CAPITULO 22
Faltaban cinco minutos para que la campana chirriante de la escuela comenzase a tocar como una maquina a punto de explotar y sobre el tercer asiento del curso había tres personas copiando las tareas con desesperación.
—Pero… ¿Qué dice aquí? ¿Igual? —Soo Bin comenzó a morder la punta de su lápiz con desesperación pues si el profesor Seok Jin los veía copiándole la tarea a Jung Woo seguramente los tres irían a detención por una semana para ayudar a adornar la capilla de la escuela.
— ¡X menos uno! —El bajito con labios corazón frunció el ceño—Pero, ¿Es que ni siquiera puedes copiar en silencio?
— ¡Pero mira como escribes, no entiendo ni mierda! —Se quejó.
— ¡Lo que faltaba! —Jung Woo alzó la mano sólo para darle un golpe suave en la frente al castaño—No haces los trabajos y te quejas de mis números ¡Malagradecido!
—Jung Woo—Hee Seung hizo acto de presencia—Pásame el trabajo de Seok Jin.
—No, ni hablar—Dijo Jung Woo aun frunciendo el ceño.
— ¿Cómo que ni hablar? —Hee Seung se incorporó frente al bajito con labios corazón y comenzó a hablar con la voz alarmada— ¿Por qué ellos si pueden copiarte y yo no?
— ¿Qué vas a obligarme o qué? No quiero que tú copies mis trabajos—Explicó con una sonrisa contrita.
—Ten toma el mío, aunque no sé si copié bien—Musitó Soo Bin, dirigiéndose a Hee Seung y mirando divertidamente a Jung Woo que sólo gruñía entre dientes.
— ¡Soo Bin! — Gruño Jung Woo.
Soo Bin estaba a punto de responderle cuando la Mi Joo la chica de la primera fila se puso a correr.
— ¡El señor Seok Jin!
El castaño atisbó la expresión jocosa de Jay y se echó a reír de buena gana por primera vez desde lo que le parecían años, Jay se le acercó mimoso y le rodeo los hombros con un brazo como si fuera su hermano mayor, luego levantó la mirada y vio el rostro enojado de Beom Gyu cruzar la puerta.
— ¡Beom Gyu! —El nombrado levantó la mirada e ignoró olímpicamente a Jay y a su llamado, cosa que no resultó del todo bien pues Hee Seung ya le había rodeado las caderas con fuerzas y había comenzado a hacerle cosquillas como a un niño pequeño.
— ¿Qué pasa con él? —Jay se quedó estupefacto, no sabía cómo articular palabra, pues Beom Gyu jamás le había ignorado, estaba tan enfadado que no podía ni siquiera percatarse de que el señor Seok Jin ya había dejado sus libros sobre aquel escritorio inmenso.
—Señor Kim, hablará luego con el señor Woo pero por el momento vaya a su asiento.
Jay mantuvo vigilado a Beom Gyu por el resto de la clase en dónde el señor Seok Jin se había puesto un horrible sombrero de mago para explicar ecuaciones.
—Deja de mirarlo como si fueras a saltarle encima, Jay—Susurró Soo Bin a trompicones, con los labios temblorosos y las manos desquiciadas, ¿Cómo iba a explicarles a sus amigos la situación? ¿Y si ellos también se alejaban de él?
Jay esbozó una sonrisa de niño malo al ver como el señor Seok Jin le llamaba la atención a Beom Gyu por la cercanía que tenía con Hee Seung.
—Tengo que preguntarle porque no me respondió el saludo, ¿No crees? —Soo Bin frunció el ceño y Jay mantuvo su sonrisa—Me siento rechazado.
El castaño estaba a punto de refutar cuando vio a través de las ventanas como Lia era alzada y besada en otros brazos que no eran los de su amigo, primero pensó en evitar a toda costa que el pelinegro viera la escena pero después su subconsciente le susurró que hiciera lo correcto así que inició.
— ¿Y cómo va tu relación con Lia?
Jay inmediatamente giró su vista hacia los ventanales y dejó escapar un suspiro algo dramático.
—Lo diré solo una vez—El pelinegro mostró algo de paciencia en sus palabras—Toda esa mierda terminó, digamos que no éramos el uno para el otro, si, bueno, fin de la historia.
— ¿Terminó? ¿Desde hace cuánto?
—No llevo las cuentas—Jat sonrió nuevamente— ¿Y qué es de tu nueva relación? Beom Gyu nos contó que estabas saliendo con un hombre que está casado, ¿Es eso cierto?
—Estamos hablando de ti, no de mí.
—Ahora hablamos de ti.
—Pero no quiero hablar de eso.
— ¿Es algo así como tu daddy? —Jay se regocijó al notar el rubor en las mejillas de su pequeño amigo— ¿Es cierto que les compran cosas y los malcrían como si fueran bebés después de cogerlos duro? ¿Te pone lencería y esas cosas?
— ¡No es mi Daddy! —Gritó Soo Bin y llamó la atención de todos los presentes del salón, incluido el profesor Seok Jin quien frunció el ceño y negó con la cabeza. —Señor Soo Bin y acompañante salgan de la clase, ahora.
Por un instante, Jay se hizo a los desentendidos pero después de ver la mirada fija de su profesor no le quedó de otro que salir también del lugar, ambos recogieron sus cosas y salieron en silencio. Al cerrar la puerta nuevamente Soo Bin le dio un empujón fuerte a su amigo.
—Te odio.
—No, me amas—Jay le devolvió el empujón con suavidad mientras ambos se dirigían hasta la capilla de la escuela, menuda suerte la suya—Pero ya en serio, ¿Cuántos años tiene tu Daddy?
—No es mi Daddy—Soo Bin dejó caer sus hombros con completa derrota—Tiene treinta y tres—Murmuró.
Lentamente, Jay se dio la vuelta para tenerlo de cara. Lo miró fijamente en silencio durante un buen rato. Entonces arrancó a hablar con palabras sueltas.
—Es muy viejo para ti, Soo Bjn. ¿Hye Sun lo sabe? —Se detuvo de repente— ¿Quién es? ¿Lo conozco?
Soo Bin le echó a un lado con un empujón y continuó caminando.
—Prometo no decirle a nadie, ni siquiera a Jung Woo.
Soo Bin apretó los labios testarudamente, Jay examinó el rostro del castaño y sondeó la mirada turbulenta del pequeño.
— ¿Quieres contármelo? Soy tu amigo, Soo Bin—Musitó el alto con tono reflexivo— ¿Te hizo daño? Porque si quieres le parto las piernas con un bate, Jung Woo tiene bates en su casa de campo.
Soo Bin evitó mirarlo, pero Jay fue más rápido, le sostuvo el mentón con fuerza y le obligó a levantar la mirada otra vez.
—Estate quieto—Reclamó el castaño.
—Primero cuéntame.
Soo Bin se liberó de él y se dispuso a seguir caminando pero su mirada estaba otra vez húmeda y nublada, intentó huir de Jay, pero no había forma su amigo era tan persistente cuando se lo proponía.
— ¿Qué pasó Soo Bin? —Su voz, ahora carente de malicia, era más suave e inspirativa, tanto que daba la misma confianza que la de un padre en un confesionario.
—Yeon Jun—Su voz se fue apagando—Amo a Yeon Jun.
— ¿Yeon Jun? ¿Se llama igual que el señor Choi?
Soo Bin se dio la vuelta beligerantemente y le encaró. Tenía los ojos inundando.
— ¡Es Yeon Jun! Choi Yeon Jun, ¡Ahí lo tienes! ¿Es lo que querías?
—No, Soo Bin—El castaño pasó delante de él, pero Jay lo cogió del brazo y tiró de Soo Bin hacia atrás, entonces pasó, le rodeó el cuerpo delgado con ambos brazos y comenzó a consolarlo, como cuando eran niños y ambos se caían, le besó la cabeza y le acarició la espalda—Todo va a estar bien, hablaremos con Beom Gyu.
Eran pasadas las cinco de la tarde, cuando Yeon Jun cerró la puerta de su despacho pues su jornada laboral había concluido al fin y pensaba llevar comida para Beom Gyu quién aún no le hablaba pero si recibía su comida, así que decidió salir a comprar algo rápido al centro comercial, se arregló la corbata y comenzó a caminar silenciosamente, empujó las puertas giratorias y se adentró al lugar multicolor.
Frotó las palmas de sus manos con desesperación y soltó un gruñido al ver que Soo Bin no le había enviado ningún mensaje, ¿Y si estaba con ese tal Min Gyu? ¿Y si en realidad había salido con él?, pues bien, ahora debía comportarse como un adulto responsable, debía aceptar que Soo Bin aún era un chiquillo indeciso.
Caminó fastidiado entre la gente y empujó a algunos, hasta que su mirada se encontró con un castaño menudo que miraba detrás del cristal algo que le cautivaba, primero pensó en acercarse a él formalmente, pero no le pareció divertido. Así que simplemente se acercó a él hasta quedarse a un lado y miró en la misma dirección en que lo hacía Soo Bin.
—Creía que estabas en casa.
Soo Bin se veía encantador con el sacón rojo enorme que le llegaba hasta las rodillas y el cabello desordenado, él giró sobre sus talones y se rió de felicidad al ver a Yeon Jun a su lado.
— ¡No sabía que estabas aquí! — Exclamó el castaño.
Se acercó de inmediato y se acurrucó contra el pecho de Yeon Jun, luego le rodeó la cintura con los brazos mientras inhalaba su aroma, como si no deseara separarse de él.
— ¿Qué haces aquí?
Soo Bin contuvo el aliento.
—Sólo vine a ver algo que quería, pero…
—Entonces veamos.
Dijo el pelinegro y sin decir más tiró de Soo Bin. Yeon Jun le pasó un brazo alrededor de las caderas del castaño, protector y posesivo a la vez.
Soo Bin reparó en aquel gesto tan sutil e inconsciente. Aquel detalle daba a entender muchas cosas sin necesidad de palabras, sonrió ligeramente y levantó la mirada al ver a la chica del servicio acercarse a ellos.
— ¿Puedo ayudarles en algo? —Yeon Jun no tardó en sonreírle.
—Soo Bin, pide lo que quieras.
— ¿Lo dices en serio? —Preguntó el castaño con un brillo especial en sus ojos, y Yeon Jun se limitó a asentir con la cabeza como respuesta. Soo Bin, se tocó los labios con diversión y comenzó a caminar por la tienda. Yeon Jun por otro lado se acomodó en uno de los sillones de espera, miró a Soo Bin y se embebió con su imagen, como un adicto a la espera de su segunda dosis.
Era cierto, el castaño chico pollo y trajes extraños le había regresado la vida, lo había despertado del coma profundo en el que había estado sumido por tantos años y sonrió para sí mismo, se dijo que no importaba como terminaría aquello, él iba a disfrutar cada segundo incesante junto al pequeño castaño sonriente.
Habían pasado quince minutos en los cuales Soo Bin había recolectado distintos modelos de zapatos deportivos, Yeon Jun rió un poco al verlo tan contento y decidió no apurarlo.
— ¿Cuál crees que se ve mejor? —El rubio se le quedó mirando perplejo mientras intentaba formular una respuesta corta y coherente—Llevaré el que te guste.
— ¿Cuántos tienes ahí? —Le preguntó. Soo Bin se sonrojo un poco antes de contestar.
—Cinco, pero sólo quiero uno.
El señor Choi arqueó una de sus cejas y se puso en pie tan rápido como una bala, examinó con la mirada los zapatos que Soo Bin tenía entre sus brazos y acercándose a la encargada del servicio musitó.
—Vamos a llevar todos los que él escogió, gracias.
Soo Bin lo miró con los ojos abiertos de par en par mientras procesaba la orden que Yeon Jun había dado. Quería intervenir, pero ya era tarde pues la mujer le había quitado los zapatos con un solo tirón. Yeon Jun no pudo aguantarse más y sonrió.
—Deja de mirarme así, Soo Bin.
El menor parpadeó un poco y luego también se rió.
Más tarde. Cuando ambos salieron del centro comercial, Soo Bin llevaba entre sus manos algunas bolsas de papel y Yeon Jun llevaba la comida rápida para su hijo.
Caminaron entre el tumulto de gente con total tranquilidad, sin trabajo de por medio, sin culpas o remordimientos, sólo ellos dos, disfrutando de sus compañías. Sonaba como el paraíso y, por un breve momento Yeon Jun olvidó todo y tomó la pequeña mano de Soo Bin entre la suya para entrelazar ambas manos.
—Hye Sun se quedará doble turno hoy. —Dijo el menor con tono vacilante y Yeon Jun ya sabía hacía donde iba la conversación, pero era muy arriesgado, demasiado, ¿Si Hye Sun los encontraba? Ella solía ser dulce pero él aún no conocía el otro lado de su personalidad—Tengo que hablar con ella, sobre… esto. ¿Crees qué podrá aceptarlo?
—Hye Sun es una mujer muy dulce y hermosa.
Soo Bin lo fulminó con la mirada. —No hables de mi madre.
—En realidad sólo era un pequeño cumplido, Soo Bin.
—Para ti mi madre no existe, ni siquiera para un pequeño cumplido.
Yeon Jun sonrió nuevamente mientras lo veía fruncir el ceño y hacer un pequeño puchero, Soo Bin era cada vez más interesante ante sus ojos, luego sintió un tirón en su pecho cuando el menor le sacó la lengua de forma infantil.
Primero pensó que sentir esas cosas era enfermo, pero después sopesó sobre el tema y descubrió algo.
Se había enamorado perdidamente.
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