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CAPITULO 11.

—A diferencia de usted, yo no planeo mantener a Beom Gyu entre cuatro paredes. Él tiene sueños y hemos decidido que en cuanto cumpla su mayoría de edad nos iremos a la casa de mi madre, verá...—La necesidad de alargar su brazo para golpearle la nuca al novio de su hijo estaba comenzando a urgirle.

La ira rugía en su interior como una bomba a tiempo completo, sólo hacía falta un detonante perfecto para que Yeon Jun explotara al fin.

Después de aquella mañana extraña durante el desayuno su ánimo comenzó a bajar a niveles deplorables, se recriminó a sí mismo una y otra vez como si aquello pudiera borrar sus actos, además Soo Bin no había sido de mucha ayuda con su forma provocativa de morder los alimentos en la mesa del comedor.

— ¿Señor, Choi?—Esperaba al menos formar un lazo amigable con el novio de su hijo, era lo menos que podía hacer después de haberse propasado con el mejor amigo, también de su hijo—Vaya, Beom Gyu no exageraba cuando dijo que nunca toma atención cuando le hablan.

Una mezcla de ira y vergüenza creció en lo más profundo de su interior, decidió que era hora de aclarar todo con respecto a Soo Bin, porque no había nada más en su mente que el castaño, no, absolutamente nada más.

—Vayan al pueblo a comprar algo de comer, ¿Quieres? Así dejarás de hablar cosas tontas porque mi hijo no se irá contigo a ningún maldito lado.

—Pero...

—Vete.

Tae Hyun se irguió furioso, era cierto, el tipo era más alto en cuestión, pero ahora mismo Yeon Jun estaba hecho una furia y una vez descontrolado nadie podría pararlo.

El pelinegro lo guió hasta la puerta principal y esperó pacientemente a que Tae Hyun advirtiera a su hijo sobre su petición, apretó los puños otra vez, se le estaba haciendo una manía extraña.

Beom Gyu alzó la vista y comenzó a sacudir la mano como símbolo de despedida, Yeon Jun le asintió e intentó forzarse a sonreír para no levantar sospechas, pero quedó impresionado al ver a Soo Bin irse con ellos también, ¿Acaso no quería hablar con él?

Tae Hyun también tomó la muñeca de Soo Bin entre sus dedos y comenzó a tirar de él para llevárselo, pero justo cuando estaban por cruzar el portal que daba directo a la avenida principal desértica, alguien tosió a sus espaldas.

Soo Bin alzó la vista y se encontró con unos ojos cafés muy enfadados.

—Señor, Choi—Saludo el pequeño—Íbamos a comprar un poco de comida al pueblo, ¿Quiere venir también? ¡Sería fantástico!

—Soo Bin—Contestó Yeon Jun. Y Beom Gyu juró que sus oídos le estaban fallando, pues le había parecido que su padre había sonado como un animal encerrado que reclamaba su presa a como dé lugar—Necesito hablar contigo. Quédate, llamaremos a Hye Sun para que no se preocupe demasiado por ti.

—Señor Choi, nosotros...

—Quédate.

Soo Bin ahogó una exclamación. Beom Gyu frunció el ceño y Tae Hyun sonrió de lado. Fue una situación hilarante y extraña.

—Vamos, Beomie—El tono tranquilo de la voz de Tae Hyun contrastaba con el inexplicable enfado de Yeon Jun, por eso el pequeño pelirubio accedió a caminar dudosamente hacia adelante y, aprovechando el momento Tae Hyun enroscó su brazo en la cadera de Beom Gyu para pegarlo a su cuerpo con dudosos pasos que ejercían ambos.

Soo Bin volvió la cabeza bruscamente. Había estado tan perdido en sus sensaciones casi alegres por el comportamiento de Yeon Jun, ¿Acaso se interesaba tanto en él?

En cuanto Beom Gyu y Tae Hyun se perdieron del panorama, Yeon Jun tiró de él, arrastrándolo hasta el interior de la casa nuevamente, lo empujó contra la pared de la puerta principal y cerró esta tras sí. Yeon Jun le sujetó la muñeca y no pudo resistirse a acariciarle con sus finos dedos las venas que latían bajo su agarre.

Se permitió aspirar por un momento el aroma a plantas frescas que desprendía el cuerpo de Soo Bin y se relamió los labios con soltura, abrió de repente los ojos al sentir los delgados brazos de Soo Bin acomodarse sobre sus hombros, entonces cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo.

— ¿Por qué no me besas ya y acabamos rápido? —Susurró el menor, mirándolo fijamente.

—Soo Bin...—Su tono bajó a medio reproche y a medio deseo. Frunció el entrecejo, muy contrariado. No estaba enfadado, más bien estaba confundido consigo mismo, se suponía que debía mantener con Soo Bin una charla progresiva de mayor a menor, pero sus pensamientos fueron arrollados por sus acciones—Hablemos.

"Está asustado, Yeon Jun. No seas un hijo de puta"

El pelinegro deslizó entonces sus dedos por debajo del cuello de Soo Bin, le acarició la unión entre el cuello y el hombro, ¿Cómo podía seguir tocando a Soo Bin?

—Hablar no es exactamente lo que queremos, Señor Choi. —Soo Bin comenzó a sonreír con gracia, levantó la mirada y observó al pelinegro a través de sus espesas pestañas.

Yeon Jun calló y le acarició la barbilla. Luego le levantó la cara hasta que sus bocas se rozaron, se inclinó hacia Soo Bin acortando los centímetros. Estaban tan cerca que sus pechos comenzaron a frotarse morbosamente, el pelinegro se apegó un poco más.

Era posible.

Soo Bin no era su hijo, ni él su padre.

No había nada de malo, era posible.

Porque cuando el mundo creía en una cosa y tú eras la única persona que pensaba de otro modo, la tentación de integrarte a la opinión pública resultaba ser jodidamente enorme.

El mundo estaba jodido, entonces Choi Yeon Jun también lo estaría.

Yeon Jun gruñó cuando los dedos fríos de Soo Bin le tocaron el abdomen por debajo de la ropa, estaba tan estimulado que le importó poco quien fuera a entrar por la puerta principal.

—Hmm...—El castaño empezó a besarle el cuello a un ritmo que imitaba una succión erótica, Yeon Jun empezó a jadear cada vez más alto a medida que Soo Bin aumentaba el ritmo de sus besos mojados. Tenía la sensación de que si no aceleraba el proceso rápido moriría allí mismo. Por eso tomó las caderas delgadas de Soo Bin en sus manos para apegarlo a la frígida pared con un movimiento brusco.

Oyó que se le escapaba una risa ahogada mientras lo aprisionaba contra él.

—Señor Choi, por favor...—Soo Bin se disponía a reclamar cuando el pelinegro le cubrió la boca con un beso voraz, cargado de deseo. Suspiró al sentir que Yeon Jun por fin había tomado la iniciativa. Su lengua y su boca le exploraban incesante una y otra vez, reclamándolo como suyo mientras que sus manos le recorrían los muslos calientes con fuertes caricias.

De repente Yeon Jun se separó, irguió su cuerpo con interés y tiró de Soo Bin hacia su habitación.

—Shh... —ambos rieron.

Yeon Jun desnudó a Soo Bin muy despacio, allí mismo, de pie, comenzó a besarle los hombros estremeciendo al castaño, se deshizo de sus pantalones y la camisa en un instante, casi sin perder el tiempo.

—Así me gusta, los niños buenos y obedientes—Susurró el pelinegro cuando sus manos aplastaron el culo de Soo Bin.

Soo Bin despertó en cuanto la puerta principal de la casa comenzó a chirriar y supo que ellos ya habían regresado. Su instinto lo arrimó a escapar, algo le decía que si Beom Gyu lo notaba seguramente le sacaría allí mismo la cabeza. No era algo que el castaño soportase, después de todo el pelirubio era como su hermano de sangre.

Se puso en pie de forma brusca y sintió un dolor punzante en su espalda baja, se regañó mentalmente por su torpeza y como pudo se acomodó su propia ropa, dirigió su mirada hacia el Sr. Choi que aún dormía tranquilamente entre las sabanas y con los ojos medio cerrados, le sonrió con dulzura antes de salir a hurtadillas de la habitación.

—No sé qué me pasa cuando lo tengo cerca—La mano de Soo Bin estaba fría, el castaño cerró los ojos y cuando los volvió a abrir Beom Gyu se le acercó un poco más, la visión de su mejor amigo hizo que su corazón se hiciera un puño entero—Me gusta ser coqueto, quiero que me mire y me toque cada vez más. Más cerca, más rápido, más...

Beom Gyu puso los ojos en blanco y le propició un golpe suave al hombro de Luhan, su amigo le había estado hablando sobre un "chico" que él no conocía pero que estaba casi seguro que era Min Gyu, la pareja idónea de Soo Bin. Además el tipo era el amor platónico de su amigo por años enteros, era lo más obvio. ¿O no?

—Supongo que el "tipo" debe ser todo un jodido huracán para que lo hayas aceptado tan rápido—El pelirubio se rió entre dientes— ¿No te estarás enamorando?

— ¿Estás loco? —Soo Bin arrugó su pequeña nariz—Él no se enamoraría de alguien como yo.

—Ilguiin cimi yi—Beom Gyu resopló con fuerza, haciendo volar su flequillo— ¿Por qué no se enamoraría de ti? A menos que sea casado—Ahora Soo Bin puso los ojos en blanco— ¿Es casado?

—¿Quién es casado?

Todos los ojos, incluido Tae Hyun, se quedaron mirando a Yeon Jun quien entraba al comedor con una caja de pizza barata que había salido a comprar mucho antes.

—Soo Bin está saliendo con una persona casada, Yeon Jun.

Soo Bin comenzó a hipar con fuerza, aquel tic nervioso había regresado a él nuevamente, como cuando era niño. Sehun esperó a que la tensión se calmara para empezar a hablar.

—Casado, ¿Eh? —Una pequeña sonrisa sensual tiró de la comisura de la boca de Yeon Jun, quien se inclinó hacia adelante con el pretexto de poner los platos sobre la mesa—Dicen que el amor no conoce reglas, Beom Gyu. No puedes juzgar a las personas sin saber sus motivos.

— ¿No escuchaste lo que dije? —Dijo Beom Gyu ahora molesto— ¡Está casado! Yeon Jun dile que los hombres mayores no toman en cuenta a los amantes, además lo que ese está haciendo con Soo Bin es ilegal. Soo Bin es...

—Es sexy—Bromeó Tae Hyun, estiró su brazo y le lanzó a Beom Gyu una breve sonrisa—Quiero decir... las relaciones prohibidas nunca pasan de moda.

Beom Gyu arqueó una ceja interrogante.

— ¿Qué estás haciendo, Soo Bin? —Siseó el pelirosa— ¿Estás loco? Min Gyu es un excelente partido para ti, es alto, entrenador del equipo, su papá tiene siempre los mejores coches de su barrio y tiene dinero.

—Beom Gyu—Yeon Jun alzó la voz—Ni siquiera sabes lo que dices.

— ¿Qué no? ¡Hice que Min Gyu le pidiera una cita! —Lo dijo apresuradamente, en un pequeño arrebato, no queriendo mirar a su mejor amigo para evitar la penosa situación—Creía que de verdad querías a Min Gyu, Soo Bin.

Soo Bin dejó escapar el aliento lentamente.

— ¿Qué es lo que hiciste?

—Hablé con él después de las clases de Lee, primero le expliqué sobre tu enamoramiento con él desde hace cinco años. ¡Pensé que lo mejor era ayudar!

—Después de comer esto, vas a dormir a tu habitación y preparas tus maletas para regresar, ¿Entendido?

Yeon Jun frunció el ceño en reprimenda.

El pelirubio intentó no mirarle fijamente. Él estaba siendo duro con su propio hijo, dejándolo en ridículo frente a su novio. Beom Gyu casi empujó la mesa como un niño malcriado para levantarse de la mesa sin pronunciar nada más, su mano apretó el duro brazo de Tae Hyun y comenzó a casi arrastrarlo consigo.

Hubo un largo silencio mientras Soo Bin escuchó los sonidos de la noche, el murmullo del viento que golpeaba las ventanas de aquella cabaña.

—¿Te gusta Min Gyu?

Yeon Jun apretó la  mandíbula y lo miró por escasos segundos sin delatarse a sí mismo.

Soo Bin pensó un largo tiempo antes de responder, sus ojos avellanas se movieron hacia el rostro de Yeon Jun—Nunca te lo diré—Dijo él, pero su mirada prácticamente decía que no. El castaño estaba jugando con el pelinegro, tenía que estar haciéndolo.

De repente Soo Bin sintió que se había metido en un pequeño conflicto consigo mismo, ¿Aún gustaba de Min Gyu? Debía averiguarlo, claro. A su lado Yeon Jun quien había acortado distancias le recorrió el cuerpo con la mirada más intensa, tanto que su piel comenzó a arder de puro gusto.

Soo Bin se acercó a él y deslizó una de sus manos por sobre el abdomen del Sr. Choi. Yeon Jun tiró del menor hacia adelante para ponerlo a su altura, una vez allí le plantó un beso sorpresivo, bebió de sus labios y se los mordió con fuerza para que estos hormiguearan.

— ¿Puedo dormir hoy con usted, señor Choi? —Le susurró mientras le ofrecía su boca otra vez—Prometo ser bueno.

Yeon Jun arqueó una ceja y bajó la mirada para ver como los ojos de Soo Bin parpadeaban con un aire travieso.

Él sacudió la cabeza. El castaño lo divertía y sentía ganas de reír.

—No lo creo, Soo Bin.

Yeon Jun se rindió ante sus impulsos, se sentía cómodo hablando con Soo Bin, se suponía que lo más prudente era alejar al menor de su lado, pero en cambio. Ahí estaba, saboreando el simple hecho de verlo sonreír y flirtear con él. Con un demonio... como Soo Bin sonriera de esa manera inocente y coqueta con otro hombre, Yeon Jun no sería responsable de sus actos.

—Pero, Señor Choi.

—No me llames "Señor"  me haces sentir como si fuera tu padre y ya tengo demasiados conflictos en mi mente sobre esto.

Soo Bin se enderezó y dejó que sus manos se enterraran en la espesa cabellera pelinegra de Yeon Jun.

— ¿Le molesta mucho, señor? —Yeon Jun suspiró y se resignó a controlarse por unas horas más. Su entrepierna estaba comenzando a pedir atención pero no iba a decírselo al menor— ¿Me desea, señor Choi?

Él se quedó en silencio por un momento mientras le daba vueltas al asunto.

—Lo hago, te deseo—Soo Bin no podía respirar, ni tampoco podía procesar aquel bombardeo de emociones en su interior—Pero debemos parar, Beom Gyu puede volver.

—Lo sé—Presionó sus puños, enterrando sus dedos en la cabeza de Yeon Jun. Lo agarró durante un instante corto en que aprovechó para sentarse en la mesa—Pero no me importa.

Soo Bin era hermoso, no había otra palabra para describirlo. Era tan dulce como caliente, que provocaba hasta un dolor físico mirarlo de cerca.

Enfurruñarse era una actitud infantil que Soo Bin había adoptado para el momento, pero le daba igual y ahí estaba, haciendo un puchero como si fuera un niño de dos años. Él sabía perfectamente lo que estaba haciendo y Yeon Jun ya estaba fantaseando seriamente con aquella boca mojada.

—¿Qué están haciendo?

Soo Bin se enderezó al instante y pegó un bote de susto.

—¡Maldición Tae Hyun!

El chico los observó con diversión y puso sus brazos encima de su pecho.

—Beom Gyy quería un vaso de agua antes de dormir—Yeon Jun se apartó del castaño lo suficiente para ocultar cualquier evidencia entre ellos—Señor, CHoi. Hoy dormiré en la cama con Beom Gyu, espero que no le moleste...—Tae Hyun pasó por su lado con total naturalidad, cómo si no hubiese atestiguado nada extraño, sólo tomó un vaso con agua de la refrigeradora y continuó su camino—Buenas noches a ambos.

—Yeon Jun...

Antes de que pudiera continuar, el rostro del pelinegro se volvió frío como el hielo y levantó la mano para hacerlo callar en medio de la frase.

—Ve a dormir, Soo Bin. Tengo que arreglar algo.

Eso fue todo. En realidad el castaño no se iba a quejar. Soo Bin tampoco quería arruinar su amistad con el pelirubio y que Tae Hyun ya lo supiera era bastante molesto. Además notó como Yeon Jun reprimía su ira.

—Buenas noches, señor Choi.

Los ojos del menor se llenaron de expectativa, luego se puso en puntillas y depositó un corto beso en los labios de Yeon Jun antes de irse a dormir con movimientos provocativos. 

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