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°•༢ 08

—¿Te has vuelto loco? —la risa de Félix hizo temblar la cabaña entera—. ¡¿Crees que Christopher nos dejará acampar fuera a nosotros dos solos?! Ni siquiera nos dejó acampar a Jeongin y a mí en el jardín de mi casa.

Bang Félix estaba tirado en la alfombra acolchonada que relucía en el pequeño pórtico, tenía a su lado a Hwang Hyunjin quien le enseñaba algunas ecuaciones que este no podía resolver, a la derecha Jeongin comía algunas galletas que Christopher le había alcanzado a la hora del almuerzo, hora en la cual el rubio no hizo acto de presencia con una excusa muy tonta.

El peli-rosa refunfuñó y abrió su cuaderno otra vez. ¿Tenía que encontrar una X? ¿A quién carajos le importaba la estúpida X? Se giró hacia Hyunjin para rogarle con la mirada.

—Ayúdame.

Hyunjin se rio por lo alto y se inclinó hacia su novio.

—Funciones, es como la respuesta a la pregunta. Toma la primera, por ejemplo, tienes que encontrar el valor de X, ignora todo lo demás, la verdadera pregunta es ¿X es igual a...? Entonces haz la ecuación para encontrar la respuesta —el gigante se encogió de hombros como si su explicación hubiese sido la mejor.

Félix en cambio alzó las cejas y quiso preguntarle en que idioma le había hablado.

—Oh, bien. Sí, ya lo pillé, seguramente saco una A en mi examen, gracias.

—¿Quieres que te ilumine? Porque puedo iluminarte sin problemas con mi sable laser —bromeó.

—Cállate y promete que me mantendrás.

—Sin problema —Hyunjin se enderezó—. Por cierto, ¿qué te parece si Jeongin se queda con tu padre para convencerlo sobre nuestra noche fuera mientras nosotros vamos al pueblo?

—¡¿Qué?! ¡No!

Jeongin resopló con fuerza. Quería decir algo, pero no podía o no se atrevía. Así que sin más se dispuso a dormir extendiendo su cuerpo a lo largo se cubrió con todas las sábanas que pudo y cerró los ojos con fuerza.

(...)

De repente un líquido entre frío y caliente cayó en su mejilla. Cerró sus ojos con más fuerza y limpió su rostro. Otra gota cayó en su frente, luego en su nariz. Pensó que quizá la cabaña tenía goteras, se lo diría a Christopher.

Se sentó tan rápido que su cabeza comenzó a dar vueltas y lo único que distinguió fue la sonrisa del Señor Bang y un vaso de agua en su mano.

—Aún no cambias, te duermes en cualquier lugar —musitó él alegremente.

Jeongin lanzó un suspiro pesado mientras procesaba todo lentamente.

—¿Me tiraste agua? —lo acusó con un fingido enfado.

—Sólo fueron cinco gotas de agua.

—¿Y Félix? ¿Qué estás haciendo aquí de todos modos? Creí que te dolía la cabeza.

—Se fueron al pueblo a comprar comida, supuestamente lo que hago no es "comestible".

—¡Oh, mierda! —Jeongin echó una mirada al lugar, al parecer ya había anochecido y gotas gordas de verdad caían afuera. Llovía torrencialmente, frunció el ceño. "Qué desgraciado" Félix lo había conseguido, ahora tenía una excusa para no regresar a la cabaña con ellos. Así que ese era su plan, llevar a su mejor amigo para sacrificarlo en casa mientras él tenía sexo casual con su novio en un motel barato, seguramente.

—Ese lenguaje —Christopher levantó una de sus cejas arrogantemente—. ¿Quieres comer?

—Sí, pero algo que no hayas cocinado tú.

—¿Tan mal cocino? —el rubio se fingió herido.

—Temo morir tan pronto.

—Bien, entonces cocina tú.

—¿Qué, soy tu esclavo o qué? —bromeó con él teatralmente.

—¿Quieres comer o no?

—¿Quieres ayudarme o no? —contraatacó.

—Jeongin, si los dos entramos a la cocina, incendiaremos todo el lugar —Christopher sonrió altaneramente confiado.

—Bien, cocinaré sólo... pero solo para que sepas, voy a escupir en tu comida —dijo seguro.

—Mocoso presuntuoso.

Jeongin se encogió de hombros y de pronto sintió una sensación de hormigueo en la boca de su estómago, un dolor necesitado. Un sentido de urgencia que casi lo orilló a lanzarse a los brazos del Señor Bang.

—¿Puede darme de comer, Señor Bang?

Con cuidado gateó hasta Christopher quien hace más de minuto y medio se había quedado quieto, Jeongin se arrastró hasta el regazo caliente del rubio y gentilmente se acomodó sobre él, le rodeo el cuerpo con ambas piernas para inmovilizarlo.

—Jeongin... —Christopher había perdido el habla de repente y le retribuyó la culpa al aroma embriagante que el menor llevaba en todo su cuerpo.

Jeongin se humedeció los labios y metió sus pequeñas manos frías por los dobladillos de los pantalones del rubio, sus dedos fríos hicieron colisión con la piel hirviente de Christopher, no se detuvo.

Continuó bajando de a poco y se quedó petrificado al notar que el rubio iba en comando. Acarició con cuidado la base caliente del miembro despierto de Christopher, masajeó un poco más y el cierre apresador bajó como por arte de magia, dejando por fin en libertad al duro y goteante pene del mayor. Masajeó otra vez sobre la cabeza, esparciendo el pre-semen. Al mismo tiempo su pulgar presionó la pequeña ranura en la parte superior y escuchó un gruñido de Christopher.

El aroma excitante le llenó los pulmones haciéndole agua la boca por una probada. Una gota clara rezumó de la rígida erección de Christopher y Jeongin rápidamente retrocedió y se inclinó a lamerla con la punta mojada de su lengua antes de que desapareciera.

El sabor salado le irrumpió la razón, y su cuerpo exigió más. Envolvió los labios en la cabeza húmeda y esperó a que Christopher gruñera, cosa que no tardo demasiado. Levantó la cabeza después de unos segundos y volvió a tragar un poco más hasta que sintió la mirada del rubio clavada en él, empujó la erección a la parte posterior de su garganta como si fuera uno de esos guarros muchachos que había visto en los videos pornográficos.

Se relajó antes de que el sabor del pre-semen explotara en su lengua, entonces sintió una mano caliente y pesada en su nuca, acariciándole los cabellos apenas.

Jeongin chupó suavemente mientras movía su boca de arriba abajo.

El reflejo le hizo tragar y el pene de Christopher vibró en su boca, su mano se encargó de consentir lo que no podía meter a sus labios y un gruñido le sacudió el alma.

—Jeongin, mírate que buen niño eres —oyó apenas y levantó la mirada, pestañeó inocente frente al rubio mientras le comía la polla, los dedos de Christopher se apretaron en su pelo, pero no protestó.

Alentado, el castaño empezó a chupar con su exigencia, delineando con su lengua las venas gruesas que resaltaban de él, ahuecó sus mejillas para ganar más terreno.

Repitió el movimiento una y otra vez, hasta que las caderas de Christopher comenzaron a empujarse en su boca, llevándolo más profundo. El castaño lamió como un gatito domado y sintió que su entrepierna también estaba pidiendo ayuda desesperadamente, pero no se detuvo, en cambio comenzó a hacer sonidos descuidados con su boca.

Por encima de él, Christopher gimió tan alto como pudo y se estremeció de repente, su cuerpo tomó una velocidad más rápida, entonces Jeongin dedujo que Christopher ya estaba cerca.

El menor empujó su cabeza hacia abajo y tomó gran parte de la erección del rubio en boca.

Christopher gruñó como un animal feroz en cautiverio e inundó la cálida boca de Jeongin.

Jeongin tragó todo cuanto pudo y dejó que el pene flácido de Christopher se deslizara por sus labios mientras se acomodaba contra el pecho del rubio.

Inesperadamente, Christopher alargó el brazo y le limpió la boca con el pulgar sin cambiar su postura, le acarició los labios y la pequeña nariz con cuidado. Jeongin notó una especie de conexión entre ambos y sólo sonrió para sí.

Algo empezó a crecer en el pecho de Christopher, Jeongin se veía tan frágil entre sus brazos que le daba casi pena soltarlo, así que simplemente se dedicó a saborear el momento, no se detuvo a pensar en segundas personas. Por ese momento sólo estaban ellos dos, sentados, sudorosos y cansados en el suelo de una vieja cabaña.

—Christopher, ¿si te gustó? ¿Puedes enseñarme más para mejorar a la próxima? Puedo ser un buen alumno.

Y entonces la burbuja se rompió en mil pedazos.

—Jeongin, lo has hecho muy bien. Pero no puedes hacer eso sin consentimiento. Aún eres...

—Un niño, claro, sin duda—Jeongin frunció el ceño—. El otro día, Félix me mostró uno de los videos que tienes guardados. ¿Por qué simplemente no contratas una mujer o un hombre para tener sexo? —Christopher dirigió su mirada al castaño curioso que tenía entre sus brazos.

—Porque tengo que cuidar a Félix, y ustedes aún son unos mocosos. ¿Cómo es que pueden ver pornografía?

—Internet —chasqueó la lengua—. ¿Cuidar a Félix? Metiste a Choa a tu cama.

—¿Nunca te has sentido solo, Jeongin? —el rubio inquirió con seriedad—. ¿Nunca has necesitado estar con alguien? Tan sólo que ni siquiera te importa que la compañía fuera sólo carnal y temporal. A veces es imposible llenar el vacío que tenemos. Así que una compañía efímera no tiene nada de malo.

—¿Me estás diciendo que todos fueron un aquí te pillo, aquí te mato?

Un sonido sordo explotó en la cabaña, Christopher se enderezó y rompió contacto con Jeongin.

—¿Qué más podría ser?

—¿Y yo que soy? —el cerebro de Christopher tardó unos segundos en procesar la pregunta, permaneció inmóvil y soltó un gruñido al no encontrar respuesta. ¿Qué era Jeongin? Sin duda el amigo de su único hijo, un niño bonito que podría volver en un fanático religioso hasta el más escéptico.

—¿No dirás nada, cierto? —Jeongin sonrió apenas y se levantó de a poco, intentando relajar sus agarrotados músculos—. ¡Ya me voy a dormir!

—A gritos no vas a solucionar nada —Christopher le tomó la mano brevemente, envolvió sus dedos en las palmas suaves de Jeongin—. Hablemos.

—¿Me vas a dar una charla otra vez?

El menor se sentó de golpe, provocando en Christopher un tipo de risa histérica.

—Jeongin, ¿estás bien?

El corazón de Jeongin se congeló al sentir las manos del rubio en sus piernas.

Se había lastimado un poco, pero su pulso aún respondía. Se relamió los labios y sumó las sensaciones de su cuerpo, Jeongin estaba seguro de que sólo bastaría una palabra de Christopher para tenerlo bajo su merced, él le había otorgado ese honor.

El rubio le acarició la cara con las yemas de sus dedos.

—Esto está mal, eres casi como mi hijo. Me he metido en un lio —dijo con tristeza en su voz.

"¿Qué estoy haciendo?", se preguntó llevándose una mano a su temblorosa frente, debía recobrar sus sentidos, claro.

—No soy tu hijo.

—Pero podrías —Christopher bajó la mirada hasta los ojos de Jeongin—. A mí me gustaría ser tu amigo. Haré todo lo que esté a mi alcance para mantener a mi amiguito muy cerca y a salvo.

—El peor peligro eres tú —las expresiones de Jeongin se endurecieron—. ¿Vas a protegerme también de ti?

—Eso es... complicado y peligroso. Pero lo haré

—No te pareció complicado ni peligroso cuando me besaste, ni cuando te la...

—Entiendo —le interrumpió—. Pero negaremos todo si alguien desconfía.

—¿Es eso lo que quieres hacer?

—No veo mejor alternativa que esa, Jeongin. Tu madre podría matarme si supiera que he estado tocando a su hijo.

"Embustero, embustero. Casi me estás follando con la mirada" Jeongin mantuvo sus pensamientos dentro de su cabeza para no sonar desesperado.

—Sí, Señor Bang. Mamá no se enterará.

Christopher frunció el cejo. Se sentía perfectamente. Un poco más desinhibido de lo normal, pero aún mantenía sus facultades mentales.

O eso creía.

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