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CAPITULO 1

El traje de castor ya estaba comenzando a molestarle.

Se quitó la cabeza falsa de castor que llevaba y la tiró no muy lejos de él. Pues no quería que el señor Nam Joon lo expulsase del trabajo, ahora lo necesitaba más que nunca.

Soo Bin respiró con dificultad y cogió una toalla mojada para paseársela por su frente y retirar cualquier rastro de sudor en su rostro.

—Niños y niñas ya es hora de trabajar.

Nam Joon el dueño del restaurant era demasiado exasperante a veces y para Soo Bin más, estiró los brazos hacia los costados intentando relajarse, pero lo siguiente que vio fue a Min Gyu entrar por la puerta, acompañado de sus otros amigos, todos jugaban y se codeaban entre sí, el castaño tragó saliva.

—Entonces, le dije que si quería una cita conmigo debía madurar más, además yo  soy mucho para alguien de su clase...—La inconfundible voz de Sung Hoon lo sacó de sus pensamientos, ellos eran compañeros curso, incluso Soo Bin tomaba materias a su lado, pero algunas veces él era invisible para todos.

Incluso para Min Gyu, de quien Soo Bin se declaró enamorado desde hace dos años, lo divertido era que este ni siquiera sabía de la existencia del castaño, a menos que fuese un examen.

— ¡Nam Joon, quiero un pedazo de tarta!

El castaño llamado Soo Bin giró sigilosamente para escapar de allí, no quería ser avergonzado por sus "compañeros" y mucho menos en su trabajo. Pero su boca se abrió de sorpresa al chocar contra el cuerpo de uno de ellos. Soo Bin levantó la cabeza para verlo y su pulso se aceleró por completo.

—Quiero hablar contigo, después de tu turno. ¿A qué hora puedo venir a recogerte?

Los pies de Soo Bin comenzaron a flotar por el aire, su garganta se secó y sus ojos se abrieron a un punto único, seguramente se veía ridículo. Gracias a Dios que tenía el traje puesto.

—Salgo a las tres de la tarde.

—Bien, te veo a esa hora. Soo Bin.

Min Gyu regresó a la mesa con sus amigos, dejando tras él una nube de delicioso aroma a plantas verdes que atravesó el traje de castor que llevaba el castaño.

—Aún detrás de ese traje puedo ver tu sonrisa de quinceañera—Murmuró una voz conocida a sus espaldas.

—Cállate.

Choi Beom Gyu ya había cambiado para ese entonces, ya no era el chico pelinegro de antes, ahora tenía el cabello rubio y sus ojos ligeramente maquillados. Claro, ahora que ya habían pasado diez años, era lo normal, pero con diecisiete años Beom Gyu era uno de los chicos más cortejados de la secundaria. Con ropa cara y perfume ligero pero sofisticado, tal y como su padre. Soo Bin lo examinó por un momento a través del traje, pero se alarmó al ver un brazo sujetando a su amigo.

—Hyunnie, ¿Quieres comer algo? —La inconfundible voz del pelirosa lo alarmó—Soo Bin nos invita, ¿Cierto Binnie?

—No seas tonto, no tengo dinero—Se quejó Soo Bin frunciendo el ceño, una lástima que nadie pudiese verlo a través del traje—Ahora debo ir a trabajar.

El castaño delgado se acomodó el disfraz, ya sólo le faltaban treinta minutos para salir de allí y encontrarse con Min Gyu. El viento de afuera le ayudó a pensar en la forma de verse menos ridículo, sintió su piel erizarse al momento que uno de los niños se le apegó a la pierna. Rodeándolo con sus bracitos fuertemente.

— ¡Castor!

Soo Bin tuvo que actuar como un castor bailarín, sólo le bastó mover la cola grande que tenía detrás para que el niñato se fuera aplaudiendo. Después de todo, no era tan difícil interpretar a un castor que anunciaba comida barata.

Al otro lado de la avenida, Choi Yeon Jun miraba al pequeño castor, y es que no todos los días uno se encontraba con un conejo bailarín, contorneando las caderas al ritmo de la música.

—Todo a mitad de precio...—Soo Bin comenzó a hablar con gracia, haciendo reír a los niños y también a Yeon Jun.

El pelinegro sonrió ampliamente y echó a andar hacia él. Con sus larguísimas piernas sólo necesitó un par de zancadas para ponerse a la altura del chico con patas peludas.    

—Es un bonito día, ¿No lo crees, Soo Bin? —El castor se quitó la máscara con cuidado y Yeon Jun lo aprecio en silencio. El rostro del amigo de su hijo era perfecto, ojos rasgados, pómulos marcados en contraposición de una mandíbula ligera. A ello adhirió un voluptuoso arco que llamaba la atención sobre el labio de Soo Bin.

— ¡Señor, Choi! —Dijo Soo Bin con una gran sonrisa en su rostro—Es una sorpresa... ¿Vino a comer algo?

—En realidad estoy cubriendo un caso y vine a ver si encontraba a Beom Gyu, ¿Está allí adentro, verdad?

—Sip.

— ¿Con su novio?

—Sip.

—No me sorprende—Dijo Yeon Jun encogiéndose de hombros con modestia, antes de que su teléfono celular comenzara a vibrar en sus pantalones— ¿Lo cuidarías por mí?

—Claro señor.

Yeon Jun dejó una suave palmada en la espalda de Soo Bin antes de irse por la avenida principal, aquel simple acto siempre hacia que la piel del castor se erizara por debajo del traje.

Y es que el Sr. Choi tenía ese don de alterar las hormonas de hombres y mujeres, una gran mayoría caía a sus pies, aquello no era una sorpresa para Soo Bin pues cada fin de semana el padre de Beom Gyu solía salir a "viajes de trabajo" con sus clientas. Eso molestaba un poco al castaño.

Y aún no entendía la razón, porqué después de que ellos aclararan el malentendido de los vídeos y libros pornográficos, todo había regresado a la normalidad. Además el señor Choi no tenía por qué darle explicaciones a Soo Bin, él no era su hijo.

—Entonces, vienes en la noche. Estaré listo...—Se abrieron las puertas del restaurant y Beom Gyu junto a su novio universitario salieron tomados del brazo. Soo Bin caminó en zancadas hasta él para advertirle sobre su padre.

—Nos vemos, adiós Soo Bin—Oyó la voz de Kang Tae Hyun antes de que este se subiera a su automóvil y se saliera de su punto de visión.

—Tu padre estuvo aquí—El castaño soltó casi un grito que hizo reír a Beom Gyu.

—Lo vi, Tae Hyun también lo vio por eso se fue—El rubio se acomodó el cabello con sus finos dedos elegantes, él se parecía un poco al Sr. Choi, claro después de todo era su padre—Tienes una cita con Min Gyu, ¿Verdad?

— ¡Si! Lo olvidé—Soo Bin se quitó el disfraz en mitad de la calle recibiendo la mirada de muchas personas, pero. Bah, no tenía por qué cohibirse, sólo era un chico más, además llevaba su playera y sus pantalones de mezclilla dentro del traje.

—Madre mía, ¡Estas hecho un asco! —Entre el desconcierto y el mareo oyó de nuevo la impaciente voz del pelirosa—Tenemos que ir a tu casa para cambiarte la ropa.

—No, Min Gyu dijo...

Alguien tosió detrás de ambos, el aspecto agresivo lo dejó impresionado. Min Gyu se acercó a Soo Bin hasta casi rozar sus hombros, el castaño se estremeció al contacto. Ya había notado que Min Gyu era musculoso, pero, ahora que lo tenía a solo centímetros de él, la sensación de cansancio se había disipado en el aire, sonrió como un niño pequeño cuando le dan un dulce.

—Sobre lo de hoy—Comenzó a hablar con una mueca agradable a la vista—Creo que no podremos salir, tenemos una reunión con Sung Hoon... pero, ¿Quiéres ir conmigo a la fiesta de Sunoo?    

Soo Bin dejó que Min Gyu lo examinara sin recato, él parecía atento y cálido.

—Sí, claro.

—Entonces, te recogeré el sábado por la noche, ¿Esta bien?

—Si.

—Nos vemos, Soo Bin.

Sin decir más Min Gyu se fue serpenteando por la calle #37. Incapaz de reprimir su alegría, Soo Bin saltó a los brazos de Beom Gyu con la felicidad pululando por sus venas. El rubio emitió una carcajada al notar el peso extra de su amigo de la infancia, estaban cuerpo con cuerpo y Soo Bin sintió el estremecimiento en su sistema y, es que cada vez que hacia eso con Beom Gyu recordaba al Sr. Choi.

—Tranquilo, yo te ayudaré con la ropa. Ahora acompáñame a mi casa, te necesito para escaparme esta noche—La felicidad en el rostro del castaño se esfumo por completo—Por favor, sabes que mi padre viene a verme todas las noches antes de dormir, pero cuando tú estás conmigo él no viene. Por favor...

—No quiero.

—Por favor, hoy va a ser la noche...yo lo sé—Tras recuperar el aire Soo Bin levantó la cabeza para ver a Beom Gyu muy cerca de su rostro, desde ese punto de visión, el pelirosa era precioso, tenía los labios rosados y carnosos, y las muecas que hacía, por Dios nadie podía resistirse a él—Perderé mi virginidad con Tae Hyun.

—Qué asco.

—Se sensato y ayúdame, no quiero que Yeon Jun me encuentre... la última vez me prohibió la salida por un mes.

Soo Bin se negaba a quedarse de brazos cruzados, ni siquiera conocía al tal Tae Hyun. Pero su amigo se veía tan feliz. ¿Qué clase de desgraciado le quitaba esa felicidad a su mejor amigo? Estaba claro que él no.

—Bien, pero debes llegar temprano. No quisiera recibir los besos de buenas noches de tu padre—El castaño se quedó contemplando el rostro del pelirosa con detenimiento.

—Yeon Jun no te besaría, tú eres como su hijo.    

En ese momento las manos de Soo Bin comenzaron a temblar, el castaño era como una olla a presión y todos sus sentimientos tuvieron un colapso. Porque a él no le gustaba la idea de que el Sr. Choi lo viese como un hijo. A él, le daba un mal sabor de boca que Beom Gyu intentara alejarlo de su padre, aunque eso fuese lo más natural, pues él era su hijo, y Soo Bin solo el amigo de su hijo.

Soo Bin se aferró a la loca idea que verlo como un padre, también. Aunque lo más sensato fuese alejarse del Sr. Choi.

— ¡Soo Bin! —El nombrado escuchó la fuerte risa del señor Nam Joon— ¡Mira lo que nos acaba de llegar! ¡Sera tu nuevo uniforme! Beom Gyu dio un codazo en el cuerpo del castaño para aguantarse la risa. — ¡Encontré uno de tu talla!

Los uniformes exóticos eran la especialidad de su jefe. Y por más que Soo Bin entornase los ojos una y otra vez, aquello no iba a cambiar. Al menos el traje de un pollo bailarín lo acompañaría hasta finales de mes.

Las calles estaban sucias y olían a descomposición. La lúgubre llovizna no tenía oportunidad de disipar el olor que estaba en el aire. Al parecer alguien estaba cambiando las tuberías. Beom Gyu se cubrió la nariz con el antebrazo para evitar el aroma, era una escena digna de ver.

—Entra, Binnie.

Ambos jóvenes entraron a la casa Choi, tras cerrar la puerta. Y Beom Gyu no tardó en arrojar sus cosas en el sofá y encender la televisión de la sala.

Lo siguiente fue bizarro, muchos gemidos inundaron la casa, Soo Bin se quedó petrificado ante las imágenes que se reflejaban en la pantalla de la televisión, pero al parecer aquello era normal para Beom Gyu quien se quedó tranquilo mientras cambiaba la escena de sexo.

—Vaya, papá aún no ha cambiado—Murmuró el pelirosa con una sonrisa fingida— ¿Quiéres ver un poco?

El castaño se encontró fuertemente cautivado, no podía mentir, él también tenía alguno de esos videos en su teléfono celular, como una vez había dicho el Sr. Choi, le servían para cuando se sentía "sólo". Se sentó a lado de su amigo en silencio. Mientras su respiración se convertía en suspiros pesados. Soo Bin tragó saliva frente a la escena erótica que se extendía a su vista.

Eran dos chicos, comiéndose la polla con fervor, la garganta se le secó a Soo Bin, y por primera vez se preguntó. ¿Qué se sentiría tener aquel pedazo de carne entre los labios?, uno de ellos hacia sonidos raros mientras chupaba el lubricado pene, era casi parecido al sonido de una botella recién destapada.

Hasta que la puerta se abrió.

Beom Gyu se apresuró a apagar la televisión. El castaño se removió de forma nerviosa en el sofá.

—Traje pizza, ¿Quiéren cenar?

Ambos dieron un salto.    

Yeon Jun sonrió <<El señor Choi, tiene la mejor sonrisa que había visto jamás>>, y miró a Soo Bin con detenimiento.

—Binnie, se quedará papá.

—Me parece bien—El pelinegro guiñó en dirección a Soo Bin. Los tres sabían que no había ningún problema en aquello, de hecho Hye Sun solía quedarse a cubrir dos turnos en su trabajo. Para poder pagar el alquiler, y al parecer el Sr. Choi tampoco encontraba problema alguno con la estancia del castaño—Coman algo y luego pueden irse a dormir.

A la vista el Sr. Choi era bueno, respetuoso, amigable, serio. Hasta Hye Sun lo creía de esa forma, quien casi le había hecho un monumento. Todos podían afirmar eso, excepto Soo Bin que tenía conocimiento de su pornografía impía, por otro minuto más su mente corrió a imágenes perturbadoras. Se preguntó, ¿Cómo se vería el Sr. Choi mientras se masturbaba con las imágenes?

La sola idea hizo que su cuerpo temblara con frenesí.

Comieron en la mesa con Yeon Jun, él les preguntó sobre su día, la escuela, lo mismo de siempre. Luego se levantó de la mesa con la misma amabilidad y puso de excusa el dolor de cabeza que tenía.

Después de unos minutos, Beom Gyu y Soo Bin estaban echados en la cama del rubio intentando buscar el atuendo ideal para esa noche. Claro cómo no, ambos habían encendido un cigarro, el humo de este trepaba por las paredes y se quedaba en el techo como un pequeña nube.

Tras respirar hondo para armarse de valor, Soo Bin levantó la mirada hacia la puerta de la habitación, se volvió a preguntar... ¿Qué estaría haciendo ahora el señor Choi?, pero sus pensamientos se fueron a la basura en cuanto escuchó la petición de su amigo.

— ¡Entra!

— ¡Que no entro!

— ¿Quiéres ver que si?

— ¡Nunca conseguiré meterme en esos pantalones!

Una verdadera lástima que los pantalones nuevos de Beom Gyu le quedaran muy chicos, pero Soo Bin aún tenía una carta bajo la manga, hincó sus dientes en los labios con todas sus fuerzas mientras subía el cierre de la cremallera. Y premio, la ropa le quedó a perfección.

—Mete el culo para adentro—Replicó el castaño con el entrecejo fruncido—Encoge el estómago por un momento.

—Estoy gordo—La queja del pelirosa no se dejó esperar.

—No estás gordo.

—Uno de los dos ha engordado, antes nos cambiábamos las ropas como si nada.

—Creo que he engordado yo—Beom Gyu lo miró con una risa divertida.

— ¿Tú no me ves gordo?

—Para nada.

— ¿Estás seguro?

—Seguro, Beom Gyu.

—No te creo.

—Lo juro, incluso casi me empalme al verte en esa ropa.

— ¿Cuánto me das?

—Un nueve, tu noviecito va a desmayarse al verte—Eso era lo que hacían  los amigos, ellos se brindaban apoyo, incluso si era mentira. Y Soo Bin lo tenía muy en cuenta— ¡Los universitarios caerán rendidos a tus pies!

—Por eso te amo, Soo Bin—Todo fue compensado por la risa suave del pelirosa.

Más pronto de lo esperado, su amigo ya estaba listo, abrieron las ventanas para disipar el aroma a cigarro. Y un toque de bocina se dejó escuchar.

—Si viene Yeon Jun, cierra la puerta con seguro. Él no intentará saber más... y si te pregunta algo, hasté a los dormidos. ¿Está bien?

—Entendido. ¿Volverás rápido, verdad?

—Volveré en la madrugada, pero tranquilo... no haré ruido.

Soo Bin no podía engañarse a sí mismo, tenía miedo. Y ahora más que nunca, tenía un jodido miedo de quedarse solo en la casa con el Señor Choi.

Beom Gyu no dijo nada más antes de salir por la ventana de su habitación que colindaba con un árbol robusto, el cual lo dejaba en el suelo a salvo.

El castaño se quedó leyendo un libro, estudió para su próximo examen, y pensó en como iría vestido para la fiesta de Min Gyu. Todo se hizo añicos al recordar las imágenes calientes de la película que estaba en la televisión del Sr. Choi. Todavía no podía creer en las imágenes que había visto esa tarde, estaban quemadas en su memoria y al parecer no podía pensar en otra cosa que no fueran los gemidos del hombre que era penetrado por otro más grande.

Se metió entre las sabanas de la cama de Beom Gyu, se sonrojó incluso en la oscuridad al pensar al Sr. Choi penetrando a otro chico, ¿Qué estaba mal con él?, se mordió el labio con fuerza y deslizó su mano por su entrepierna.

La noche era su aliada, ahuecó su palma y tomó su polla entre sus dedos, ejerciendo una presión leve que subía y bajaba con lentitud. Pronto su entrepierna estaba húmeda.

Gimió suavemente, oyendo sus propios sonidos y el ligero movimiento de la cama, cerró los ojos sin dejar de tocarse, y todo lo que podía ver era la imagen de un falo gordo y mojado suspendido sobre su pequeño anillo rosa.    

Estaba mal, estaba jodidamente mal masturbarse en una casa que no era suya, en una cama que no le pertenecía e imaginar a un hombre que lo veía como un niño.

Se abofeteó mentalmente y se levantó del lugar para ir al baño y limpiarse la mano y la entrepierna, no terminó de darse auto placer porque su conciencia lo limito.

Abrió sigilosamente la puerta y caminó con zancadas hasta el baño, le daba miedo despertar al Sr. Choi. Lo curioso de la situación era que el baño quedaba a lado de la habitación de Beom Gyu y su padre, no encendió la luz y tampoco cerró la puerta porque aquel bendito seguro iba a hacer ruido, y eso no le ayudaba en nada.

Tomó un pedazo de papel y comenzó a limpiarse, se lavó las manos antes de salir del lugar.

El castaño nuevamente intentó regresar a la habitación, pero el sonido de una televisión encendida y una respiración agitada hizo que este caminara de retro.

Quería percatarse si el Sr. Choi estaba bien, seguramente se había dormido con la tele prendida. Entrecerró los ojos al ver la puerta entreabierta.

—Así bebé... cómela toda—Los ojos de Soo Bin se abrieron de par en par. ¿Tenía alguna amante metida ahí?, metió la cabeza un poco más, guiado por la curiosidad, y vio al Sr. Choi completamente desnudo.

El pelinegro se echó un poco de lubricante en la mano, y se la paseó por toda su longitud. Soo Bin sintió un tipo de emoción en todo su cuerpo al ver al padre de su amigo con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás mientras se masturbaba.

Los gruñidos que escapaban de sus labios hicieron a las rodillas del castaño doblarse, su boca se hizo seca. Tan cuidadosamente como pudo, Soo Bin abrió la puerta unos centímetros más. Para suerte suya las bisagras cedieron dejándole ver la escena por completo. Pero lo que llamó su atención fue el video que estaba mirando el pelinegro, era uno con tres hombres, uno de ellos lo penetraba mientras el otro usaba la boca para follarlo. "De entrada y salida" pensó.

Hubo un momento en que aquel chico que era follado por ambos lados se arqueó por completo y dejó que su cuerpo se liberara. Las personas de la pantalla parecían satisfechas y el señor Choi también, porque poco tiempo después dejó caer su cabeza hacia atrás y una sustancia viscosa salió disparada de su polla.

Ni siquiera las abofeteadas mentales le impidieron pensar en ¿Qué se sentiría ser follado por el Señor Choi?, cuáles serían las sensaciones de ser presionado allí adentro, con movimientos constantes y rítmicos contra su carne.

La mano del señor Choi, comenzó a moverse aún sobre su polla ya flácida. A Soo Bin le zumbaron los oídos, y su respiración se hizo pesada. Algo en él hizo que se sintiese culpable por su deplorable comportamiento.

Cerró la puerta como en un inicio y se aseguró que el pestillo no hiciera ruido. Caminó a toda prisa al baño, otra vez, necesitaba pensar y reprenderse por su mal comportamiento, se sentó en la taza del baño con la culpa cayéndole en la espalda, miró hacia su entrepierna y vio a su "amiguito" despierto, necesitaba tocarse o darse una ducha para bajar su calentura, con cualquiera de ellos hubiera estado conforme.

Se puso en pie y caminó hasta el lavabo, había decidido no encender la luz para no levantar sospechas. Todo estaba completamente normal.

Hasta que la puerta del baño se abrió y el padre de Beom Gyu entró. Ambos se congelaron en sus sitios, como pudo Soo Bin quitó sus manos de su cuerpo y las escondió atrás, como si fuera un niño bueno. Apenas el resplandor de la televisión iluminaba el pasillo, pero era suficiente para ver que el Señor Choi estaba totalmente desnudo.    

—Yo, no... lo siento—Se disculpó Yeon Jun con preocupación— ¡No pensé que estarían despiertos!

Soo Bin se quedó hecho piedra, el Sr. Choi era aún más atractivo de cerca, tenía la cintura y la espalda con esa hermosa línea que marcaba sus músculos en los lugares adecuados, y sus labios hinchados acompañados de aquella mirada oscura accionaron algo en el estómago de Soo Bin.

El castaño lo único que pudo hacer fue cerrarle la puerta en la cara al Sr. Choi. Pronto el silencio lo rodeo, hasta que la respiración alterada del rubio lo alarmó.

—Es mi culpa, Soo Bin. Debería haber tocado la puerta. Lo siento, ¿Vale? Iré a mi cuarto... Buenas noches.

—Buenas noches, Sr. Choi—Soo Bin abrió los ojos y empezó a boquear como un pez fuera del agua, las cosas estaban mal, muy, muy mal. ¿Cómo se supone que iba a ver al Sr. Choi en la mañana? ¿Qué le diría a Beom Gyu?

Después de diez minutos de intentar tranquilizarse, salió del baño como si estuviese escapando de algo. Caminó en línea recta hasta la habitación de Beom Gyu y se metió entre las mantas.

Aquella noche no pudo dejar de pensar en el Sr. Choi, miró al techo y decidió fumar un poco, aquello siempre lo calmaba, se preguntó si el padre de Beom Gyu también estaba pensando en él.

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Espero este primer capitulo sea de su agrado!!

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