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CAPITULO 26

Hye Sun, no tenía ni un pelo de tonta. Tampoco era inocente, pero la gente a menudo pensaba que ella era la tierna, débil y devota madre soltera que asistía a misa todos los domingos, era divertido ver cómo la gente se tragaba todas esas chorradas, en realidad ella era una persona intimidadora y fuerte, más aún cuando se trataba de su hijo y de su seguridad.

Ya había caído una vez con el padre de Soo Bin pero se juró a si misma que  aquello nunca más iba a pasar. Y pudo hacerlo hasta que el pequeño Binnie  había conocido a un nuevo niño en el barrio, decidió que quizá aquello era bueno para él, por eso extendió sus lazos amistosos con la familia Choi, no podría ser tan malo.

Pero pronto se vió envuelta en los encantos de Choi Yeon Jun, el hombre en cuestión era como un imán para las mujeres y ella no era la excepción, a ella le gustaba cocinar y hacer galletas para Yeon Jun, ella no tenía ningún problema en quedarse a hablar con él hasta altas horas de la noche y, no fue hasta navidad que se declaró enamorada de él.

Aquella noche en la que ambos habían bebido de más pasó lo inesperado, Hye Sun se lanzó a besarlo y Yeon Jun no la esquivó, desde entonces la pequeña mujer tenía una fijación con la boca del pelinegro… hasta esa noche.

En que su corazón se había hecho pedazos y un nudo se le había formado  en la garganta, se sentía herida y traicionada como nunca antes, su pequeño corazón se disparó a cero al ver a su hijo pequeño besar al hombre que ella había amado en secreto durante bastantes años.

No, aquello no estaba bien, la hacía quedar como estúpida. Se sentía apaleada y humillada porque Yeon Jun la había rechazado por su hijo, ¡Su hijo!, era algo que había salido de sus peores pesadillas y a pesar de su estado de embriaguez lo había escuchado todo, desde los besos hasta los susurros.

Para empeorar la situación había visto las manos de su pequeño e inocente conejito en el cuerpo de Yeon Jun, tocándolo como si fuese de su propiedad, como si él le perteneciera.

Ella se obligó a quedarse parada allí, a lado de la barandilla del segundo piso para respirar profundamente. Estaba conmocionada, tanto que el alcohol en su sangre pareció drenar con tal rapidez que se puso sobria o al menos lo intentó.

Las lágrimas se le acumularon en los ojos, pero las contuvo. Estaba decidida a mantenerse calmada, era lo mejor.

Al menos hasta que amaneciera y ellos dejaran de besarse como una pareja real.

Tan pronto como los pequeños rayos del amanecer tocaron la casa Choi, ella se levantó, fingió estar agradecida y cogió la mano de Soo Bin quien hasta ese momento había estado preparando el platillo de cereales para Beom Gyu en la cocina, los vio secretamente y observó a Yeon Jun sonreír y aplastar sus labios contra los de su hijo, apretó los puños y esperó a que ellos mantuvieran sus posiciones descaradas nuevamente.

—Nos vamos, Soo Bin—Dijo con sequedad, hizo una venia y sonrió con frialdad hacía Yeon Jun para después arrastrar a su hijo hasta su hogar y el castaño no tuvo más opción que seguirla en silencio.

—Hasta luego, señor Choi.

Soo Bin se apresuró a sacudir las manos como un niño pequeño y enviarle un beso coqueto como de costumbre, luego la puerta se cerró y Hye Sun se llevó a su hijo.

Hye Sun ya lo tenía todo cronometrado  para cuando Soo Bin salió con dirección a su escuela, su niño se veía feliz, eso sólo empeoraba las cosas  porque todo era culpa de Yeon Jun, él le había mostrado un camino que no era  bueno, lo había pervertido en muchas formas y eso la enfureció.

—El señor Choi la atenderá en unos minutos—Dijo la secretaría del pelinegro con  una sonrisa fingida mientras hojeaba sus revistas sin ganas y mordía un chicle viejo.

Oyó que la puerta de la oficina de Yeon Jun se abría y soltó una respiración pesada, agradecía internamente por la rapidez.

—Sunny, pasa por favor—Dijo Sehun con una sonrisa ladina.

Ella se puso en pie y sin mostrar gesto alguno se adentró a la espaciosa oficina del pelinegro, tomó asiento y se quedó estática allí, se obligó a desterrar el doloroso recuerdo de él y su hijo de la mente e intentó concentrarse.

— ¿Cómo has podido aprovecharte de él de esta forma? —Soltó ella encolerizada en cuanto tuvo a Yeon Jun frente a ella— ¿Cómo has podido jugar con mi hijo?

La culpa se apoderó de Yeon Jun hasta el punto que no pudo ni siquiera regresarle la mirada. Cada palabra y acusación que Hye Sun había soltado contra él lo hacía sentirse apuñalado. Se encogió porque sabía que ella era una madre molesta, había visto muchas así en el juzgado y en los juicios que asistía.

—Te mataré por esto. Ya no tienes mi respeto—Hye Sun se levantó de golpe y empujó los documentos ordenados de Yeon Jun con todas las fuerzas que su cuerpo le permitía, lástima que su fuerza comparada contra la de los archivos era apenas la de un granito de arena—No eres el hombre que conocía, Yeon Jun.

—Hye Sun, déjame explicarte.

—Te juro por Dios que nunca te voy a perdonar por esto—Le dijo con la voz quebrada— Me lo voy a llevar lejos y tú  te vas a mantener alejado de nosotros. Ni se te ocurra volver a verlo. Olvídalo. Olvida siquiera que existe la familia Kim.

—Mantén la calma te explicaré todo.

— ¡No!—Ella comenzó a levantar la voz—Le hiciste daño, ¿Qué pasara cuando él quiera formar una familia? ¿Qué pasara si piensa que todo esto es normal? —Intentó controlar sus fuertes respiraciones, la traición y el dolor se le estaban agolpando en la garganta hasta casi asfixiarla, se aferró al escritorio del pelinegro con más fuerza mientras sus labios temblaban y miraba a los ojos de Yeon Jun—Le sacas como 15 años, él es un bebé.

Yeon Jun se quedó quieto y callado mientras veía como Hye Sun tiraba sus papeles importantes, él conocía a las mujeres enojadas, pero él también estaba enojado… querían quitarle a Soo Bin.

Claro que no. No lo iba a permitir.

—Lo amo—Yeon Jun la miró con una expresión penetrante—Necesito que este a mi lado, porque…

— ¡Es imposible! —Hye Sun se estremeció de pies a cabeza e hizo una mueca de rabia— ¡Es ilegal!

—No es imposible y él ya no es un bebé—Respondió el señor Choi intentando mantener la calma pues ya había visto a Yun Jin verlo a través de las persianas—Soo Bin sabe lo que quiere.

— ¡Claro que no! Soo Bin no ha tenido un padre en su vida, es normal que él quiera aferrarse a ti, está confundido. Él sólo ama la idea de tener un padre en su vida. —Hye Sun arrugó el rostro con frustración.

—Quiero…—Ella iba a llorar otra vez—Quiero que dejes en paz a mi Soo Bin, si aún te queda una pizca de decencia lo dejarás ir porque sólo es un niño confundido, ¡Ni siquiera sabe que es amar! Él debe tener sus propios sueños y vivir su vida, debe conocer el mundo y no encerrarse en el tuyo, él no se lo merece.

—No, no me estás entendiendo.

— ¿Acaso no piensas en Beom Gyu? Por Dios, ¿Qué pensarías si yo tuviera una relación con tu pequeño hijo?

Golpe bajo.

—No se acerque a Soo Bin o le pondré una demanda por corrupción de menores. Señor Choi.

La mujer tomó sus cosas y tan pronto como pudo salió de la oficina. Yeon Jun alzó la cabeza entonces, aunque sus ojos estaban distantes y ausentes, revestidos de frigidez cuando le regresó la mirada a Hye Sun.

Soo Bi  había visto sonreír a Jung Woo sólo algunas veces, pero nada se asemejaba a la sonrisa que le daba a Jay mientras hacían los ejercicios matemáticos que el profesor Seok Jin les había dejado.

— ¿A que están jugando? —Preguntó en cuanto se acercó a la mesa de sus amigos, Jay le sonrió y palmeó el asiento contiguo.

—Así que te estás dejando tirar por el padre de Beom Gyu—Dijo Jung Woo con  la mirada fija en el castaño.

—Woonie…—Reclamó Jay incómodo de repente mientras sentía la dura mirada de Soo Bin sobre su existencia.

— ¡Jay!

Soo Bin hizo un mohín inconscientemente.

—Lo siento, Soo Bin. Sabes que no puedo esconderle nada a Jung Woo, él conoce mis debilidades.

—Cualquier persona conoce tus debilidades, Jay—Dijo el chico de labios corazón—Y tú…—Jung Woo sonrió maquiavélicamente mirando a Soo Bin—Nunca creí que el pequeño Binnie fuera tan morboso.

El nombrado suspiró de exasperación.

—No es morbo, de verdad lo quiero—Dijo el castaño con un tono un tanto  apenado al ver a Beom Gyu cruzar la puerta—Me gusta mucho.

—Brutal—Jung Woo se encogió de hombros—Pero, ¿Qué piensa el señorito delineadores respecto a esto?

—Yo, aún no lo sé.

—Bueno, expongámoslo de esta forma. Ayer Beom Gyu estaba llorando como un bebé después de terminar con su novio y nosotros ignoramos su llamada para que puedan reconciliarse—Murmuró Jay— ¿Te llamó?

—Sí, pero...

—Señor Soo Bin, regrese a su lugar y trabaje con su pareja.

Soo Bin bufó, miró inconscientemente a su lugar y notó sobre ella una mata de cabello alborotado, Beom Gyu se había quedado dormido como cuando eran niños, caminó hasta quedar a lado del pelirosa que tenía la cabeza oculta entre sus brazos delgados.

Él posó una de sus manos sobre la cabeza de su mejor amigo y comenzó a consolarlo mientras el pelirosa se movía inquieto.

Beom Gyu se rió.

—Tengo mucha hambre y sueño. ¿Ahora si me llevarás a comer?

Los dos comenzaron a reír bajito, lo cual fue agradable. Demasiado  agradable  como para que Soo Bin sospechara algo malo. Cuando dejaron de  reír, ambos se percataron que el señor Seok Jin los miraba con el ceño fruncido.

—Claro que sí, si prometes no enojarte más.

—Prometido.

El castaño le examinó la cara a Beom Gyu por debajo de las pestañas, preguntándose si era apropiado hablar sobre “ese” tema con él ahora, pero decidió que lo más sensato fuese cuando ambos salieran.

Milagrosamente ya no faltaba mucho para que las clases terminaran. Por eso cuando las manecillas del reloj apuntaron a las una de la tarde con quince minutos, Jung Woo y Jay los despidieron desde sus lugares, diciendo que ellos tenían asuntos pendientes.

Soo Bin quiso preguntar pero fue Beom Gyu quien tiró de él hasta la puerta principal de la escuela, el castaño lo siguió en silencio hasta que el pelirosa se detuvo de abrupto.

—Tae Hyun está esperándote.

Dijo Soo Bin con el ceño fruncido, ¿No se supone que habían terminado?

—No, no a mi—Beom Gyu se encogió de hombros y echando una mirada en la dirección del gigante frunció el ceño de forma infantil.

—Deberías hablar con él ahora que está sobrio.

Beom Gyu le dio una mirada de incredulidad y resopló.

—Hablas como un adulto, ¿Qué está pasando contigo? —Dijo el pelirosa intentando sonreír—Por favor, ten cuidado con eso o voy a pensar que mi mejor amigo se fue a la mierda y que ahora quiere ser algo así como un padre para mí.

Riendo, Soo Bin se abalanzó sobre el pelirosa para hacerle una llave de defensa personal juguetona.

Beom Gyu comenzó a reír con su risa llamativa y sus movimientos grotescos, todo había regresado a la normalidad y Soo Bin no podía estar más feliz. Ellos estaban jugando y golpeándose cariñosamente entre sí cuando alguien se aclaró la garganta deliberadamente.

Soo Bin lo soltó y Beom Gyu comenzó a toser.

—Hola, Soo Bin.

Dijo Tae Hyun, tratando de sonar indiferente y casual. El silencio se prolongó, volviéndose incómodo. Y Choi Beom Gyy no se movió de su lugar, cuando levantó la mirada se topó con la de su ahora ex pareja y un ramalazo de frío se coló en su estómago, él parecía tan molesto. Pero, ¿Molesto porque?

Se suponía que él debía ser el molesto al saber que su novio sabía muy bien la relación que su mejor amigo mantenía con su padre.

El pelirosa desvió la mirada.

— ¿Cómo has estado?—Murmuró Soo Bin en un intento de romper el hielo.

—Bien.

—Ah.

La mirada de Beom Gyu aún no había abandonado a la de Tae Hyun mientras Soo Bin intentaba formular una nueva pregunta para sobrellevar la situación. El silenció comenzó nuevamente, fue grande y espantoso.

—Entonces, ¿Viniste a recoger a alguien? —Preguntó Soo Bin con una sonrisa fingida.

—Una amiga—Tae Hyun miró a Beom Gyu. Luego volvió a mirar a Soo Bin.

— ¿Quieren que los deje solos? —Murmuró el castaño.

Tae Hyun estaba a punto de responder pero apretó los labios otra vez.

—No—Dijo Tae Hyu —Yo ya debo irme, Jia debe estar esperándome.

Beom Gyu tenía una extraña expresión en el rostro mientras veía a como Tae Hyum se iba a pasos cortos.

Soo Bin pasó un brazo alrededor de él y le apretó el hombro para regresarlo a la realidad, el pelirosa rió sin gracia.

—Quizá sea lo mejor.

Apartando la mirada de Tae Hyun, Beom Gyu se apretó más contra el castaño y se frotó las manos para intentar quitarse el frío del cuerpo.

Aun cuando el sol estaba en su punto más alto, Beom Gyu sentía frío por primera vez en su vida.

—Y Soo Bin también, aunque no lo mencione.

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