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CAPITULO 28

Hye Sun abrió la puerta de su casa como toda una madre abnegada mientras tenía entre sus brazos una bolsa de cartón con las compras semanales, encendió el foco y caminó sutilmente hasta la cocina.

—Entonces, he estado pensando en que podemos viajar a China por un tiempo. Además aún eres joven puedes dejar la escuela este año y continuar al año que viene—Dijo ella con total naturalidad.

“No” Gritó la racionalidad de Soo Bin.

—Sí—Respondió el castaño muy a pesar suyo.

El estómago le dio un vuelco y tuvo que respirar profundamente para calmarse.

Eso era ridículo, Yeon Jun le había dicho que lo mejor era seguirle la corriente a Hye Sun por los siguientes cuatro meses hasta que él lograse alcanzar la mayoría de edad, pero la sola idea de separarse del pelinegro le ocasionaba algo inexplicable en la boca del estómago y en la garganta.

—Querido, serán las mejores vacaciones de nuestras vidas quizá puedas conocer a una linda chica por ahí y quien sabe, formarías una familia con bebés tan hermosos como tú.

Soo Bin sacudió la cabeza e intentó sacar esa idea de su cabeza, eso era absurdo.

—No quiero una familia.

Hye Sun se echó a reír.

—Aún eres un bebé por eso dices esas cosas, cariño.

—Mamá, escúchame—La sonrisa de Hye Sun se desvaneció lentamente—Ya no soy un bebé.

—Claro que sí—Ella extendió sus manos hasta las mejillas suaves de su hijo para acariciarlas lentamente—Mírate, eres un bebé tratando de jugar a cosas de grandes.

—Escúchame—Soo Bin tomó aire, lo expulsó, la miro a los ojos y pronunció la única verdad que estaba dispuesto a probar—Yo y el señor Choi somos pareja. Él y yo…yo lo amo y sé que él me ama a mí también.

—Te está obligando a hacer algo que no quieres hacer, Soo Bin—Le dijo ella en voz baja— Él se ha aprovechado de ti.

—No, mamá—Soo Bin puso los ojos en blanco—Yo lo inicié.

—Sé sincero conmigo… ¿Te está obligando a hacer cosas que no quieres hacer, verdad?

Soo Bin quitó toda expresión de su rostro y la rabia arremolinó en su cuerpo como una tormenta a punto de explotar.

—¡No mamá! ¡Él no me está obligando a hacer algo que yo no quiera hacer!  —La expresión del castaño se hizo sombría—Lo hago porque quiero y  porque me gusta hacerlo con él.

Entonces la mejilla del castaño comenzó a arder con fuerza, su cabeza se giró a un lado de repente y sintió los dedos de su madre pegados en su carne dolida. El dolor comenzó a palpitarle en ese lugar, se limpió apresuradamente las lágrimas que querían salir y notó un pequeño sabor a metal en su boca.

—Oh, no—Hye Sun se precipitó a levantarle la mirada con sus dedos  temblorosos—Lo siento, cariño.

Soo Bin bajó la mirada y horrorizado retrocedió tres pasos hacia atrás, huyendo de las manos de su madre. Era la primera vez que ella le levantaba la mano, era la primera vez que ella lo golpeaba y para ser la primera vez había resultado trágicamente horrible.

—Es sólo que…—La expresión en el rostro de Hye Sun se hizo tempestuosa—Él no es para ti, tienen edades diferentes y Yeon Jun tiene mujeres por todo lado, él es una mala persona, cariño, él jamás te tomaría en serio…aún eres un bebé por eso no entiendes que los hombres como él no buscan niños para formar una  familia, ellos  buscan mujeres estables y con buen trabajo, mujeres que puedan darles hijos.

El castaño se aferró a su propia existencia mientras sus labios temblaban y miraba con frigidez a su madre.

Hye Sun rió con amargura.

—Podemos irnos a China con tu padre y ser la familia que siempre quisiste  tener, Soo Bin.

Soo Bin rió con amargura. Quitó nuevamente las expresiones de su rostro y el rencor se le arremolinó en el pecho.

—No, no iré a ningún maldito lado contigo.

La advertencia de Soo Bin rasgó la quietud del aire y, antes de que Hye Sun pudiese darse cuenta el castaño se echó a correr escaleras arriba hacía su propia habitación.

Esto no está pasando. Esto no está pasando.

La mujer se enderezó con un movimiento brusco y comenzó a caminar en pasos grandes para seguirlo, pero en cuanto llegó a la habitación de Soo Bin sólo se encontró con una puerta cerrada, fría y cerrada.

Los oídos comenzaron a zumbarle y las lágrimas hacían que le picaran los ojos, pero lo que más le dolía era el pecho y la garganta; era como un puño que apretaba el vacío que había en su interior.

—Cariño, abre la puerta.

—Déjame solo.

Hye Sun pensó que iba a morirse allí mismo, asintió con quietud y también se encerró en su habitación; una vez allí sopeso todas sus opciones. No. No iba a dejar que su hijo arruinase su vida como lo estaba queriendo hacer.

Yeon Jun era el culpable de toda aquella situación. Yeon Jun tenía la toda culpa. Ese bastardo. Primero había jugado con ella y ahora planeaba hacerlo con su pequeño niño.

Cuando las manecillas del reloj de la casa Kim apuntaron las  dos  de  la  madrugada, Soo Bin se sintió inquieto, había estado bajo la regadera de la ducha por media hora para intentar que la marca rojiza en su rostro desapareciese, pero todo fue en vano.

Se puso la ropa de gimnasia de su escuela para no faltar a clases y tomó algunas de sus cosas más básicas, necesitaba ver a Yeon Jun y contarle, necesitaba escuchar de sus labios que todo iba a estar bien.

Caminó en puntillas hasta la puerta de entrada y metió las llaves en la cerradura para ser libre por fin, cuando puso un pie fuera el viento fuerte le sopló la cara con fervor y sin contemplación.

Se apretó así mismo para evitar jadear por el frio, caminó hasta la casa Choi y notó que las luces de la calle estaban encendidas.

Luego observó un automóvil negro al otro lado de la acera, sintió su cuerpo tensarse en rabia.

Aspiró profundamente e intentó relajarse.

Tae Hyun.

Se acercó más y pudo apreciar que adentro del vehículo había una sola persona, buscó con la mirada a Beom Gyu pero fue inútil, apartó sus pensamientos y se decidió a abrir la puerta del pasajero con fuerza.

Tae Hyun lo miró con el ceño fruncido.

—¿Qué diablos te pasa, Soo Bin?

Los ojos de Soo Bin se estrecharon y se mantuvo de pie.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Estás esperando a Beom Gyu?

Tae Hyun negó con la cabeza lentamente y palmeó el asiento contiguo a él, Soo Bin sintió lastima por él pero también sentía ira, sin más decidió entrar en el automóvil antes de congelarse.

—Hoy tuvo una cita con ese tal Hee Seung. ¿Tú lo sabias?

Soo Bin negó con la cabeza. Levantó la cabeza y miró condescendientemente al alto, Tae Hyun parecía cansado y un poco infeliz mientras apretaba el volante entre  sus dedos.

—He estado aquí desde hace cinco horas, esperando a que él llegara pero aún no lo hace. ¿Sabes lo que eso significa? —Tae Hyun arrugó las cejas con expresión preocupada—Seguramente Beom Gyu ya se ha revolcado con ese tipo, lo debe estar haciendo ahora.

Soo Bin parpadeó confundido. ¿Qué diablos? Resopló y movió la cabeza  de  un  lado a otro.

—Quizá deberías dejar de comportarte como un maldito maniático y hablar con Beom Gyu—El castaño gruñó—No tienes derecho a perseguirlo si tu terminaste con él.

—Tú jamás entenderías lo complicado de nuestra relación.

Soo Bin quiso decirle que aquello era falso, porque la relación que él mantenía con el señor Choi no era del todo sana, la diferencia de edades, las diferentes formas de ver la vida, incluso la música que ellos escuchaban era diferente, Yeon Jun y él no tenían nada en común, sólo esa loca y estimulante idea de que todo podía salir bien si lo intentaban.

—¿Y eso que significa?

—Nosotros somos diferentes, él quiere una casa en el campo mientras yo quiero vivir en la ciudad, él quiere ser pintor y yo seré un médico. Dime. ¿Qué similitudes hay allí? — Tae Hyun hizo un gesto despectivo con los labios—Se suponía que Beom Gyu estudiaría enfermería junto a mí, pero desde que ese tipo apareció en su camino todo lo que planeamos se fue al diablo. ¿Sabes lo que eso significa? Él está cambiando, sólo estoy acelerando las cosas entre nosotros, sé que más adelante esto será peor, yo no tendré tiempo para él y él tampoco para mí, entonces nos alejaremos de a poco  porque nuestras formas de ver la vida serás diferentes y…

—Estas adelantado las cosas, Tae Hyun—Soo Bin tomó nuevamente la manija del auto entre sus dedos y comenzó a girarla lentamente para salir del vehículo nuevamente a la noche fría que le esperaba allí afuera—Le estás quitando las opciones de ser feliz a Beom Gyu y también te las estás quitando a ti.

—¿Disculpa? —Tae Hyun resopló —Yo sí estoy consciente de lo que hago, Soo Bin. Al menos yo no me he liado con el padre de mi mejor amigo —Al levantar el rostro, Tae Hyun se percató de la tontería que había dicho y de los ojos rojizos de Soo Bin, a juzgar por ello seguramente el castaño había estado llorando por horas —No, discúlpame. No quise decir eso, es solo que… estoy jodido ¿Sabes?

—Olvídalo. Ya me voy.

Soo Bin intentó mover los pies, pero parecía que le habían cortado las terminaciones nerviosas por un momento hasta que empezó a caminar, se tragó las lágrimas sin saber si hacía lo correcto, era estúpido arriesgar tanto a Yeon Jun, él conocía a su madre, Hye Sun no jugaba limpio cuando trataba de ganar.

Llegó hasta la casa Choi que permanecía entre penumbras y sin  pensarlo mucho comenzó a tocar la puerta con insistencia hasta que los nudillos de sus dedos comenzaron a dolerle.

Aproximadamente tres minutos después Yeon Jun apareció en la entrada, llevaba sólo el pantalón de dormir y tenía los ojos adormilados.

Soo Bin rió un poco por la forma tierna en que Yeon Jun lo miraba.

El pelinegro miró los ojos claros de Soo Bin, vio en ellos algo de temor y ansiedad, supo que debía hacer algo de forma urgente y lo abrazó.

—Se supone que deberías estar durmiendo, Soo Bin—Yeon Jun deslizó sus manos por la menuda espalda de Soo Bin y dejó que sus manos vagaran libremente por el cuerpo del menor— ¿Pasó algo?

—No podía dormir, estaba pensado en  que nosotros podríamos escapar  juntos por cuatro meses y entonces ya tendría la mayoría de edad. ¿No crees?

Yeon Jun cogió un poco de aire antes de mirarlo.

Soo Bin tenía los ojos llenos de lágrimas, pero había algo en su expresión que él no había visto jamás. Miedo, autentico miedo. Era algo muy malo.

—Eso sólo empeoraría las cosas, Soo Bin.

—Vaya —Dijo.

—Esto no es tan simple… —Yeon Jun miró de los labios de Soo Bin a sus ojos repetidas veces, lo miró con tanto deseo que el castaño comenzó a acurrucarse  nuevamente contra el duro cuerpo del pelinegro, esa no era una buena ocasión para pelear —Revise un poco y Hye Sun puede demandarme por estupro y corrupción de menores e incluso alegar que tú te encuentras bajo presión y amenaza.

—Pero eso es mentira—Soo Bin comenzó a reír un poco al notar como el cuerpo de Yeon Jun subía de temperatura de a poco —Yo negaré todo si me lo preguntan —Comenzó a entrelazar sus dedos, la situación era completamente surrealista, ellos se estaban exponiendo demasiado pero eso no importaba, no ahora —Sé que usted nunca me obligaría a nada, señor Choi.

Soo Bin le dio una mirada inocente.

—Entonces he decidido que durante estos cuatro meses siguientes no tendremos sexo, Soo Bin. Hasta que cumplas la mayoría de edad, es lo más prudente.

El castaño frunció el ceño de repente.

—¡Debes estar tomándome el pelo!

—En realidad, no.

—Está bien, pero sólo una vez más—Susurró el castaño con aires de inocencia.

Y Yeon Jun se lanzó hacia él. Aplastó sus  labios con los suyos y gruñó en la esponjosa boca de Soo Bin, lo envolvió entre sus brazos para demostrarle que allí estaba seguro, nada tenía sentido en ese momento a excepción del beso que ambos estaban compartiendo.

Yeon Jun estaba ansioso de continuar hasta que un taxi blanco aparcó delante de su casa y luego vio a Beom Gyu bajar del vehículo junto a otro chico.

Mentalmente ya estaba alistando una reprimenda épica para su hijo con su ética paternal magullada.

—Te espero arriba, no tardes.

Anunció Soo Bin antes de escabullirse por debajo para entrar a la casa Choi con total confianza.

Yeon Jun ya tenía muchos problemas en las manos y estaba comenzando a acostumbrarse.

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