CAPITULO 9
Un enorme rayo de luz eléctrica atravesó el cielo azul, partiendo el mundo en dos.
Choi Yeon Jun se encontraba escondido de pie en la penumbra de la puerta. Llevaba las manos ocultas en los pantalones y un hombro apoyado contra el marco del ventanal que miraba a la entrada. Su cuerpo y mente estaban en tensión mientras observaba al castaño con una intensidad y una concentración obsesiva.
El pelinegro respiró hondo y exhaló el aire despacio, intentando liberar la tensión que se había acumulado en su cuerpo durante las últimas 24 horas. Se decía a si mismo que debía dejar de mirar a Soo Bin de esa forma. Pero ahí estaba....otra vez.
«Es mío»
Yeon Jun negó con la cabeza, atónito ante sus propios pensamientos.
Si, le gustaba tener el control, de hecho lo necesitaba, pero hasta ahora jamás nadie había logrado sacarle del raciocinio, hasta que Soo Bin le sonrió de esa forma.
«Le tienes miedo»
Le susurró su subconsciente y, la idea le hizo fruncir el ceño. ¡Y una mierda! A él no le daba miedo Soo Bin, sólo temía perder de vista al castaño. Sin despegar su mirada del chico que se movía bajo la lluvia junto a su hijo, estiró el brazo y apretó los dientes mientras se hacía a la idea de pensar en que pronto Soo Bin debía encontrar pareja, eso hacían los adolescentes comúnmente.
Estaba demasiado cansado para discutir con sus pensamientos, así que sin más giró sobre sus talones y despabiló hasta su habitación.
Ojeó al novio de su hijo con recelo y notó como el chico acariciaba las piernas mojadas de Beom Gyu, gruñó en respuesta pero no hizo nada para impedirlo.
Suspiró y apoyó la cabeza en la almohada, se acurrucó entre las sabanas. Hacía tiempo que no se sentía tan confundido con respecto a algo tan pequeño, aún no tenía sueño pero cerró los ojos inútilmente.
Minutos después de cerrar los ojos estúpidamente y no lograr dormir, tomó un libro viejo que había llevado para matar el tiempo como un adulto "responsable" y se dedicó a leerlo apenas.
Hasta que escuchó pasos goteantes acercarse a su puerta, mantuvo la luz tenue de la lámpara y decidió no advertir nada.
Cuando levantó la mirada un par de ojos brillantes estaban observándole con atención, "Clin, clin, clin" resonó en su mente.
Sabía que era el sonido de un premio gordo, como cuando los concursantes de algún tipo de evento benéfico ganaban dinero o coches.
Un destello de sorpresa pareció ensanchar los ojos de Yeon Jun, pero pronto sustituyó aquello con una mirada frígida y serena.
— ¿Qué haces aquí? Ya deberías estar durmiendo.
Soo Bin se le acercó un poco más mientras la conciencia se intensificaba con cada paso que daba, Soo Bin le miró fijamente e intentó sonreírle tierno, cual niño de primaria que obtiene una A, desfiló sin miedo hacia la cama del Sr. Choi, sintió un frio soplido en sus muslos desnudos pero no dedúbito en continuar atacando de frente.
—Tengo miedo, Yeon Jun. ¿Puedo dormir contigo? Mamá dijo que debías revisar bajo de mi cama por si había algún animal salvaje en ella y como no viniste, entonces decidí dormir aquí.
¿Qué está haciendo? A Yeon Jun se le aceleró el corazón y se le puso un nudo en la garganta mientras lo observaba apenas con una camiseta que le llegaba hasta los muslos, lo que le hizo suponer que el castaño solo llevaba un bóxer diminuto.
Soo Bin le miró inocentemente por debajo de las pestañas y se llevó un dedo a la boca, pronto la humedad de sus labios empapó ese susodicho lugar. Muy despacio introdujo la punta redonda en su boca, la sacó una vez para pasar la lengua alrededor de los bordes y luego se lo metió por completo otra vez.
Yeon Jun estaba cayendo por un torbellino sin ninguna esperanza de salvación, y no le importaba. Soo Bin repitió el tormentoso proceso con sonidos sucios.
—Por favor...—Susurró Soo Bin pasando la lengua por su húmedo labio inferior.
Y Yeon Jun estaba mental, física y sexualmente siendo reprimido.
Su mente flotó en una pequeña brizna de viento, y se dejó guiar por sus instintos. Apretó sus dedos en los bordes del libro viejo para calmar sus impulsos más primitivos, y entonces lo decidió, dejaría de ser un cobarde. Soo Bin se le ofrecía de todas las formas posibles, ¿Quién en su sano juicio rechazaría una oportunidad como esa?
Abrió los ojos rápidamente, allí estaba él, y más allá Soo Bin. Sólo debía extender un poco los brazos para tomarlo y acallar sus deseos lascivos.
—Ven aquí—Soo Bin caminó rápidamente hasta la esquina de la cama y sin redundar más se sentó en ella y empezó a gatear hasta llegar al regazo del Sr. Choi, lugar en donde acomodó para mayor comodidad, se abrazó al cuello de Yeon Jun y respiró profundamente.
Yeon Jun estaba usando toda la fuerza de su voluntad para no tomar al castaño y follarlo hasta hacerle perder la conciencia, pero se le estaba haciendo imposible ya que Soo Bin insistía en mover su trasero provocativamente sobre su reciente dura polla.
— ¿Puedes leerme también, Yeon Jun? —Soo Bin resbaló sus labios por el lóbulo del pelinegro, lo lamió apenas y sus manos comenzaron a bajar por el dorso caliente del Sr. Choi. Acariciándole de arriba abajo.
La calmada pasión que Soo Bin demostraba lo enardecía. En pocos segundos le había subido la temperatura y su corazón se había disparado.
—... Si él baja la faz, el todo es nada —Soo Bin alzó la vista y se quedó mirando sus labios, memorizando su textura y forma. Mientras le besaba y mordisqueaba el mentón. La boca de Yeon Jun era dulce, húmeda y muy cálida— "Cuando sonríe-que su boca es lumbre- se magnifica y se hace inefable porque es algo divino y hechicero"
Yeon Jun gruñó de placer y dejó de lado el libro, mandándolo a algún sitio lejos de ellos. Bajó sus grandes manos hasta tocar la carne de Soo Bin, le amasó los glúteos con morbo y apretó los dientes una vez más.
Soo Bin por su parte, separó las piernas lo más que pudo para acomodarse sobre la erección rígida del rubio, la sintió palpitar entre la suya, delineándolo sobre la tela del bóxer.
—Tómame, Yeon Jun—Murmuró, contra su boca—Por favor.
Yeon Jun era una olla a presión de testosterona y todas las hormonas de su cuerpo se alzaron triunfantes. Rodeó a Soo Bin, lo tenía apresado como a un esclavo.
No se contuvo más, empujó con la lengua la puerta de sus labios hasta que Soo Bin cedió. Yeon Jun se apropió de la boca ajena con exigentes lengüetazos. A Soo Bin se le escaparon algunos quejidos pero no se separó.
Soo Bin ya había sentido sus caricias con anterioridad, pero esto era mil veces más fuerte. Las manos de Yeon Jun en él provocaban una extraña necesidad y tenía la sensación de estar hundiéndose en un mundo lleno de placer. El pelinegro gruñó de goce al sentir las delicadas nalgas de Soo Bin posarse sobre su erección, moviéndose allí y dando cortos saltos excitantes sobre su eje.
Yeon Jun lo obligó a inclinar la cabeza hacia atrás y deslizó la lengua entre sus labios, decidió devorarlo. Se abrió paso hasta el interior de su boca, poseyéndolo.
Soo Bin sintió una sensación cálida entre sus piernas, algo común. Yeon Jun lo apretó aún más contra su rígida entrepierna, estaba tan caliente y duro... "Dios apiádate de mí" ¿Cómo podía mantenerse coherente ahora?
El menor sintió la erección presionarse contra la delgada tela del bóxer. Era como si de repente estuviera atrapado en un infierno de locura y no le quedaba más remedio que arder por sus pecados.
Gimió contra su boca. Los labios de él se movían sobre los suyos, Soo Bin sintió que se quedaba sin aire en los pulmones y todos sus pensamientos se fueron despavoridos en mil direcciones, Yeon Jun lo estaba apretando contra su polla tiesa y Soo Bim no puso ninguna objeción. Se frotó contra él como un pequeño gatito ronroneador, bajó las manos un poco y acarició su propia erección goteante que estaba oculta bajo su bóxer.
—Tómame por favor, por favor...—Soo Bin emitió un sonido entrecortado al sentir la boca del Sr. Choi, cálida y mojada sobre su pezón. Yeon Jun le estaba mordiendo la aureola por sobre la maldita tela que pronto se hizo húmeda entre su boca caliente.
Yeon Jun estaba temblando a causa de su represión, pero estaba decidido a no avanzar más allá de unos toques guarros. Puso sus manos grandes en la delgada cintura de Soo Bin y lo empujó de su regazo para acomodarlo sobre la cama, le tomó las muñecas y lo mantuvo allí pegado como un sacrificio, le separó las piernas y apenas metió su pulgar caliente por la cintura del bóxer para comenzar a quitárselo.
¿Eran imaginaciones suyas o a Yeon Jun le temblaban las manos mientras deslizaba el bóxer por los muslos y rodillas? Se le contrajo el abdomen al pensar en lo que pronto iba a suceder.
—Pensé que podría detenerme, pero ya no puedo—Murmuró Yeon Jun. Su tono de voz denotaba arrepentimiento, le miró a la cara durante algunos segundos mientras le acariciaba en línea recta la piel de los muslos, la cadera y su pequeña entrada.
—Por favor, por favor—Gimió el castaño con voz temblorosa sin saber muy bien que era en realidad lo que pedía.
Yeon Jun acercó su cabeza a su regazo y liberándolo de todo agarre le separó aún más las piernas. Soo Bin abrió los ojos de par en par al sentir la punta de la lengua caliente y mojada, rodeándole la erección. Hundió sus dedos en el abundante cabello negro y gimió echando la cabeza hacia atrás.
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