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°•༢ 13

—¡Jeongin! —la voz de Siwon logró hacer eco en todo el local de comida rápida—. ¡Mira, llegaron ayer! —el pelinegro comenzó a sacudir un traje de ornitorrinco frente a sus ojos—. Es tu nuevo uniforme.

—¡¿De ornitorrinco?!

—Pagaré el doble por mi comida, si Jeongin me sirve la comida con ese traje —dijo un nuevo intruso, Jeongin giró sobre sus talones, ya conocía esa voz a perfección, pero escucharla tan cerca aún le provocaba escalofríos. Keeho.

—Vamos, Jeongin. Póntelo y empieza a trabajar.

—Pero no quiero.

Hizo un puchero convencido de que aquello podría conmover el duro corazón de su extraño jefe, pero no lo logró, al contrario, fue Siwon quién le arrojó el traje en la cabeza con diversión, Jeongin caminó a pasos agigantados hacia la cocina donde se encontró con Seulgi quien también llevaba una falda corta con algo parecido a una cola de ornitorrinco, ¡Que bochorno!, ella le saludó y después regresó afuera para recibir las órdenes.

El castaño encontró un lugar para cambiarse y comenzó a quitarse la ropa, minutos después ya estaba prácticamente listo para hacer el mayor ridículo de su vida, pero todo valía la pena si quería tener aquellas zapatillas costosas que había visto hace tiempo en el centro comercial.

Arregló el traje y luego se puso la cabeza enorme, iba a ser un día de mierda.

—Menudo carbón —murmuró Jeongin irritado.

Caminó por la cocina y luego salió al salón principal, intentó que no se notara mucho que prácticamente él estaba haciendo el ridículo, un pequeño vientecillo le sopló la cara dentro de la cabeza enorme y pudo respirar, al menos Christopher no lo había visto con aquel desbarate de traje.

—Verte caminar con esa cola enorme es casi una experiencia erótica. Debería agradecer que esto no es tomado como zoofilia.

Jeongin pegó un brinco al oír la voz de Christopher detrás de él. Lo miró sorprendido, ¿No se había ido ya?

—¡Christopher! —una gran cantidad de personas giraron su cabeza hacia ellos—. Creía que ya te habías ido. ¿Por qué estás aún aquí?

—Ni hablar, tengo hambre además vine para cuidarte.

—¿Por qué?

—Porque sí, ahora se acabaron los porqués —el rubio esbozó una sonrisa ladina en dirección del ornitorrinco, cualquiera en su lugar lo hubiera hecho, el sólo acto de saber que debajo de aquel monstruoso traje había un castaño tan ardiente como el infierno hacía la situación más graciosa—. ¿Crees que por salir con uno de los empleados puedan darme comida gratis?

—Christopher... —Jeongin tragó con demasiada fuerza.

—No tienes permiso para tutearme en horas de trabajo, Jeongin.

Sonrió por debajo del traje, agradecía otra vez llevar aquella espantosa cabeza gigante que ocultaba su felicidad, él seguía sonriendo incluso cuando Christopher ya se había ido a uno de los lugares más alejados del lugar.

—Hola, Jeongin.

Una voz cavernosa retumbó a su lado y, al girar vio a Keeho apoyado en la barra. Reaccionó de manera instintiva, pegó otro salto y chocó con la dura contextura de las sillas que tenía tras sí.

—Keeho.

— ¿Quién es él?

—Es Chri... —tomó aire intentando reprimir la emoción en su voz—. El papá de Félix.

—Ya veo, primero creía que te estaba acosando o algo así. Pero después de verle la cara de aburrimiento que tiene, quedé más tranquilo.

—¡Claro que no! Chri... El señor Bang es una de las personas más divertidas que conozco.

—Bueno, ¿sabes? Hoy habrá una fiesta en la casa de Wonwoo, el novio de Mingyu, y quería saber si querías ser mi pareja... ya sabes —Keeho elevó una de sus cejas con arrogancia—. Y no pienso marcharme hasta que digas que sí, así que supongo que debemos acabar con esto, ahora.

Keeho esbozó otra de sus radiantes sonrisas y se le iluminó la cara, el adonis del que Jeongin se había enamorado hace años estaba frente a él, pidiéndole una cita.

—No puedo, hoy tengo que irme a casa temprano.

—Si quieres, puedo pedirle permiso a tu madre. Félix me dijo que...

Keeho rio sin fuerzas.

—Mamá está cabreada conmigo, no creo que quiera dejarme salir.

—En ese caso, ¿nos vemos otro día?

—Sí.

—No estoy acostumbrado a que me rechacen, dos veces seguidas, pequeño ornitorrinco —el alto sonrió fugazmente y se enderezó para comenzar a caminar hacia la puerta.

Jeongin apoyó las manos en las caderas y se enfrentó a la feroz mirada de Christopher, el castaño movió las caderas circularmente en su dirección y logró que el rubio sonriera de oreja a oreja. Moviendo la cabeza, se dirigió a la cocina para recoger la orden de Christopher.

(...)

Bang Christopher se mordía la uña del pulgar con concentración mientras hablaba por teléfono con Tiffany Hwang, eran las siete de la noche y hacía horas que debía irse a su casa, pero Jeongin aún tenía trabajo.

De pronto dos brazos le rodearon el cuello con un poco de fuerza.

—Papá, ¿qué haces aquí? —Christopher sintió que un escalofrió le recorría la columna vertebral. No se debía al miedo, bueno, sí—. ¿Viniste a recoger a Jeongin? La señora Sunny me dijo que él aún no ha regresado por eso vine a ver si estaba bien. Ya sabes, ese chico puede desmayarse en media avenida y nadie podría darse cuenta.

—Quería comer un poco, Félix. ¿Ya comiste?

—Hyunjin me llevó a comer —Félix le lanzó un golpe suave en el hombro, luego tiró del asiento para sentarse en él—. Papá, ¿crees que pueda salir de fin de semana con la familia Hwang?

—Claro que no.

—¿Qué te ocurre? —el peli-rosa forma un puchero de niño en sus labios—. Sólo será un fin de semana, además, estarán sus padres y su abuela, serían incapaces de dejarnos solos.

"Sólo quiere que dejes salir a Félix con él cuando te lo pida", Christopher comenzó a reflexionar sobre aquello, ¿y si al tal Hyunjin se le ocurría abrir la boca? ¿Cómo reaccionaría su hijo? ¿Cómo carajos se supone que reaccionaría Sunny? ¿Y si le ponía una demanda?

—Está bien, pero primero quiero hablar con sus padres.

El peli-rosa comenzó a saltar sobre su asiento como un niño pequeño, aplaudió tan fuerte que sus sonidos de felicidad retumbaron en el techo, desde el otro lado del lugar Jeongin sonrió para sí mismo mientras se quitaba el traje tan rápido como sus manos se lo permitían.

—¡Te amo, papá!

Con las manos enterradas en los bolsillos, Jeongin salió de la cocina con el pelo alborotado, Christopher juró que incluso de esa forma el castaño era precioso.

—¡Jeongin! —Félix fue el primero en levantarse para tocarle el rostro—. Mierda, nos preocupaste... incluso llamé a tu mamá, Jisung dijo que estabas raro, ¿es por ese hombre casado con el que sales?

—No.

—Eso me tranquiliza, ahora mueve el culo porque me congelo aquí.

(...)

Era un sábado por la noche después de una larga jornada de trabajo, Félix caminaba por delante con pequeños saltitos felices, tras él iban su padre y su mejor amigo, si el peli-rosa hubiese sido más ágil con la vista quizá se hubiera dado cuenta como ellos rozaban sus manos intencionalmente y como se reían escondidamente.

—Me gusta mucho, señor Bang —susurró—. ¿Puede venir por mí a la media noche?

Christopher no supo que decir en ese instante, se quedó en completo silencio al ver como su hijo continuaba saltando.

—¿Y cómo se lo explicamos a tu madre?

—¿Explicar yo? Explícaselo tú, con esa voz de abogado que tienes... le dices: "Sunny, me gusta mucho tu hijo y me lo voy a llevar por esta noche".

En un esfuerzo por reprimir su risa, Christopher se mordió los labios con frustración, si tan sólo su hijo no hubiese llegado antes.

—Pero qué dices, yo no iré a tu casa para decirle eso a tu madre. Mínimo me saca la cabeza.

—¡Ay! —de pronto la mano de Jeongin le atravesó la parte blanda del brazo, Christopher intentó no reírse otra vez—. ¿Por qué me golpeaste? —susurró por lo bajo.

En ese momento crucial, ambos se preguntaron quién era el inmaduro y quien la supuesta persona madura, Christopher a veces tomaba el papel primero y Jeongin el segundo, quien los entendía.

—Félix me contó que irá de fin de semana con Hyunjin. ¿Sabes que significa eso?

—No tengo ni idea —respondió—. ¿Qué significa?

—Que podremos estar solos en tu casa, los dos.

De repente el corazón del rubio se detuvo, le dio una parálisis. ¿En qué clase de lio se había metido? Un veneno oscuro se arremolinó en su cuerpo, tenía tantas ganas de besar a Jeongin con fuerza, duro y rápido, le dieron celos del tiempo y de las cosas que se interponían entre ellos.

Un grito lo devolvió a la realidad.

—¡Tía Sunny! —rl peli-rosa armó un escándalo al ver a la madre de su amigo caminar hacia ellos—. Jeongin está en perfectas condiciones. Christopher vino a recogerlo también.

Félix corrió hacía la madre de Jeongin para abrazarla, ella había sido una parte importante en su vida, Jeongin por otro lado se quedó a su lado con una sonrisa trágica, se desconoció por un momento, pero después de ver el rostro pálido de Christopher su sonrisa se ensanchó, había logrado su objetivo a la perfección.

— ¡Bang Christopher! Gracias por cuidar de mi pequeño ciervito. Supe que estaba enfermo y quise venir de inmediato pero la chatarra de auto que tengo se descompuso en medio camino—Le dijo Sunny con una sonrisa vampiresa— ¿Y tú auto?

—En el estacionamiento, íbamos en camino.

—Es una suerte que nos hayamos encontrado—Sunny tomó las manos de Jeongin entre las suyas como toda una madre sobreprotectora—Y tú jovencito, ¿Cómo es eso de que ya tienes novio? ¿Cuándo lo traes a la casa? —Luego dirigió su mirada hacia Christopher—Al menos Félix ya te presentó al suyo, ¿Verdad?

—Sí, lo conozco.

—Jeongin no me quiere presentar a su amigo—Sunny palideció instantáneamente— ¿Tú no sabes quién es?

—De hecho... yo lo conozco.

Los pequeños ojos de Sunny comenzaron a brillar con fiereza y las manos de su hijo comenzaron a temblar, ¿No lo iba a decir de buenas a primeras, cierto? Jeongin carraspeó justo antes de que Félix corriera hacia ellos y metiera sus pequeñas manos en los bolsillos delanteros de los pantalones de su padre, una acción común desde que había comenzado a conducir.

—¿Y es de su escuela? ¿Sabes cómo se llama? ¿Cuántos años tiene? ¿Sus padres trabajan?

—Se llama Keeho, mamá, y no es mi novio —intervino.

—¡Oh sí! Pero darías tu virginidad trasera porque así lo fuera —Jeongin se estremeció al escuchar el grito de Félix en mitad de la calle, donde se encontraban algunas personas curiosas pasando. Desafortunadamente para él una mujer de avanzada edad se volteó para verlo con mala cara.

—¡Bang Félix! —Christopher levantó la voz—. Ese lenguaje.

Sunny se rio con ganas. Sabía que su hijo y el pequeño Félix mantenían esa relación extraña de mejores amigos, por eso no reclamó, en cambio le siguió el paso al peli-rosa para dejar de ser comidilla de las personas curiosas del lugar.

—Félix suele ser impulsivo —el rubio se aclaró la garganta y se serenó—. Así que... ¿Te gusta Keeho?

—Sí, me gusta.

Touché. Confundido Christopher frunció el ceño.

—Ya veo.

No. No iba a pensar en eso. Se negaba a pensar en eso.

—¿Me estás diciendo que en serio te gusta él?

—Me gusta, pero tú me gustas más —Jeongin se adelantó un poco más y sin levantar ninguna sospecha tomó entre sus dedos la fría mano de Christopher—. ¿Sabes que todo mi cuerpo percibe tu presencia? Todos mis sentidos son conscientes de tu calor, además, me gusta ser un buen niño para el señor Bang.

Con un brillo malicioso en los ojos Jeongin se echó a correr en dirección a su madre, dejando totalmente aturdido al rubio.

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