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°•༢ 03

El resto del día pasó de forma desapercibida para Jeongin, quién se mordió las uñas imitando a D.O, al fin la hora de salida llegó, los tres amigos caminaron hasta la casa de Bang Félix, pues aquel día Jeongin no debía ir a trabajar, al parecer el señor Siwon aún estaba haciendo un par de cosas en el restaurant.

Minho dejó a su novia porrista con un beso en la boca y se unió a ellos, Jisung en cambio se levantó de hombros y entornos los ojos ante aquella escena tan «estúpidamente cursi», según sus palabras.

—Justo ahí está mi novia —dijo Minho con una sonrisa de satisfacción, Jeongin percibió un cierto atisbo de orgullo en su voz, Yuna estaba haciendo saltos muy provocativos para los jugadores, y frunció el ceño, definitivamente su amigo estaba loco.

—¿Tanto drama? Ya sabemos que es tu novia, Minho —Jisung se mordió la lengua.

—Tú no tienes novia, cuando la tengas sabrás lo que se siente. Por el momento sólo mantente callado.

Jeongin se echó a reír lo suficientemente alto, como para llamar la atención de ambos contrincantes. De pronto advirtió el golpe que Jisung estaba a punto de darle. Y en cuanto lo recibió no añadió nada más, los tres tomaron un taxi para llegar más pronto a la casa Bang.

Cuando llegaron hasta allí, Minho apenas abrió la boca. Jeongin abrió la puerta con total confianza y todos se encontraron con una escena digna de ver. En el sillón una pareja había empezado a comerse la boca, ambos estaban pegados como imanes, cuerpos y lenguas entrelazadas. Félix había enrollado sus piernas en la cintura del alto llamado Hyunjin.

Durante un rato, los tres pares de ojos no pudieron dejar de mirarlos. Cuando el alto tomó las posaderas del bajito entre sus manos para darles un apretón, todos tosieron fuertemente.

—¡Félix! —Jisung fue el primero en pegar un grito al cielo—. Podrías dejar de babear a tu novio.

Ambos se acomodaron en el sillón con la mirada perdida. Hyunjin sacó un cigarro que comenzó a fumar con soberbia, importándole poco quienes fueran los dos chicos que acompañaban a Jeongin.

— ¿Quieren jugar con nosotros? —murmuró el alto con el entrecejo fruncido.

—Cinco son multitud —respondió Jisung antes de tirar su mochila al sillón.

—Estaba pensando hacer un trio, ya que Jeongin se niega, ¿Qué tal tú? —Hyunjin esbozó una sonrisa altanera mirando al pelinegro.

—Ya que entraron, él es mi novio Hyunjin —comenzó el peli-rosa con una sonrisa, casi igual a la de Minho.

El trio accedió de buena forma, Minho y Jeongin se acomodaron en el otro sillón replegable, Félix pronto desvió su mirada con simulada vergüenza.

—Se suponía que ustedes llegarían a las tres de la tarde —murmuró el peli-rosa con impaciencia.

Minho entrecerró los ojos.

—Si quieres, nos vamos, de cualquier forma, sólo hemos venido aquí porque tu nos llamaste.

—No dije eso, Minho. Saben que son bienvenidos a mi casa, sólo fue... olvídalo.

—Tengo sed —farfulló el bajito.

—Ya conoces la cocina —Jisung se puso en pie y pronto desapareció por la cocina.

—Hoy habrá una fiesta en la fraternidad. Félix me dijo que ustedes querían ir —afirmó Hyunjin dando bocanadas de humo—. Si se apuran quizá lleguemos... empieza a las cinco de la tarde.

—Nunca dijimos que quisiéramos ir a una fiesta, Félix —las comisuras labiales del peli-rosa se arquearon. Y su mirada se hizo más una súplica que un favor. Minho suspiró frustrado y Jeongin prefirió quedarse callado.

— ¿Van a ir, o no? —el alto arqueó las cejas—. Porque Félix irá sólo si van sus amigos, y si ustedes no van pues ya entenderán que el "papá" de mi novio no lo dejará ir.

—Haces que suene como si fuera un niño pequeño—Félix resopló.

—Iremos—Sentenció Minho.

—¿Iremos? —a Jeongin nadie le había dado cabida, hasta ahora.
Su madre se iba a molestar mucho con él si llegaba a enterarse, pero tampoco podía defraudar a su amigo que lo veía con una gran sonrisa—. Pero yo no traigo ropa, podría quedarme aquí y...

—Me ocuparé de eso, tú y yo usamos ropa de la misma talla. No será difícil, Minho se ve magnífico y Jisung también. Además, es una fiesta, no importa cómo vas vestido.

—Bien. Yo te recojo, dentro de dos horas. ¿Está bien? Intenta estar listo— Hyunjin se puso en pie, y apagó la colilla de cigarro con la punta de su zapato en la alfombra, Félix lo acompañó hasta la puerta para despedirlo como él solía hacerlo.

Aquello no le iba a gustar al señor Bang.

—Yo no iré, mañana tengo un jodido examen. De hecho, todos tenemos ese examen. Que Félix vaya sólo —El bajito labios corazón tomó su mochila y se la puso con brusquedad, empujó a Félix para salir.

—Pero...

—Debo ir a casa a cambiarme, ¿Crees que iré vestido de esta forma a una fiesta? —Y Minho también despabiló.

De repente, Jeongin se sintió el idiota más grande del mundo, él también podía haber aprovechado el momento para huir, pero ahora que el peli-rosa había cerrado la puerta ya era tarde.

—Me pregunto si ellos regresaran—Dijo Félix con un puchero—Bueno, tengo a mi mejor amigo a mi lado, con eso me basta. Además me ayudaras a convencer a papi, ¿Verdad?

No, Jeongin nunca se había planteado hablar de forma tierna con el señor Bang, pero era el amigo de Félix, eso hacían los amigos.

— ¿Has comido?

El castaño asintió.

—Está bien, entonces subiré a mi habitación para buscarte algo de ropa y maquillaje. Serás la sensación de la fiesta. ¡Vamos Jeongin, sonríe un poco!

Todo estaba bien, hasta que el gritillo de Félix se hizo escuchar en toda la casa.

—Mierda, Hyunjin olvidó su celular. Si no lo encuentra se preocupará, debo llevárselo... —el peli-rosa se pasó una mano por la cabellera—. ¿Me esperas aquí? Prometo regresar pronto —no dejó siquiera que Jeongin hablase, porque lo único que se escuchó fue el portazo de la puerta.

Jeongin suspiró frustrado. Sacudió la cabeza y se dirigió a la habitación de su amigo, entró a la pieza de este, y pronto vio la película en pausa que se transmitía en la televisión.

Se acomodó en la cama y los resortes saltaron empujándolo hacia arriba, presionó el botón de "play" y las imágenes se filtraron, no era una película cualquiera, era porno.

Un hormigueo le recorrió con anticipación al oír aquellos gemidos del chico que era penetrado por otro hombre.

Miró aquello con nostalgia, aquellas imágenes parecían una especie de adicción en progresión.

El chico gemía tan alto como podía mientras el otro se hundía en él con fuerza, en el video también se podían oír los resortes de la cama, y las pieles, por Dios las pieles que se chocaban frenéticamente. Irónicamente su mano viajó hasta sus pantalones, abrió la cremallera de estos y comenzó a tocarse, su erección iba en crecimiento, al compás de las voces, deslizó su tacto hasta su polla para masturbarse, debía ser rápido si no quería ser descubierto por su amigo, había estado deseando aquello desde hace un día.

Se imaginó al señor Bang, su mano se sintió bien moviéndose de arriba abajo, sacando humedad de sí mismo. Las imágenes cambiaron por otras, donde un chico vestido con uniforme escolar era penetrado por lo que parecía su profesor, aquello hizo que el castaño jadeara con fuerza. Las imágenes continuaron avanzando y le mostraron al mismo alumno comiéndole la polla gorda y mojada a su profesor, su rosada lengua rodeaba toda la carne que podía.

Jeongin se relamió los labios, y se imaginó a si mismo comiéndole la polla al señor Bang. Pronto su corazón latió acelerado. En la pantalla, el tipo grande estaba empujando con fuerza en el pequeño que tenía debajo, gruñendo y esforzándose por entrar aún más en aquel delgado cuerpo.

—Oh... sí —dijo en voz baja, arqueando la espalda contra el colchón que cedía a su peso. Sólo susurraba palabras incoherentes. Gimió y se retorció masturbándose a sí mismo. Estaba tan perdido que ni siquiera se dio cuenta que había gemido el nombre «Christopher», entre caricia y caricia.

— ¿Jeongin? —los ojos del castaño volaron y su respiración quedó trabada justo en la manzana de su garganta. El señor Bang, cerró la puerta tras él, y su pronto su rostro se convirtió en una máscara dura de acero.

—Mierda —sacó su mano húmeda de sus pantalones y cerró sus piernas rápidamente, arregló su uniforme de escuela y tragó duro. La situación había sido tan vergonzosa, que su corazón latió con fuerza y su cara ardió—. Señor Bang... yo.

¿Qué? ¿Qué podía decir? ¿Qué tenía a su favor? ¿Era normal que un chico de 17 años fantaseé con el padre de su mejor amigo? ¿Lo era? ¿Qué tipo de disculpa le iba a dar? La única opción viable era que saltase por la ventana, su muerte hubiese sido tomada como un suicidio y señor Bang seguramente nunca hubiese mencionado aquello.

En cambio, el rubio llamado Christopher, dejó su maleta en la entrada y se dirigió a Jeongin, sus ojos se movieron hasta la pantalla del televisor y la ropa desacomodada del amigo de su hijo.

—Yo...—comenzó a hablar de forma atropellada, sorprendido. Quizá igual o mucho peor que Jeongin—. Traje pizza, y...—Jeongin levantó la mirada y se dio cuenta que la mirada del rubio estaba puesta en su mano mojada.

—Lo siento, señor Bang —se disculpó Jeongin, mirando a sus manos y limpiándoselas en la tela de sus pantalones—. No, debería... pero, vine y...

—Escucha, Jeongin —el señor Bang tomó una respiración profunda y se pasó una mano por el cabello—. Está bien... pero estas son cosas para adultos. Este tipo de cosas... imágenes y videos... no, no son para ti, el sexo no es bueno. No espera, sí es bueno, pero no para ti —Jeongin frunció el ceño—. Pero esto no es el matrimonio, no el amor... Sexo, Mierda, ya ni sé lo que digo —Christopher puso una mano en su cabeza y se jaló un mechón.

—Lo siento, Señor Bang —Jeongin levantó la mirada hasta ver al padre de su mejor amigo—. Es solo que esto... yo pensé que nadie podía... ya sé mucho de esto, pero no quería que alguien me viera.

—Estas son cosas de adultos —replicó Christopher con un severo enfado.

—Yo ya soy un adulto —el miedo y la vergüenza en Jeongin se fue desvaneciendo y la valentía se acomodó en su cuerpo—. Hice lo mismo que usted hizo anoche, yo lo vi... y quería saber cómo era.

—¿Es mi culpa ahora? —susurró Christopher cerrando los ojos—. Sí es mi culpa, el que tu estuvieses expuesto a este tipo de cosas en mi casa, es mi culpa. Pero, Jeongin, tú no debes meter las narices donde no debes, tampoco deberías haberme espiado anoche, no...

—No puedo dejar de pensar en ti —el castaño se puso en pie, y se dio cuenta de que en realidad ya era un adulto, incluso sólo era un poco más bajo que el Señor Bang, este en cambio dio un paso hacia atrás—. No puedo dejar de pensar en eso —confesó.

—Jeongin... sé que estás pasando por un momento de la adolescencia donde crees que eres un adulto, pero no lo eres. Puede ser confuso.

—Yo no estoy confundido —insistió el castaño.

Christopher en cambio negó divertido. Estaba a punto de decir algo cuando ambos escucharon la puerta principal abrirse, Félix había regresado.

—¡Jeongin! ¡¿Ya elegiste ropa para la fiesta?! —Christopher salió de la habitación con un soberano portazo—. Hola, papá.

El castaño se acomodó el uniforme y apagó la televisión antes de que Félix entrara.

—¿Jeongin? —el peli-rosa hizo un gesto gracioso en los labios—. ¡Papá nos dio permiso! Dice que tiene que trabajar hasta tarde y él nos vendrá a recoger. Es el mejor día de mi vida —Félix corrió hasta su desván y sacó muchas prendas del lugar—. Hyunjin dijo que hoy es el día. Ay, Dios, estoy tan feliz.

Jeongin pensaba que el Señor Bang seguramente le había dado permiso a Félix para deshacerse de él.

Quizá su presencia ahora ya le molestaba, de hecho, estaba casi seguro de que él ya no iba a quererlo en su casa. 

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