CAPITULO 12
Yeon Jun contemplaba la ciudad desde su despacho. Ahora todo había regresado a la normalidad, sus colegas le habían cubierto algunos casos en su ausencia y el divorcio de la Kang Mo Yeon iba por buen camino gracias a que él pudo recolectar ciertas pruebas contundentes en contra del señor Song Joong Ki sobre una infidelidad en su propio hogar, el sol se estaba poniendo en lo más alto del cielo y unos toques en la puerta lo sacaron de sus pensamientos.
— ¿Has hablado ya con el niño? —La pregunta era directa y coherente, Ye Ji caminó pacientemente con sus tacones de diez centímetros haciendo temblar la baldosa en cada paso—Mira, sé que no es mi problema… pero, Soo Bin está confundido. Deberías decírselo a su madre—Hizo una ligera pausa— ¡Claro! A menos que tú quieras sacar provecho de la situación. Ya sabes que eso puede costarte el empleo, Yeon Jun.
El pelinegro enterró las manos en los bolsillos con rabia porque el nudo de la corbata que llevaba está comenzando a molestarle. Se enderezó un poco para ver a la pelirroja con los labios más pintados y brillantes del mundo, la mujer era como una avispa, tenía un cuerpo fenomenal pero también podía picar con malicia si se le provocaba.
— ¿Qué ganaría con decírselo a su madre?
Se sentó en la silla de cuero y estiró las piernas para comenzar a rubricar las páginas de sus casos.
— ¿Qué ganarías? Yeon Jun el niño no tiene padre y lo más probable es que te haya tomado como figura paterna y que por eso esté confundiéndose contigo. ¡Lógica! — Ignorando la urgencia de sacar a Ye Ji de su despacho, Yeon Jun se dedicó a mirar la mesa con fijación— ¿Ya le dijiste que puedo darle terapias?
—Señor, un jovencito llamado Kim Soo Bin pide verlo, dice que tiene algo importante que decirle…
Yeon Jun frunció excesivamente el ceño, se quedaron en silencio y Ye Ji contempló la escena con escepticismo, vio que la luz del teléfono que pitaba desde la secretaría continuaba molestando.
— ¿Señor? ¿Lo dejo pasar?
La pelirroja no dijo nada, sólo observó los gestos de su “colega”, no estaba segura de lo que ocurría, ni del porqué Yeon Jun se comportaba de esa forma. Ellos ya habían hablado hace un tiempo sobre el tema de Soo Bin, el pelinegro se había excusado en la bipolaridad del menor, pero ahora las cosas se han tornado diferentes.
Notó que se trataba de dos personas muy diferentes que tenían una curiosa afinidad de morbo entre sí, ¿Yeon Jun sentía algo por el amigo de su hijo?
—Déjalo pasar Luna, por favor.
—Yeon Jun—El nombrado levantó la mirada—No confundas más a Soo Bin. Si tú le das rienda suelta, él puede cometer cosas graves por llamar tu atención… además ¡Piensa en tu hijo!
—Hablaré con él, intentaré convencerlo para que acepte ir contigo. Sólo dame tiempo.
Ye Ji había estado mirándole sin parpadear. Ella había albergado una falsa esperanza entre ambos, o quizá no tal falsa, aún tenía esperanzas después de todo ¿No? Es decir, Yeon Jun no podría cambiarla por un niñato inmaduro que apenas podía mantenerse solo.
La idea solo le aterra.
Y entonces la puerta se abrió de a poco, ambos giraron la cabeza para ver al intruso.
—Creo que eso es todo, Ye Ji.
A ella se le ocurrió que tal vez Yeon Jun no estaba interesado en Soo Bin, claro. Era un adolescente con complejos psicológicos aún no vencidos.
Asintió y se arregló la ropa antes de ponerse en pie.
—Hola, Soo Bin. ¿Cómo has estado?
El castaño se levantó de hombros e hizo un gesto de desprecio en su rostro.
—Nos vemos, Yeon Jun.
Ella levantó la vista hacia el pelinegro y agitó la mano antes de cerrar la puerta tras sí.
— ¿No fuiste a la escuela, Soo Bin?
El castaño no respondió a la pregunta, en cambio se dio la vuelta para cerrar aquella puerta con el pestillo plateado que la adornaba.
Yeon Jun se rió entre dientes y recordó que debía hablar con él seriamente. Pero a la vez tenía tantas ganas de meter las manos por debajo de su camiseta que le dolían los nudillos.
— ¿Soo Bin?
El menor movió la cabeza y comenzó a caminar hacia él con movimientos coquetos, Yeon Jun apretó los dientes.
—No—Dijo mientras apretaba sus labios, le miró de reojo aún con ese gesto de angustia en el rostro que a Yeon Jun le pareció dulce—No quería…yo deseo estar todo el día contigo.
—Ven aquí— ¿Cuánto había pasado desde su regreso a la ciudad? Parecía una eternidad sin lugar a dudas. Yeon Jun alargó el brazo en cuanto tuvo al menor frente a él, le acarició las muñecas y sin darse cuenta ya tenía a Soo Bin sobre su regazo, ejerciendo cierta presión sobre su pelvis— ¿Qué dijo Tae Hyun?
Soo Bin sintió el cálido peso de la mano de Yeon Jun en su espalda y se echó hacia atrás para prolongar aquella placentera sensación.
—No dirá nada—Dijo—Sólo quiere que dejes salir a Beom Gyu con él cuando te lo pida.
Yeon Jun emitió un gruñido.
—No puedo creer que el novio de mi hijo me esté chantajeando.
Yeon Jun pensó que ya era hora de aclarar todo, pero luego se echó para atrás. ¿Y si de verdad había posibilidad? Claro, primero Beom Gyu se opondría pero, ¿Y después? Sólo debía hablar con Hye Sun, no era el fin del mundo.
— ¿Qué te pasa, Yeon Jun? —Soo Bin condujo sus manos por el abdomen del rubio, le acarició el pecho y luego los hombros—Eh, ¿Por qué no me hablas? —Corrió sus dígitos por la pálida piel de su cuello—No hagas como si no estuviera aquí. ¿Te has molestado mucho?
—No, no me pasa nada.
—Sí, con esa cara me vas a decir que no te pasa nada…—Quiso seguir reprochándole, pero el sonido de su teléfono celular comenzó a sonar con un tono algo desagradable para los gustos de Yeon Jun, Soo Bin lo notó y sin esperar más pulsó el botón verde— ¿Si?
—Soo Bin.
— ¡Mamá! Que sorpresa, ¿Estás en casa? —Yeon Jun mantuvo la vista pegada en los extraños gestos que hacía Soo Bin, le parecían graciosos pero intentó no sonreír.
— ¿Tú donde carajos estás? Llamaron de la escuela porque te fuiste, Soo Bin. Pedí un pequeño permiso para revisarte, dijeron que estabas mal.
—Salí a dar una vuelta.
— ¿Y con quién?
—Con, ¿Beom Gyu? —El castaño comenzó a morderse el labio inferior sin apartar su vista de él y a Yeon Jun se le hizo agua la boca por volver a besarlo, otra vez.
—Beom Gyu fue quién me llamó, Soo Bin—“Qué mierda” — ¿Con quién estás?
Soo Bin levantó los ojos al techo y la articulación de sus labios se detuvo en un completo shock, mierda, mierda, mierda. Yeon Jun sólo lo miró sin comprender absolutamente nada, después de todo. ¿Qué podía hacer?
—No, mamá. Beom Gyu lo vi, hace rato ¡Sí! —Hizo una pequeña pausa—Luego caminé un poco y ahora estoy en una farmacia, sólo me duele un poco la cabeza y quería estar sólo.
— ¡Oh! A mi bebé le duele la cabeza, dime ahora mismo cual es la dirección y pasó a recogerte para llevarte al hospital.
Estaba completamente jodido.
—Pero mamá, quiero estar sólo. Yo regresaré a casa.
— ¿Sí? —El pelinegro comenzó a negar con diversión, sacudió la cabeza hacia ambos lados llamando la atención de Soo Bin, quién le propinó un ligero golpe en la nariz— ¿Y quién te traerá a casa de vuelta? Sabes que cuando te enfermas eres como un bebito pequeño que necesita cuidado, dime donde estas y llegaré más rápido.
—No, mamá. Es que, me he encontrado con un amigo.
— ¿Tu novio?
—No mamá, él no es mi novio—Soo Bin comenzó a bajar un poco el tono de su voz al sentir la intensa mirada del rubio, comenzó a peinarle el cabello con los dedos. Y el corazón de Yeon Jun se quedó varado por un instante al ver la sonrisa traviesa que le daba el menor—Es mi amigo.
Las manos de Yeon Jun comenzaron a arder, Soo Bin se mostraba tan eufórico sobre su regazo que se le olvidó el mundo y se centró en el delgado cuerpo que tenía sobre él.
¡Dios Santo! Le encantaba que el menor se mostrase tan receptivo a sus caricias, pero como no dejara de saltar sobre su entrepierna él no se haría responsable de sus actos.
— ¿Conozco a tu amigo?
—No, mamá. No lo conoces—Susurró con una voz sensual.
— ¿Y porque no lo conozco?
—Bueno, técnicamente si lo conoces. Pero…
—Soo Bin, todo lo que me estás diciendo son mentiras—Hye Sun dejó fluir un suspiro pesado al otro lado de la línea—Habíamos prometido decirnos siempre la verdad.
—Mamá ahora mismo estoy con él, ¿Podemos hablar luego?
— ¿A qué hora regresarás?
—Pronto.
— ¿Pronto cuándo? —Yeon Jun frunció el ceño al escuchar la fuerte voz de Hye Sun— Acuérdate que tenemos que hablar, jovencito.
— ¿Puedo quedarme en casa de los Choi?
— ¡Claro que no! Hoy te quiero en casa para la cena.
Y colgó.
—Hye Sun no se fía de mí—Murmuró el castaño.
Yeon Jun levantó las manos y las hundió en sus suaves cabellos. Su respiración comenzó a hacerse agitada de repente. Soo Bin, por su parte, empezó a sentir los efectos de estar sobre el pelinegro. Entonces Yeon Jun se inclinó y le recorrió la suavidad de su piel con los labios, lo tenía tan cerca que incluso podía absorber una buena porción del aroma del menor.
Empezó a empalmarse a medida que sus besos bajaban por el cuello de Soo Bin, Yeon Jun se había imaginado todo tipo de reacciones… menos esta, la necesidad de poseer a Soo Bin se propagó en todo su cuerpo.
Soo Bin se separó de la boca de Yeon Jun y se fue agachando hasta ponerse de rodillas. A medida que descendía sus ojos irradiaron un brillo felino sobre el rubio. El hambre le llenó la boca y sus manos jugaron con la bragueta de su pantalón.
El primer roce de su lengua fue algo sublime. Le chupó la punta hipersensible y lamió la pequeña gota brillante como si fuera un delicioso caramelo.
—Hmm… soy un buen niño. ¿Verdad señor Choi?
Yeon Jun jamás había experimentado una sensación tan xquisita como la que le producía la cálida boca de Soo Bin, quizá en partes era su inocencia, o la forma en que el castaño le parpadeaba, sin embargo tampoco podía quitarle retribución a aquella talentosa lengua húmeda que se deslizaba por su miembro y le lamía con un placer erótico.
Enterró las manos en la suave cabellera de Soo Bin que se desparramó entre sus dedos, respiró hondo e intentó no empujarse más aún.
—Eres un niño obediente, Soo Bin.
Las palabras se le escurrieron con un tono atormentado que él no reconoció. Bajó la mirada para ver como Soo Bin le devoraba la polla con un placer evidente, él estaba enroscando su lengua en aquel lugar sensible, sintió que se le tensaba el cuerpo y que la presión aumentaba conforme Soo Bin acariciaba la base y succionaba la punta.
Estaba a punto de correrse y Soo Bin no se apartaba, sino que seguía gimiendo sobre su miembro, lo que produjo unas vibraciones en su cuerpo que arrastraron a Yeon Jun al límite.
Entonces se dejó ir con un gruñido que destensó su sistema, Yeon Jun comenzó a jadear mientras Soo Bin continuaba dando lengüetazos sensuales con su lengua rosa. Quería besarlo, lo necesitaba, estaba a punto de estirar los brazos para pegarlo a su cuerpo, pero el teléfono de Soo Bin sonó otra vez, estaba comenzando a odiar a Hye Sun.
— ¿Hola?
Soo Bin tomó su teléfono celular otra vez mientras se relamía los labios frente a Yeon Jun.
— ¡Señor Nam Joon! —Hubo una pausa—Estaré por allí en menos de una hora—Silencio— Por favor, no, no otra vez. Aceptaré el traje que usted quiera, pero no ese —Yeon Jun se rió entre dientes—Esta bien, usted es el jefe.
El pelinegro se echó a reír frente a Soo Bin y comenzó a arreglarse la ropa para quedar mínimamente decente.
— ¿Quieres que haga algo por ti? —Preguntó.
—No, sólo debo coger un taxi para llegar rápido—Respondió el castaño y se puso en pie tan rápido como pudo, limpió sus labios con la manga de su ropa y evitó mirar a Yeon Jun—El señor Nam Joon tiene un nuevo traje para mí.
— ¿Ya no usaras el bonito atuendo del pollo?
—No.
—Qué extraño, ese traje me gustaba—Farfulló a modo de broma—Quiero decir, te llevo.
—Pero no es necesario, Yeon Jun. Yo puedo…
—Estás enfermo, Soo Bin. ¿Lo recuerdas? Puedo escoltarte hasta la entrada.
—Bueno si, pero eso se vería raro—Se relamió los labios—Mo Yeon seguramente pensaría que tú yo estamos saliendo. La última vez no dejó de hacerme preguntas por más media hora.
—En ese caso, aparentemos que estamos saliendo.
Soo Bin se quedó quieto y, Yeon Jun se echó a reír, le resultaba extraño sentirse tan cómodo estando con el castaño, le atrapó la mano y se la llevó a los labios para darle un beso cálido y lento en la palma.
Mientras el castaño procesaba todo a mil por hora el pelinegro aprovechó para tomar el teléfono que tenía en el despacho, soltó una risilla al ver la expresión de Soo Bin y comenzó a hablar.
—Yun Jin—Su voz adquirió al instante un tono serio e irritante—Cancela todas las citas y, dile a la señora Kang que hable con Ye Ji para arreglar el “asunto”
Aunque su voz siguió trasmitiendo órdenes a su secretaria, Yeon Jun le dedicó a Soo Bin una sonrisa traviesa con los ojos entornados y un gesto de felicidad. Al menor le entraron de nuevo los calores y le sacó la lengua como un niño chiquito.
—Vamos.
Soo Bin puso los ojos en blanco mientras se reía por dentro.
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Siento mucho la demora, pero me andan llamando de un lado a otro y no he podido revisar bien los capitulos pero ya está aquí la actualización!! ❤
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