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°•༢ 24

Era una buena tarde de domingo.

La brisa era ligera, pero ocasionalmente su soplar agitaba las ramas del árbol viejo que adornaba el patio de la casa de Sunny. En el oriente, empezaban a formarse pequeñas nubes y el lugar estaba quieto, ella se arregló el cabello en un pequeño moño y entró a su cocina, tenía el fin de semana libre y quería aprovechar que su pequeño hijo aún estaba en casa, notó cosas muy extrañas con respecto a él, pero prefirió esperar a que él mismo se las contara.

Cuando llegó hasta la cocina vio a Jeongin sentado en la mesa pequeña que estaba en el lugar, él parecía un poco perturbado y Sunny se le acercó para brindarle cariño, le acarició la cabeza con sus finos dedos y luego le sonrió.

Jeongin le había dicho horas antes que tenía que hablar con ella de algo muy urgente y ya era el momento, Sunny lo entendió por la mirada triste de su hijo, lo primero que se pasó por la cabeza fueron los posibles problemas en la escuela o la amistad rota de Félix, pero en cuanto se acomodó a lado de su hijo lo notó más tenso que de costumbre.

—¿Pasa algo, cariño? —preguntó Sunny mientras soltaba un pequeño suspiro—. ¿Félix? ¿La escuela?

Jeongin miró a otro lado.

—Ciervito, sabes que no hay nada que puedas decir que me haga dejar de quererte—Ella sonrió y Jeongin tragó más grueso que de costumbre—Lo sabes.

—Es que... —El castaño miró a su madre por un momento, pero no pudo evitar sentirse culpable, entonces sus ojos comenzaron a aguarse como si una pequeña tormenta hiciese acto de presencia en su pequeño cuerpo—Yo.

— ¿Félix aún no se disculpa contigo?

—No, no es eso —Jeongin se arregló el flequillo con sus dedos, como si quisiera evitar cualquier contacto visual con su madre—. Adivina.

—No, dímelo tú... —silencio—. ¿Te gusta alguien de tu escuela? —Sunny sonrió un poco, pero no escuchó nada de Jeongin—. ¿Qué es? —ella comenzó a preocuparse—. ¿Es sobre chicos y chicas?

—Mamá...

—¿Eres gay? —ella colocó sus manos sobre la cabellera espesa de Jeongin y comenzó a darle suaves caricias, como si intentara calmar el dolor de su hijo con aquello. Cuando Jeongin asintió, un vacío se pegó en su corazón, no odiaba a las personas homosexuales pero ella tenía el sueño de tener nietos y una nuera hermosa, luego se puso a pensar que quizá aquello era simplemente un capricho adolescente, claro, los adolescentes y jóvenes solían estar siempre en busca de experiencias, tenía la ciega esperanza de que su hijo se rectificara más adelante, aún lo creía, así que sólo decidió apoyar a Jeongin hasta que aquel capricho se le hubiese esfumado.

—Mi amor, está bien.

—Lo siento —murmuró Jeongin con los ojos empañados en lágrimas.

—No pidas perdón, tontito —Sunny hizo un mohín y se acercó a su hijo para abrazarle cálidamente, le apretó un poco hasta que Jeongin dejó de hipar—. Sé que pronto todo esto que sientes pasará... sólo deja que el tiempo fluya, ¿está bien? A veces nos gustan cosas extrañas, pero después de pensarlas mucho, volvemos a nuestra forma natural.

Entonces Jeongin se sintió menos culpable, aunque aquello no hubiese sonado exactamente como una aceptación, era un gran paso. Por eso, sólo asintió con movimientos erráticos antes de enderezarse e intentar sonreír.

Una vez que su madre lo había dejado ir a su habitación Jeongin sacó su teléfono celular para revisar el mensaje que Christopher le había enviado, ellos habían tomado esa costumbre de enviarse mensajes cortos cada quince minutos, estiró las piernas por un rato y luego presionó el botón de "Ver" La pantalla se hizo brillosa y detrás del mensaje había un "te amo" oculto entre otras palabras de aliento que Christopher le había enviado, Jeongin se sintió más feliz de lo normal y comenzó a flotar entre nubes de esperanza, hasta que el aparato nuevamente comenzó a sonar con fuerza, el castaño bajó la vista y lo primero que pudo reconocer fue el número de su mejor amigo, o quizá ahora ex mejor amigo.

—Tú...eres tan torpe —escuchó la voz delgada de Félix al otro lado de la línea y se le puso en la garganta un nudo de culpabilidad—. Eh, Jeongin. ¿Te acuerdas cuando jugábamos a las escondidas?

La línea se quedó un momento en silencio antes de que el peli-rosa se aclarara la garganta.

—Una vez te vi entrando a la habitación de mi padre, pero no dejé que Jisung te viera. ¿Lo recuerdas?

—¿Estás bien, Félix?

El peli-rosa rio con fuerza, en realidad él estaba de muchas maneras.

—Estupendamente —dijo—. ¿Puedes venir por mí? Es que te necesito... mucho.

Jeongin suspiró pesado porque eso había sido precisamente lo que había deseado oír durante los últimos días.

—No sé dónde estoy ahora mismo —Jeongin comenzó a alarmarse, el peli-rosa era un poco desorientado, pero no tanto como para perderse, afinó el oído y escuchó una música extraña de fondo, escuchó el sonido estruendoso de copas de vidrio y voces, muchas voces. Entonces cayó en cuenta de que su mejor amigo no estaba del todo cuerdo. ¡Claro! Como no lo había notado, el peli-rosa estaba en una fiesta y a deducir por el tono de su voz estaba ebrio—. Tengo que dejarte.

—¡No! ¡Espera, no cuelgues! —Jeongin aumentó el volumen de su voz—. ¿Puedes reconocer el lugar?

—Es una fiesta en la casa universitaria de Hyunjin —susurró y luego terminó la llamada.

Jeongin agarró el dinero que recientemente el señor Siwon le había pagado por su trabajo y sin despegarse del celular comenzó a buscar ropa más abrigada para salir en busca del peli-rosa, debía cuidarlo, debía encontrarlo y llevarlo a casa, quizá también debía decirle a Christopher.

No, eso último no. Félix lo juzgaría de traidor por una segunda vez.

Observó a ambos lados con sigilo y vio a Sunny dormida en el sillón de la sala mientras supuestamente veía una telenovela, caminó cuidadosamente hasta llegar a la puerta principal y giró el pomo para salir de casa, el viento frígido de la tarde le empapó el rostro y comenzó a caminar ignorando cualquier imprevisto, tomó un taxi, se calentó las manos con el halito de su boca y le pidió al chofer que acelerara el viaje.

Veinte minutos después comenzó a caminar desesperadamente entre las personas que se movían con fuerza en aquella fiesta, vasos rojos y licor que abundaba tanto en el suelo como en la ropa de las personas, Jeongin se apretó el abrigo y negó con la cabeza, definitivamente no podría comportarse así en su vida universitaria, empujó a una peli-azul y continuó buscando en cada rincón del lugar.

Estaba a punto de darse por vencido, hasta que vio una pequeña cabellera peli-rosa sacudirse en la pista de baile junto a unos brazos largos que le sujetaban la cadera con fuerza, primero pensó que era Hyunjin, pero después de afinar su mirada notó que este intruso era más bajo que el novio de Félix y que además de todo, Hyunjin no tenía ningún tatuaje vistoso en el cuello.

Se acercó a pasos agigantados, recibió un par de empujones pero nada de aquello le impidió llegar hasta Félix, quién en cuanto lo vio se lanzó a sus brazos como si fuera su pequeño salvador, se aferró tanto a Jeongin que el castaño sentía que podía caer en cualquier momento, pero fue más rápido y sacó a Félix de ese lugar, tiró del peli-rosa hasta la puerta principal que estaba abarrotada de vasos rojos y una vez allí ambos apoyaron la espalda en la fría pared.

—¿Estás bien? —Jeongin se había quedado absorto mientras veía el movimiento de sus dedos nerviosos, quizá demasiado tiempo—. Félix, yo... lo siento —dijo en voz baja—. Lo siento, mucho.

—Yo también —Félix tambaleó un poco en su lugar antes de sujetar las manos frígidas de Jeongin—. Te extrañé mucho.

El muro que ambos habían puesto entre sí comenzó a agrietarse, Jeongin sintió una pequeña chispa de felicidad en su pequeño corazón y se decidió abrazar al peli-rosa con fuerza, porque si se ponía a pensar seguramente no actuaría de esa forma, por eso optó por conducirse guiado por su instinto humano, estrechó a Félix con fuerza y comenzó a hipar, los dos parecían pequeños hermanos que se consolaban el uno al otro.

—Estás temblando —murmuró Jeongin, después sintió que su pequeño amigo peli-rosa daba hipitos de tristeza, eso le rompió el corazón.

—Él me dejó —Félix se atragantó con sus propias palabras y la frase le salió atropellada mientras temblaba aún en el abrazo.

—¿Hyunjin? —las respiraciones de Jeongin se hicieron más pesadas—. Pero... ¿Cómo?

—Fue mi culpa.

Dijo por fin tras un minuto de silencio, el peli-rosa abrazó las caderas de su mejor amigo con fuerza, enterró su rostro en el cuello ajeno y una vez allí se permitió llorar por un rato más, dejó que la brisa tierna le acariciara los brazos y que Jeongin le susurrara cosas tiernas al oído, recordó borrosamente la última vez que habían hecho compartido un momento tan frágil, luego se limpió las lágrimas y levantó la cabeza, pronto todo comenzó a darle vueltas por eso se sostuvo aún más fuerte del castaño.

Jeongin y él se sentaron en uno de los fríos pisos de aquel lugar, Félix se acurrucó sobre las piernas de su mejor amigo, se acercó un poco más mientras la conciencia se intensificaba con cada aproximamiento y dejaba una leve sensación de miedo, rechazo y perdón. El ruido de la música que provenía de adentro quedó prácticamente ahogado entre los pensamientos del peli-rosa.

Hasta que se quedó inerte sobre el cuerpo de Jeongin con mil pensamientos en la cabeza mientras al alcohol se fermentaba en su cuerpo.

Al otro lado de la ciudad, había una mujer delgada con un bonito moño en la cabeza y con una taza de café en las manos mientras observaba atentamente a Christopher, ella no podía recordar la última vez que se había puesto tan nerviosa frente a un hombre, exactamente frente al rubio.

Ellos se conocían desde hace mucho, pero ninguno de los dos había pasado esa estrecha línea entre amistad y tentación, o al menos ya no.

Christopher se acomodó la corbata en su lugar antes de comenzar a hablar, al menos estaban en un lugar privado, el rubio se las había apañado para no parecer culpable frente a la madre de Jeongin, por eso la había invitado a tomar un café en su propia casa al encontrarse con ella en las afueras de su oficina aquella tarde.

—Estoy preocupada por Jeongin —dijo—. Primero pensé que esto de gustarle los hombres era un capricho, ya sabes, un capricho adolescente y aún tengo la esperanza de que él se rectifique más adelante porque sólo es un niño confundido, ¿no lo crees?

Christopher enarcó las cejas y su expresión demostró la incredulidad que sentía.

—No le veo nada de malo, Sunny. Jeongin es una persona responsable y creo que ya sabe tomar sus propias decisiones —le informó con tranquilidad al tiempo que se llevaba la caliente esencia de café a los labios.

—Hablas de él como si ya fuera un hombre maduro y aún es un niño —la mujer lo observó con detenimiento—. Es mi niño y, sí. Me desilusiona el que me haya confesado que es gay —silencio—. De hecho, yo también alguna vez que prefiero no recordar tuve un encuentro con otra mujer, pero eso no me hace lesbiana, ya vez. Retomé mi camino y sinceramente espero que mi niño también lo haga.

—Sunny...

Ella levantó la cabeza de golpe y contuvo el aliento con fuerza, apretó los labios e hizo una mueca de desagrado... ¿O tal vez de rabia? Sabía que podía confiar en Christopher, él tenía tanta familiaridad con su hijo que pensó que lo más propicio era dejar que el rubio hablase con su pequeño ciervo de hombre a hombre, como lo haría un padre con su hijo.

En ese momento se percató de que Christopher también se había declarado Gay, ¿Y si él había arrastrado a su hijo a ese camino con su influencia?

—Mira, Sunny... —dijo el rubio con voz apresurada—, yo debo hablar contigo sobre algo importante y realmente...

—Tú eres la figura paterna de Jeongin, puedes hablar con él —Sunny reprimió su sonrisa y estiró bondadosamente sus manos hasta tomar los dedos de Christopher entre los suyos, los estrechó con ternura mientras su corazón se aliviaba torpemente—. Sabes que te tengo un respeto único, además de que eres una persona muy importante en mi vida y en la de mi hijo —ella bajó la voz un poco pausando sus respiraciones en cada segundo que transcurría y sin soltar las manos del rubio comenzó a acariciárselas con movimientos suaves y aterciopelados—. Y lo que pasó esa noche...

Christopher torció los labios y compuso una expresión que cualquiera la identificaba como irritación por algo que él consideraba un error.

—Eso no debió pasar, prometimos no volver a tocar ese tema. Sunny, es parte del pasado, han pasado años.

Cuando el rubio tiró de sus manos ella ya había retrocedido un poco, se limitó a morderse el labio inferior y mirar a la vacía mesa que tenía delante, ella se había sentido tonta por albergar sentimientos ocultos del pasado, Sunny había dado un paso para traspasar el umbral aquella noche hace muchos años atrás y entrar en un mundo de indecibles desafíos emocionales y de maravillas sensuales... para entrar en un mundo de amor imaginario e inexistente.

Su vida había cambiado para siempre desde aquella noche en que Christopher la había recibido en su alcoba.

Y allí estaba de nuevo, tan vacía y sin esperanzas que el corazón se le resquebrajó por última vez.

Porque había amado, o eso creía.

Dado que aquello había dañado su orgullo femenino considerablemente se puso en pie tan rápido como pudo y salió disparatada de la casa Bang, cerró la puerta principal y se encaminó hacía su propia casa.

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