamente después Beom Gyu le entregó un platillo de fresas bañadas en chocolate y leche, un zumo y muchos pretsels.

Soo Bin agarró la fruta prohibida por el rabillo entre el pulgar y el índice, le hincó el diente a la primera fresa. La capa exterior de negro le supo amarga al entrar en contacto con su lengua. Entonces el chocolate con leche le bañó la superficie de la boca con su sabor aterciopelado, a continuación se relamía los labios con gusto.

Masticó lentamente la fruta dulce con fruición pecaminosa, dejando que el chocolate se derritiera en sus dientes, era toda una experiencia sensorial. Él solía tener manía de comer las cosas dulces con total calma.

Por eso no le molestaba el embarrarse los dedos con chocolate, no era problema suyo, pero si era problema para Choi Yeon Jun quien no le quitaba los ojos de encima, observando la destrucción carnal que hacia Soo Bin con esas fresas en su boca.

—...Entonces, yo pensaba traer hoy a Tae Hyun para que lo conozcas, ¿Si papá?

— ¿Qué? —El pelinegro se aclaró la garganta porque de alguna manera podía sentir los labios suaves de Soo Bin sobre su polla. No te distraigas, Yeon Jun, aparenta seriedad y quizás nadie se dé cuenta.

—Tae Hyun—Reiteró Beom Gyu cabreado—Sé que él no te gusta, pero es mi novio, además cuando nos vayamos a la universidad nos casaremos. ¡Puedes escucharme Yeon Jun!

Soo Bin se humedeció los labios de chocolate y se arrepintió de inmediato cuando vio como la mirada masculina de Yeon Jun caía sobre su boca.    

—Tengo que irme—Anunció Soo Bin antes de ponerse en pie, la mujer pelirroja lo miró con el ceño fruncido por el desorden que había causado aquel movimiento y Yeon Jun sólo le siguió con la mirada mientras Beom Gyu también se ponía en pie para irse—Gracias.    

—Soo Bin—El castaño sintió de pronto que hacia demasiado calor en la habitación, su corazón se aceleró como si hubiera corrido bajo la lluvia durante dos horas— ¿Te parece si hablamos ahora?—Preguntó el señor Choi con el entrecejo fruncido.    

—Tengo trabajo—Se aventuró a decir.

— ¿Ahora quieres interrogar a Soo Bin sobre Tae Hyun? —Murmuró fastidiado el pelirubio—Soo Bin conoce a Tae Hyun a cabalidad. ¿Verdad Binnie?

—Si.

—Dejar salir a mi hijo y no advertir el peligro que corres al juntarte con personas mayores, supone un problema para mí—Oh, no. El estómago de Soo Bin se encogió, sus peores temores se estaban cumpliendo a cabalidad y Yeon Jun se veía seguro y furioso.

—Ya debo irme, ¿Quiéres que te lleve Beom Gyu? —El pelirubio miró con incredulidad a la mujer—A veces los padres tienen que preocuparse por el bienestar de sus hijos, y al parecer Yeon Jun te quiere proteger.

La cocina estaba más que tensa y por ello Ye Ji salió dando pasos largos, tomó su bolso y se llevó al pelirubio con ella, aun cuando este protestaba.

— ¿Qué es lo que quieres? —Susurró Soo Bin mientras caminaba en retro para no tener cercanía con el pelinegro—Tae Hyun es una gran persona, además su hermana atiende una cafetería y su mamá es bibliotecaria. Él ya está en su segundo año de medicina. Beom Gyu lo adora y él ama a Beom Gyu, además ellos nunca han tenido sexo, lo sé porque Beom Gyu me cuenta todo... Tae Hyun lo respeta.

Yeon Jun frunció el ceño y sus ojos grises se oscurecieron como si una lluvia de nubes atravesara el cielo.

— ¿A qué estás jugando? —Sus ojos brillaron con cierto tipo de ira reprimida, Yeon Jun sólo apretó las manos con fuerza desmedida en sus palmas y Soo Bin por inercia comenzó a caminar hacia la sala, nunca había visto así al padre de su amigo—Pensé que podía, podía olvidar esa noche. Esto es loco.

— ¿De qué hablas? —El castaño sintió su corazón martillear contra su pecho, Yeon Jun recordaba todo, aún lo recordaba, eso quería decir que él tenía una oportunidad de ser querido por el Señor Choi— ¿Cuándo te la chupe? ¿Por qué me has evitado? ¿Te doy asco?

— ¿Quiéres saber porque? —Los ojos del pelinegro inspeccionaron el cuerpo delgado de Soo Bin, y no pudo evitar tocarlo. Era la segunda vez que lo veía con otros ojos, lo observaba parado frente a él, con los ojos de conejo infantil y los labios apretados—Ayer te esperé hasta las una de la mañana—El castaño frunció el ceño—No puedo sacarte de mi cabeza, aunque lo intente. Pensé...—El señor Choi tragó saliva y movió su mano por el cuello del menor, sintiendo la suavidad en la yema de sus dedos—Soo Bin... cada vez que cerraba los ojos te veía a ti. La estaba besando a ella pero eras tú, me la folle y te vi. Cada minuto que estaba con ella, yo estaba deseando  que fueras tú.

El mundo de Soo Bin colapsó, borró todo y se abalanzó a Yeon Jun, se hundió en aquellos labios carnosos del señor Choi, era como hundirse en algo oscuro, cálido y suave, el lugar más seguro en donde él había estado. Los brazos del pelinegro se ataron a su cuerpo y entonces ninguna palabra más fue dicha.

Soo Bin gimió cuando presionó su entrepierna contra el bulto erecto entre los pantalones de Yeon Jun.

—Yeon Jun, olvidé mi...

Y la pelirroja dejó caer las llaves ante aquella escena.

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