CAPITULO 31
Todos estaban con el nuevo chisme del profesor Seok Jin y sus aventuras con algunos estudiantes de último año, la noticia se había hecho viral, además supuestamente el profesor se había liado con el nuevo hombre que se encargaba de preparar la comida para los profesores, Soo Bin se preguntó cómo era aquello posible si el hombre de sotana y sombrero gracioso parecía un beato.
El castaño permaneció en uno de los corredores de la escuela para poder escuchar más, oyó también que había un video en línea donde mostraba como el señor Seok Jin mantenía relaciones sexuales con aquel hombre desconocido.
—Dicen que lo despidieron—Murmuró uno de los chicos de su clase, Soo Bin lo reconoció, Sunoo era uno de los mejores estudiantes en Calculo e Historia. Tras él venían como siempre Min Gyu y Won Woo. El peliblanco tenía al otro tomado de la mano con fuerza, sonreía y lo miraba con adoración, Soo Bin supo en ese instante que en realidad no estaba enamorado de él, porque de cualquier forma aquello sin duda debía dolerle. ¿No?
Inclinó la cabeza para no ver a Min Gyu, porque ahora menos que nunca tenía tiempo para asistir a una fiesta.
—¡Soo Bin! —Jung Woo corrió por los pasillos llamando la atención de todos— ¡Tienes que ver algo, ven!
El nombrado se echó a correr en dirección de Jung Woo y cuando llegó a él le siguió el paso para ver que era aquello que lo tenía tan alterado.
Minutos después llegaron a una de las canchas de la escuela, el lugar estaba empapado con agua a causa de la lluvia y en el centro del lugar, entre tormentosas gotas y un frío escalofriante estaba Beom Gyu siendo zarandeado por un inestable Tae Hyun.
Los ojos de Soo Bin llamearon e intentó acercarse a ellos hasta que Jung Woo se lo impidió.
—Quiero ver que pasa—Le espetó Jung Woo con diversión en la mirada—Sabes que me gusta el drama.
—Pero…
—Calla que no me dejas escuchar —Dijo finalmente Jung Woo como si diese por zanjado el tema. Soo Bin apretó los dientes nuevamente hasta que la mandíbula se le hizo dura, pero a petición o mejor dicho a exigencia de su amigo ambos se escondieron entre las graderías para observar desde un lugar seco y cómodo aquella escena que se debatía entre ser grotesca y ser enfermiza.
—Tienes razón Beom Gyu, tienes tanta razón, ese día me volví loco. —El Beom Gyu se quedó parado, sin hacer nada y, cuando le pareció tener una revelación le echó una mirada siniestra a su hasta ahora ex pareja —Me culpo por eso, pero te amo, y voy a estar celoso hasta que muera eso no va a cambiar, no me lo puedo permitir. — Tae Hyun dijo las palabras que salían con sinceridad, bajó la mirada para ver a Beom Gyu y, se quedaron mirando el uno al otro durante un buen rato —Pero si vamos a estar juntos vamos a luchar, no porque no confíe en ti, al contrario, soy celoso porque quizá nunca voy a creer que te merezca, soy celoso porque me aterra la idea de perderte, odio pensar que puedes enamorarte de ese tipo. Este soy yo, Beom Gyu. Yo prometo intentar cambiar, pero si tú ya no me quieres ver más solo dilo.
Beom Gyu acababa de ser arrancado del reino de los atónitos y arrojado al reino de los sorprendidos. Nadie se lo había aclarado y con el estómago encogido comenzó a mover las manos, ahora dependía de él, todo dependía de él. Intentó aclararse la garganta pero era en vano pues al parecer su voz aún no se dignaba en salir. Así que simplemente se quedó callado mientras admiraba la belleza de sus zapatos remojados en aquella agua sucia.
—Por favor di algo.
Mientras tanto Tae Hyun quería decir algo más, pero no se atrevía. Quería preguntarle a Beom Gyu tantas cosas que sus labios no se lo permitían, supuso que aquel silencio era cómplice de todo lo malo.
Era un buen momento para marcharse.
Inesperadamente y contra todos sus pensamientos, alargó el brazo y le apartó el pelo húmedo de la cara, colocándoselo detrás de la oreja. Le acarició el cabello con los dedos durante unos segundos antes de soltárselo. Él notó una especie de conexión entre ellos dos, pero prefirió quedarse callado, quizá ese iba a ser su castigo por el resto de su vida.
—Entiendo —Cuando Beom Gyu levantó la cabeza, él se echó a reír brevemente — Supongo que ya debo irme —Él suspiró hondo y le besó la frente antes de apartarse.
Al hacerlo, la mente de Beom Gyu se apagó por completo. Sus manos actuaron solas y se aferraron a la camisa de Tae Hyun como si de ello dependiera su vida, cerró los ojos y respiró hondo, la energía que ambos emanaban era más intensa que la luz del sol, Beom Gyu se sintió amado, sonrió con tantas ganas que pensó que podría desmayarse en cualquier instante.
Soo Bin estaba un poco nervioso, hoy mismo iba a reunirse con Yeon Jun, eran cuestión de minutos. Su entusiasmo era tal que apenas podía soportarlo y al parecer a la secretaria los sonidos que hacían los zapatos de escuela de Soo Bin no le eran del todo agradables.
—Jovencito, deja de hacer eso ruido —Replicó Yun Jin desde su escritorio y Soo Bin sacudió la cabeza con incredulidad, pero riendo entre dientes—Estas siendo grosero, no entiendo como Yeon Jun te deja entrar aquí —Ella tomó una larga respiración — ¿Quiéres un consejo? Deberías irte ahora mismo porque Yeon Jun está allí dentro con mucho trabajo y no creo que pueda atenderte.
Soo Bin se levantó de hombros como un niño pequeño y malcriado, se relamió los labios y comenzó comer los dulces que estaban sobre la mesilla del lugar, hizo todo el ruido que pudo con las envolturas y después se tiró de lado en el sofá replegable.
Pero tuvo que hacerse a un lado cuando una mujer embarazada con un bonito vestido rosa se acercó al sillón también, Soo Bin le cedió el paso y comenzó a mirarla de lado, él la conocía, o al menos recordaba aquel rostro. La mujer le sonrió y comenzó a sobar su pequeña pancita.
—¿Quiéres tocarlo? Estos días ha estado un poco inquieto.
La mujer esbozó una sonrisa pequeña.
—Creo que podría lastimarlo —Soo Bin frunció el ceño infantilmente y ella rio.
—Tonterías —Ella se apoyó contra el respaldo de aquel sillón —Soy Mo Yeon.
—Soo Bin.
—El Soo Bin de Yeon Jun ¿No es así? —Mo Yeon se aclaró la garganta — ¿Estás esperándolo? — Ella continuó mirándolo como si esperara una explicación.
—Algo así.
—Yo vengo cada semana para ver los trámites de divorcio —Dijo ella un poco irritada — Creo que Yeon Jun ya está algo aburrido conmigo, siempre que vengo no me da respuestas y estoy pensando en que quizá sea mejor cambiar de abogado. Además dicen que es posible que él se retire de este empleo.
A Soo Bin se le cayó el corazón a los pies. La comida que había digerido en el almuerzo estuvo a punto de salir, pero logró contenerse con gran sagacidad. Así que le estaba provocando problemas a Soo Bin y problemas muy graves.
El castaño no dijo más hasta que la mujer de rosa comenzó a caminar hacia la puerta de salida con unos papeles en el brazo, antes de irse le sonrió y después desapareció por el mismo lugar por el que había ingresado.
Diez minutos después unos finos tacones hicieron eco en aquel lugar.
—¿No le has provocado ya muchos problemas a Yeon Jun? —Exclamó Ye Ji desde el escritorio de Yun Jin, le irritaba que aquel muchachito con aires de grandeza que jugueteaba con las envolturas de dulces — ¿Es preciso que vengas aquí también?
Los bonitos ojos de la mujer adoptaron una dureza de acero al posarse en el menor.
Soo Bin estaba a punto de reclamar pero una nueva voz se coló en la pelea, Yeon Jun tosió, levantando la mirada hasta Ye Ji, frunció el ceño y después miró a Soo Bin.
—Vámonos.
—Yeon Jun—El pelinegro se puso tenso—Sabes que estás excediendo los limites. ¡Ese niño será tu perdición! ¿Acaso has perdido la cabeza?
Por un momento el calor de la furia creció en Soo Bin, haciendo polvo cualquier otro pensamiento excepto el de cazar a la mujer, pero las manos de Yeon Jun sobre su piel hechizaron a su ser y revirtieron toda rabia dejándole en paz y tranquilidad consigo mismo.
—Sugiero señorita Ye Ji que solo se inmiscuya en asuntos de su persona—Yeon Jun se detuvo junto a Soo Bin y le tomó la mano como si aquello fuera algo casual y sencillo, Yun Jin dejó de morder el lápiz y comenzó a escribir en la computadora como toda una secretaria profesional, o al menos lo intentó —Yun Jin, cancela todas las citas por favor.
A Soo Bin le divertía ver a las mujeres en ese estado de estupefacción, Yeon Jun comenzó a caminar con zancadas normales y un porte de abogado serio, sereno y profesional, era impresionante verlo de esa forma. ¿Podía existir un hombre más perfecto? Se preguntó a sí mismo y comenzó a seguirlo.
Todos volteaban a verlos sigilosamente, incluso la mujer del servicio de limpieza y el guardia del último piso y, cuando ambos llegaron hasta las atestadas calles del centro Soo Bin pudo notar que Yeon Jun aún mantenía el semblante serio y parecía molesto. El castaño caminó inquieto hasta el automóvil del pelinegro que se encontraba aparcado en las afueras de aquel gran edificio.
Cuando entró al asiento del copiloto se alisó la camisa y dejó los primeros botones de esta abiertos, a modo de invitación, observó silenciosamente a Yeon Jun rodear su automóvil y en cuanto lo tuvo cerca comenzó a relamerse los labios y mordérselos ligeramente.
—Tenemos que hablar de algunas cosas… —Murmuró Yeon Jun con una voz profunda.
Soo Bin alzó la mirada incrédulo al oírlo tan lejano.
—Se supone que no puedes venir aquí. No es un buen momento para que nos vean juntos, Soo Bin. Es decir… estoy bajo la mirada de todos si cometo un error más me despedirán. ¿Lo entiendes?
Yeon Jun buscó los ojos del castaño.
—Lo siento, sólo quería verte porque Hye Sun dijo que hoy tendría una cita con uno de sus amigos y… —Soo Bin no era un niño pequeño, pero a veces le gustaba comportarse como tal, porque era divertido ver a Yeon Jun mirarlo con ternura y luego con hambre primitiva. Así que simplemente dejó que sus manos actuaran, se rascó el cuello con sus pequeñas uñas y bajó sus manos nuevamente hasta su pequeña cintura — ¿Me llevas a tu casa?
Yeon Jun se aclaró la garganta con aspereza e intentó desviar la mirada de su pequeño amante, no era correcto. ¿Por qué tenía Soo Bin que jugar de esa forma con su mente?
—Se supone que estamos teniendo una conversación seria.
—Ya no vendré más. —Murmuró apretando los labios y soltándolos húmedamente —Con una condición.
—¿Cuál?
—Llévame a tu casa.
Yeon Jun sonrió y pisó el acelerador, temía que Soo Bin se expusiera nuevamente junto a él. Puesto que Yoon Gi sólo había encontrado una salida temporal, manifestando que Soo Bin había dado consentimiento a la relación amorosa que ambos llevaban, además los aportes de la psicóloga encargada del caso sólo habían atribuido positivamente al caso, era cierto. Las leyes jugaban de lado de quien supiese moverlas y, para su suerte Soo Bin se había declarado cómplice en todo, eso quería decir que Yeon Jun salía sin mancha alguna, era simplemente una persona que mantenía una relación sentimental y no sexual con un menor de edad, al menos Soo Bin no tenía ni un solo rasguño en su cuerpo y la ley de consentimiento sexual en su país era de 13 años. Tenía la suerte de mil pueblos.
Yeon Jun esquivó las avenidas principales y pisó el acelerador, estaba decidido en llegar a casa, Soo Bin se veía más apetecible que un vaso de agua en medio del desierto. Giró la carretera que lo llevaba a casa y notó que Soo Bin comenzaba a moverse de forma incitadora. Era como un pequeño niño sediento de un castigo ante sus ojos.
—Beom Gyu se fue con Tae Hyun—Comentó Soo Bin restándole importancia—Ellos se reconciliaron, ya sabes.
—Creía que ellos habían terminado.
—Ellos nunca terminarán, quizás se separen por un tiempo pero seamos realistas se necesitan —Murmuró sonriendo brevemente.
—Ese niño no me gusta como pareja de mi hijo. Es extraño.
Soo Bin se levantó de hombros y ambos se quedaron en silencio durante el trayecto. Alrededor de quince minutos después Yeon Jun estacionó su automóvil en la entrada, salió del coche y le abrió la puerta con caballerosidad. Él no iba a tocar a Soo Bin, quizá si lo iba a besar y abrazarlo pero evitaría la intimidad.
Claro que sí, él podía.
Abrió la puerta de su casa con la llave principal y cuando giró la perilla Soo Bin entró sin previo aviso, Yeon Jun lo observó desde su lugar conmovido, era imposible tratar con ese niño hiperactivo.
—Ven rápido, Yeon Jun —El castaño comenzó a reír nerviosamente.
—Soo Bin, antes que nada debemos ser precavidos sabes lo que puede pasar si nosotros… —Pero no pudo seguir hablando, porque el castaño ya se había parado de puntillas para besarle los labios.
—No pasará nada malo—Balbució Soo Bin mientras se tiraba en los brazos del señor Choi y a sus cálidos labios. El beso se fue haciendo más intenso con el paso de los segundos y las manos del pelinegro comenzaron a ganar terreno, se enterraron en las caderas del menor, subieron de a poco mientras los botones se desojaban como por arte de magia. Yeon Jun bajó sus besos por el dulce cuello de Soo Bin, estaba en la gloria— ¿Y si hiciéramos el amor aquí mismo? —Murmuró el menor antes de quitarse la ropa de a poco.
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