°•༢ 11
—A diferencia de usted, yo no planeo mantener a Félix entre cuatro paredes. Él tiene sueños y hemos decidido que en cuanto cumpla su mayoría de edad nos iremos a la casa de mi madre, verá... —la necesidad de alargar su brazo para golpearle la nuca al novio de su hijo estaba comenzando a urgirle.
La ira rugía en su interior como una bomba a tiempo completo, sólo hacía falta un detonante perfecto para que Christopher explotara al fin.
Después de aquella mañana extraña durante el desayuno su ánimo comenzó a bajar a niveles deplorables, se recriminó a sí mismo una y otra vez como si aquello pudiera borrar sus actos, además Jeongin no había sido de mucha ayuda con su forma provocativa de morder los alimentos en la mesa del comedor.
—¿Señor Bang? —esperaba al menos formar un lazo amigable con el novio de su hijo, era lo menos que podía hacer después de haberse propasado con el mejor amigo, también de su hijo—. Vaya, Félix no exageraba cuando dijo que nunca toma atención cuando le hablan.
Una mezcla de ira y vergüenza creció en lo más profundo de su interior, decidió que era hora de aclarar todo con respecto a Jeongin, porque no había nada más en su mente que el castaño, no, absolutamente nada más.
—Vayan al pueblo a comprar algo de comer, ¿quieres? Así dejarás de hablar cosas tontas porque mi hijo no se irá contigo a ningún maldito lado.
—Pero...
—Vete.
Hyunjin se irguió furioso, era cierto, el tipo era más alto en cuestión, pero ahora mismo Christopher estaba hecho una furia y una vez descontrolado nadie podría pararlo.
El rubio lo guio hasta la puerta principal y esperó pacientemente a que Hyunjin advirtiera a su hijo sobre su petición, apretó los puños otra vez, se le estaba haciendo una manía extraña.
Félix alzó la vista y comenzó a sacudir la mano como símbolo de despedida, Christopher le asintió e intentó forzarse a sonreír para no levantar sospechas, pero quedó impresionado al ver a Jeongin irse con ellos también. ¿Acaso no quería hablar con él?
Hyunjin también tomó la muñeca de Jeongin entre sus dedos y comenzó a tirar de él para llevárselo, pero justo cuando estaban por cruzar el portal que daba directo a la avenida principal desértica, alguien tosió a sus espaldas.
Jeongin alzó la vista y se encontró con unos ojos cafés muy enfadados.
—Señor Bang —saludó el pequeño chino—. Íbamos a comprar un poco de comida al pueblo, ¿quiere venir también? ¡Sería fantástico!
—Jeongin —contestó Christopher. Y Félix juró que sus oídos le estaban fallando, pues le había parecido que su padre había sonado como un animal encerrado que reclamaba su presa a como dé lugar—. Necesito hablar contigo. Quédate, llamaremos a Sunny para que no se preocupe demasiado por ti.
—Señor Bang, nosotros...
—Quédate.
Jeongin ahogó una exclamación. Félix frunció el ceño y Hyunjin sonrió de lado. Fue una situación hilarante y extraña.
—Vamos, Lix —el tono tranquilo de la voz de Hyunjin contrastaba con el inexplicable enfado de Christopher, por eso el pequeño peli-rosa accedió a caminar dudosamente hacia adelante y, aprovechando el momento Hyunjin enroscó su brazo en la cadera de Félix para pegarlo a su cuerpo con dudosos pasos que ejercían ambos.
Jeongin volvió la cabeza bruscamente. Había estado tan perdido en sus sensaciones cuasi alegres por el comportamiento de Christopher, ¿Acaso se interesaba tanto en él?
En cuanto Félix y Hyunjin se perdieron del panorama, Christopher tiró de él, arrastrándolo hasta el interior de la casa nuevamente, lo empujó contra la pared de la puerta principal y cerró esta tras sí. Christopher le sujetó la muñeca y no pudo resistirse a acariciarle con sus finos dedos las venas que latían bajo su agarre.
Se permitió aspirar por un momento el aroma a plantas frescas que desprendía el cuerpo de Jeongin y se relamió los labios con soltura, abrió de repente los ojos al sentir los delgados brazos de Jeongin acomodarse sobre sus hombros, entonces cayó en la cuenta de lo que estaba haciendo.
—¿Por qué no me besas ya y acabamos rápido? —susurró el menor, mirándolo fijamente.
—Jeongin... —su tono bajó a medio reproche y a medio deseo. Frunció el entrecejo, muy contrariado. No estaba enfadado, más bien estaba confundido consigo mismo, se suponía que debía mantener con Jeongin una charla progresiva de mayor a menor, pero sus pensamientos fueron arrollados por sus acciones—. Hablemos.
"Está asustado, Christopher. No seas un hijo de puta".
El rubio deslizó entonces sus dedos por debajo del cuello de Jeongin, le acarició la unión entre el cuello y el hombro, ¿Cómo podía seguir tocando a Jeongin?
—Hablar no es exactamente lo que queremos, Señor Bang —Jeongin comenzó a sonreír con gracia, levantó la mirada y observó al rubio a través de sus espesas pestañas.
Christopher calló y le acarició la barbilla. Luego le levantó la cara hasta que sus bocas se rozaron, se inclinó hacia Jeongin acortando los centímetros. Estaban tan cerca que sus pechos comenzaron a frotarse morbosamente, el rubio se apegó un poco más.
Era posible.
Jeongin no era su hijo, ni él su padre.
No había nada de malo, era posible.
Porque cuando el mundo creía en una cosa y tú eras la única persona que pensaba de otro modo, la tentación de integrarte a la opinión publica resultaba ser jodidamente enorme.
El mundo estaba jodido, entonces Bang Christopher también lo estaría.
Christopher gruñó cuando los dedos fríos de Jeongin le tocaron el abdomen por debajo de la ropa, estaba tan estimulado que le importó poco quien fuera a entrar por la puerta principal.
—Hmm... —el castaño empezó a besarle el cuello a un ritmo que imitaba una succión erótica, Christopher empezó a jadear cada vez más alto a medida que Jeongin aumentaba el ritmo de sus besos mojados. Tenía la sensación de que si no aceleraba el proceso rápido moriría allí mismo. Por eso tomó las caderas delgadas de Jeongin en sus manos para apegarlo a la frígida pared con un movimiento brusco.
Oyó que se le escapaba una risa ahogada mientras lo aprisionaba contra él.
—Señor Bang, por favor... —Jeongin se disponía a reclamar cuando el rubio le cubrió la boca con un beso voraz, cargado de deseo. Suspiró al sentir que Christopher por fin había tomado la iniciativa. Su lengua y su boca le exploraban incesante una y otra vez, reclamándolo como suyo mientras que sus manos le recorrían los muslos calientes con fuertes caricias.
De repente Christopher se separó, irguió su cuerpo con interés y tiró de Jeongin hacia su habitación.
—Shh... —ambos rieron.
Christopher desnudó a Jeongin muy despacio, allí mismo, de pie, comenzó a besarle los hombros estremeciendo al castaño, se deshizo de sus pantalones y la camisa en un instante, casi sin perder el tiempo.
—Así me gusta, los niños buenos y obedientes —susurró el rubio cuando sus manos aplastaron el culo de Jeongin.
(...)
Jeongin despertó en cuanto la puerta principal de la casa comenzó a chirriar y supo que ellos ya habían regresado. Su instinto lo arrimó a escapar, algo le decía que si Félix lo notaba seguramente le sacaría allí mismo la cabeza. No era algo que el castaño soportase, después de todo el peli-rosa era como su hermano de sangre.
Se puso en pie de forma brusca y sintió un dolor punzante en su espalda baja, se regañó mentalmente por su torpeza y como pudo se acomodó su propia ropa, dirigió su mirada hacia el Señor Bang que aún dormía tranquilamente entre las sábanas y con los ojos medio cerrados, le sonrió con dulzura antes de salir a hurtadillas de la habitación.
(...)
—No sé qué me pasa cuando lo tengo cerca —la mano de Jeongin estaba fría, el castaño cerró los ojos y cuando los volvió a abrir Félix se le acercó un poco más, la visión de su mejor amigo hizo que su corazón se hiciera un puño entero—. Me gusta ser coqueto, quiero que me mire y me toque cada vez más. Más cerca, más rápido, más...
Félix puso los ojos en blanco y le propició un golpe suave al hombro de Jeongin, su amigo le había estado hablando sobre un "chico" que él no conocía pero que estaba casi seguro que era Keeho, la pareja idónea de Jeongin. Además, el tipo era el amor platónico de su amigo por años enteros, era lo más obvio. ¿O no?
—Supongo que el "tipo" debe ser todo un jodido huracán para que lo hayas aceptado tan rápido —el peli-rosa se rio entre dientes—. ¿No te estarás enamorando?
—¿Estás loco? —Jeongin arrugó su pequeña nariz—. Él no se enamoraría de alguien como yo.
—Ilguiin cimi yi —Félix resopló con fuerza, haciendo volar su flequillo—. ¿Por qué no se enamoraría de ti? A menos que sea casado —ahora Jeongin puso los ojos en blanco—. ¿Es casado?
—¿Quién es casado?
Todos los ojos, incluido Hyunjin, se quedaron mirando a Christopher quien entraba al comedor con una caja de pizza barata que había salido a comprar mucho antes.
—Jeongin está saliendo con una persona casada, Christopher.
Jeongin comenzó a hipar con fuerza, aquel tic nervioso había regresado a él nuevamente, como cuando era niño. Christopher esperó a que la tensión se calmara para empezar a hablar.
—Casado, ¿eh? —una pequeña sonrisa sensual tiró de la comisura de la boca de Christopher, quien se inclinó hacia adelante con el pretexto de poner los platos sobre la mesa—. Dicen que el amor no conoce reglas, Félix. No puedes juzgar a las personas sin saber sus motivos.
—¿No escuchaste lo que dije? —dijo Félix ahora molesto—. ¡Está casado! Christopher, dile que los hombres mayores no toman en cuenta a los amantes, además, lo que ese está haciendo con Jeongin es ilegal. Jeongin es...
—Es sexi —bromeó Hyunjin, estiró su brazo y le lanzó a Félix una breve sonrisa—. Quiero decir... las relaciones prohibidas nunca pasan de moda.
Félix arqueó una ceja interrogante.
—¿Qué estás haciendo, Jeongin? —siseó el peli-rosa—. ¿Estás loco? Keeho es un excelente partido para ti, es alto, entrenador del equipo, su papá tiene siempre los mejores coches de su barrio y tiene dinero.
—Félix —Christopher alzó la voz—, ni siquiera sabes lo que dices.
—¿Qué no? ¡Hice que Keeho le pidiera una cita! —lo dijo apresuradamente, en un pequeño arrebato, no queriendo mirar a su mejor amigo para evitar la penosa situación—. Creía que de verdad querías a Keeho, Jeongin.
Jeongin dejó escapar el aliento lentamente.
—¿Qué es lo que hiciste?
—Hablé con él después de las clases de Choi, primero le expliqué sobre tu enamoramiento con él desde hace cinco años. ¡Pensé que lo mejor era ayudar!
—Después de comer esto, vas a dormir a tu habitación y preparas tus maletas para regresar, ¿entendido?
Christopher frunció el ceño en reprimenda.
El peli-rosa intentó no mirarle fijamente. Él estaba siendo duro con su propio hijo, dejándolo en ridículo frente a su novio. Félix casi empujó la mesa como un niño malcriado para levantarse de la mesa sin pronunciar nada más, su mano apretó el duro brazo de Hyunjin y comenzó a casi arrastrarlo consigo.
Hubo un largo silencio mientras Jeongin escuchó los sonidos de la noche, el murmullo del viento que golpeaba las ventanas de aquella cabaña.
—¿Te gusta Keeho?
Christopher apretó la mandíbula y lo miró por escasos segundos sin delatarse a sí mismo.
Jeongin pensó un largo tiempo antes de responder, sus ojos avellanas se movieron hacia el rostro de Christopher.
—Nunca te lo diré —dijo él, pero su mirada prácticamente decía que no. El castaño estaba jugando con el rubio, tenía que estar haciéndolo.
De repente Jeongin sintió que se había metido en un pequeño conflicto consigo mismo, ¿aún gustaba de Keeho? Debía averiguarlo, claro. A su lado Christopher quien había acortado distancias le recorrió el cuerpo con la mirada más intensa, tanto que su piel comenzó a arder de puro gusto.
Jeongin se acercó a él y deslizó una de sus manos por sobre el abdomen del Señor Bang. Christopher tiró del menor hacia adelante para ponerlo a su altura, una vez allí le plantó un beso sorpresivo, bebió de sus labios y se los mordió con fuerza para que estos hormiguearan.
—¿Puedo dormir hoy con usted, señor Bang? —le susurró mientras le ofrecía su boca otra vez—. Prometo ser bueno.
Christopher arqueó una ceja y bajó la mirada para ver como los ojos de Jeongin parpadeaban con un aire travieso.
Él sacudió la cabeza. El castaño lo divertía y sentía ganas de reír.
—No lo creo, Jeongin.
Christopher se rindió ante sus impulsos, se sentía cómodo hablando con Jeongin, se suponía que lo más prudente era alejar al menor de su lado, pero en cambio. Ahí estaba, saboreando el simple hecho de verlo sonreír y flirtear con él. Con un demonio... como Jeongin sonriera de esa manera inocente y coqueta con otro hombre, Christopher no sería responsable de sus actos.
—Pero, señor Bang.
—No me llames "Señor" me haces sentir como si fuera tu padre y ya tengo demasiados conflictos en mi mente sobre esto.
Jeongin se enderezó y dejó que sus manos se enterraran en la espesa cabellera rubia de Christopher.
—¿Le molesta mucho, señor? —Christopher suspiró y se resignó a controlarse por unas horas más. Su entrepierna estaba comenzando a pedir atención, pero no iba a decírselo al menor—. ¿Me desea, señor Bang?
Él se quedó en silencio por un momento mientras le daba vueltas al asunto.
—Lo hago, te deseo —Jeongin no podía respirar, ni tampoco podía procesar aquel bombardeo de emociones en su interior—. Pero debemos parar, Félix puede volver.
—Lo sé —presionó sus puños, enterrando sus dedos en la cabeza de Christopher. Lo agarró durante un instante corto en que aprovechó para sentarse en la mesa—. Pero no me importa.
Jeongin era hermoso, no había otra palabra para describirlo. Era tan dulce como caliente, que provocaba hasta un dolor físico mirarlo de cerca.
Enfurruñarse era una actitud infantil que Jeongin había adoptado para el momento, pero le daba igual y ahí estaba, haciendo un puchero como si fuera un niño de dos años. Él sabía perfectamente lo que estaba haciendo y Christopher ya estaba fantaseando seriamente con aquella boca mojada.
—¿Qué están haciendo?
Jeongin se enderezó al instante y pegó un bote de susto.
—¡Maldición, Hyunjin!
El gigante los observó con diversión y puso sus brazos encima de su pecho.
—Félix quería un vaso de agua antes de dormir —Christopher se apartó del castaño lo suficiente para ocultar cualquier evidencia entre ellos—. Señor Bang, hoy dormiré en la cama con Félix, espero que no le moleste... —Hyunjin pasó por su lado con total naturalidad, como si no hubiese atestiguado nada extraño, sólo tomó un vaso con agua de la refrigeradora y continuó su camino—. Buenas noches a ambos.
—Christopher...
Antes de que pudiera continuar, el rostro del rubio se volvió frío como el hielo y levantó la mano para hacerlo callar en medio de la frase.
—Ve a dormir, Jeongin. Tengo que arreglar algo.
Eso fue todo. En realidad, el castaño no se iba a quejar. Jeongin tampoco quería arruinar su amistad con el peli-rosa y que Hyunjin ya lo supiera era bastante molesto. Además, notó como Christopher reprimía su ira.
—Buenas noches, señor Bang.
Los ojos del menor se llenaron de expectativa, luego se puso en puntillas y depositó un corto beso en los labios de Christopher antes de irse a dormir con movimientos provocativos.
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