CAPITULO 16
Es una verdad reconocida mundialmente que cuando una persona sube a un avión para irse a otro país con otra persona, en algún lugar del mundo otro se queda sin saber que decir aun cuando las palabras fluyen en su garganta y sus piernas le sirven para correr.
Soo Bin salió de la escuela con el corazón oprimido mientras la tristeza se colaba por todo su cuerpo. Debería estar feliz porque Beom Gyu no se había enterado de nada y ellos habían regresado a ser los mejores amigos de antes, pero no era así.
Le entró un escalofrío debido al mal clima que encajaba casi a perfección con su ánimo.
Miró al reloj y se dio cuenta de que debía regresar a casa en vez de acompañar a Beom Gyu a la suya. Jay y Jung Woo llegarían pronto y no quería verle la cara después de haber visto a su novia con otra persona, ¿Sería un buen amigo si se lo dijera?
Se pegó el abrigo más a su cuerpo y atravesó a las personas para poder escapar del lugar.
Caminó hacia su casa a paso lento. ¿Qué estaría haciendo Yeon Jun ahora? ¿Estaría con esa mujer? ¿Estaría pensando en él? ¿O quizá estaría pensando en la manera de ocultar lo que ellos habían compartido?
Esperaba con todas sus fuerzas que aquella última pregunta no tuviera una respuesta afirmativa.
Porque si habría justicia en el mundo, Yeon Jun debería estar sufriendo igual que él.
Cuando llegó a su casa tras un largo paseo mojado, vio el coche de los Choi en su puerta. Iba a dar la vuelta para perderse por un lapso de tiempo más, pero el grito cariñoso de su madre se lo impidió.
—Yeon Jun acaba de venir a visitarnos—Dijo Hye Sun con una sonrisa alarmante—Entra la casa, querido.
Maldito hombre, que lo provocaba y jugaba con su orgullo, Soo Bin se mordió el labio inferior con fuerza, debía reprimirse porque no resultaría adecuado actuar como un psicópata frente a su madre.
Entró a su casa y atravesó la sala, estaba a punto de correr escaleras arriba pero allí estaba él, con las facciones inexpresivas y cierta tensión en los hombros y el pecho. ¡Como si en realidad estuviese preocupado!
—Soo Bin, ¿Qué tal va la escuela? —Preguntó fríamente—Beom Gyu me ha estado contando que irán de viaje con su grupo de amigos y un chico llamado Hee Seung… ¿Es cierto?
Se había olvidado el pequeño detalle del viaje, Hye Sun tomó su lugar a lado del pelinegro y comenzó a batir la cucharilla en la taza de café que tenía entre las manos.
Soo Bin quiso responder pero en ese momento se sintió repentinamente sofocado por toda una serie de emociones inesperadas.
Refunfuñando para sus adentros respiró profundo antes de hablar.
—Deberías preguntarle a Beom Gyu por ti mismo, Yeon Jun.
El silencio detrás de la frase fue todo.
—¡Soo Bin! —Hye Sun movió la cabeza con exasperación e inmediatamente comenzó a reír con nerviosismo—Discúlpalo Yeon Jun, últimamente mi hijo ha estado cambiando demasiado.
Razonable, se mostraba razonable que Hye Sun fuera la que fruncía el ceño más que nadie.
—Es difícil criar a un hijo sin padre, ¿Sabes? —Se excusó ella por fin—Soo Bin merece una buena disciplina para controlar su mal carácter, lástima que yo no se lo pueda dar.
En esta ocasión, Yeon Jun no dudó en dirigir su mirada hacia Soo Bin.
—Lo imagino. —El pelinegro rió entre dientes.
—Bueno, ¿Quieres quedarte a comer? —Hye Sun se puso de pie inmediatamente para disimular la situación—Iré a comprar algo rápido para preparar.
—Yo sólo vine a despedirme, Hye Sun.
—De ninguna manera, en Japón no encontraras comida más deliciosa que la coreana, así que espérame un momento aquí y dile a Beom Gyu que venga también, pasaremos tiempo en familia como antes—Hye Sun sonrió de oreja a oreja.
—Está bien.
—Soo Bin recoge la mesa, hijo—Dijo antes de tomar sus cosas y salir por la puerta principal.
A Soo Bin le temblaban ligeramente las manos mientras acomodaba las tazas una sobre otra y limpiaba la mesa en que Yeon Jun estaba.
—¿Podemos hablar?
—No.
—Así que tienes carácter, ¿Eh? —Soo Bin se detuvo con los ojos dilatados de rabia, al oír las palabras de Yeon Jun tan cerca de su rostro. Se le escapó un gruñido y se giró inmediatamente para escapar de allí—Alguien debería bajarte los pantalones y enseñarte lo que es el respeto a tus mayores.
—¿Y lo piensas hacer tú? —Soo Bin no pudo resistir la tentación de preguntárselo.
—¿Quieres que lo haga? —Aunque trató de rechazarlo, le vino a la mente una imagen de Yeon Jun bajándole los pantalones para darle unas nalgadas que no tenían nada que ver con el castigo físico.
Y cuando reparó en que estaba dejándose llevar por su imaginación, sus hombros se alzaron con orgullo.
—Ven aquí, Soo Bin—Oh no, no, él no iba a caer en ese sucio juego.
—Tengo que ir a mi habitación y sería mejor que tú te vayas a tu casa, Yeon Jun.
—Hye Sun me invitó a quedarme.
—Si quieres le digo que tenías algo urgente y que te fuiste. —Yeon Jun empezaba a irritar la fuerza de Soo Bin—No utilices a mi madre como excusa. Y dime de una puta vez porque estás aquí.
Ahora podía mirarlo, y estaba haciéndolo; con una vocecita tierna y resentida en su cabeza que le decía que hacer.
—He estado pensando sobre esto y lo otro…—Ahora Soo Bin decidió quedarse callado y dejar que el pelinegro terminase con su discurso de medio pelo—Y existe un 70% de que no funcione y un 20% de que lo haga. Aunque el 10% resulte ser más trágico y tu madre termine demandándome por abusar de su confianza, además que Beom Gyu decida irse de la casa.
—Está convirtiéndose en algo aburrido, ¿Sabes? —Dijo por fin—No eres el único que pierde, yo también estoy arriesgando todo, te he demostrado mi amor y si quieres me la juego con mi madre. Pero no puedes darme cifras de números y posibilidades, no te estás comportando bien, las cosas se acaban cuando hay motivos y ya diste tu motivo, lo acepto.
Soo Bin agotado y pensativo giró sobre sus talones, se desesperó por el estupor en que su cuerpo se había metido y culpó a su imaginación por eso. Todavía afectado por la agitación interior, caminó escaleras arriba para llegar a su habitación pero sintió pasos pesados justo detrás suyo, debía huir.
Soo Bin alzó la mirada cuando Yeon Jun también entró a su habitación sin ningún permiso, y un aleteo en el pecho comenzó a bajarle hasta el abdomen cuando el pelinegro cerró la puerta con pestillo a sus espaldas.
—Vete al diablo, Yeon Jun.
—Soo Bin, las groserías no nos llevarán a ninguna parte.
—Bueno—Dijo—Hye Sun vendrá pronto y entonces podré contarle la verdad, le diré que me violaste y que eres alguien malo, haré que llame a la policía para que te saque de aquí.
—¿Lo harías?
Ante la explicita mentira, todo el humor de Yeon Jun se evaporó.
—¡Pues díselo! —Gruñó, antes de saltar al cuerpo delgado de Soo Bin.
El castaño se quedó demasiado aturdido como para huir, y tampoco el cuerpo de Yeon Jun le había dado mucha opción de escapar. Cuando quiso reaccionar, sus brazos lo rodearon cada vez más, hasta hacerle sentir su calor. En vez de indignarse y ponerse rígido, su cuerpo pareció fundirse con el de él, cediendo por donde no debía.
—Te odio—Su mente, en una tardía reacción, empezó a reunir fuerzas para protestar, pero ya era demasiado tarde. Soo Bin cayó de a poco cuando los calientes y húmedos labios del pelinegro le chocaron la boca.
Era un beso interminable, que iba deshaciendo provocativamente el enojo de ambas partes, pronto sus manos dejaron de luchar y comenzaron a tocar la espesa cabellera de Yeon Jun, enterrando sus dedos allí y tirando de él para apegarlo más a su boca, sus piernas comenzaron a hormiguear cuando las manos grandes del pelinegro le tocaron la parte baja de la espalda.
Estaba a punto de continuar con el acto hasta que la dulce voz de su madre hizo eco en toda la casa.
—¡¿Binnie?! ¡¿Yeon Jun?!
Enfurruñarse era una actitud demasiado infantil e inmadura, pero allí estaba él, haciendo un puchero como si fuera un niño de diez años. Yeon Jun le soltó las caderas y se apresuró a quitarle el seguro a la puerta para no levantar sospechas.
Luego salió de la habitación tan rápido como pudo.
Después de varios minutos de recuperación y la nueva llamada de su madre tuvo que bajar a la cocina para acompañarlos en el almuerzo.
La cocina no era precisamente el mejor lugar para ocultarse, porque Yeon Jun había tomado el lugar principal de la mesa como su trono y apenas sus ojos podían dejar de verlo.
Yeon Jun estaba sentado, así, sin más, al otro lado de la mesa y actuaba como si no hubiera pasado nada.
—Entonces… ¿Beom Gyu ya decidió ir a una universidad? ¡Sería fantástico que nuestros niños fueran juntos! —Hye Sun habló tan rápido que Yeon Jun tuvo que enderezarse para verla.
—Sería bueno, así ambos seguirían en contacto.
Hye Sun comenzó a ubicar los platos en la mesa redonda con el orgullo intacto de un ama de casa provisional.
—Beom Gyu me contó que estabas iniciando una relación, ¿Es cierto?
La boca de Soo Bin cayó sin poder esperar a un segundo más.
—Es cierto.
¿Bromeaba? Las náuseas de Soo Bin fueron aplacándose de a poco, pero pasaron al menos ochenta segundos más antes de tener a su madre con una sonrisa fingida.
—¿Y quién es la afortunada?
—Aún no le he dicho lo que quiero con él— De repente Hye Sun se quedó de piedra, echó una mirada confusa a su hijo y luego se aclaró la garganta con evidente reticencia—¿Te molesta que mi pareja sea un hombre?
En el silencio se escuchó el suspiro pesado que Soo Bin soltó de repente.
—En absoluto, pero siempre pensé que ya sabes…—Hye Sun levantó la cabeza para ver a Soo Bin con la esperanza de disimular su horror—Por ejemplo, yo espero que algún día mi buen hijo me traiga una bonita esposa aquí y me dé niños para que me llamen abuela. Porque sé que eso de los hombres es sólo una curiosidad.
La mirada del pelinegro se intensificó en Soo Bin también, estaba a punto de decir algo cuando la bocina de su celular comenzó a sonar con fuerza.
—Ya debo irme—Anunció con la angustia evidente en su voz—Debo despedirme de mi hijo.
—Comeremos juntos en otra ocasión, promételo—Hye Sun también se levantó de golpe— Yo cuidaré de Beom Gyu como antes.
Yeon Jun asintió antes de tomar su maleta negra usual y caminar con dirección a la puerta principal, llamó a Soo Bin con la mirada pero este nunca volteó a verlo.
—Quien lo diría, siempre supuse que Yeon Jun era heterosexual. Qué lástima.
Soo Bin suspiró y cerró los ojos para empaparse en cada segundo de la experiencia, tenía todo el cuerpo sensible, luego se reprochó así mismo por no haber corrido antes de que él se marchara, de cualquier forma ya era tarde.
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