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CAPITULO 24

Mientras Hye Sun regresaba a su casa, no notó que por su lado pasaba un taxi blanco que tenía dentro de sí a dos adolescentes, casi mayores de edad, uno que balbuceaba cosas sin sentido y otro que le arreglaba el peinado con los dedos fríos.

Cinco minutos después cuando Beom Gyu y Soo Bin llegaron hasta la puerta de la casa Choi, el castaño escuchó un sonido grotesco en el interior, pensó primero que alguien se había metido a robar, pero en cuanto notó que la perilla de la puerta estaba suelta empujó su pequeño cuerpo contra ella y arrastró al pelirosa consigo.

Con pasos apresurados, como si supiera que debía meter a Beom Gyu a su habitación rápidamente, intentó subir las escaleras pero Beom Gyu daba dos pasos atrás por uno adelante y la situación no le ayudaba.

—Soo Bin, eso que llevas ahí es Beom Gyu ¿Cierto?—Yeon Jun parecía muy alto a su lado, llevaba su traje negro de tres piezas intacto y cuando vio a su hijo tambaleante su ceño se frunció considerablemente, no pidió explicaciones sólo tomó el cuerpo del pelirosa entre sus brazos y lo cargo hasta su habitación mientras el castaño chico pollo se debatía entre si irse a su casa o quedarse allí.

Tomó la segunda opción, porque después de todo él y Yeon Jun no lograban verse todos los días debido a su trabajo de anunciante de comida rápida y los estudios.

Cuando llegó hasta el piso de arriba observó a través de las puertas como el pelinegro acomodaba sobre su hijo las mantas para abrigarlo de la noche.

Aquello se le hizo algo tierno y no dudo en sonreír vagamente mientras lo esperaba.

Los segundos se le hicieron eternos pero no podía tentar a la suerte así que simplemente esperó a que el pelinegro saliera de aquella habitación.

Una vez  que lo tuvo frente a sí se lanzó a sus brazos como un niño pequeño, Soo Bin  era dolorosamente consiente de lo que deseaba, su boca estaba caliente y su  piel ardía mientras su entrepierna estaba despertando, él nunca había querido a nadie hasta el punto de ser capaz de pensarse así mismo bajo del cuerpo pesado del pelinegro.

Yeon Jun chocó primero por la impresión de ser asaltado de tal forma pero no se quedó atrás, dejó que sus manos exploraran la tierna y suave piel de Soo Bin, cuando entraron a su habitación el castaño rió un poco entre  sus brazos y cerraron las puertas con fuerza, sus dedos temblaron cuando Soo Bin comenzó a contornearse contra su erección oculta.

—Quédate conmigo esta noche—Dijo el pelinegro con los ojos oscuramente brillantes—No te vayas.

El mundo se detuvo por un momento, sólo sus pesadas respiraciones irrumpieron el silencio.

Y luego Soo Bin comenzó a reír.

Yeon Jun lo miró por un momento antes de comenzar a reír también, se había estado comportando irracionalmente durante todo este último tiempo, pero a la mierda.

—Eres tan infantil—Murmuró Yeon Jun sobre la boca caliente de Soo Bin, aspiró bruscamente todo el aire que pudo y clavó de inmediato sus dedos en los glúteos del menor—Eres un bebé.

Para intentar fortificar su madurez y su hombría el castaño se paró en puntillas para lamerle la fina línea de los labios con su húmeda lengua caliente y se separó de inmediato para comenzar a quitarse la ropa.

Sus manos actuaron por si solas, la boca del rubio se hizo agua mientras veía a Soo Bin desnudarse para él.

Yeon Jun descartó su camisa y luego desabrochó la bragueta, se acomodó en el extremo de su cama para tirar sus zapatos uno a uno y moverse fuera de sus pantalones y bóxer, extendió su diestra para tomar el bote de lubricante que recientemente había adquirido sólo en caso de emergencias y no se pudo sentir más aliviado que nunca.

La cama crujió mientras Soo Bin se tumbaba a su lado y movía las pestañas inocentemente, se relamió los labios incontable número de veces y su polla comenzó a palpitar, Yeon Jun se acercó a él con el pequeño bote de lubricante y el pequeño castaño abrió las piernas obedientemente, tomó muchas respiraciones pesadas mientras el resbaladizo dedo del pelinegro tocaba entre sus nalgas, frotando el lubricante caliente a su alrededor antes de hundirse de repente.

No pasaron mucho tiempo de esa forma.

Yeon Jun rodó sobre él y lo besó  con voracidad, como si deseara saquearle la boca con sus movimientos guarros.

Lo siguiente que supo fue que se estaban besando con furia, sus lenguas jugaban inmoralmente en la boca del otro, manos en el pelo del otro y joder, todo se sentía tan bien, atemorizante pero tan bueno y adictivo. Soo Bin gimió en la boca de Yeon Jun y chupó su lengua, acercándolo cada vez más, con más fuerza, hasta que él estaba sobre su espalda y Yeon Jun se acomodaba encima suyo, su pesado cuerpo aplastándolo abajo. Tan bueno. Jadeando, Soo Bin enganchó su pierna alrededor de la cadera de Yeon Jun y molió sus erecciones juntas.

El menor gimió contra su boca y lo besó con más fuerza mientras Yeon Jun gruñó cuando tuvieron que dejar de besarse para tomar un muy necesario oxígeno en sus pulmones.

—Te amo—Susurró Soo Bin, mirando a Yeon Jun directamente a los ojos.

Las fosas nasales del castaño se encendieron y sus mejillas  comenzaron a arder, su cuerpo se estremeció de golpe ante la seriedad del señor Choi. Soo Bin jadeó, apenas con la capacidad de pensar.

—Tu madre estuvo aquí hoy—Cuando los dedos de Yeon Jun se comenzaron a empujar dentro de su interior, Soo Bin comenzó a boquear como un pequeño pecezuelo fuera del estanque, ellos habían estado jugando un tipo de manoseo erótico desde un  buen tiempo y ya era el momento finiquito. Cuando Yeon Jun empujó más profundo sus dedos el menor se removió con fuerza en las sábanas.

Los dedos se deslizaron lentamente, dejando a Soo Bin; haciéndole sentir vacío y frío. Pero el sonido de la apertura del envoltorio de aluminio lo excitó de una manera que no podía describir en ese momento.

Tomando una profunda respiración, Soo Bin forzó sus pequeños ojos a mantenerse abiertos durante toda la acción. Yron Jun estaba allí, sonrojado, despeinado y excitado, los ojos oscuros y salvajes - su compostura seria de abogado había desaparecido- y luego Soo Bin sintió la presión de la dureza de Yeon Jun contra su suave agujero dolorido. Soo Bin deslizó sus manos bajo Yeon Jun, levantando sus caderas en forma de entrega.

Con el lento deslizar de la polla de Yeon Jun en él, Soo Bin renunció a pensar y sólo pudo gemir, el sonido procedente de algún lugar profundo en su corazón lo orilló a susurrarle cuanto le quería. Echó la cabeza hacia atrás, con las manos en puño en las sábanas tan apretadas que sus dedos se sentían entumecidos.

Oyó a Yeon Jun esbozar un suspiro tembloroso mientras entraba en él.

Desenredando las manos de las sábanas, Soo Bin pasó sus brazos  alrededor de la espalda de Yeon Jun, atrayéndolo más cerca de su cuerpo, y  sus bocas se reunieron en otro hambriento y profundo beso. La sensación de  su propia erección atrapada entre sus cuerpos, manchada de sudor y pre-semen, le hizo gemir y sentirse tan jodidamente bien.

Yeon Jun aceleró el ritmo, y Soo Bin le clavó las uñas en su espalda ancha mientras sus ojos se cerraron y su boca se abrió con la forma de una bonita y perfecta “O”, él sentía el perfecto equilibrio en su interior, mientras el señor Choi arremetía en él, largo  y grueso, estirándolo hasta esa delgada línea entre el dolor y el placer, cada golpe volviendo a Soo Bin loco, empujándolo a continuar gimiendo y rogando por más y no podía parar.

Yeon Jun no estaba mejor, gruñendo y gimiendo encima de él mientras se movían juntos.

En poco tiempo, el autocontrol de Yeon Jun se perdió por completo, y empezó a embestir con todas sus fuerzas.

El pelinegro se quedó sin aliento cuando Soo Bin echó su cabeza hacia atrás con el ritmo nada menos que frenético. Rudo. La cama crujía bajo ellos, y el olor a morbo llenaba el aire. Soo Bin sabía que sus pequeñas uñas en la ancha espalda de Yeon Jun eran lo suficientemente fuertes como para dejar arañazos, pero no podía dejarlo ir, él quería todo. Por eso convulsionó en los hombros de Yeon Jun y gruñó, torciendo sus piernas alrededor de la mitad del cuerpo del castaño.

Su agujero estaba demasiado sensible y dolorido, y él sólo quería más, más de Yeon Jun, en este ángulo perfecto, rápido y brutal, chocando contra él, llenándolo tan bueno y tan mucho en tan poco tiempo.

Entonces pasó, Yeon Jun apretó la mandíbula y comenzó a correrse en el interior del pequeño amigo de su hijo, cuando hubo terminado, Yeon Jun se retiró para mirar hacia abajo en él. Sus ojos aturdidos se encontraron. Una estocada final, dura y profunda, y un músculo a lo largo de la cara de Soo Bin tembló, sus ojos ampliándose y sin ver.

Su cuerpo empujó contra la polla de Yeon Jun, duro, y el menor arqueó la espalda mientras se corría con un grito lloroso, con su agarre tan fuerte en los hombros ajenos que estaba seguro que había dejado muchas marcas en él.

Cuando sus respiraciones se equilibraron, se besaron otra vez pero esta vez con más tranquilidad.

Luego Soo Bin se quedó dormido de a poco entre los brazos del señor Choi, quién también estaba dispuesto a dormir plácidamente después del acto pero el sonido del timbre de su casa lo perturbo de tal forma que no le quedó otra opción que levantarse.

Tiró el material látex a la basura y se acomodó los pantalones nuevamente, acomodó las sabanas sobre el delgado cuerpo del castaño y descendió por las escaleras a pasos agigantados.

Al girar la perilla se encontró con Hye Sun nuevamente, pero esta vez ella estaba más extraña, como si hubiera acabado de llorar.

—Sé que Soo Bin está aquí.

Yeon Jun estaba jodido, tan jodido.

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